Hay un refrán español, que dice "después de las risas vendrá los lloros" y es que hay momentos en los que parece, que se busque y hasta que no llega no se para.
Tenemos por costumbre, escribirnos algún mail, cuando estamos en el trabajo y podemos. Así el día se no pasa más rápido, aquel día me escribió uno, en el que me venía a decir que la "ayudase" a volver a ponerse las pilas con el gimnasio, que lo tenia bastante abandonado. Obviamente cuándo en nuestra dinámica de relación te piden algo así, es para que te impongas. Y le contesté con un escueto:
- Está bien, pero luego no quiero quejas, no excusas.
Sus siguientes respuestas la podríamos calificad de provocadoras,.siendo generoso y ahí decidí cortar por lo sano y le escribí.
- No quiero leer ni una sola queja más, ya ayer me faltaste al respeto, pero lo dejé pasar porque tenías guardia y estabas agobiada, pero lo que no voy a permitir es que me pidas algo y acto seguido, te quejes si te pongo normas, y como no pienso permitirlo, estás castigada, cuando llegues a casa te pones el pijama y me vas a escribir una redacción sobre tu comportamiento, cuándo llegue la quiero terminada y me la vas a leer y luego al gimnasio ¿Está claro?
Su respuesta, fue un simple
- Pues vale!!!!
Desde ese momento supe, que ya no pararía hasta acabar con el culo rojo.
Cuando llegué a casa, estaba en el sofá, con cara de niña con pataleta, apenas me saludó, con toda la calma del mundo me cambié de ropa y al volver cogí una de las sillas la puse en el centro del salón y me senté.
- ¿No tenías que hacer algo?
- Ya está hecho
- Pues ve a buscarlo y ven aquí.
Se levantó refunfuñando y fue hasta el despacho, de vuelta llevaba consigo el cuaderno y se acercó para dármelo, se lo cogí, sin abrirlo.
- Pon las manos detrás de la espalda
Otro soplido, pero lo hizo, le deseanudé el pantalocito del pijama, que cayó a sus tobillos y después le bajé las braguitas a medio muslo.
- Toma , lee en voz alta.
Suspiró y dijo.
- Siento mucho haberte hablado así.
Y cerró el cuaderno
- ¿Eso es lo que has escrito en dos horas?
- Joder y que quieres que escriba!!!
- Señorita vigila esa boca y ese tono.
Le di el cuaderno y le dije.
- ¿Sabes que he pensado? Que hoy no vas a ir al gimnasio, ya recuperarás, así que ahora te vas a sentar a escribir una reacción cómo dios manda.
Dejé el cuaderno en la mesa, me levanté y puse la silla frente al cuaderno.
- ¿Venga a que esperas?
Cogió la braguitas para subírselas, pero le si un manotazo.
- Déjalas ahí
Volvió a resoplar y quejarse, pero acabó por sentarse, yo fui a buscar algo fresco a la nevera y me senté en el sofá. Puse la tele y allí estaba vigilando.
Un rato después golpeó con el bolígrafo en la mesa, la miré serio
- Es que no me sale nada!!!!
- Está bien
Me levanté, la hice levantarse y le subí las braguitas y el pantalón.
- Sin hacer nada no vas a estar, así que tráete los trastos de planchar, que tienes un montón de ropa por planchar.
Yo sabía que odiaba planchar.
- Y el gimnasio?
- Ya te he dicho, que hoy no había.
Al final se puso a planchar allí delante de mi, eso sí todo el rato quejándose y refunfuñando. La dejé allí enfadada consigo misma y me fui a hacer la cena, cuando estaba lista fui a ver cómo lo llevaba y ya estaba guardando ropa, así que empecé a poner la mesa. La cena siguió la tónica del día, respuesta monosílabas, cuando no directamente bordes, me dieron unas ganas de levantarla de la mesa a media cena y ponerle el culo ardiendo...pero me las aguanté. Al terminar la hice recoger la mesa, cuándo estuvo se vino para el sofá.
- ¿Que estás viendo?
- Nada ¿Por?
- Déjame el mando, que voy a poner una serie.
- De eso nada señorita, son casi las 10 y media , y llevas todo el día portándote como una niña caprichosa, así que vete preparando que te vas a la cama y deja el teléfono aquí, encima de la mesa.
- ¿ Pero por qué?!!!! No pienso irme a la cama no son ni las once y no soy una niña!!!
- No te lo voy a repetir, vete a lavar los dientes, y cuando estés dejas el teléfono aquí y me das un beso de buenas noches.
Se quedó cruzada de brazos apoyada en la mesa, la miré y me miró desafiante.
- Cuento a tres...
- Pues ya puedes contar a tres mil, no pienso irme a la cama antes de las 11 y media.
- Se acabó la tontería.
Me levanté y me fui a por ella, la cogí del brazo y la arrastré hasta el sofá, me senté , la puse en mis rodillas y con energía le bajé el pantalón del pijama y las braguitas.
- Ahora no sólo te vas a ir a la cama, cuando te diga, es que además vas a dormir boca abajo.
Y le empecé a dar una azotaina con la mano directamente en el culo desnudo.
- Anda que no sabía yo que te ibas a ir a la cama calentita hoy, parece que te morías de ganas, pues enhorabuena.
Le puse el culo rojo como un tomate.
Cuando paré, me levanté la llevé de la mano al cuarto de baño, con el pantalón y las braguitas en los tobillos, esperé a que se lavara los dientes y cuando estuvo, directos a la habitación, destapé la cama sin soltarla, la hice meterse boca abajo con el culo al aire, le cogí el móvil y le dije.
