martes, 21 de marzo de 2023

Puntualidad (relato por E.)

 





Habían quedado a las siete. Ella le recogería en su trabajo y desde ahí irían a la cita en Hacienda. La declaración de ese año era un poco más complicada y habían decidido pedir ayuda. 


A las seis y cuarto él la puso un WhatsApp.


- Qué tal vas? A mí ya me queda poco. No llegues tarde.


Ella al leerlo se molestó. Siempre estaba con lo mismo, con los minutos arriba y abajo. Él era puntual de más y ella era, digámoslo así, más "relajada".

Decidió no contestarle.


En realidad ya estaba vestida, no había razón para llegar tarde. Se puso un café y se sentó unos minutos. 

Si salía a y media llegaría bien.

Se puso con el móvil a contestar unos correos, a mirar tonterías y a y veinticinco se empezó a preparar.

Al final entre lavarse los dientes, peinarse un poco y demás salió casia menos veinte. Ya iba justa. 


Fue al metro directa y se le escapó uno en su cara. Total, que entre unas cosas y otras llegó a recogerle casia y cuarto. 


Al acercarse a él le vió la cara. Estaba serio y mirando el reloj a todas horas. 


- Hola - le dió un beso rápido.

- Ya te vale nena, tenemos cita a y media. No llegamos!

- Relájate! Deja de hablar y vamos al coche.

- Encima te vas a poner farruca? Lo que me faltaba! 


Ninguno de los dos dijo nada más. Es verdad que iban muy pillados de hora. 


La cita era a y media y llegaron a y 47.   La secretaria les dijo que no les podían atender porque solo había veinte minutos por cliente. 

Ella al oír eso intentó convencerla, no de muy buenas maneras, sin conseguir nada. Él se quedó callado mirando y con un enfado cada vez mayor. 

Tras tres minutos de discusión vacía decidió cortar por lo sano. 

La cogió de la mano y muy serio dijo 


- Se acabó. Nos vamos. 


No la dió opción. Medio tirando de ella la sacó de allí. 

Antes de irse pidieron nueva cita una planta más abajo y de ahí directos de nuevo al coche. 


- Vaya estúpida. Estos funcionarios siempre igual! 

- No nena, no te confundas. Los que hemos llegado casi veinte minutos tarde hemos sido nosotros. No pretenderás que te pasen a tu antojo.

- Por quince minutos?? Y cuánto nos hacen esperar ellos habitualmente?

- No tienes razón. Siempre llegas tarde. Siempre! Te avisé con tiempo. El error no es de ellos.

- No sé porqué los defiendes! - ella seguía en sus trece sin querer reconocer nada.

- Vas a reconocer de una vez que te has equivocado? O vas a seguir echando balones fuera?


Ella se quedó callada, pero en su mirada prevalecía el enfado. Por el momento ni un ápice de arrepentimiento.


Se montaron en el coche y fueron casi todo el trayecto callados. Ella seguía muy digna mirando por la ventana, y él además de enfadado por haber perdido el tiempo iba molesto por su actitud. 

Al aparcar ella salió del coche y sin esperarle subió a casa. 

Él decidió calmarse fumándose un cigarro antes de subir.


Al entrar vio la puerta de la habitación cerrada. No le gustaba que fuese tan orgullosa. Le costaba mucho a veces reconocer sus fallos, pero no tenía intención de dejarselo pasar tan fácil.


Se dirigió a la habitación y abrió la puerta sin llamar. 

Ahí estaba como una adolescente, tumbada en la cama enfurruñada con el móvil en la mano.


- Qué? Ahora encima te vas a enfadar?

- Santi no estoy para jueguecitos.

- No nena, el que no está para tonterías soy yo. Llegas tarde, te pones chula con la secretaria y ahora además te haces la víctima? Suficiente, te lo advierto.

- Déjame en paz.

- Qué has dicho?

- Me puedes dejar sola un rato??

- No, no te voy a dejar sola. Haz el favor de comportarte como una adulta.

- No te aguanto!! - se levantó de la cama y salió enfadada hacia el salón. Cogió el abrigo y se fue a la calle.


Él decidió no actuar. Estaban los dos muy calentitos. Ya se le pasaría. 

Cogió una cerveza, se sentó en el sofá y se puso un partido de baloncesto de la noche anterior.


Estuvo más de dos horas esperando a que volviera. Eran cerca de las diez. La llamó un par de veces, pero no lo cogió. Decidió mandarle un WhatsApp.


- Me estoy preocupando. No es un juego.


Ella lo leyó al momento. Estaba en un parque cercano a casa. 

Ya se le había pasado el enfado y ahora lo que le pasaba es que le daba vergüenza haber reaccionado así. No sabía bien qué decirle. Decidió que era momento de volver a casa.


Cinco minutos después escuchó la cerradura. Unos pasos se acercaban por el pasillo. La vió entrar y quedarse en el marco de la puerta.


- Hola...- su voz ya no era la de antes. Su cara ya no mostraba enfado. De hecho le costaba mantenerle la mirada.

- Hola. Adónde has ido? - él también sonaba más sereno.

- A calmarme un poco...

- Ya veo...ven aquí anda.


Ella entró y se acercó al sofá. Aún así se quedó de pie.


