sábado, 4 de octubre de 2025

Algodón de azúcar

 




Ella sabía cuando le llegó la propuesta que iba a ser duro, pero ese sentimiento de "responsabilidad" tan interiorizado desde pequeña le hacía imposible decir que no. Tenia que preparar una asignatura completa en poco tiempo y no iba a ser fácil.

Me lo comentó y  cómo siempre, la apoyé en su decisión, pero me temía que eso iba a traer "problemas" aquel semestre.

Llevaba ya varias semanas. Eran muchas horas, más de quince por clase, y empezaba a pasarle factura ...

Estaba cansada, a ratos se arrepentía de haber aceptado y tendía a pagarlo conmigo. Hubo alguna que otra advertencia, pero nada serio hasta el momento.


Quise sorprenderla y sacarla de la rutina, así que organicé una noche de descanso. Eran fiestas en el pueblo y habría feria. 

La avisé con tiempo para que se organizara y el sábado por la mañana se nos fuimos para allá.

Tuvo que llevarse el portátil porque no le dió tiempo, pero esa noche se la tomó libre.


Ya la tarde fue convulsa. Le costó ponerse a trabajar, internet iba lento y su paciencia estaba ya al límite. Tuve que intervenir en un par de ocasiones, incluso la amenazó con dejarla castigada en casa si seguía por esa línea pero al final todo transcurrió normal. Hasta que le dije, que lo dejara y nos preparamos para ir a la feria.

Nos pusimos, ropa cómoda, vaqueros, deportivas y nos fuimos. 

Llegamos y era la típica feria de pueblo, con sus paradas de tiro, atracciones y demás, empezamos a pasear, aunque era ya Octubre no hacía nada de frío, ni tan siquiera fresco.

- Hala!!! Algodón de azúcar!!! Cuanto tiempo!!! Quiero uno!!!

- Nena son casi las 9, no sería mejor para después de cenar.

- Noooo!!! 

Y se fue disparada para la parada, yo la miraba desde lejos y me hacía gracia, además pensaba que al menos, estaba distrayendo la cabeza. Se acercó con el algodón de azúcar...

- Que dulce!!!! ¿Quieres?

- No gracias y claro que es dulce, es algodón de azúcar.

- Pues no lo recordaba así...

- Venga va, vamos a dar un vuelta.

Estuvimos media hora, paseando por la feria y yo empezaba a tener hambre, conocía una terraza cerca, donde se comía muy bien y le dije de ir. 

Nos sentamos en una mesa y nos dieron la carta, decidimos que cenar y al final, pedimos unas raciones variadas, para picotear. Nos sirvieron y empecé a cenar, y digo empecé, porque ella sólo movía el plato con el tenedor y hablaba.

- ¿No vas a cenar?

- Si algo picaré, pero no tengo mucha hambre.

- Ya te dije que esperaras al algodón de azúcar.

Entonces hizo algo que no esparaba, levantando la voz, dijo.

- Claro tú siempre lo sabes todo!!! El señor perfecto.

La miré serio y con calma sin levantar una octava, la voz le dije.

- Nena...baja la voz y el tono, que sabes que tengo razón.

- ¿Lo ves? Siempre con es tonito de superioridad, de sabelotodo 

Se cruzó de brazos, mirando en otra dirección y desde alguna mesa ya nos miraban.

- ¿Entonces no vas a cenar?

- Te he dicho que no!!!!

Dijo aún levantando más la voz. Ya no dije nada más, terminé de cenar, ignorándola, escuchando de vez en cuando algún suspiro. Cuando terminé, sin decir nada me levanté a pagar y salí.

- ¿Vamos?

Se levantó y la cogí de la mano, caminamos otra vez por la feria, pero en un momento determinado salí de ella.

- ¿Dónde vamos?

- Al coche

- ¿ Y eso? A mi me apetece quedarme un rato más. 

Miré alrededor para asegurarme que nadie nos podía ver y le di un par de azotes fuertes. 

- Pues haberte portado bien y no cómo una niña caprichosa de 6 años.

La cogí aún más fuerte y empecé a caminar rápido, al llegar al coche, me dijo 


- Llevo un mes sin parar. Sin descansar ni los fines de semana. Quería darme el gusto. Es eso un delito?? - seguía con un tono elevado. 

- Sube al coche y vete preparando cuando lleguemos a casa.

Nos montamos en el coche y dirección a casa. El trayecto hasta la casa del pueblo duraba 10 minutos, en silencio. Entramos en la casa y nada entrar, me dijo.

- ¿Estás enfadado? Lo siento, no debería haberte hablado así, pero llevo mucha tensión encima y...

La cogí del brazo y la llevé a la habitación, sin decir nada. Allí la solté y fui a su maleta, saque aquel camisón rosa y le dije.