- Voy a dejar la puerta abierta, así que ni se te ocurra poner la tele.
Y allí la dejé. Me fui un rato a ver la tele al salón, en ello estaba, cuando me vino una intuición, sin apagar la tele y sigiloso, me asomé a la habitación y vi algo raro, encendí la luz.
- ¿Se puedes saber que haces con ese cojín entre las piernas?
Me fui para ella y se lo quité, entonces le cogí la mano.
- ¿Serás descarada y desvergonzada? Te estabas tocando!!!
La levanté de la cama a la fuerza, sin darle tiempo a nada, la puse sobre mi pierna izquierda y le separé las piernas. Llevé mis dedos entre sus piernas, estaba empapada, le metí dos dedos.
- Será posible!!!!
- Joooo es que cuando te pones serio, es inevitable...
- Desde el momento que te portas cómo una niña, pierdes el derecho al placer adulto
Quité le dos dedos y le di un par de palmadas en el coño desde atrás.
- Eres una cochina...te voy a enseñar a respetar los castigos.
Le di media docena de azotes más entre las piernas y al terminar le volví a meter un par dedos...
- ¿Te gusta que te meta los dedos con el culo rojo? ¿Y que te hiciera correrte?
No contestó, pero empezó a mover las caderas...
- No lo sueñes.
Le quité los dedos y le di media docena más de palmaditas entre las piernas, cuando termine le levanté y le dije.
- Túmbate boca arriba.
- Pffff
La miré y lo hizo, yo abrí el cajón de la mesita de noche y cogí el cepillo de bebé, era un cepillo más pequeño y ligero, no picaba tanto, pero le daba mucha vergüenza que lo usará.
- Levanta las piernas
La ayuda cogiéndole los tobillos. Y en cuento lo hizo empecé a azotarla con el pequeño cepillo, en esa posición.
- Las niñas desvergonzadas no tienen premios, tienen castigos.
Aunque aquel cepillo era más soportable, que los otros más pesados y grandes, un buen rato de azotaina, le acabó de dejar el culo bien rojo y sin soltarle los tobillos, lo dejé en la mesita de noche. Entonces y en esa posición le volví a pasar los dedos por la rajita, en ese momento estaba mojada hasta por fuera. Le dejé caer las piernas un momento.
- No te muevas, fui al baño y cogí el paquete de toallitas, de vuelta le hice levantar las piernas otra vez, y con las toallitas la sequé, entonces abrí de nuevo el cajón de la mesita y busque un plug pequeñito de silicona, mas cómodo que los metálicos y el lubricante.
- Al final vas a dormir con algo dentro por descarada.
Sujetándole las piernas le puse lubricante en el culo y jugué un poco con mi dedo, antes de meterle el plug mirándole la cara. Al terminar ya con el plug, dentro la volví a secar, con las toallitas y la hice tumbarse boca abajo en la cama, con las manos sobre la cabeza, hasta que yo volviera.
Cuando volví, me metí en la cama con un libro y aquella noche durmió con el culo ardiendo, sin crema, el plug dentro del culo y boca abajo.
Al día siguiente desde el trabajo le envié un mail.
" Que sepas que tú comportamiento de ayer es inadmisible y sigues castigada, hoy cuando llegues a casa, te vas a poner a copiar hasta que llegue yo: Ayer fui una niña descarada, desvergonzada y cochina. Y cuando llegue me enseñas lo que has copiado y hablaremos "
Ya no le escribí más aquel día.
De vuelta a casa, estaba en el despacho así que me había hecho caso, la dejé y me cambié, al terminar desde el sofá la llamé y le dije que trajese el cuaderno.
Entró en pijama, con el cuaderno en la mano. Se lo pedí y me lo dió. Comprobé que había copiado suficiente y en buena letra, entonces se lo di y le hice leer la frase en voz alta, repetida todas las veces. Cuando terminó, le pedí el cuaderno y lo dejé en el brazo de sofá.
- Ahora quiero respuestas claras a las preguntas que te haga ¿Que les pasa a las niñas descaradas, desvergonzadas y cochinas?
Con la cara roja y mirando al suelo me contestó.
- Que las castigas.
- Muy bien...¿Y cómo las castigo?
- Les das unos azotes.
- Correcto y como tú fuiste descarada, desvergonzada y cochina ¿que te va a pasar ahora?
- Que me vas a poner el culo rojo...
- Pues ya sabes que tienes que hacer.
Sin mirarme se desabrochó el pantalón del pijama, se bajó las braguitas y se puso en mis rodillas.
Nada más ponerse le acaricié el culo con la mano derecha, mientras con la izquierda la sujetaba de la cintura.
- Aún tienes mariquitas de ayer. Levanta bien el culo.
Me movió un poco y entonces mi mano empezó a caer rítmicamente sobre sus nalgas y ya no dejo de hacerlo hasta ponerle el culo bien rojo otra vez. Esta vez al parar si estuve un rato acarciándole el culo rojo y caliente, hasta que le dije.
- Levanta y ponte frente a la tele.
Lo hizo, entonces yo arranqué una de las hojas con las líneas, fui a por celo y se la pegué en la espalda, al terminar le dije.
- Abre los brazos y pon las palmas hacia arriba.
Lo hizo y le puse un libro en cada mano.
- Así con las manos ocupadas no tendrás tentaciones...
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