- Siento lo de antes Santi...y siento haber llegado tarde y haber perdido la cita. 

- Me alegro de que te des cuenta.


Ella se quedó callada. Le costaba mucho reconocer sus errores.


- Si quieres el próximo día voy yo sola, no hace falta que vengas.

- No te preocupes, vamos los dos.

- Has cenado?

- No. Te estaba esperando. Me tenías preocupado.

- Lo siento.

- Vamos a cenar, que es tarde. 


Cenaron algo rápido en la cocina. Ella seguía un poco vergonzosa, pero poco a poco fueron normalizando la conversación. 

Al acabar el cogió una fruta y sin subir el tono le dijo.


- Ahora recoge esto y me esperas en la esquina de ka habitación con el pantalón del pijama a medio muslo y las manos en la espalda. Entendido?


Ella le miró, tragó saliva y un poco colorada asintió.


Él se fue al salón a hacer una llamada que tenía pendiente. Estuvo un rato largo hablando. En un momento de la conversación la vió pasar hacia la habitación. 

Unos minutos después colgó y se fue directo a buscarla. 

Al entrar estaba como le había indicado. En el rincón, con el culo al aire esperando su castigo.


Se sentó en la cama y la llamó. 

Ella se acercó tímidamente y se quedó delante de él.


- Imagino que has tenido tiempo suficiente para reflexionar, verdad?


Ella bajó la mirada sin decir nada.


- Te he hecho una pregunta. Mírame y contesta.

- Sí...

- Y a qué conclusión has llegado?

- Que no debería haber reaccionado así. 

- Dime, quién ha llegado tarde?

- Yo...

- Y es normal que nos hayan anulado la cita?

- Sí...

- Y por qué te has puesto tan prepotente con la secretaria si tenía razón?


De nuevo bajó la mirada y se quedó callada.

Él le dió un azote rápido en un lateral.


- Contesta.

- Porque estaba enfadada y lo he pagado con ella.

- Y está bien eso?

- No...- estaba ya roja como un tomate. Sentía mucha vergüenza. Él sabía cómo llevarla al límite.

- Y qué pasa cuándo haces algo que no está bien?

- Santi...por favor.


Se levantó, la cogió de su brazo izquierdo y la giró. Sin soltarla le dió una docena de azotes fuertes ahí de pie. 


- Te he hecho una pregunta nena. Contéstame o la próxima vez no será solo una docena. Qué pasa cuándo no haces las cosas bien?

- Que me castigas...

- Y hoy crees que te mereces un castigo?

- Sí...

- Por qué?

- Por llegar tarde y por ser impertinente. - tenía la garganta seca. Se la oía con dificultad.

- Sí, por eso y por tu comportamiento luego en casa. Te has ido huyendo como una niña malcriada y me has tenido preocupado media tarde. 

Me parece a mí que a alguien le va a costar sentarse mañana.  Ven aquí.


Tiró de ella y se la puso en su regazo. Estaba ya con el pantalón bajado. En sus nalgas se notaba alguique otro dedo marcado de los azotes rápidos de antes. 


No esperó más. Empezó con los azotes con la mano. A buen ritmo, sin pausas ni sermones. Solo el silencio de la noche y su mano. 

Estuvo así unos cinco minutos. A ella ya le costaba aguantar sin moverse. Tenía el culo bastante rojo.

Paró y empezó a sobarle las nalgas. 

Sintió alivió al notar su mano. 


- No sólo llegas tarde sino que , en vez de reconocer tu error, intentas culpar de todo a otro. 

No, nena, esto no funciona así. Ve a por la cuchara de madera 

- No! - le salió sin pensar.  Odiaba ese artilugio.

- No? - un par de azotes fuertes recalcaron la pregunta.


Se levantó rápido. 


- Quítate los pantalones.


Se deshizo de los pantalones y se acercó a la cocina. Cogió la cuchara y de nuevo se fue a la habitación.


Al entrar le vió en la misma posición. Alargó su mano para pedirle la cuchara. Ella se la dio.


- Ponte en posición. Nos queda un buen rato todavía.


Ella obedeció resignada. Se tumbó sobre sus rodillas y esperó. Él la colocó a su gusto, dejando el culo bien ofrecido para continuar con la lección.

Cogió la cuchara y empezó a acariciarla con ella en el culo rojo.


- Este instrumento es muy eficaz para curar el orgullo y la prepotencia.


Uno tras otro empezaron a caer los azotes con la cuchara. Picaba y escocía,y era difícil aguantar quieta. 

Él la sujetó fuerte por la cintura, sin bajar el ritmo. 

Le dió tres docenas seguidas antes de parar. Después un pequeño descanso.


- Santi...por favor.

- Por favor qué?

- He aprendido, de verdad! Pero para, por favor...

- Qué has aprendido?

- Que tengo que ser puntual...

- y qué más?

- Y más humilde...Santi, por favor - su voz sonaba lastimera.

- Y esa voz de niña buena? Ahora nos ponemos así? Es antes cuando tenías que haberlo pensado bien. 


Mientras le decía esto la acariciaba la parte interna de los muslos, que estaban ya algo mojado.

Le separó un poquito las piernas dejando más accesible su sexo. 

Ella bajó la cabeza con un suspiro.

