Muy Feliz Navidad a todos!!!
La imagen de ella de pie, mirando a la pared, con las manos en la cabeza y mostrando sus nalgas rojas, se había convertido en una rutina, que al menos sucedía una vez por semana. Lo que no era tan habitual, es que estuviera así vestida de calle.
Pero allí estaba en su rincón, con las nalgas ya rojas, las manos en la cabeza, las braguitas y las medias sobre las rodillas y la falda arremangada y metida en el cinturón. Sintiendo mis ojos en sus nalgas.
Me levanté del sofá, donde acababa de pasar un rato sobre mis rodillas. Cogí una silla de la mesa, la puse en el centro del salón, fui al cuarto de baño y cogí el cepillo del pelo cuadrado. De vuelta me senté y le dije
- Ven aquí.
Bajó las manos y suspiró, se dió media vuelta y caminó torpe y vergonzosamente hasta pararse delante de mi, poniendo las manos sobre la cabeza, cómo debía hacer en estos casos. No pude evitar mirar un instante el bonito espectáculo de su vulva depilada marcando una pequeña hinchazón en los labios.
- ¿Me explicas que te ha pasado por la cabeza para hacer lo que has hecho?
Bajó la mirada y se puso roja, tanto o más que su culo.
Todo había empezado un rato antes, la recogí al salir de trabajar y pasamos a por alguna cosa que nos hacía falta en el supermercado. Ahí se encaprichó de un chocolate y le dije que no. Que en casa ya había. Un breve debate, zanjado con un:
"¿Quieres que te caliente el culo está tarde?"
Y todo parecía ir en la dirección correcta, pero al llegar a casa dejó el bolso en el borde de la mesa y al quitarse la chaqueta lo tiró y para mí sorpresa al caer asomó una tableta de aquel chocolate, que le había dicho que no comprara y que realmente no había comprado.
A mí pregunta sólo contestó un balbuceante.
- Lo siento...
- No, no lo sientes, de momento no. Que lo vas a sentir, puedes estar segura y mucho. Es la tercera vez en un año, que te pillo haciendo cosas parecidas, un lápiz de labios, un pintauñas y ahora esto. Te aseguro que va a ser la última vez. Y eso sin contar el intento de engañarme a mí y desobedecer. Vas a estar muuuuuucho tiempo castigada. Ya sabes que opino de la reincidencia ¿Verdad?
- Si...
- ¿Que opino?
Suspiró y se puso más roja.
- Que merece un castigo ejemplar.
- Toma ( le di el cepillo) me lo darás cuando te lo pida. Ponte en posición de castigo.
Resignada se tumbó despacio en mis rodillas, nada más hacerlo, puse mi mano izquierda en su cadera y empecé a acariciarle la piel ya enrojecida de las nalgas. Hasta que empecé a azotarla otra vez con la mano .
- Ahora vas a empezar a arrepentirte de verdad.
Durante algunos minutos estuve zurrándole el culo sin pausa con la mano, alternando cachete y cachete rítmicamente, hasta que empezó a molestarme la mano y paré. Por un instante estuve observando el espectáculo de su culo al rojo vivo sobre mis rodillas y le di una pequeña pausa.
- Dame el cepillo
Me lo dió.
- Pon las manos en la espalda, la derecha cogiendo tu muñeca izquierda.
En cuanto lo hizo, con mi mano izquierda sujeté con firmeza sus muñecas en la espalda. Y empecé a pasarle el cepillo por la parte de las púas rozando la piel.
- Puedes llorar, gritar o patalear, porque te prometo que hasta que no crea, que se te graba bien la lección no voy a parar. Lo que no te entra por el oído, te entrará a base de azotes en el culo.
Le di la vuelta al cepillo y empecé a azotarla con el metódicamente. Sin emplear la fuerza, no es necesario, sólo a base de insistir, dando siempre en la misma zona, justo por encima de la arruguita del culo. Un par de minutos de azotes sin pausa y empieza a mover las piernas, levanta un pie y el otro. Me detengo un momento, dejo que recupere un poco el aliento. En sus nalgas rojas, hay dos círculos rojo carmín, justo en la zona de impacto del cepillo. Un par de minutos después con mi pierna derecha atrapó sus dos piernas. Y reanudo el castigo, totalmente controlada de manos y piernas, indefensa ante los azotes del cepillo que caen rítmicamente, un castigo duro pero merecido. Cuando me detengo finalmente sus nalgas son de color rojo oscuro, con dos círculos mucho más marcados.
