Aquel año, habíamos tenido vacaciones descompensadas y en pleno otoño ya, la tenía un par de semanas en casa, yo trabajaba y tenía la esperanza de poder cogerme algún día y hacernos una pequeña escapada, aunque ella estaba muy liada con el tema de las clases. Además debido a comportamientos anteriores, estaba castigada y había perdido privilegios adultos.
Esa tarde cuándo llegué de trabajar, la encontré en el despacho, frente al portátil preparando la clase del jueves. Tal y cómo le había dicho llevaba puesto el uniforme escolar, que debía llevar en casa aquella semana para trabajar, cómo parte del castigo. Me senté un rato, con ella en el despacho y estuvimos charlando, hasta que le dije, que iba a ponerme cómodo.
Me fui para la habitación y me quité la ropa de trabajo, estaba sólo con los bóxer, cuando entró, realmente estaba muy atractiva con aquel uniforme, me miró y se mordió el labio, en plan provocador, se acercó y se me tiró encima, haciendo que los dos cayésemos, sobre la cama, ella a horcajadas sobre mi, empezó a besarme y acariciarme el pecho, yo me dejé hacer y empezamos a jugar, en un momento determinado la cosa se puso caliente y ella metió la mano por dentro de mis bóxer.
Se le quité.
- Señorita, fin de tu actuación, ahora vuelve al despacho y termina. Yo voy a darme una ducha.
Entonces empezó a frotarse contra mi pierna, mientras me miraba lascivamente...
- Tengo aún dos días y así me despejo un poco.
Le di un cachete, fuerte.
- Ya sabes, que no tienes permitidos los juegos adultos, por comprarte cómo una niña. Así que para y no voy a repetirlo.
Se levantó, sin decir nada y salió de la habitación dando un portazo.
Yo me levanté tranquilamente, me preparé ropa y me fui a la ducha, todo con absoluta calma y tomándome, mi tiempo. Cuándo terminé me fui para el despacho, entré, ella acababa de cerrar el portátil y estaba recogiendo apuntes.
- ¿Ya estás?
- Si...voy a darme una ducha y quitarme el estúpido uniforme ¿Puedo no?
- Siéntate un momento
- Pfffff que quieres, ahora!!!!
- Que te sientes y no levantes la voz.
Se sentó cruzada de brazos y de morros.
- ¿A qué ha venido el numerito de antes?
- Estoy malgastando mis vacaciones, encerrada en casa, sólo me apetecía divertirme un rato y despejar, no creo que se pedir mucho ¿No?
- Por partes, fuiste tú la que elegiste meterte en el lío de las clases ¿verdad?
- Si y no me lo recuerdes más!!! Ya lo sé y créeme que me estoy arrepetiendo mucho.
- Pues, eso ya no sirve de nada, tómatelo como un aprendizaje y la próxima vez haz un reflexión, coste beneficio, en vez de lamentarte cómo una adolescente, que tiene que hacer un trabajo para el instituto, que no quiere hacer. Porque todo lo demás son consecuencias de esa actitud negativa, ya sabes, una de las normas que aplico siempre y a rajatabla: si te comportas como una inmadura caprichosa, así serás tratada. Y eso también es una elección tuya, tú has elegido perder privilegios adultos, tener que vestirte así y por supuesto no jugar a juegos de mayores. Has sido tú quien con tu actitud, has elegido eso y que sepas que de alguna manera, también me afecta a mi, pero créeme todavía tengo el suficiente autocontrol, cómo para no dejarme llevar por tus trucos y mucho menos, cuando en vez de cambiar en actitud, persistes.
Resopló después del discurso.
- ¿Te das cuenta? Sigues con actitud impertinente, das portazos, te enfurruñas cómo un cría y eso no lo voy permitir.
Ya no dije nada más, me levanté, la levanté cogiéndola del brazo, en cuanto la tuve a tiro le di un par de azotes de pie. Cogí la silla y le di la vuelta sin soltarla, me senté, la tumbé sobre mis rodillas, le levanté la falda y empecé a zurrarle el culo, sobre las braguitas de algodón blanco, que debía llevar bajo el uniforme.
