domingo, 25 de mayo de 2025

El viaje y la maleta.

 




- ¿Qué estás haciendo? Vente un ratito conmigo, ya que no te tengo en todo el fin de semana...

- Estoy con la maleta, ya tendrás tiempo de cansarte de mi.

- Pero si la hiciste el martes.

- Y el miércoles, y el jueves...ya sabes. 

Se iba el fin de semana a celebrar el cumpleaños de una amiga, vamos dos días y una noche, pero aún así el drama de la maleta habitual y es que cuando se trataba de viajar no había manera, siempre aparecían esos nervios y esa inquietud, cómo una niña que va de excursión. 

Tras deshacer la maleta entera y volverla a hacer se quedó tranquila y nos fuimos a la cama, ella nerviosa, así que menuda noche, amanecimos muy pronto, antes de las 7 ya la escuché correr por el piso y me levanté, no tenía que dejarla en la estación hasta las 10, así que había tiempo de sobra. Puse una cafetera en el suelo y cuando estuvo la llamé. 

- ¿De que te ríes?

- De ti...

- Joder ya me conoces 

- Por eso precisamente, anda desayuna tranquila que hay tiempo de sobra. 

Y si por lo menos el desayuno, fue tranquilo. 

Al terminar ella se metió en la ducha y yo recogí, eran poco más de las 8 y ya estaba desayunando, vestida y atacada. Yo tranquilamente sentado en el sofá, cuando entró, llevaba aquella mini vaquera un palmo por encima de las rodillas y por primera vez aquella temporada lucia al aire esas largas piernas que me fascinan. 

- Venga va siéntate un rato y relájate 

- Si ya estoy relajada...

- Pareces una leona enjaulada.

- Es que estoy segura que me dejo algo...

- Mientras lleves, la cartera, el billete, el móvil y el cargador y un par de bragas ya está que te vas una noche....

- Jajajaja muy gracioso, mira cómo me río.

En ese momento abrió la maleta...

- Nena...¿Otra vez?

- Si, que pasa.

- Nada, haz lo que quieras. 

- Ya lo puedes decir.

- Que estoy tarada 

- ¿Que has dicho?

- Lo que piensas 

- ¿Desde cuándo estás en mi cabeza?

- Da igual, si lo acepto, estoy tarada...

- Y dale, vuélvelo a repitir.

- Estoy tarada. 

Me levanté, me fui para ella la aparté de la maleta y la cerré. 

- Si algo no soporto, es cuando te pones así, me cansa.

- Pues soy así, ya lo sabes. 

- Cruel contigo misma, si.

- Cruel no realista y mi tara no tiene cura.

- Tu tontería si y ahora lo vas a ver. 

La cogí del brazo y al sofá.

- Joder suéltame es tarde!!! No es momento...

Me costó algo de forcejeo ponerla en mi regazo, pero en aquel momento, lo que hizo aquel forcejeo y aquella lucha fue excitarme más, así que en cuanto la tuve sobre mis rodillas y debidamente inmovilazada, empezó un chaparrón de azotes, concentrado en acertar bien donde quería dar y con las ganas con las que quería dar, ni me di cuenta que minutos después ya se había rendido, ya no luchaba, no intentaba patalear o taparse con las manos, paré porque tenía la mano dolorida de golpear la tosca tela vaquera que le cubría el culo. Entonces intenté subirle la mini, allí mismo sobre mi regazo, pero imposible hacerlo en condiciones.

- Levanta!!!

Lo hizo, sin quejarse, sin rechistar y sin poner excusas cómo la hora, de pie entre mis rodillas si pude levantarle la falda y sin pensarlo bajarle el tanga hasta los tobillos. Nada más hacerlo puse mi mano izquierda sobre su espalda y la hice caer otra vez sobre mi pierna izquierda, metí la mano derecha como pude entre mi pierna y su vientre tirando hacía arriba para levantarle el culo, perfectamente presentado para empezar a trabajar con el desnudo y mi mano. 