- Levanta los brazos.

Me miró extrañada.

- ¿A qué esperas?

Lo hizo y le quite la camiseta.

- Te portas cómo una niña, pues así te voy a tratar. 

Le quité el sujetador, luego me senté en la cama y le quité las deportivas y los calcetines, y entonces le desabroché los vaqueros y se los bajé, quitándoselos también, supongo que estaba tan sorprendida, que no dijo nada y se dejó hacer, entonces la miré, fui a la maleta cogí unas braguitas más infantiles, que las braguitas de encaje negro que llevaba. Le quité las braguitas y le puse las que había cogido y después el camisón. Cómo a una niña pequeña, la vestí y la desvestí. Al terminar le dije.

- Ahora ve al baño, te lavas los dientes y te espero en el comedor.

Me fui y me senté a esperar en el sofá. Cinco minutos más tarde apareció, con la mirada baja y el rostro enrojecido.

- Ven aquí le dije, señalando mis rodillas.

Se acercó, la miré.

- Bueno, aquí tenemos a una adulta, que se porta como una niña caprichosa y ya sabes que pienso, de esa actitud y cómo corregirla ¿verdad?

- Santi, ya te he pedido perdón y te he explicado los motivos, ha sido un momento, producto de la presión.

- Vaya, ahora hablas cómo una adulta, ahora que le ves las orejas al lobo...pero ahora es tarde y no me vale. No te voy a permitir que me levantes la voz en público, eso para empezar, tampoco que te portes cómo un cría caprichosa e insolente y no, la excusa de la tensión no me sirve. Bájate las braguitas.

Resopló, pero metió las manos bajo el camisón y se bajó las braguitas, que cayeron solas hasta los tobillos.

- Levántate el camisón

Volvió a suspirar y se levantó el camisón, justo, para que no se viera nada.

Le di un cachete en el muslo fuerte.

- Por encima de la cintura!!!!

Lo hizo, ahora sí con su rostro encendido.

- Mira a que lleva tu comportamiento, a no tener derechos, aquí estás con las braguitas en los tobillos y sin intimidad, sabiendo que te voy a poner el culo cómo un tomate. Ahora camina al rincón, con el camisón levantadito y sin perder las braguitas.

Esperé a verla cara a la pared y me fui a cambiarme yo. De regreso la fui a buscar del rincón, la cogí de la oreja y al llevé hasta el sofá, me senté. 

- ¿Ya sabes lo que va a pasar ahora?

- Que me vas a castigar.

- A castigar ¿cómo?

- Cómo a una niña caprichosa e impertinente.

- ¿Y cómo se castiga a las niñas con esa actitud?

Aún se puso más roja.

- Con unos azotes...

- Unos azotes ¿dónde?

- En el culo...-dijo con voz aniñada -

- Muy bien, pues ya sabes, preséntate bien en mis rodillas, para tu corrección.

Suspiró y se colocó sobre mis rodillas.

Nada más ponerse le di, unas palmaditas, en el culo suaves, mientras le decía.

- Te voy a dar un consejo adulto, aprende a decir que no. 

Ya no dije nada más, empecé a zurrarle el culo a mano, de forma progresiva y a ritmo constante de 3 o 4 palmadas seguidas alternas en cada nalga, poco a poco aumenté velocidad y fuerza, su culo se fue sonrosando y cogiendo color, hasta dejárselo de un rojo pálido. 

- Ahora señorita, te vas a ir a la habitación, sacas la zapatilla de los castigos del armario, la dejas sobre la cama y me esperas en el rincón. 

Le di media docena más de azotes y le dije.

- Vamos.

La zapatilla, era lo que usaba para este tipo de comportamientos infantiles y conocía perfectamente sus efectos. 

Cinco minutos más tarde, entré en la habitación.

- Ven aquí

Salió del rincón y se acercó. Le hice darme la zapatilla y le dije.

- Túmbate boca arriba y levanta las piernas 

- Santi...me da mucha vergüenza.

La cogí del brazo le di la vuelta y se llevó tres zapatillazos fuertes.

- ¿Lo tengo que repetir? 

No hizo falta. Se tumbó boca arriba, levantó las piernas, la cogí de los tobillos, en esa postura todo estaba a la vista y su sexo estaba muy hinchado y la rajita brillante de humedad. Pero tenía algo que hacer antes y empecé a zurrarle el culo con la zapatilla, mientras le decía.

- Cómo te portas cómo una niña caprichosa, además de dormir calentita hoy, vas a estar una semana castigada y siendo tratada cómo una niña, por las mañanas, te vestiré, cuando vuelvas a casa, te ducharé y te pondré el pijama y por supuesto, cuando termines de trabajar, nada de tele, ni ordenador, ni teléfono y a las 10 y media a la cama.

