martes, 6 de agosto de 2024

El helado.

 




Llegué a casa de trabajar, había hecho un día de calor insoportable y agobiante, lo que más me apetecía era darme una ducha, ponerme cómodo y relajarme.

Ella ya estaba cuándo llegué, estaba en el sofá viendo la serie a la que estaba enganchada. Le di un beso y apenas dijo nada, pensé que estaba concentrada en l serie y me fui a dar esa ducha que necesitaba. Estuve un buen rato, cómo si el agua tibia fuera a quitarme el mal día. Después me puse cómodo y fui a la cocina a por una cervecita bien fría. Allí vi en el fregadero un plato y una cucharilla por lavar, con lo que parecían restos de helado de chocolate. Se me encendió la bombilla y abrí el congelador, debía haber un bote de helado, pero no estaba. El siguiente paso fue mirar en el cubo de basura y ahí estaba vacío. Dejé la cerveza en la nevera y me fui para el salón.

- Nena, me apetece helado de chocolate ¿Dónde está?

Al soltar la pregunta su cara cambió...

- Pero si a ti no te gusta el helado de chocolate.

- Bueno, no es mi preferido, pero me apetece.

- No hay...

- ¿Cómo que no hay?

Suspiró profundamente...

- Nena...¿Por qué no hay helado de chocolate?

- He tenido un mal día, Santi.

- ¿Y? 

- Pues que me lo he comido!!! Contento!!!!

- Para empezar, no me levantes la voz y creo que tú y yo teníamos un trato al respecto. Había helado de chocolate, pero con condiciones...

- Ya lo sé, pero...

- Ni peros, ni peras, aquí hay unas normas que hay que cumplir, además te recuerdo que fuiste tú quien me pidió que controlará eso. 

- Ha sido un día sólo, no te enfades, bastante culpable me siento ya.

- No te equivoques yo no me enfado, pero si tengo claro, que si tenemos un trato y pactamos unas normas, se cumplen y si no se asumen consecuencias. Levántate.

- Santi....por favor, no tengo ganas...

No dije nada más, me fui para ella, la cogí del brazo y la levanté, nada más estuvo de pie, le di un par de cachetes fuertes en el culo. 

- No me gusta repetir las cosas, así que ahora mismo te quiero mirando la pared, en silencio, quieta y con la nariz bien pegada, hasta que te llame ¿Está claro?

Para asegurarme la acompañé, hasta que se puso cara a la pared. Allí la dejé y me fui a buscar esa cerveza helada. De vuelta me senté en el sofá, la abrí.

- Señorita, las manos sobre la cabeza, deberías saberlo ya.

La respuesta fue un soplido, que hizo que me levantara, me fuera hacía ella y le diera un par de azotes. 

- Sigue haciendo méritos y hoy vas a tener que dormir boca abajo ¿Estamos?

De inmediato puso las manos sobre la cabeza y volví al sofá. Me tomé tranquilamente la cerveza. Cuando estuve me levanté, llevé el envase a la basura y de vuelta con mucha tranquilidad cogí una silla de la mesa y la puse en el centro del salón, me senté y la llamé.

Salió de su pared de pensar y se acercó con la mirada en el suelo en todo momento. 

- Señorita ¿Que trato teníamos tú y yo con respecto al helado de chocolate?

Se puso rojo y con voz baja contestó.

- Que sólo me comería un "corte" al día...

- Exacto ¿Y quién me pidió esa norma?

- Yo...pero...

- No te estoy pidiendo excusas, sólo respuestas, así que limítate a responder.

- Vale...

- Cuándo hay una norma en esta casa, es para que se cumpla, sólo en casos justificados se puede incumplir y el de hoy no es justificado, dime ¿Que pasa cuándo se incumple una norma pactada?

Le subieron los colores de inmediato...

- Señorita estoy esperando respuesta.

- Que hay una consecuencia...

- ¿Que consecuencia?

- Que me castigas.

- Eso es, que te castigo como a una niña. 

