A mitad del mes de Abril, los días empiezan a ser cada vez mas largos, la oscuridad invernal parece un recuerdo lejano y esa luminosidad repentina levanta el animo. Pasas de salir de trabajar a oscuras o prácticamente, a terminar la jornada cuando aun quedan unas horitas de sol. Ademas empieza sobrar abrigo y dan ganas de salir al aire libre.
Había hecho un día precioso, soleado incluso con cierto calor a mediodía, un día de primavera perfecto, no me quedaba mucho para salir de trabajar, cuando la llamé, para proponerle aprovechar aquella tarde preciosa, me apetecía no encerrarme en casa, salir a dar un paseo, para aprovechar ese solecito de tarde y tal vez sentarnos en una terraza después a ver el atardecer y tomar algo.
-Hola guapa ¿en casa ya?
-Hola si, hace un rato.
-Muy bien ¿y que haces?
-Nada, tirada en el sofá, viendo la tele..¿y tú?
-En nada salgo ya, oye que te parece si cuando llegue, salimos a dar un paseo, hace una tarde preciosa.
-Buffff que va, paso
- ¿Con la tarde que hace, prefieres quedarte hibernando en el sofá?
-Si ¿ pasa algo?
La respuesta seca y cortante me dejó sin reacción.
-Bueno vale, ahora en un rato voy y lo hablamos.
-No hay nada que hablar, pero vamos si quieres hablar no te quedes con las ganas.
-Venga hasta ahora.
Colgué el teléfono, la actitud entre borde y desafiante, me supo a reto y pensé vas a salir o por las buenas o por las malas. Al cabo de un rato salia del trabajo, dirección a casa, aparqué el coche y baje, la tarde era perfecta, el cielo totalmente despejado, no hacia nada de frío, no era necesaria la chaqueta, tampoco hacía ni tan siquiera una ligera brisa, podía escuchar los gritos de los niños jugando en un parque cercano, una tarde perfecta como para pasársela en casa porque la señorita enfurruñada este peleada con el mundo me dije. Tomé aire y subí a casa, a ver como estaba el panorama. Al entrar solo escuchaba el sonido de tele encendida en el salón, me acerqué hasta allí, ella estaba con la mirada perdida tirada en el sofá y dije con sorna.
-Creo que nunca voy acostumbrarme a semejantes ataques de pasión para recibirme.
Me miró con mirada de perdonarme la vida, aunque se le escapó un media sonrisa y me dijo:
-Ya te tengo muy visto y ya me conoces.
No dije nada, me fui hacia el sofá, me senté en el filo del asiento a la altura de su cintura, le puse la mano en la cara cariñosamente.
-¿Qué te pasa? te encuentras bien?.
-Si..
-Seguro lleva tres días así, como decirlo para que no me entiendas mal ¿vaga?.
-Pues eso estoy cansada
- ¿Que has hecho desde has salido?
-Nada.
Entonces miré el reloj.
-Pues llevas dos horas en el sofá tirada..
-Si, ¿Algún problema?
-Que muy cansada no puedes estar
-No me agobies y antes que me lo digas tú, ya te lo digo yo, no pienso moverme de aquí, si quieres salir, tu mismo, yo no te lo impido.
Casi se me escapa la risa al escucharla, pero mantuve el tipo e intente hacer un último intento por las buenas.
-Venga va, si hace una tarde preciosa y así tomas el aire que irá bien.
-No, y ademas voy en pijama.
-Ya me dirás que te cuesta, ponerte unos leggins, una sudadera y las zapatillas, yo también tengo que cambiarme.
-Pues ya sabes te cambias, aprovechas la tarde y me dejas tranquila.
Unas mariposas o mas bien unos erizos empezaban a subirme por el estómagoago y la cabeza se me empezaba a calentar. Respira...me dije.
-Venga va, no seas cabezona, que en el fondo saber que te irá bien.
-Pufffff que pesado eres, déjame en paz joder!!!!!!!
Entonces se levantó de golpe del sofá, y sin mirarme tomo dirección a la puerta del salón.
- ¿Dónde vas?
-A la cama, ya que aquí hay alguien que me está agobiando mucho.
-Ven aquí y no me dejes con la palabra en la boca.
-Paso...
Resoplé fuerte, antes de volver a hablar y le dije.
-Nena ven aquí.
Desde la habitación me contesto
-Espera sentado
-¿Que has dicho?
-Nada
-Repítelo
-Da igual
- ¿Tengo que ir a buscarte?
-Haz lo que te salga....
Hasta aquí hemos llegado me dije, me levante y me fui para la habitación, entré ella estaba tirada en la cama, había puesto la tele, se me quedó mirando y yo mirándola muy serio le dije.