Terminé de ponerle el culo bien rojo y caliente a zapatillazos. Entonces sin soltarle los tobillos, dejé la zapatilla y me fijé en su sexo, aún estaba más hinchado y mojado, tanto que le metí un par de dedos.

- Vaya, vaya ¿así te pone que te trate como a una niña y te ponga el culo ardiendo?

Cerro los ojos y mis dedos empezaron a entrar y salir, cada vez más rápido, a la vez que su respiración era también más rápida y empezaba a jadear, iba a parar, pero no me dio tiempo, se corrió entre jadeos...

Un rato después, ella estaba solo con el camisón boca abajo, las almohadas le levantaban el culo castigado y bien rojo y yo le estaba haciendo un masaje el culo con mucha crema hidratante. Pero yo también me había excitado mucho y aquella posición era ideal, para desahogarme y eso hice, follarmela desde atrás, chocando contra su culo rojo y caliente.


sábado, 27 de septiembre de 2025

La silla y el cinturón

 




La palabra para describir mis sensaciones aquel día, no era enfadado. Podríamos definirlo cómo disgustado y desde luego iba a tener consecuencias. 

Antes de meterme en la ducha coloqué la silla entre el sofá y la tele mirando al balcón y en el respaldo colgué mi cinturón de cuero marrón.

Aquel día había salido de trabajar bastante antes de lo normal y pensé que sería buena idea aprovechando que los días aún son largos salir a tomar algo, tal vez cenar o ir al cine. Le puse un mensaje y su respuesta fue.

- Vaya lo siento, tengo visita en la optometría...

- ¿No tenías la semana pasada? 

- Si, pero se me olvidó y me dieron hoy lo siento.

Al final por algún sitio y otro salía esa manía de procrastinar, y eso siempre lleva a consecuencias indeseadas.

Me duché, me pusé cómodo y esperé a que llegase. Al entrar en el salón y ver la silla, su cara cambió.

- Pfffff ya te he dicho que lo siento, además es una causa justificada ¿No?

Mi respuesta fue seca, fría e imperativa.

- Ve a la ducha, ponte el pijama y ven. 

Debí sonar muy convincente porque obedeció sin rechistar. Esperé pacientemente y en silencio, sin poner la tele hasta que la escuché salir de la habitación y caminar hacia el salón, antes que llegase me levanté y me senté en la silla. Se acercó tímidamente y dijo.

- No entiendo esto...

- ¿No lo entiendes? pues te lo voy a explicar pero vamos a ir por partes. Y para empezar quiero ver las manos detrás de la espalda.

Lo hizo y sin dudar le bajé el pantalón a cuadros de pijama y las braguitas hasta los tobillos.

- Así mucho mejor.

La miré y estaba roja.

- Y ahora dime ¿Por qué no fuiste a la optometría el día que tenías hora?

- Me olvidé...

- Ya....siempre tienes una excusa. Me olvidé, ya lo haré mañana, aún hay tiempo, tengo hambre...siempre hay algo, hasta que te pilla el toro ¿Sabes? A Alejandro Magno se le atribuye una frase: Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos". Eso dijo. Y en este caso, de alguna manera tú conducta y tu manía me acaban afectando a mi. Luego soy yo el que tiene que soportar tú malhumor, porque vas con el tiempo justo, o me toca cambiar de planes...Podría entender perfectamente que hoy me hubieras dicho que no te apetecía salir, nos quedamos y no pasa nada, pero que nos tengamos que quedar porque tenías que hacer algo, que se supone debía estar hecho, me parece una actitud infantil, caprichosa y en cierto modo egoísta y ya sabes que pasa cuándo te comportas así ¿Verdad?

Se hizo el silencio, la miré pero tenía la mirada en el suelo. 

- Te he hecho una pregunta 

- Si

- Si ¿Qué?

- Que sé lo que pasa.

- Pues dilo...

- .....que me castigas.

- Pues ya conoces el siguiente paso. 

- Pfffff te prometo que es la última vez....de verdad.

- Conozco tus promesas, así que pon el culo inmediatamente sobre mis rodillas.

Obedeció y se colocó sobre mi regazo en la silla. Puse mi mano izquierda en su cadera. 

- Espero que aprendas la lección.

Ya no dije nada más mi mano empezó a caer pesada sobre su piel desnuda, ni rápido , ni lento, constante en ritmo y fuerza. El piso estaba en silencio así que el sonido de las palmadas resonaba por todo el piso. Estuve un buen rato "cocinándole" el culo a fuego lento, que tarda más pero quema igual, sin pausas y sin palabras., hasta que empezó a picarme la mano y paré.