Él llevó la mano a su zona más húmeda. Estaba empapada. 

Ella se mordió los labios y subió un poco el culo dejándose hacer.


- Hoy me has enfadado mucho. No sólo has sido muy irrespetuosa llegando tarde sino que después te has comportado de un modo muy insolente.


Mientras la regañaba dos dedos recorrían la zona entre sus labios haciéndola estremecerse.


- Y ese comportamiento ya sabes cómo se trata en casa. Acabas siempre con el culo rojo y llorando. Pero parece que por alguna extraña razón te sigue mereciendo la pena portarte mal...no?


Sus dedos se metían en su vagina buscando la zona rugosa mientras que con otro le frotaba el clítoris. Estaba muy excitada. 


- Ni se te ocurra correrte sin permiso.


Solo se la oía jadear. Estaba ya a punto.


- Santi por favor...puedo correrme?


Él paró de golpe dejándola a punto de caramelo. 

Cogió la cuchara de nuevo y empezó con los azotes otra vez. 

La escuchó quejarse frustrada. Su contestación fue aumentar e ritmo de los azotes. 

Otras tres docenas cayeron sin pausa.  Y de nuevo paró.


Seguía con las piernas medio abiertas. Su sexo rojo e hinchado se veía perfectamente desde su posición.

Se agarraba fuerte a un cojín.

Estaba tremendamente excitada, con el culo ardiendo y expectante.


- Ahora vete al rincón y las manos en la espalda y las piernas separadas. Te voy a estar vigilando 


Se levantó y sin mirarle se colocó en posición.

Tenía el culo muy rojo, pero la excitación del momentos ayudaba a aguantar el escozor 


La tuvo así unos diez minutos. 


- Te voy a hacer una pregunta. Piénsalo bien. 

Te doy a elegir.  O se acaba aquí, te pongo cremita y te vas a dormir como una niña buena o te doy dos docenas con el cinturón sobre la cama y luego te follo hasta que te corras. Date la vuelta y contéstame.


Se dió la vuelta con la cara roja. Le miró sin contestar. Sentí cierta vergüenza.


Él se acercó despacio. La cogió de la barbilla y le levantó la cara para verla 


- Dime, qué eliges?


Ella con una media sonrisa le contestó.


- Coge el cinturón.


La colocó sobre dos almohadones dejando su culo rojo elevado. 

Cogió el cinturón y midió la distancia. 

Sin decir más empezó con los azotes. La primera docena fueron seguidos. Con la segunda costó más. Se movía y le costaba aguantar. Cuando le dió el último la vió relajarse. Su espalda se destensó y abrió las piernas invitándole a tumbarse sobre ella. 

Él no esperó. Estaba tan excitado como ella.

Se quitó la ropa, se echó sobre su espalda y metió su polla entre sus labios. Al notarlo entrar cerró los ojos. 

Estaba tan mojada que no le costó. 

No fue largo. Ambos estaban ya muy al límite. 

Los dos acabaron con un orgasmo intenso. 

Mereció la pena esas dos docenas de más. 




sábado, 18 de marzo de 2023

Vaguitis aguda.

 




-Nena ¿No has ido a hacer la compra? 

La miraba con los brazos cruzados y serio desde el umbral de la puerta del salón. Ella estaba estirada en el sofá con una sudadera vieja rosa y unos leggins negros.

- Pfffff es verdad!!! -me dijo poniendo cómo una cara de sorpresa fingida- no me he acordado.

- Ayer tampoco te acordaste.

- Pffff Santi es que estoy de vacaciones y no sé ni en qué día vivo.

Se había cogido una semana de vacaciones porque aún le debían días del año pasado, de hecho me había estado contando mil cosas y proyectos que quería hacer esa semana, los dos primeros días nada, pero entendí que quisiera descansar, aunque soy partidario de quitarte lo pesado cuanto antes y así poder disfrutar los días restantes.

- Pues ya sabes que te toca. 

- Pffffff y no podemos pasar hoy y ya iré mañana...-me dijo poniendo cara de niña buena- 

- Ni hablar, además esta semana te toca, vístete y ve a hacer la compra, que mientras me voy a dar una ducha. 

Fueron las últimas palabras, me metí en la habitación y la cama sin hacer, además toque la tele de la habitación y estaba caliente. Cogí ropa, me metí en la ducha, me puse una lista de Spotify y a relajar. 

Cuál no sería mi sorpresa, cuándo al salir de la ducha estaba exactamente en la misma posición jugueteando con el teléfono. 

- ¿Aún no has ido a comprar?

- Pfffff Santi, ya te he dicho que iré mañana, ya haremos cualquier cosa de cenar.

- Nena, no estoy negociando vas ahora y punto, llevo dos días diciéndotelo.

- Que no pesado!!!! Ahora no me voy a vestirme estoy de vacaciones y me apetece vaguear.

Me agotó la paciencia, tuve la extraña sensación que me estaba vacilando y no dije más me fui para ella, le quité el móvil de un manotazo.

- Confiscado. Cómo a las niñas, ahora vístete y ve al super. Ya. 

- Dame mi teléfono.

- Cuando te comportes cómo una adulta.

Se levantó e intentó quitármelo, forcejeamos un poco.

- Se acabó.