- Las niñas impertinentes y caprichosas, no juegan a juegos de mayores, eso es algo que hay que ganarse.
Tras unos minutos de azotaina sobre las braguitas paré un momento y de un tirón se las bajé justo por encima de las rodillas. Si. Decir nada más continué. El sonido escándaloso y monótono de las palmadas, debía ser ya conocido en el edificio, lo cual le daba aún un toque más de vergüenza. Durante un buen rato estuve calentándole bien el culo desnudo sobre mis rodillas. Hasta que llegó un punto que me picaba la mano y paré, entonces le enrollé la faldita escocesa sobre su propia cintura, al terminar, le di un par de azotes y le dije.
- Ahora voy a ir a buscar, unos documentos, que tengo que enviar un mail y hacer un par de llamadas, pero antes, voy a terminar con tu lección, así que cuando vuelva, quiero verte inclinada sobre la mesa, con los brazos estirados, el pecho pegado a la mesa y la regla de 18 pulgadas a un lado ¿Esta claro?
Se levantó de mi regazo y yo detrás, sin decir nada salí del despacho, regresé unos minutos después, entré, cerré la puerta y allí estaba, inclinada sobre la mesa, con el culo bien rojo y expuesto, la regla estaba en el lado izquierdo, dejé los documentos en el derecho y cogí la regla, empecé a hacerla sonar dándome golpecitos en la mano izquierda.
- Esto, va por la actitud de antes, los portazos, las subidas de tono de voz, los soplidos y demás. Serán 25 y ya sabes que hay que contar y dar las gracias en cada azote.
Le di unos pequeños toquecitos con la vieja regla de madera, calculando bien y sonó el primer azote. Esperé unos segundos, hasta escuchar.
- Uno, gracias...
Sin prisa y dando tiempo entre azote y azote, le di los 25, todos contados y debidamente agradecidos.
Al terminar, sabía que sentarse le iba a ser incómodo aquella tarde. Sin soltar la regla la cogí del brazo y la levanté. Le llevé directa al rincón, un paso antes de llegar, puse la regla en el suelo.
- Los pies por detrás de la regla, las manos entrelazadas en la nuca, los codos apoyados en el rincón y las piernas separadas de tal manera, que las braguitas no se caigan.
Esperé a verla colocarse en aquella posición, incómoda y humillante, exponiendo bien el culo dónde eran bien visibles los efectos del castigo, pero también otras zonas pudorosas.
Entonces me fui a la mesa, me senté abrí el portátil, envié el mail e hice las llamadas telefónicas, con un ojo puesto en ella. Cuando colgué la última llamada, me levanté.
Me fui hasta ella por detrás, empecé a acarciarle el culo...ella suspiró
- Esto es lo que les pasa a las niñas adultas, cuando se portan mal...
Entonces llevé mis dedos a su sexo y empecé a jugar con ellos...
- Debería darte vergüenza, te acabo de castigar y estás así de mojada
Dos dedos entraron en su sexo y empecé a moverlos, dentro y fuera...ella empezó a jadear y moverse un poco. Se los quité y le di una docena rápida de palmaditas en el sexo desde atrás.
- ¿Crees que voy a dejar que te corras? Lo que voy a hacer es jugar un rato a ponerte a mil y luego ya veremos.
Así lo hice un par de veces, jugué a ponerla a punto y justo antes parar y regañarla de nuevo, recordarle que las niñas no pueden jugar a juegos de mayores. Entonces le subí las braguitas y le bajé la falda. Le hice recoger la regla y dejarla en su sitio y le dije.
- Vamos a hacer un trato. Si lo que queda de día te portas cómo una adulta y después de cenar, me pides perdón por tu comportamiento y me educadamente me pides unos azotes de recuerdo para no desviarte del camino, pensaré que igual puedo ceder un poco y jugar un rato a juegos de mayores.
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