-Levanta de la cama.
-Joder, que parte de déjame en paz no entiendes
-Y tú de que te levantes de la cama.
En eso momento empecé a desabrocharme el cinturón amenazante. Al verlo se levantó de golpe, eso si sin dejar de quejarse. Yo la miré muy serio sin decir nada y me fui para ella, de un manotazo la trinqué de la muñeca y tiré de ella sin soltarla, hacia el otro lateral de la cama, allí me senté en la cama y eso si sin ninguna resistencia física la tumbé encima de mis rodillas, aunque fue ponerla y empezar a quejarse verbalmente. Que si porque tenía que salir si no le apetecía, que si la provoco se defiende, que era injusto, etc, etc...ni caso una vez puesta en mis rodillas, no hay marcha atrás, así que a pesar de que no dejaba de hablar, empece a azotarla, con la mano, pensando entre mi, cuando lo tengas bien rojo, ya callarás.
Seguí un buen rato, sin parar, hasta que al final, dejó de quejarse, entonces paré, le puse la mano en el culo y le dije.
-Ahora te vistes y nos vamos a dar el paseo.
-No.
-¿Cómo?
-Que no
Le di un manotazo bien fuerte y le dije.
-Levanta el culo
No se si por la sorpresa, pero lo hizo y me facilitó el bajarle el pantalón del pijama, debajo del cual no llevaba nada...
-Vale vale, que ya me visto.
-No viene de diez minutos ahora.
Sin decir nada mas empecé a azotarla, con el culo desnudo. Después de una tanda corta, estire el brazo para subir el volumen de la tele, porque el escándalo de la azotaina era considerable y a esa hora, ya esta lleno de vecinos. Para a continuación continuar la azotaina con toda la dedicación, y sin mas pausa, viendo como poco a poco, iba subiendo el tono de rojo de su culo, cuando empezó a picarme la mano paré. Me quedé mirando un rato el precioso culo, con ese bonito color rojo, si a mi me picaba la mano, podía imaginar la sensación de ardor que debía tener, además su suspiro de alivio al parar, también era una pista. Sin poder evitarlo empecé a pasar los dedos de mi mano, por el contorno de los grandes círculos rojos de sus nalgas, solo rozando muy suavemente haciendo que toda la piel se le erizara, las caricias se detuvieron para separar un poco sus piernas y así tener acceso a otras zonas de su anatomía, como quien no quiere la cosa, mis dedos acabaron allí, entre sus piernas, palpando para encontrar lo que quería encontrar, esa humedad cálida y palpitante de su sexo, irresistible no hacer una vista dentro en esas condiciones y uno de mis dedos no pudo evitar la tentación. Yo me sentía muy excitado, una parte de mi cabeza me pedía masturbarla con fiereza hasta hacerla estremecerse de placer y la otra parte, parar y continuar la azotaina, ella estaba rendida y entregada hacia rato ya, entonces pensé que si seguía se salia con la suya, nos quedábamos en casa y encima tenia premio y eso no podía ser, así que sin pensármelo, saque mis dedos de su sexo, le di un par de palmadas en el culo y le dije.
-Vistete, que al final nos quedamos sin sol.
Ella masculló algo, una queja seguro, aunque no la entendí. Se levanto despacio, se subió el pantalón del pijama, se fue hasta el armario, cogió unos leggins, una camiseta, una sudadera, unos calcetines y un tanga, me levanté, le cogí el tanga y lo deje en el cajón.
-Esto no lo necesitas.
No me dijo nada, se vistió, yo también me puse algo mas cómodo y finalmente salimos a la calle a dar el anhelado paseo. Los primeros metros no me dijo nada, haciéndose lo digna, lo cual me parecía gracioso y mas cuando de vez en cuando, se frotaba las nalgas mientras caminaba. Yo sabia perfectamente que había algo que le picaba mucho mas que el culo, que era que la había dejado a medias, sin el premio, pero todavía había algo que podía picarle mas.
Un ratito después, el ambiente se fue relajando, entre bromas y piques. Antes de volver a casa, nos sentamos en una terraza a tomar algo, un par de cervecitas y algo de picar, mientras disfrutábamos de las vistas del atardecer, hasta que cayó la noche y decidimos volver a casa. Al llegar, decidimos no hacer nada de cenar y entonces me dijo.
-Tenias razón, me ha sentado genial salir esta tarde...
-Vaya, vaya entonces tenia razón...y entonces crees que la nena se ha portado bien esta tarde.
Al decirle eso se puso roja...