La cogí del brazo, me senté en el sofá y la tumbé en mis rodillas. Mi pierna izquierda por encima de las suyas para inmovilizar la y empecé a zurrarle el culo con ganas.

- Nos ha querido ir por las buenas, muy bien pues vas a ir con el culo como un tomate. 

Durante un par de minutos luchó en vano, pero sólo conseguía que le diera con más ganas, hasta que dejó de resistirse, y aún así seguí un rato más calentándole, el culo, hasta asegurarme que estaba bien calmada.

- Levanta.

Quité mi pierna que sujetaba las suyas y se levantó.

- Ya que tienes que cambiarte de ropa, te voy a ayudar.

Metí los dedos por la cintura de los leggins y de un tirón se los bajé a medio muslo, hice lo mismo con el tanga y otra vez a mis rodillas, ya tenía un colorcito bonito, pero un par de tonos más seguro que le convenían.

Retomé la zurra, ya con el culo al aire, sin protección. 

- En cuanto termine, te vistes y vas al super, no quiero escuchar ni un sólo reproche ¿Estamos?

Me aseguré de ponerle el culo como un tomate, antes de dejarla ir. Quería que hiciera la compra sintiendo que el culo le quemaba. Un par de palmadas ya de pie y a vestirse.

Salió de casa enfurruñada y sin decir ni adiós, además dando un portazo al salir y sin lista de compra. Unos tres cuartos de hora más tarde se abría la puerta y escuché cómo dejaba la bolsas en la cocina. Me fui para allá. Allí estaba con la misma cara de enfado sacando las cosas de la bolsa.

- ¿Has ido sin lista? Mañana te va a tocar volver, seguro.

- Ni hablar si hubiera tenido "mi" teléfono te hubiera preguntado, así que si falta algo ya sabes.

- Ya sé ¿Qué? 

- Que vas tú, yo ya he hecho la mía ahora te toca a ti. 

Ni le contesté la cogí de la oreja, la saqué de la cocina y para la habitación. Una vez dentro la solté y cerré la puerta. Abrí el armario y saqué el uniforme. 

- Pontelo y te espero en el salón. 

Antes de irme le di un par de cachetes sobre los vaqueros.

- Hoy has acabado el cupo de paciencia.

Me fui a esperarla sentado en el sofá, pero antes había ido al despacho y había cogido el taburete que estaba en el centro del salón. Cuando apareció llevaba la faldita a cuadros y el polo.

- Ven aquí.

Se acercó.

- ¿Sabes porqué vas vestida así? 

Suspiró...

- Vas vestida así porque te comportas cómo una colegiala, exactamente igual y cómo te comportas así tú vestuario tiene que ir en consonancia. Las manos sobre la cabeza o detrás de la espalda cuando te regaño.

Lo hizo y nada más hacerlo, metí las manos bajo la falda y le bajé las braguitas hasta los tobillos.

- Ponte de rodillas frente a la tele, mirando al sofá.

Hizo la intención de quejarse, pero bastó una mirada, para que fuera frente a la tele y se pusiera de rodillas mirándome, con las manos sobre la cabeza. Entonces me levanté y fui hasta la librería. Cogí el Larousse, español/francés, francés/español y el Harper Collins español .

- Extiende los brazos con las palmas de las manos hacia arriba.

Esta vez si resopló, pero lo hizo, le puse un diccionario en cada mano.

- Ahora me voy a colocar la compra, y de paso haré la lista de lo que falta, que te la colgaré en la puerta de la nevera. Si se te cae un diccionario lo escucharé. 

Y allí le dejé castigada, mientras colocaba la compra y hacía la lista, fui rápido y al volver me fui directo a ella, al quitarle el peso de los diccionarios suspiró y agitó lo brazos aliviada.

- Ve a buscar el cepillo.

- Pffffff 

- Si lo prefieres te tengo 10 minutos más con los libros, tu misma.

Se levantó, fue camino del baño. Yo me senté en el taburete y esperé que volviera, cuando lo hizo le pedí el cepillo.

- Sobre las rodillas con la falda levantada.

El taburete es bastante más alto que una silla así, que queda en una posición muy infantil al colocarse en las rodillas, los pies no llegan al suelo y su único agarre son las propias patas del taburete. Esperé a que se colocará bien. La sujeté con fuerza de la cintura y empecé a acariciarle el culo aún rojo con el cepillo. 

- A parte de ir a hacer la compra que falta mañana, quiero un planning hecho sobre que vas a hacer cada día de los que te faltan. Se acabó el vaguear. 

Empecé a zurrarle el culo con el cepillo ovalado al ritmo de dos y dos azotes alternos en cada nalga y apuntando bien a la zona de sentarse, que es la que quería que sintiera bien cada vez que se sentara el resto de las vacaciones. Cómo de costumbre lo hicepor tandas, entre tanda y tanda haciendo un pausa más o menos larga para jugar un poco a las sensaciones en la piel sensible. Cuando ya tenía dos grandes ronchas escarlata en cada nalga paré. Alargué el brazo y dejé el cepillo sobre la mesa.

La acaricié un poco, pero no mucho rato. Al terminar la ayudé a levantarse. Cuando estuvo de pie, le pedí las braguitas.

Roja se agachó y me las dio, entonces le hice darse la vuelta, le enrollé la falda sobre su propia cintura por detrás y dándole un azote le dije.