- Levanta.

Se levantó y se quedó de pie frente a mí cogí la silla y la puse mirando a la mesa.

- Siéntate.

Se sentó y fui a por el cuaderno, lo abrí y le dije.

- Copia: "Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos".

- ¿Cuantas veces?

- Ya te diré...pero no te duermas a bien ritmo, que si cuando te llame creo que no has copiado las suficientes, tú culo va a tener más problemas aún. 

Me senté en el sofá y puse la tele. La tuve media hora copiando más o menos y la llamé. Le pedí el cuaderno, me lo dió y conté las líneas, cerré el cuaderno y lo dejé en la mesita. Me levanté la cogí del brazo y caminamos hasta la silla. 

- Las manos sobre la cabeza. 

Lo hizo y entonces cogí el cinturón y lo doblé, pero antes lo sujeté entre mis piernas y le levanté la camiseta del pijama por encima del pecho, cuando lo hice le acarcié los pezones.

- Tienes el culo cómo un tomate y los pezones duros...seguro que estás bien jugosa...Mañana tienes cena con las compañeras, pues vas a tener que buscar un asiento cómodo.

Volví a coger el cinturón, con la mano izquierda la agarré del brazo y empecé a azotarla con el cinturón de pie...cuando llevaba un par de docenas de azotes se movió saltando hacia delante. De inmediato la cogí del brazo.


- Las manos encima de la cabeza, separa las piernas y saca bien el culo y como tenga que repetirlo te haré tumbarte sobre la brazo del sofá y te pongo el culo morado ¿Está claro? 

No hizo falta repetirlo, se colocó cómo le dije y le di una docena más de azotes rápidos con el cinturón. Al terminar sin decir nada la lleve el brazo cara a la pared. 

- Aquí castigada, hasta que te llame a cenar y no quiero oír ni una mosca.

Me fui a hacer la cena, puse la mesa y entonces la llamé.

- Siéntate a cenar.

- ¿Puedo subirme el pantalón y las braguitas?

- Sabes que no 

- Es que es muy humillante!!!

Me fui directo a por ella, la cogí del brazo , la llevé hasta el sofá, la tumbé sobre mis rodillas y empecé a azotarla de nuevo con la mano.

- ¿Aún te quedan ganas de contestar? En lo que queda de día vas a estar con el pantalón y las braguitas en los tobillos y no quiero más quejas hoy, limítate a obedecer o mañana te quedas sin cena castigada. 

La estuve zurrando el culo un par de minutos y luego la envié a sentarse a cenar. Está vez lo hizo, caminando con las braguitas y los pantalones en los tobillos y sentándose con el culo bien caliente directamente en la silla. Cenando en silencio. 

Al terminar la hice ir a prepararse para ir a la cama, mientras yo recogía la mesa y aún estaba en el baño, cuando le dije.

- Ven a trae la crema...

Enseguida la tenía allí con la crema hidratante, la hice ponerse en mis rodillas y estuve un buen rato sobándole el culo con mucha crema. Hasta que le quité del todo el pantalón y las braguitas y le hice abrir las piernas.

Imagino que esperaba que jugara un poco con mis dedos en su coñito, pero me limité a separarle los labios y hacer una especie de pequeña y vergonzosa inspección, cuando terminé cogí sus propias braguitas y la sequé. 

- Hoy no hay premio.

Y seguí acariciándole el culo, hasta la hora de dormir.




sábado, 20 de septiembre de 2025

Vamos a llegar tarde (vídeo)

 



Hace mucho tiempo que no comparto video y ya toca. Es un vídeo corto de una escena muy casera tanto en la forma, cómo en el fondo...seguro que a más de uno y una le suena.



sábado, 6 de septiembre de 2025

Las cremas


 



A causa de un viaje relámpago de trabajo iba a estar una noche fuera. Salía un jueves por la mañana y volvería el viernes por la tarde. 

Hacía unas semanas ya, que ella había empezado con unas molestias e irritación en una mano, el diagnóstico: dermatitis atópica y el tratamiento unas cremas diariamente. Desde el principio, habíamos tenido problemas con la regularidad de aplicación del tratamiento, había días que se lo aplicaba pero días, que no, con todo tipo de excusas infantiles....que si pringan mucho, que si tardan mucho en secar, que si no me gusta el olor. Hasta que tuve que tomar cartas en el asunto y ponerme serio. A la cama con el culo rojo y las cremas puestas y desde ese día, se las hacía poner delante de mi. 

Pero claro sabía, que esa noche que iba a estar fuera era la oportunidad perfecta y le tendí una pequeña trampa. Antes de irme escondí las cremas dónde sabía que no buscaría. Aquella noche después de cenar la llamé.

