Había sido una vuelta a la escuela después del verano bastante dura. Entre el trabajo, las clases, el gimnasio, etc. Estaba bastante estresada y agobiada. A mi me debían aún vacaciones y me iba cogiendo días sueltos antes que terminara el año, para completarlas y un día de esos, decidí darle una sorpresa. Ella tenía un examen y sabía que sobre las 11 terminaría, así que le dije que la iría a buscar al terminar y que tenía un plan para hacer algo diferente y desconectar.
A la hora prevista la esperaba y la vi salir, se acercó al coche, entró y me dio un beso.
- Que puntual!!!!
- Ya sabes que es una manía muy mía.
- Ya veo ya, pues venga sorpréndeme ¿Dónde vamos?
- Ahora lo verás.
Arranqué el coche y me puse en marcha, charlamos distendidamente, pusimos algo de música y llegamos a nuestro destino, el parking de un centro comercial.
- ¿Vamos de compras?
- Si, bueno lo correcto sería decir: vas de compras...Yo me voy a limitar a comprarte unas cositas y luego tienes un presupuesto de libre disposición y al terminar nos vamos a comer al italiano ese que tanto te gusta ¿Te parece bien?
- Me parece genial ¡Gracias!!!! Por la sorpresa.
Aparcamos y subimos al centro comercial, la primera tienda que visitamos, fue una de lencería casual. Allí le hice elegir un pijama de invierno, cómodo y calentito y le compré tres pares de braguitas, con un toque infantil pero sexys a la vez, unas blanca, unas rosas y unas en azul celeste. Cuando salimos de esa primera tienda, le dije el presupuesto que tenía y empezamos a recorrer tiendas, cayeron un par de vestidos, unos vaqueros, un jersey y unas deportivas. Cargados con las bolsas por los pasillos, decidimos ir ya a comer. Entonces se paró frente al escaparate de una zapatería.
- Me encantan!!!!
- ¿El que?
- Esas botas
Me dijo señalando unas botas negras.
- Si, tienes un par que son clavadas....
- Noooo, estas son preciosas...
- Pues pídelas a los Reyes, porque el presupuesto se ha agotado...
- Se ha acabado tu presupuesto, pero las puedo comprar yo.
- Nena, autocontrol....creo que ya está bien de compras por hoy y si tanto te gustan, devuelve algo de lo que llevas y coges las botas.
- Pfffff, es que todo lo que he cogido lo necesito... además, que más te da, las voy a pagar yo.
- Venga va, no quiero discutir hoy, además tengo mesa reservada y vamos tarde.
Puso morros, pero no dijo nada más. Nos fuimos a comer al restaurante italiano, lo cierto es que se comía muy bien, al terminar los postres, me levanté un momento para ir al baño y de paso pagar la cuenta, mientras nos tomábamos los cafés, al salir no estaba en la mesa, estaban las bolsas y pensé que habría ido al baño también. Me tomé el café y no aparecía, algo me extrañó, pero minutos después, la vi venir por el pasillo con una bolsa en la mano.
- ¿Y eso?
- Las botas - me respondió poniendo sonrisa de pícara -
- Nena, hemos quedado que no, es más te he dado la posibilidad de hacer un cambio, no puedes salirte siempre con la tuya. Así que ya puedes ir a devolverlas.
- Las he pagado con mi dinero!!!! Que más de ta da!!!
En ese momento, el murmullo del restaurante se convirtió en silencio, cómo si todo el mundo estuviera pendiente de aquella conversación, la miré muy serio y no dije nada más. Se sentó orgullosa, cómo quien acaba de salirse con la suya, pedí otro café y nos lo tomamos tranquilos aunque en silencio.
- ¿Nos vamos?
- Vale...
Nos levantamos cogimos las bolsas y empezamos a caminar por el centro comercial, al llegar a un punto vi que a la derecha había un pasillo secundario, que iba a un baño y al llegar a la altura me cambié las bolsas a una mano y con la otra la cogí del brazo.
- ¿Que haces?!!!!!
No respondí, simplemente la guíe, directo al baño de discapacitados, abri la puerta, cerré el pestillo, dejé las bolsas en el suelo y le hice dejar las suyas también. Sin decir nada la llevé contra la pared, le hice apoyar las manos en la pared y sin pensarlo le subí la falda con la mano izquierda y con la derecha empecé a darle una sonora azotaina, allí en aquel baño, sin parar, le solté un discurso.
- Nena, hay dos cosas que te van a quedar muy claras hoy. La primera es que hay límites y si te digo que hay un límite de gasto, te ciñes a él, ni un céntimo de más y la segunda es que no voy a tolerarte un numerito más de niña caprichosa en público, no tengo las más mínimas ganas, de sentirme observado y menos por una actitud de niñata caprichosa.
En ese momento cesaron los azotes.
- Ahora, voy a salir discretamente, te adecentas y te espero fuera ¿Está claro?