- Ahora ves a hacer la cena. 

Y así hizo y sirvió la cena con la falda levantada y enseñando el culo rojo como un tomate. Obviamente también se sentó a cenar así, lo cual no debió ser muy cómodo. Al terminar recogió la mesa y cuándo ya estuvo, yo tenía su teléfono sobre la mesilla y en la mesa grande el taburete, el cuaderno y un bolígrafo.

- Ahora señorita carácter, te vas a sentar en el taburete y me vas a copiar 100 veces: no daré portazos cuando me enfado. Cuando estés recuperaras tú teléfono. 

No protestó, se fue para el taburete se sentó con mucho cuidado y empezó a copiar las líneas, en un momento determinado me levanté, me acerqué por detrás, mi cabeza por encima de su hombro y llevé mi mano entre sus piernas, inconscientemente las separó un poco y palpé a ver qué encontraba.

- ¿Así estamos señorita? ¿Jugosita? 

Empecé a jugar un poco con mis dedos en su sexo a la vez que contaba mentalmente las líneas, entonces paré.

- Te quedan 28, termina y luego ya veremos si hay premio...






jueves, 16 de marzo de 2023

La efectividad de la mano (video)

 



Hoy toca vídeo y voy a limitarme a reproducir la descripción del vídeo, que hace su propio autor.


"La mayoría de los azotes que administro son para corregir comportamientos pasados. Sin embargo, a veces es beneficioso dar una nalgada adicional y un sermón tranquilo para centrar la atención de la traviesa por completo en su comportamiento futuro. La mano puede ser más efectiva para esto, ya que elimina cualquier distancia entre el azotador y el azotado. Al menos uno piensa que la mano es 'fácil'... mira este video y decide por ti mismo. Esta es una mano dura de 50 golpes de intensidad progresiva para asegurar que la lección se aprenda bien y se recuerde por mucho tiempo"





martes, 14 de marzo de 2023

Catarsis

 




Hoy os comparto un artículo, del cual ya traduje su versión reducida hace algún tiempo. El objetivo de volver a traducirlo en la versión extendida, es poner sobre la mesa un tema a debate. ¿Puede ser el spanking terapéutico?, ¿Puede ayudar a conseguir algún objetivo mas allá del sexo?. Todos hemos leído alguna vez, historias que nos hablan de liberación emocional durante un juego, ¿que hay de cierto en ello?, ¿realmente un juego puede ayudar a expresar algo que no se sabe como hacerlo?, ¿O mas bien estamos ante lo que podría ser un efecto placebo?. Veamos que nos dice Jacqueline, en su articulo titulado: "spanking catharsis".


Nota de la autora: Es articulo y lo que el expresa, esta destinado a aquellos que tienen el spanking como parte indispensable de su sexualidad. No pretende ser una aproximacion terapeutica para cualquier persona. Solo los auténticos fetichistas del spanking van a comprender  y relacionarse con los conceptos que voy a exponer.


Hay una gran diferencia entre jugar por diversión y jugar con el fin de conseguir y conectar con sentimientos internos y reales. Este tipo de juego nos hace sentir responsables y conscientes. La disciplina es reconocer que algo en la vida no va bien y que necesita correccion.


Muchos amantes del spanking sienten una liberación cuando piden y obtienen una azotaina, que les marca unos limites y se sienten seguros en ellos. Las tensiones se alivian, como si se hubieran librado de algo que hace años les molesta.


El spanking no es necesariamente el disfrute a través del dolor fisico. Hay un alivio real, cuando se recibe una azotaina a efectos de resolver un conflicto interno, una sensación de angustia. Estamos doloridos cuandos nos sentimos deprimidos, atrapados y sin esperanza. Podemos hablar de ello, pero eso solo alivia ese sentimiento momentáneamente, sus causas a veces estan tan profundamente enterradas, que no somos capaces de saber de donde sale. Simplemente no nos damos cuenta o otras veces nos impide funcionar como deberíamos sin saber por que.


¿Como puede curar una azotaina?, ¿Puede un dolor eliminar a otro?, ¿El dolor físico, abre el camino para que salga el dolor emocional?. No hay una respuesta concreta posible, ya que va a depender de cada persona y sus circunstancias. Aunque lo cierto es que para algunas persona una azotaina puede ser el detonante de una liberación emocional de gran alcance. El spanking tiene la capacidad de llegar de manera rápida al foco del dolor y hacer que emerja y se exprese, consiguiendo así completar y concluir la experiencia.


A la inmensa mayoria de nosotros nos han educado en controlar nuestros sentimientos. La ira y el dolor se consideran inaceptables, a nadie lo mandaron a su habitación por ser feliz, sin embargo nos reprimieron por estar de mal humor, nos apartan y por lo tanto nos dejan solos cuando expresamos esos sentimientos que se consideran intolerables, el resultado es que la mayoría de nosotros hemos aprendido a suprimir e ignorar algunas de nuestras emociones reales. A veces una larga azotaina puede ayudarnos a llegar a ese lugar donde sentimos que podemos liberara esas emociones profundamente arraigadas. Os voy a compartir un ejemplo real de esto, que me narraron hace poco.