- Hola!!!! ¿Que tal por Valladolid?

- Sin tiempo de nada, acabo de cenar y ya estoy estirado en la cama del hotel ¿Que tal tú día?

- Bien, he podido salir pronto hoy, me h dado tiempo de echar una siesta y bajar a la piscina un rato, que el domingo ya cierran y hay que aprovechar.

- Muy bien ¿Has cenado?

- Me pillas en ello...

Seguimos charlando un rato, mientras cenaba y cuando estuvo, le dije:

- Me está entrando sueño, pero antes ve a por las cremas...

- Pfffff ¿Y si lo dejamos para mañana, cuando estés tú?

- Nena....

- Voy...

Tardó unos segundos en volver y me dijo.

- Hala ya me las pongo ¿Contento?

- Contento estaré mañana cuando te vea.

- Señor me sonroja!!!!

Hablamos 10 minutos más y me fui a dormir. Al día siguiente, reunión hasta mediodía y después de comer a conducir de vuelta. Llegué a casa sobre las 6, ella no estaba, aunque sabía perfectamente que estaría en la piscina de la comunidad. Deshice el poco de maleta, me puse el bañador y pasé por la cocina a por dos cosas, unas cervecitas frías y a ver si las cremas estaban donde las había dejado y en efecto allí estaban. 

Me bajé a la piscina y nos reencontramos, me di un baño, nos tomamos las cervezas y cuando ya empezaba a caer el sol subimos a casa. Una ducha rápida para quitarnos el cloro y a hacer algo de cenar. Cenamos tranquilamente, mientras hablábamos de que planes había para el fin de semana, al acabar recogimos y nos estiramos a ver en una serie de esas de crímenes reales que el gustan , vimos un par de episodios y entonces la paré. 

- ¿Ya te quieres ir a dormir? ¿Estás cansado?

- No....pero tocan las cremas, va vete a por ellas...

- Pfff mañana por la mañana...ahora estoy super a gusto.

- Nena....

- Pffff 

Se levantó resoplando y le di un azote cariñoso...

- Venga va que pareces una niña...

Se fue hacia el botiquín del baño, y la empecé a oír mover cosas...

- ¿Pasa algo Nena? 

- Que no sé dónde dejé las cremas!!!!

En ese momento iba para la habitación y también la escuchaba abrir cajones...

- Venga nena que es para hoy...¿No me estarás tomando el pelo?

- No de verdad, que no las encuentro!!!!!

- Pues mira en la cocina. 

- ¿En la cocina? 

- Si en el armario de la izquierda de la campana...al fondo

Se fue para la cocina...y apareció en el salón,.con las cremas.

- ¿Las ha puesto tú ahí? 

- Si....antes de irme

Se puso roja al instante. 

- Déjalas aquí -le dije señalando la mesita- y ven aquí .

Nada más hacerlo me levanté, la cogí del brazo y empecé a zurrarle el culo.

- ¿Tú crees que yo soy tonto o me lo parece? 

Ella intentaba evitar los azotes que caían con ganas, sólo llevaba unas braguitas y una camiseta y después de un tanga de azotes así de pie paré. 

- ¿Sabes, lo que más me molesta? Que me tomases el pelo estando al teléfono, que ni te levantaste del sofá seguro y quisieras hacerme creer que te las estabas poniendo. 

- Y tú!!! ¿Me has tendido una trampa? ¿Te parece ético?.

- Te voy a enseñar ética. Date la vuelta!!!!

Sin soltarla y de pie se dio la vuelta.

- Saca bien el culo!!!

Suspiró y se inclinó hacia delante con la mano libre le bajé las braguitas de un tirón y le levanté la camiseta un poco. Al terminar le empezaron  a caerle azotes en la piel desnuda, unos minutos más tarde ya empezaba a tenerlo bien rojo y a dar saltos... paré.

- Ese culo bien sacado. Ahora. 

Esperé a que lo hiciera y entonces pase mi mano por la piel enrojecida a base de palmadas. 

- Creo que hoy, te voy a tener que poner crema en más sitios que la mano.

Al terminar seguí un par de minutos más, hasta asegurarme que se lo ponía rojo como un pimiento maduro. Sin soltarla la conduje hasta frente del sofá y de espaldas a la tele.

- Las manos en la cabeza. 

Lo hizo y le subí la camiseta por encima del pecho. 

- Las piernas bien abiertas, lo que te permitan las braguitas en los tobillos.

También obedeció, las braguitas en sus tobillos quedaban totalmente estiradas. 

- Ahora me voy a sentar a tu lado, me voy a ver un episodio y tú te vas a estar aquí quietecita , castigada sin verlo y así se te enfría algo el culo, porque luego lo voy a volver a calentar, está ha sido por no ponerte las cremas y después vendrá la que te espera por intentar engañarme. 

