Nos levantamos tranquilamente cómo corresponde a un sábado. Desayunamos sin prisa y luego decidimos que hacíamos. Había que hacer la compra semanal y ella me propuso ir al centro, con la excusa que tenía que ir a cambiar unas compras. Me pareció buena idea y así mientras yo hacía la compra, ella hacía sus recados y ya que estábamos quedamos en una terraza para hacer el aperitivo.
Llegué yo antes, pedí y la esperé, aún tardo en llegar una media hora, la vi acercarse caminado y con dos bolsas, lo cual me extrañó, se sentó en la mesa, las dejó en el suelo y pidió.
- ¿ Que tal mucha gente en el súper?
- Pues menos de la que esperaba
- ¿ Me has comprado el acondicionador?
- ¿Tú qué crees? ¿Y tú vienes muy cargada no? Pensaba que ibas a cambiar dos camisetas.
- Si...he cogido un par más por el cambio y también he comprado un albornoz y unas alpargatas chulísimas de cuña.
- ¿Más ropa?
- Bueno...es que ya han empezado las rebajas...
- Ya y cuando no son rebajas, es online...cómo los vestidos de hace unos días.
- Pffff no empieces...
- Nena, tienes el armario lleno y con cosas con etiqueta aún
- Y que más de te da, lo pagas tú ? Pues ya está.
- No se trata de eso, se trata de ser razonable, me apuesto lo que quieras, que se terminará el verano y no te habrás puesto un sólo día la mitad de los vestidos que has comprado está semana
- Ese no es tú problema
- Baja el tono nena, que no estoy hablándote mal.
- Joder!!! Es que siempre es lo mismo, me compro cualquier tontería y ya estás en plan Pepito Grillo, ya te digo como si lo pagarás tú, es mi dinero, me lo gano yo!!!
En ese momento, me percaté que desde alguna mesa, nos observaban , y que aquel tono no era el más adecuado en público y cambié de tema, nos tomamos algo más y fuimos a buscar el coche que estaba en el parking del supermercado.
Nos montamos y nos fuimos para casa, descargué la compra del coche y cargado con ella subimos a casa. Al entrar fui directo a la cocina y dejé las bolsas encima de la encimera. Ella entró dentro y fue directa a la habitación.
- Nena, ven un momento.
- Voy, espera que me pongo cómoda.
- Ven ahora por favor..
- Pfffff...
Escuché sus pasos acercarse. Y al llegar, yo estaba apoyado en la encimera con los brazos cruzados.
- ¿A ti te parece normal, esa forma de comportarte en público?
- Es que cansa, siempre lo mismo, cada vez que me compro algo, sermón y cansa
- ¿Sabes que cansa realmente? Cansa y mucho que te comportes cómo una caprichosa incapaz de autorregularse y todavía cansa más aún que pierdas los papeles, que seas incapaz de dialogar cómo una adulta y que me contestes mal y levantes la voz en público!!!! Y eso sí que no lo voy a permitir.
En ese momento la cogí del brazo, le di la vuelta y empecé a darle un ráfagas de palmadas sobre el vestido.
- No pienso permitir, que me vuelvas a levantar la voz en público y cómo además no sabes regularte, te voy a poner un techo de gasto al mes, se acabó la tontería y me da igual que lo ganes tú, aquí hay normas y las vas a cumplir. Tira para el salón.
Le dije sin soltarla y guiándola por el pasillo, mientras caminábamos agarrados le iba soltando algún azote .
- Ya te aviso que hoy no hay piscina y ya te daré trabajo para que no te aburras esta tarde.
Al pasar por el mueble del salón, paré un momento abrí una de la puertas y metí la mano en bote, allí había una de aquellas monedas antiguas de 50 pesetas, con la cara de Franco. Sin soltarle la llevé hasta la pared, puse la moneda a la altura de su nariz y le dije.
- La punta de la nariz pegada a la moneda y pobre de ti que se caiga, pon las manos detrás de la espalda y aquí quieta, mientras coloco la compra, que luego vendré para dialogar con tu culo, que parece que así te entran las cosas mejor. Y allí la dejé, con las manos en la espalda y teniendo que sujetar pegada a la pared con la nariz, la pesada moneda de 50 pesetas y me fui a guardar la compra tranquilamente, cuándo terminé, me fui a buscarla, antes saqué un silla de la mesa y la puse en el centro del salón y el significado de eso estaba claro.