"Llevaba algun tiempo sintieéndome mal, por alguna de mis decisiones y por el rumbo que llevaba mi vida. Llevaba un tiempo compartiendo juegos de spanking con una persona, siempre de caracter sexual hasta que un día le explique mi situación y le propuse introducir la disciplina en los juegos. Cuando nos encontramos hablamos de como me encontraba y porque, discutimos y entonces me dijo que iba a ayudarme a enderezarme. Acto seguido me informo que me iba a dar una azotaina y que no se detendría hasta lograr los objetivos que necesitaba.


La azotaina fue rápida, muy rapida. Sin calentamiento. No uso instrumentos salvo una corta tanda final con un cepillo de madera. La zurra pico, pero no fue insoportable. Lo que recuerdo es que parecía no tener fin, cada vez que creía que llegaba al punto algido y terminaba volvía a comenzar.


Recuerdo nítidamente el momento en que se produjo la catarsis. Sentía que no podía aguantar mas,  pero me mantenía el orgullo. Pese a que llevaba un tiempo retorciendome, tratando de escapar, tome conciencia que no podía que estaba totalmente fuera de mi control a manos de alguien mas fuerte que yo. Esa sensación se tradujo en poder. Sus palabras también tuvieron un impacto, sabia que tenia razón en lo que decia, que tenia que hacer un cambio, que no podía poner mas excusas. En ese momento rompí a llorar en lagrimas reales. El llanto no duro demasiado, pero nunca olvidare esa experiencia.  No estoy segura de querer a volver a tener esa experiencia, creo que es algo muy difícil de lograr. Lo cierto es que estaba muy necesitada en aquel momento y perdida, con la fortuna de estar perdida con alguien que supo sintonizar con mis sentimientos."


¿Como ayuda el dolor físico a aliviar la angustia mental?. Los azotes ayudan a enfocar. Nos aleja del acuciante dolor emocional persistente, para meternos en el aqui y ahora. Cuando estamos con una gran carga de estrés emocional es difícil oír las palabras. Los azotes se perciben como una muestra de atención inmediata y contundente.


Una azotaina puede hacernos conectar con la parte del cerebro donde se almacenan nuestra memoria emocional. Es parecido a un estado de trance. La persona que experimenta este estado durante una azotaina es capaz de extraer recuerdos enterrados. Experiencia reprimidas durante mucho tiempo, que saltan al presente y pueden ser tratadas en el momento.


¿Pueden ser los azotes una terapia?. Nunca pueden sustituir a una terapia real, cuando hay necesidad de ella, sin embargo si pueden empoderar a no temer expresar las necesidades. Para que esto ocurra se necesita de una gran complicidad y un fuerte vinculo entre spanker y spankee. Durante el proceso pueden surgir sentimientos de culpa y de falta de autoestima que hay que saber gestionar, otras mostrar una sensación de euforia o incluso epifanía, en todos los casos es fudamental, que esa persona no se sienta sola, en ningún momento.


Podríamos decir que el spanking puede ser una manera de llevar las cosas al presente para ser tratados aquí y ahora, eso si el alivio que ofrece es momentáneo, si la causa es profunda, se necesitara de tiempo y alternativas para atacar el problema. No hay soluciones mágicas para deshacer toda una vida de dolor acumulado.  Una azotaina puede ofrecer un atajo, la manera de desenterrar esa emoción dolorosa y una vez al aire e identificada se puede comenzar a trabajar en ella. No se trata de sustituir nada si no de un espacio mas donde ponerse en contacto con las emocines reprimidas.


Lo que no debe hacerse nunca, es fijarse como objetivo de un juego esto. No a todo el mundo le funciona, es tan solo una faceta mas que puede tener el spanking.


Mucha gente prefiere quedarse únicamente con la faceta sensual del spanking. Es parte de su sexualidad y es excitante. Es divertido , es recreativo y nos enciende. Nos gustan las sensaciones y el escenario. Lo importante es tener claro que no hay reglas, ni reglamentos. El spanking es algo expansivo que se puede disfrutar a muchos niveles.


Ludicas, intensas, eróticas, disciplinarias, lo importante es disfrutar de ello. El estado de animo es quien determina muchas veces el tipo de juego, por eso es tan importante la flexibilidad a la hora de jugar. A veces un juego previsto se ve alterado por el estado de animo de los jugadores, siempre hay que estar atento al estado de animo de tu pareja y saber como variar el juego en función del mismo. El spanking es una interacción entre dos personas, ambos estado de animo, las metas y las expectativas, deben ser explorados y revisados antes y durante el trascurso de un juego.


El spanking es un juego de adultos complejo, algo que si se lleva bien, nos proporciona placer, intimidad y a veces también algo mas.


Pues compartido el articulo, tengo varias preguntas al aire, que creo son muy interesantes.


¿Os ha pasado alguna vez lo que narra la autora?.


¿Os gustaría que os pasara?


¿Lo habéis buscado alguna vez, conscientemente en un juego?.












sábado, 11 de marzo de 2023

Niña caprichosa

 



Hacía cinco minutos que nos habíamos montado en el coche, ella iba tarareando la canción que sonaba en la radio. Y me dijo.

- ¿Dónde vamos?

- A casa...

- ¿A casa? Es muy pronto y habíamos dicho de ir al cine o a tomar algo.