No respondió, salí y esperé un minuto, salió con cara de enfadada, al llegar a mi altura la cogí de nuevo del brazo y le dije.
- Ahora señorita, vamos a ir juntos a devolver las botas y tienes suerte que no tengo ganas de andar más por el centro comercial, porque si fuera por mí ahora mismo, lo ibas a devolver todo. Pero en casa ya ajustaremos cuentas.
De la mano entramos en la zapatería, dónde avergonzada y bajo mi atenta vigilancia devolvió las botas. Al terminar y en silencio nos fuimos hasta el parking, nos montamos en el coche y volvimos a casa. Imagino que sabía que al llegar le esperaba una buena y no estaba equivocada.
Nada más entrar, le cogí las bolsas y le dije.
- Vete a la habitación, te pones a mirar la pared, ya preparada, es decir, cuando vaya a buscarte, quiero encontrarte con la falda levantada, las medias y el tanga a medio muslo, las manos sobre la cabeza y la nariz pegada a la pared ¿Estamos?
Suspiró y se fue para la habitación. Yo cogí las bolsas y las dejé sobre la mesa del salón. Estuve un rato haciéndola esperar, que su cabeza anticipara lo que le esperaba, cuando fuera a buscarla.
Unos 20 minutos más tarde, entré en la habitación, allí estaba, plantada frente a la pared, con la falda levantada, medias y tanga a medio muslo, mostrando las nalgas blancas que me iba a encargar de dejarlas incandescentes.
Me fui para ella, sin decir nada puse mi mano izquierda encima de su pubis obligándola a sacar el culo hacia detrás y allí frente a la pared de pie, empecé a darle una ráfaga de palmadas en el culo, de forma metódica y procurando cubrir bien toda la zona.
- Tu y tú actitud ha querido que lo que se suponía iba a ser un día diferente vaya a terminar así, aunque a veces pienso que es lo que necesitas.
La estuve azotando allí de pie, hasta que se me cansó la mano y le puse el culo cómo un tomate.
- ¿Tienes algo que decir?
Al darse la vuelta, estaba seria y en su mirada había cierta dosis de orgullo.
- Está bien
La cogí del brazo y la llevé hasta el salón. Una vez allí, le dije.
- Apoya las manos en la mesita y presenta bien el culo.
Resopló y la miré fijamente hasta que se dio la vuelta y se inclinó, apoyando las manos sobre la mesita del sofá. Nada más hacerlo, me desabroché el cinturón, haciendo el máximo ruido posible, tanto al desabrocharlo, cómo quitármelo y doblarlo después.
- Creo que el cinturón, te va a hacer reflexionar, ya lo verás.
Apunté bien y le di una ráfaga de una docena de azotes con el cinturón seguidos y rápidos. Sin soltarlo, me lo cambié de mano y le pasé los dedos por la piel, roja y caliente, un instante, tras el cual le di una nueva ráfaga de azotes. A la que siguió una tercera y última. Al terminar volví a colocarme el cinturón, fui a las bolsas, cogí el pijama y las braguitas blancas.
- Ve a ponerte esto, que esa ropa que llevas no encaja con tu actitud.
Se levantó cogió la ropa y se fue para la habitación, yo me senté en el sofá a esperar. Cómo tardaba, le dije.
- Nena, es para hoy, te estoy esperando.
Entonces apareció, con el pijama y se acercó cuando estuvo justo delante de mis rodillas, le hice poner las manos sobre la cabeza de nuevo y muy despacio le bajé el pantalón del pijama y las braguitas, para seguidamente mandarle a poner de nuevo las manos sobre la cabeza.
- ¿Y bien tienes algo que decir?
Cogió aire profundamente y soltó
- Siento mucho haberme comportado así y haber estropeado el día....
La miré y sonreí. Mi mano fue directamente a comprobar cómo estaba su sexo... pasé un dedo entre sus labios y se lo mostré, haciendo que su rostro se pusiera casi tan rojo como su culo.
- Vaya...parece que una buena zurra, no sólo te calienta el culo...separa las piernas.
Suspiró de nuevo, aún se puso más roja, pero lo hizo y mis dedos empezaron a jugar con su sexo.
- No consideres esto un premio, es más bien parte del castigo, sólo las "niñas" muy traviesas se mojan cuando les ponen el culo ardiendo por portarse mal.
Empecé a masturbarla de pie frente a mí, con las manos sobre la cabeza, el culo rojo y la ropa en los tobillos...Cada vez mis dedos eran más rápidos y empezaba a moverse un poco y jadear...y cuando estaba a punto, paré. Le subí las braguitas y el pantalón del pijama.
- ¿No estarás pensando que iba a dejar que te corrieras, verdad? Para eso te debes comportar primero cómo una adulta. Así que ahora ve a guardar las compras y si de aquí a después de cenar te portas bien, me lo pensaré.

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