Allí estuvo de pie e inmóvil los 35 minutos del episodio. Al terminar apague la tele y sin levantarme la miré y llevé mi dedo índice a su sexo...

- Vaya, vaya, te portas cómo una niña, pero te mojas cómo una mujer, que paradoja más curiosa 

En ese momento mi dedo entraba en su coño y lo metí y saqué una docena de veces. Empezó a suspirar y paré.

- Ve a por el cepillo especial

Suspiró de nuevo, pero no dijo nada. Cuando volvió a aparecer con el cepillo de ébano en la mano, yo había colocado una silla en el centro del salón. Se acercó le pedí el cepillo y la hice colocarse en mis rodillas. Dejé el cepillo en su espalda, para terminar de quitarle las braguitas del todo y entonces le hice separar las piernas, sin derecho q la intimidad. 

- Bueno, me da que este año se ha acabado antes de tiempo la piscina para ti, primero porque estás castigada todo el fin de semana y segundo porque cuando acabe, vas a tener el culo bien marcado. 

Ya no dije nada más, empecé a castigarla con el cepillo, sin prisas, con dedicación, cubriendo toda la piel de azotes, poco a poco aumenté el ritmo, pero poco, eso sí acabé con una larga y seguida tanda de azotes con el cepillo, en la parte baja de las nalgas. Decidí parar, cuando tenía muy claro, que en un par de días mínimo, no iba a poder ponerse el bikini y se iba a tener que sentar con cojín. Dejé el cepillo encima de su espalda de nuevo y empecé a acariciarle los muslos, y la parte baja de la espalda, pero sin una sola caricia en el culo, cómo respuesta a mis caricias, su piel se erizaba y podía ver sus labios rojos e hinchados y la humedad brillante en su rajita. Así estuve unos diez minutos. Hasta que la hice levantarse le di el cepillo y le dije.

- Déjalo en su sitio y de vuelta, traes, una toalla, las cremas de la mano y el culo y el termómetro.

Al escuchar está ultima palabra, puso cara , pero no dijo nada, imagino que sentía arder y palpitar el culo y sabía que quejarse sólo conseguiría acabar de nuevo en mis rodillas.


Llegó con todo el kit, que le había pedido, primero la toalla que puse en mi regazo. 

- Esto es para que no me mojes....cochina.

Se puso roja. Luego le pedí que dejara la crema hidratante y el termómetro en el suelo y se sentara en mi regazo. Lo hizo aunque no sabía cómo ponerse con el culo ardiendo. Le puse las cremas en la mano para la dermatitis y mientras esperabamos que se secarán, empecé a acarciarle los pechos, la camiseta subida era la única prenda en su cuerpo, tenía los pezones duros y se sensibles, después de un rato le hice abrir las piernas y empecé a jugar con mis dedos en su sexo, pero siempre muy despacito, sin acelerar en ningún momento, sólo para tenerla cachonda y así fue hasta que se secaron las cremas de la manos.

Entonces la hice levantarse y colocarse de nuevo en mis rodillas, cogí la crema hidratante y estuve un buen rato masajeandole el culo, con abundante crema. 

Cuando paré, abri el estuche del termómetro, mientras lo agitaba, le dije que quería colaboración y eso quería decir que quería que con sus manos agarrase sus nalgas y las mantuviera separadas. Eso hizo, lubrique un poco el termómetro con la misma crema y despacito se lo metí en el culito, hasta la mitad más o menos. 

- Aguanta la posición hasta que te diga.

Entonces volví a jugar con mis dedos entre sus piernas,está vez con más vigor, no me costó nada meterle dos dedos, que entraban y salían , mientras con el pulgar hacia circulitos alrededor del clítoris, hasta llevarla casi al orgasmo, pero entonces paré, sin acabar.

- Nena, si te portas cómo una niña irresponsable y mentirosa, no hay placer adulto, es más, el plan de fin de semana es el siguientes.

- Por la mañana, desayunamos con calma, al terminar te daré una lista de tareas, hasta la hora de comer. Después de comer irás a hacer una siesta y al terminar, te irás al despacho y escribirás un relato, uno el sábado y otro el domingo a mano, en el cuaderno. 

Luego para hacer tiempo, antes de cenar nos iremos a dar un paseo. Al terminar te ducharé y te vestiré, luego cenaremos y después de cenar cuando yo te lo diga iras a buscar el relato y lo leerás en voz alta de pie y con las braguitas en los tobillos. Cuando termines te pondrás en mis rodillas, miraremos  cómo tienes el culo, si está recuperado recibirás una azotaina a mano de recuerdo y si aún no está en condiciones te pondré el termómetro, jugaré un poquito en tu rajita, pero no podrás correrte ¿Está claro?