Apagué la radio y sin quitar la vista de la carretera le dije.

- Exacto, habíamos hablado de hacer algo, pero va a ser que no.

- ¿Por qué?!!!! A mi no me apetece meterme en casa ya!!!

- A mi tampoco me apetece...

- ¿Entonces?

- ¿Me lo estás preguntando en serio?

Ahí de repente se quedó callada. Habíamos salido a comer algo y la idea era esa, ir al centro después, tal vez ir al cine si daban algo interesante o a tomar algo...Pero si actitud y comportamiento durante la comida había sido caprichoso, infantil e impropio de una mujer adulta. Jugando con la bebida, siendo maleducada con el camarero y conmigo...

- Te has quedado callada, de repente.

- Santi...no es para tanto, sólo me apetecía jugar un poco. 

- Pues por eso volvemos, para que aprendas cuándo se puede jugar o cuándo hay que parar, y has tenido suerte, con las ganas me he quedado de llevarte al baño y calentarte el culo allí mismo, pero bueno, ahora en casa lo voy a solucionar. 

Se cruzó de brazos sin contestar, sería y de morros, volví a poner la radio y el que tarareaba la canción ahora era yo. 

Un cuarto de hora después llegábamos al parking de casa, al parar el coche se bajó resoplando y sin esperarme se fue para el ascensor, me acerqué sin decir nada. Nos subimos en el ascensor y seguía en esa actitud de pataleta sin mirarme y de morros.

Cuándo paró y se abrió la puerta, salí yo primero, abrí la puerta del piso y ella entró mientras yo cerraba.

- ¿Dónde vas? - le dije mientras caminaba orgullosa, por el pasillo- 

- A ningún sitio, vaya aburrimiento de tarde.

- No te preocupes que vas a estar muy ocupada, para empezar vete a poner el pijama y desmaquillate. Las niñas no llevan maquillaje. 

- Joder Santi para ya!!!!

Le clavé la mirada muy serio. 

- Y dame el móvil, las niñas tampoco tienen móvil.

- Ja....

Me fui para ella la cogí del brazo y le di un par de cachetes bien fuerte, sin soltarla la puse a cara a cara a 10 centímetros y le dije suave pero firme

- Tienes exactamente 10 minutos, para ponerte el pijama, desmaquillarte y presentarte en el salón con otro tono, o no te vas a sentar en una semana ¿Estamos? Y el móvil, a-ho-ra.

 Metió la mano en bolso, sacó el móvil y se lo cogí, entonces le volví a dar la vuelta y le solté otro par de cachetes.

- Espabila.

Me quité la chaqueta y me senté en el sofá, todo en silencio, sin encender la televisión, la escuché salir de la habitación y entrar en el baño y finalmente apareció, llevaba puesto el pijama del pantalón de cuadros y la camiseta roja de manga larga. Se me acercó aún ponía morros, pero su actitud general era mucho menos soberbia.

- Así que estás enfadada porque hemos vuelto a casa.

No respondió, pero bajó la mirada y se ruborizó, un poco.

- Porque claro ¿En ningún momento se te ha ocurrido pensar que yo tampoco tenía ganas de volver y se hemos vuelto ha sido por tu actitud y comportamiento, verdad? 

- Pffff Santi, sólo tenía ganas de jugar un poco...

- ¿Jugar? Una cosa, es jugar y la otra comportarte cómo una impertinente y caprichosa, por eso, estamos aquí y tú estás castigada, si te portas cómo una niña malcriada, no me dejas más remedio que devolverte el trato. Y ya te he dicho que no te vas a aburrir, te lo aseguro, ve a buscar tú cuaderno y un bolígrafo.

- Pfffffffff...

- ¿Qué?

- Que no es para tanto...joder!!!!

Ya no pude más, me levanté la cogí de la muñeca y a mi regazo, o mejor dicho sobre mi pierna izquierda, ya que la derecha la pasé sobre las suyas.

- Cómo vuelvas a contestarme, te lavo la boca con jabón, ya has pasado todas las rayas hoy 

Empecé a zurrarle el culo, bien agarrada por la cintura, con el pantalón del pijama puesto, pero aún así los azotes le debían picar, porque me picaban a mi. Estuve así un par de minutos, hasta que se calmó y dejó de moverse. Entonces metí los dedos por la goma del pantalón del pijama y estiré de él. Intentó evitarlo, con sus manos, pero se las quité. Debajo del pantalón llevaba un tanga negro, que imagino que es el que se había puesto para salir y no crei conveniente bajarselo para seguir "cocinándose" el culo hasta dejárselo cómo un tomate. Momento en el que la hice levantarse y el pantalón cayó hasta los tobillos. De pie frente a mí, metí un dedo por la cinturilla del tanga, lo estiré hacía mí y lo solté.

- Las niñas no usan lencería, ya puedes ir a cambiarte esto por unas braguitas propias de tu edad mental. 

La cogí de la cintura le puse mirando a la puerta y le di un azote. 

- Venga. 

Resopló y salió del salón, al poco rato entró otra vez. Le indiqué que se acercara, cuando estuvo a mi altura de un tirón le bajé el pantalón del pijama. Debajo llevaba unas braguitas blancas, con el borde en celeste y un pequeño lazo delante.