La tranquilidad mañanera de un sábado en el bloque quedó rota por el sonido rítmico de los escándalos azotes a mano y más cuando se dan con ganas. Le estaba dando con pasión más que con ganas, el sonido, la piel cambiando de color, el rebote blandito y suave, paré tras un largo rato y porque necesitaba descansar la mano. 

- Cada vez que te escuche menospreciarte o adjetivarte minusvalorándote, te voy a dejar el culo cómo hoy, vas a tener que pedirle al revisor un cojín. 

La cogí del hombro y la levanté. La llevé hasta el brazo del sofá y sin decirle nada empecé a desabrocharme el cinturón, además me había puesto aquel cinturón de cuero gastado, que ya conocía lo que podían picar sus lametones.

- ¿A qué esperas? Quiero verte ya, en el brazo del sofá con el culo mirando al techo.

Ahí si soltó una pequeña queja, justo en el momento que estiraba del cinturón para sacarlo y lo hacía silbar al rozar con mis vaqueros. Se colocó, pies en el suelo, piernas juntas y rectas, pubis apoyado en el brazo y agarró un cojín. Doblé el cinturón. 

El primer azote igual fue con exceso de fuerza, ya que se tensó y suspiró, llevaba ya una buena con la mano y tenía las nalgas como un par de cerezas maduras. No le dije número, aflojé el disparo de cuero siguiente y seguí a esa intensidad, dejando pasar un instante entre lamida y lamida, para que sintiera bien esa lengua de cuero abrasadora, yo tampoco conté pero debieron ser más o menos un par de docenas, lo suficiente cómo para dejarle la piel con las típicas franjas rojas unidas que dibujan un contorno cuadrado o rectangular y sobre todo para que durante el viaje en tren sintiera el culo palpitar. Pero aún así me aseguré más de que me tuviera muy presente. 

Me puse de nuevo el cinturón y fui a buscar un plug de esos de acero y joya, mediano. Ya fui con el lubricado, al llegar a ella lo primero que hice fue quitarle el tanga enrollado en sus tobillos, le separé las piernas y sin mucha ceremonia le puse el plug. Al terminar le di una palmadita.

- Levanta. 

Se levantó, hizo un poco de contorsionismo al levantarse para verse el culo y suspiró...

- Joder...

Yo me había sentado en el sofá y le dije.

- Aún queda media hora para llevarte y voy a terminar de relajarte.

Le indiqué mis rodillas, dudó y la "ayude" con un tirón rápido. En cuanto estuvo empecé a sobarle y acariciarle la piel ardiendo y poco a poco se fue relajando, ya no se movió, ni habló hasta que la hice levantarse y le bajé la falda. 

- Venga va hora de ir a la estación...

Bajamos cogí el coche y rumbo a la estación apenas diez minutos de camino, allí aparqué un momento mal, bajamos, abrí el maletero le di el trolley y nos abrazamos, momento en el que metí una mano por debajo de su falda y comprobé por primera vez lo mojada que estaba, la miré a la vez que metí chupaba los dos dedos mojados que acababan de visitar su entrepierna. 

- Venga va, que tienes que pasar el control.

Me dio un beso y al darse la vuelta le di un palmada, se giró, me miró mal y siguió caminando llevandose la mano libre al culo. 

- Pórtate bien, el domingo te recojo.

Me sacó la lengua y siguió caminando.

Volví para casa, y al cabo de un rato recibí un audio suyo, la calidad del sonido no era muy buena, se escuchaba el tranqueteo del tren, pero también una respiración acelerada y unos gemidos entrecortados que iban subiendo de intensidad, e incluso en algún momento el movimiento de algo que se movía frenéticamente con un sonido de chapoteo que sólo podía ser una cosa...

La contesté minutos después 

- ¿ A qué ya se te han pasado los nervios?

- No sabes cuánto...





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