Al terminar le di un beso en cada nalga y le dije, vete preparando para ir a la cama, que es tarde ya para las niñas. Antes de irse le bajé la camiseta y le puse las braguitas.


domingo, 31 de agosto de 2025

Tareas inconclusas.





La cocina olía  a café recién hecho, cuando entró con cara de sueño, pero ya vestida para ir a trabajar. 

- Buenos días

- Buenos días

Se sirvió un café y se sentó. 

- Nena estamos sin café y faltan bastantes cosas, habría que hacer algo de compra para pasar la semana.

- Pffff pues yo quería ponerme esta tarde con el cambio de armario, que ya no sé qué ponerme. Hace fresco ya por las mañanas...

- Yviejoo es que no sé a qué hora saldré, pero si salgo pronto, ya me acerco yo.

- No te proecupes ya iré yo, antes de irme le hecho un vistazo a ver qué falta. 

- Cómo quieras, pero si no puedes avísame que ya intentaré acercarme.

- Que siiiii...

Le di un beso y me fui a trabajar. Al final no salí tan tarde cómo pensaba, pero como no me había dicho nada, me fui directo para casa.

Al llegar estaba, en el sofá , con un vestido de playa viejo que usaba para estar por casa. La saludé y fui a ponerme cómodo. Al entrar a la habitación parecía un campo de batalla, con ropa por toda la cama, el armario abierto...me cambié cómo pude.

- Al final, te has liado con el cambio de armario.

- Si, ahora lo termino, pero quiero enviar unos mails y unos archivos antes.

- Tu y tu manía de empezar cosas y no acabarlas.

- ¿Que más te da gruñón? Ahora lo termino

Me fui para la cocina, me apetecía un café, mi sorpresa fue encontrarme sin,  abrí la nevera y vacía o casi. 

- Nena no habíamos quedado que harías la compra!!!

- Pfffff se me ha olvidado completamente...

- Te dije que si no podías, me avisaras.

- Es que no me he acordado, ve tú en momento que tienes tiempo.

- Vamos a ver nena, si me avisas antes, ya la hago antes de venir, ahora vuelve a cambiarte...a ver si centramos esa cabecita, además todo esto es por lo mismo, la manía de empezar 20 cosas y no acabar nada.

- Santi, déjame un poco en paz, estoy intentando enviar una cosa, si tanta urgencia hay, ya sabes...

- ¿Cómo?

- Que no me agobies con la puta compra!!!

Me fui para ella y le cerré el portátil.

- ¿Que haces?!!!!

- Se acabó, vete a recoger la habitación, cuando vuelva la quiero recogida ¿Estamos?

- Tengo que enviar eso.

- Las cosas una a una. 

Cogí el portátil y me lo llevé a la habitación. 

Ella me siguió, quejándose y pidiéndome que le devolviera el portátil, hasta que un punto ya me hartó. Dejé el portátil en la mesita de noche, la cogí del brazo y le di un par de azotes.

- He dicho que se acabó y punto. Recoge y como se te ocurra coger el portátil, hoy duermes boca abajo¿Te queda claro? 

Me empecé a vestir de calle, otra vez. Ella se quedó de brazos cruzados suspirando. Antes de irme la miré y le dije.

- Espabila, porque cómo cuando vuelva no esté esto recogido, te va a ir calentita a la cama.

Cogí llaves y me fui. Hice la compra y de vuelta a casa. Cuando entré, aún la escuchaba por la habitación, así que me puse a colocar la compra. Cuando terminé, fui para el salón y estaba allí con el portátil otra vez.

- ¿Que haces con el portátil?

- Ya he recogido, es lo que querías ¿No?

- Si y también quería ver el portátil dónde lo había dejado.

- Pero si ya está recogido!!!!

Me fui otra vez para ella, le cerré el portátil y lo cogí. Lo llevé otra vez a la habitación. De vuelta al salón, ella estaba de brazos cruzados enfadada. Sin decir nada cogí un cuaderno y un bolígrafo, lo puse en la mesa y escribí.

" No empezaré una nueva tarea, hasta terminar la que he empezado antes".

- Ven aquí

Se levantó resoplando y se acercó.

- Siéntate y empieza a copiar.

- Pero ¿ por qué? !!!!!

- Porque lo digo yo. No necesitas más explicaciones. 

La dejé allí y me senté, estuvo un rato de pie y al final se sentó, pero sin mirar ni al cuaderno. 

- Nena....al final te vas a quemar.

No me respondió y empezamos y duelo de cabezonería que duró 10 minutos, hasta que se me acabó la paciencias y me fui a buscarla.