Durante un par de minutos, la tengo en mis rodillas, aún sujeta. Primero quito mi pierna que abraza las suyas, un poco después suelto sus manos. Y aún permanece unos minutos más en mis rodillas, hasta que le pido que se levante. Lo hace y la envío de nuevo cara a la pared. Está vez con la nariz pegada a la pared y los brazos abiertos, con las palmas de la mano también pegadas a la pared.
- Voy a colocar la compra y a darme una ducha. No se te ocurra moverte.
Y ahí la dejo, salgo del salón y apago las luces durante los 40 minutos más o menos que tardo en hacer todo eso. Ya con todo hecho me fui para el salón, me senté en el sofá y la llamé.
- Ven aquí
Bajó las manos, se dio media vuelta y caminó de nuevo hacia mi. Se paró frente a mís rodillas. Puso las manos sobre la cabeza.
- Dime ¿Estoy "educando" a una ladronzuela?
- No!!!! -contestó algo indignada, tocada en el orgullo -
- Eso espero, así que mañana vas a ir tú solita al salir de trabajar y vas a devolver el chocolate que te llevaste por "error" ¿Está claro? Y te aviso que cómo no lo hagas, lo de hoy te va a parecer un masaje de cómo te voy a poner el culo si me entero ¿Entendido?
- Si... entendido.
- Muy bien, pues ahora te voy a enumerar todas las cosas que tienes prohibida esta semana. Salir, irte a la cama más tarde de las 11, en cuanto llegues a casa te pones el pijama y me esperas y en cuanto llegue yo, me das tu teléfono. Nada de dulces y nada de placer adulto ¿Alguna pregunta baby?
- No....está todo muy claro.
- Eso espero.
- Date la vuelta
Se dió media vuelta y nada más hacerlo empecé a pasarle los dedos por el culo. Aún estaba muy rojo y alguna zona empezaba a ponerse azulada.
- Mmmm creo que te vas a acordar unos cuantos días de esta travesura insensata.
Me levanté y la cogí de la mano. La llevé hasta el baño y le dije.
- Desnúdate, mientras voy a prepararte ropa y después te ducharé.
De vuelta al baño, llevaba conmigo el pijama y unas braguitas claras de algodón. Allí me esperaba desnuda. La metí en la ducha y la duché, nada de erotismo en esa ducha. Ni al secarla, ni al vestirla. Al terminar la envié castigada a la habitación sin tele y sin móvil. Y ahí estuvo hasta que la fui a buscar para ir a cenar.
Pero antes, me senté en la cama, la hice ponerse de pie entre mis piernas, le bajé el pantalón del pijama hasta los tobillos y después las braguitas hasta las rodillas. Ahí las revisé y la miré.
- ¿En qué estarías pensando descarada?
Se puso roja.
- ¿Voy a tener que ducharte otra vez?
Aún se puso más roja...
Me levanté y la cogí de la mano, la llevé hasta la mesa y la hice cenar con el culo al aire y calentito aún.
Mientras recogía la envié de nuevo cara a la pared. Y ya se vuelta cogí la crema hidratante y la llamé. Otra vez en mis rodillas, por tercera vez aquella tarde. Aunque está vez, en lugar del escozor de los azotes para sentir el fresco aliviador de la crema que extendí y luego le di un masaje para que penetrará bien. Entonces empecé a acariciarle los muslos, si cuerpo reaccionó erizando la piel. El siguiente pasó fue bajarle las braguitas hasta los tobillos y pedir paso con mis dedos entre sus piernas, aquella fuente emanaba un agua caliente que empapaba mis dedos, estuve un rato jugando con mis dedos, hasta que empezó a jadear y mover las caderas y entonces paré.
- Levántate.
Se levantó y nada más hacerlo, le subí las braguitas y el pantalón.
- ¿ De verdad pensabas que iba a darte placer? Cuando te portes cómo una adulta, de momento nada, ve a prepararte y a la cama.
Suspiró resignada.
- Y dame un beso de buenas noches.
Se agachó y me dio el beso, antes de salir .
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