- Esto es mucho más adecuado para tu edad mental. Ahora ve a por el cuaderno y el bolígrafo y siéntate en la mesa mirándome. 

Suspiró y lo hizo, fue a buscar el cuaderno, un bolígrafo y se sentó con el pantalón en los tobillos y aquellas braguitas con aquel punto infantil.

- Apunta - le dije- 

- Está tarde me he comportado como una niña caprichosa e impertinente y por ese motivo me han castigado. 

La miré y seguía escribiendo, al terminar me miró.

- Empieza a copiar la frase, con buena letra y en condiciones. 

- ¿Cuántas veces?

- Empieza a copiar y ya te avisaré yo.

La miré serio hasta que empezó a copiar. Media hora más tarde...

- Para y traeme en cuaderno.

Se levantó y se acercó me dio el cuaderno y conté las líneas. 

- 87....creo que el ritmo podría haber sido más alto. 

La miré y le di un cachete en el muslo.

- Las manos...

De inmediato puso las manos detrás de la espalda y casi a la vez mi mano se fue entre sus piernas por encima de las braguitas y empecé a frotar...

- Vaya, vaya...hasta copiando te mojas, están las braguitas empapadas, al final voy a pensar que te portas mal queriendo...

En ese momento paré y le bajé las braguitas lentamente hasta por encima de las rodillas. 

- Ve a buscar tu cepillo...y procura que no se te caigan las braguitas.

Suspiró roja cómo un tomate se dio la vuelta y empezó a andar, con el pantalón del pijama en los tobillos y teniendo que aguantar las braguitas con una mano, para evitar que cayesen. 

Más vergonzosa fue la vuelta, de frente. Cuando llegó a mi tenía la cara totalmente encendida, le cogí el cepillo y lo puse en el brazo del sofá.

- Ponte en mis rodillas y ya sabes el culito travieso bien presentado y levantado. 

La miré y antes de contar a tres se colocaba en mis rodillas. Cuando le hizo le subí un poco la camiseta, le acaricié suavemente el culo y dándole unas palmaditas, le dije.

- Hoy vas a dormir boca abajo y con el culo al aire.

Cogí el cepillo y empecé a azotarla a ritmo constante pero suave, alternando nalga y nalga, de vez en cuando hacía una pausa y cuando volvía, aumentaba un poco la intensidad, poco a poco dibujé en su piel dos círculos rojos, que iban subiendo de tono. Hasta ponerle el que quería, ese que me decía que iba a sentir un hormigueo caliente en el culo lo que quedaba de día, entonces paré, dejé el cepillo y empecé a acariciarle el culo muy suave con la mano, al principio, luego también los muslos en un determinado momento le agarré el muslo derecho haciendo que separase las piernas. El culo lo tenía rojo y brillante, pero  la rajita entre sus piernas también, le pasé un par de dedos por la rajita y se me mojaron de un agua caliente. 

- Cada vez estoy más seguro que lo haces queriendo...

Jugué un poco con mis dedos en su sexo.

- Pero hoy no hay premios de adulta. Así que levanta. 

Se levantó, su cara estaba más roja que su culo.

Le terminé de bajar las braguitas hasta los tobillos y señalándole la esquina, le dije 

- Ponte ahí de rodillas, hasta que te avisé. 

Se dio la vuelta y caminó despacio y torpe hasta la esquina, allí se puso de rodillas manos encima de la cabeza y a mirar la esquina. Yo arranqué las dos hojas de las líneas del cuaderno, fui a buscar celo y me acerqué pegándole las hojas de las líneas en la espalda. Y allí la dejé castigada, de rodillas, con el culo al aire y rojo y las líneas pegadas en la espalda. Me puse cómodo y me senté un rato. Hasta que la llamé, unos 20 minutos más tarde. 

Se levantó y se acercó, frente a mí, le hice poner las manos sobre la cabeza. 

- Espero que sea la última vez, que tenemos que volver a casa porque te comportas cómo una niña malcriada y caprichosa. Te advierto que si vuelve a pasar lo de hoy te va a parecer una broma y que sepas que vas a estar castigada todo el fin de semana. 

En ese momento llevé otra vez mis dedos a su sexo, esta vez más directo, metiéndole un par de dedos a la vez que usaba el pulgar para frotarle el clítoris. Y estuve jugando así un rato, hasta tenerla a punto, entonces paré y le subí las braguitas bien ajustadas y el pantalón.

- Ya te he dicho que no hay premio adulto. Ahora vete a preparar la cena, pon la mesa y cenamos. 

Y eso hicimos, al terminar también la hice recoger. Cuando terminó la esperaba en el sofá.

Otra vez frente a mí, con las manos sobre la cabeza, mientras volvía a bajarle pantalón y braguitas hasta los tobillos. Entonces la cogí de la muñeca y la puse de nuevo en mis rodillas.

- Ahora te daré un buen recordatorio para que duermas calentita, cuando termine, directa a la cama...

Y así fue, le di un buen recordatorio con la mano, quería que se fuera a la cama con el culo bien caliente. Al terminar le hice quitarse el pantalón del pijama y las braguitas y dejarlos en el salón y la envié a dormir, cómo a las niñas traviesas, con el culo caliente y el coño empapado. 




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