La levanté de la silla y la llevé cogida del brazo y a base de cachetes en el culo hasta el sofá.

- Se acabó mi paciencia por hoy, no quieres copiar por las buenas, bien pues copiarád con el culo cómo un tomate.

Un pequeño forcejeo y a mi regazo en el sofá. Mi pierna derecha encima de las suyas y una ráfaga de azotes rápidos y fuertes con la mano, hasta que se estuvo quieta. Entonces le levanté el vestido, le metí las braguitas por los cachetes como si fuera un tanga y seguí calentándole el culo unos minutos más, hasta dejarle los dos cachetes bien rojos y ella bien tranquila. 

- Ahora jovencita maleducada, te vas a levantar y vas a ir a buscar el cepillo, para que siga calentándote el culo. 

Le di una docena más de azotes con la mano y al terminar la solté, quitando mi pierna.

Suspiró y se levantó, al levantarse cayó el vestido y al darse la vuelta se fue caminando a la vez que se frotaba el culo. Un minuto después, la tenía de vuelta, me dio el cepillo, lo cogí y lo dejé en el brazo del sofá.

- Levántate el vestido.

Otro soplido y una mirada convincente, agarró el vestido y lo levantó un poco.

- Más, por encima de la cintura.

Le dije acompañado en un cachete en el muslo. 

Lo levantó del todo y entonces metí mis dedos en la cinturilla de las braguitas y se las bajé hasta los tobillos. Cuando terminé la cogí del brazo y la hice tumbarse otra vez en mis rodillas, cuando estuvo le levanté el vestido y cogí el cepillo. 

- Ahora cuando termine de ponerte el culo cómo te mereces, te irás en silencio y obediente, te sentarás y copiarás líneas, hasta que te diga. Y si escucho la más mínima queja o vuelve a salir el orgullo, te prometo que me quito el cinturón. 

Al terminar la frase, empecé a azotarla con el cepillo, sin prisas, pero con constancia y apuntando bien a la mitad inferior de las nalgas. Con paciencia, pero con insistencia, asegurándome que sentarse a copiar después, fuera muy incómodo. Hice un par de pausas, pero sin caricias, hasta que creí que de momento era suficiente castigo. 

Esperé un momento al dejar de azotarla, sin decir nada se levantó, se fue hasta la mesa, se sentó levantando el vestido al sentarse y empezó a copiar.

Mientras copiaba me fui a preparar el café del que me había quedado con las ganas. Cuando estuvo la cafetera me serví uno y me fui para el salón. Allí estaba copiando a la vez que se iba moviendo incómoda en la silla, me tomé el café tranquilamente y al terminar, fui a ponerme cómodo otra vez.

De vuelta ya con ropa de estar por casa, fui hasta la mesa. Ya había copiado un par de hojas, la hice parar y arranque las hojas, la hice levantarse, la cogí de la mano y la llevé hasta la pared, un paso antes de llegar la hice parar, puse las dos hojas en la pared. 

- Inclínate, la nariz pegada a las hojas.

Suspiró, pero lo hizo. Entonces fui detrás de ella y le levanté el vestido por encima de la cintura. 

- Ahí quietecita,  sin que se caigan las hojas o te volveré a repasar con el cepillo y pon las manos en la espalda. Quiero ver ese culo rojo y castigado bien a la vista.

Y así la tuve otro diez minutos, antes de ir a buscarla fui a por el aceite de almendras al baño y una toalla, lo dejé en el sofá y la fui a buscar. Me puse detrás y le quité las hojas que aguantaba con la nariz. Mi mano derecha fue a investigar entre sus piernas.

- ¿Así estamos? ¿Como una fuente? 

La cogí del brazo y nos fuimos otra vez al sofá, mientras me colocaba la toalla en las piernas,  la hice mantener el vestido  levantado, y al tumbarse en mi regazo otra vez, le hice que fuera ella quien levantase el vestido. Estuve palpando un poco el culito, que estaba rojo como la carne de una sandía, entonces cogí el aceite y dejé caer un chorro en cada nalga, que empecé a extender con mucho cariño y cuidado para calmar algo el escozor de los azotes y así estuve un buen rato, antes de volver a visitar con mis dedos su sexo, y empecé a jugar con el, pero en un momento determinado paré.

- Hoy te has portado como una niña caprichosa y las niñas malcriadas no tienen premios de adulta. 

Le di un par de palmaditas en el culo y le dije.

- Ahora puedes ir a por el portátil y terminar lo que tenías que terminar. 

Se pasó lo que quedó de tarde y noche con las braguitas en los tobillos y cada que vez que se sentaba, levantándose el vestido y sin placer aquel día.







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