Ya no dije más, la cogí de la muñeca y tiré de ella hasta hacerla caer sobre mis rodillas, llevaba un camisón de verano, que era como una camiseta. Puse mi mano izquierda en su cadera. Y sin más la derecha empezó a caer ritmicamente en su culo, alternando cachete y cachete.

- Si te portas cómo una niña caprichosa, que no sabe controlar sus impulsos, así serás tratada. 

Durante un par de minutos estuve "precalentandole" el culo, aún con el camisón puesto, además hacerlo estando yo sentado en la silla, aún le daba un toque más infantil. Pasado el par de minutos la hice volver a levantarse. 

De pie frente a mí, le dije.

- Levántate el camisón.

Resopló, pero bastó una mirada, para que lo hiciera. Nada más hacerlo, metí los dedos en la cintura de las braguitas y empecé a bajarse las despacio, hasta medio muslo.

- Ya sabes, que en esta casa  las niñas caprichosas pierden el derecho a la intimidad. 

Si rostro estaba rojo como un semáforo, de pie frente a mí sujetando el camisón levantado por encima de la cintura y las braguitas a medio muslo. 

- No te muevas que ahora vuelvo. 

Me fui a la cocina, sin hacer nada, simplemente para hacerla esperar y anticipar. De vuelta seguía allí de pie plantada frente a la silla,  con el camisón levantado y expuesta. Me senté otra vez.

- Ahora señorita tu misma te vas a colocar en posición sobre mis rodillas, quiero ver ese culo bien presentado en todo momento o iré a buscar el cepillo ¿Está claro?

La amenaza del cepillo, es muy efectiva y enseguida la tuve de nuevo en mis rodillas, nada más ponerse le coloqué bien el camisón, la agarré de la cintura y durante unos segundos le acaricié el culo desnudo y expuesto, ya de un tono rosado. Segundos después mi mano derecha empezó a corregir el mal hábito, enrojeciendo despacio pero constante su piel. No usé nada más que mi mano, eso sí un largo rato, haciendo alguna pausa de vez en cuando para acariciarla un instante, antes de continuar la zurra. 

Al terminar, tenía el culo rojo cómo un tomate, las braguitas por los tobillos y la respiración agitada. Aún la tuve un rato sobre mis rodillas, aunque ya sólo fueron caricias suaves, sobre su piel roja y caliente. 

No sólo le acaricié el culo, también la parte baja de la espalda y los muslos, en un determinado momento, pasé uno de mis dedos entre sus piernas, por la rajita de su sexo, estaba empapada...

- Es una pena, pero tú comportamiento infantil, hace que hoy estés castigada sin placer adulto.

Le di una docena extra de azotes rápidos y fuertes y al terminar, le dije.

- Ahora te vas a levantar y vas a volver a mirar la pared un rato, esta vez con las manos en la espalda sujetando el camisón levantado y mostrando los efectos de tu castigo. 

Esperé a que se levantase, caminó hasta la pared, con las braguitas enredadas en los tobillos y allí se plantó mostrándome el culo bien rojo.

Era ya la hora de cenar, así que me preparé algo y cené, mientras ella miraba la pared e imagino que sentía palpitar el culo. Al terminar, le dije.

- Mientras recojo y friego los platos, como tú ya has cenado, vete a lavar los dientes y a la cama, que ahora voy. 

Se dio la vuelta y sin mirarme se metió en el baño. Yo recogí la mesa, fregué los platos y después de pasar por el baño, me fui para la habitación, allí estaba tumbada boca abajo, cogí el bote de crema hidratante, me subí a la cama le levanté el camisón, aún tenía el culo bien rojo y durante un rato en silencio, le hice un masaje en el culo, con mucha crema, al terminar, le dije.

- Ahora a dormir, sin tele, ni series, ni móvil y esta semana no hay más helado, haber si a así aprendemos la lección.

Le di un beso en cada nalga y apagué la luz.


1 comentario:

  1. Ohhh, qué pena!! Pero una buena forma de ayudar a no pasarse con los dulces.

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