Entonces la fui a buscar, la cogí del brazo, cogí la moneda que me puse en el bolsillo y la llevé sujeta hasta la silla, entre quejas, me senté sin soltarla y nada más sentarme le di un par de palmadas fuertes en el culo.
- Silencio!!! No quiero escucharte, para eso debes aprender antes a dialogar cómo una persona, entonces te escucharé, pero mientras lo único que voy a escuchar es como suenan los azotes que te voy a dar.
Ya no dije nada más , la puse sobre mi rodillas, le levanté el vestido, agarré las braguitas y las estiré hacia arriba, haciendo que se metieran entre sus nalgas y empecé a zurrarla con la mano.
- Esto es lo que te espera, cada vez que te comportes cómo una caprichosa maleducada.
Durante unos cinco minutos le estuve calentando el culo, a la vez que con la mano izquierda sujetaba las braguitas bien estiradas, hasta que los dos cachetes del culo, estuvieron bien rojos, entonces paré y de un tirón le bajé las braguitas.
- Levántate.
Se levantó.
- Dame tus tarjetas, las voy a guardar yo una temporada y vas a estar un tiempo, ya te aviso con una cantidad a la semana para tus gastos, cómo la adolescente que eres. Si necesitas algo extra, me lo pides y me dices que y ya veremos si te lo concedo, según te portes y crea que es necesario ¿Está claro?
Resignada fue al bolso, cogió el monedero y me entregó las tarjetas.
- Las dejaré en la mesita de noche, pero de aviso, si detecto algún gasto raro, a parte de no sentarte en una semana, las guardaré yo ¿Me has entendido?
Asintió con la cabeza ruborizada.
- Pues ahora ve al baño y mírate cómo tienes el culo.
Suspiró profundamente y fue hasta el baño, tardó poco en volver.
- ¿Crees que está lo suficientemente rojo?
Al escucharme lo que se puso rojo, fue su rostro.
- Contesta...
- Pffffff no me hagas decir eso...
- Eso es señal que aún no lo está.
Me levanté, la cogí del brazo y la llevé hasta el sofá. La hice tumbarse por encima del brazo del sofá, nada más hacerlo le levanté el vestido, la cogí de la cintura y la elevé un poco más. Entonces le terminé de quitar las braguitas y las manipulé.
- Vaya, vaya, la señorita cochina, tiene las braguitas bien mojadas, eso es que aún no lo pica bastante el culo.
Empecé a desobracharme el cinturón, de un tirón lo saqué de las presillas del pantalón. Lo doblé y lo dejé un instante sobre su espalda, con mis pies le separé las piernas. Entonces cogí el cinturón de cuero doblado.
- No quiero tener que decirte, que no quiero que te muevas.
Y sonó el primer azote cruzando su piel. Los azotes fueron cayendo metódicamente, cada tres o cuatro me detenía para acariciar y apretar sus nalgas, cada vez más calientes y rojas. Le di un par de docenas, suficiente para que el resto del día sintiera los efectos de su comportamiento, entonces me volví a poner el cinturón. Y "comprobé" con mis dedos como estaba su sexo...palpitante cómo su culo y mojado. Pero ahí se quedó, en la comprobación, le di un par de palmaditas en el culo y le dije.
- Ahora vuelve al baño, a ver cómo tienes el culo y antes de volver,te vas a la habitación, que quitas el vestido, te pones una camiseta y nada más y vienes. Ahhh y pon las braguitas para lavar...
La esperé pacientemente, sentado en la sofá, hasta que se presentó solo con la camiseta.
- ¿ Crees que tienes el culo suficientemente rojo?
- Si - contestó con voz floja-
- Date la vuelta
Lo hizo
- Levántate la camiseta e inclínate un poco
Suspiró y lo hizo.
Y yo empecé a pasarle los dedos por las nalgas castigadas...
- Te va a quemar un rato, pero te vas a tener que aguantar.
Entonces le hice darse la vuelta, y poner las manos sobre la cabeza, le levanté la camiseta por encima del pecho y le rocé con los dedos los pezones, duros y sensibles.
- Vas a estar aquí quieta , mientras preparó de comer.
Y así fue, allí estuvo de pie en medio del salón, con las manos en la cabeza, el culo ardiendo y mostrando los pechos. Cuando estuvo la comida, nos sentamos a comer y al terminar, la envié a la cama a hacer la siesta, siesta a la que me uní yo, después de recoger y fregar los platos.
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