-Yo creo que nada bien, que ha sido una caprichosa y borde...y que igual necesita que le refresquen la memoria, de que pasa con las nenas caprichosas y bordes.
Se me quedó mirando ruborizada y sin saber que hacer ni decir. Ya la ayude yo, a decidirse, cogiéndola de la mano y llevándola al salón. Ni se resistió, ni se quejó, cuando la puse en el rincón, al lado de la mesa, le cogí las manos, las puse encima de su cabeza acto seguido, le bajé los leggins a medio muslo, eso si antes de irme, pase mi mano entre sus piernas para comprobar que volvía a estar empapada, si en algún momento desde que salimos lo había dejado de estar.
Yo lo primero que hice fue ir hasta el sofá, y poner un cojín encima del apoyabrazos, después me fui a la habitación a por el pantalón que me había quitado antes de salir, le quité el cinturón y con el de vuelta al comedor, lo deje cuidadosamente doblado encima del cojín del apoyabrazos. Entonces la llamé.
Ella bajó las manos de encima de la cabeza, se dió la vuelta, hizo la intención de subirse los leggins, a lo que yo negué con la cabeza.
-Ya sabes lo que tienes que hacer.
Avanzó hasta mí.
-Dame el cinturón.
Lo cogió y me lo entregó, antes de tumbarse por encima del apoyabrazos del sofá. Dejé que se colocará, entonces puse el cinturón doblado encima de sus nalgas, mientras no terminaba de subirle un poco la sudadera. Entonces cogí el cinturón y le dije.
-Serán 25. Cuéntalos.
Ya con el cinturón empuñado, lo posé suavemente en la piel de sus nalgas, que ya estaba totalmente recuperadas de la azotaina con la mano en la habitación de antes del paseo. Entonces levanté el cinturón y dejando caer el brazo lo crucé en sus nalgas, esperé unos instantes hasta escuchar el.
-Uno...
Volví a posar suavemente el cinturón en su piel desnuda, me concentré en escuchar su respiración, cinco inspiraciones, y un nuevo azote. Repetí el mismo ritual, hasta escuchar el numero diez en su voz. Entonces dejé el cinturón en la parte baja de su espalda, sin decir nada empece a pasar los dedos, por los contornos de las marcas que el filo del cinturón dibujaba en su piel, en el mas absoluto silencio, solo su respiración solapándose con la mia, mientras seguía con esa sesión de caricias a media azotaina, mis dedos eran atraídos magnéticamente a la cara interna de sus muslos, buscando una confirmación. Pero aun quedaban cuantas por saldar, recogí el cinturón y me dispuse a ello. Los diez azotes siguientes, repitieron el ritual anterior, hasta el numero 20. Entonces de nuevo volvieron las caricias, primero las aliviadoras y después las mas descaradas, ahora ya sin restricciones, obscenas y directas. Pero también se detuvieron, todavía no era el momento. Empuñé de nuevo el cinturón, como en las tandas anteriores, lo primero que hice fue apoyarlo suavemente en su piel, pasarlo varias veces y cuando levante el brazo, esta vez, los cinco azotes que faltaban fueron seguidos, sin ninguna pausa, haciendo que se retorciera del escozor al terminar. Entonces dejé el cinturón encima del respaldo, puse mis una de mis manos en sus caderas mientras con la otra, le acaricia la parte baja de la espalda ligeramente húmeda del sudor,poco a poco me fui agachando hasta quedar de cuclillas entre sus piernas, las separé mas, mientras le pasaba el dorso de la mano, por las nalgas magulladas del castigo, el tacto de la piel caliente y algo áspera en las zonas mas afectadas, hizo que pronto sustituyera, las manos por los labios, empece a cubrirle toda la zona a besos, suaves por todas las nalgas, los muslos....excitándola y excitándome, entonces lleve mis dos manos a sus nalgas, las separé mientras la punta de mi lengua se abría paso entre sus labios desde atrás, empezando a saborear su intimidad, sus respiración que se había calmado con mis caricias empezó a agitarse de nuevo, saboreé todos los rincones de su sexo, antes de abandonarlo, para subir unos pocos centímetros entre sus nalgas, y jugar con mi lengua en su culo, mientras dos de mis dedos entraban y salían de su sexo, cada vez mas rápido, con ese sonido a chapoteo al chocar en cada embite mi mano contra su sexo empapado. Ya no pare de jugar con mi lengua y mis dedos hasta que sus gemidos me confirmaron un orgasmo que había estado latente demasiado tiempo...pare lo justo para desnudarme, levantarme llevar mi polla a su sexo y poseerla desde atrás, con fuerza, como si no hubiera mañana, chocando contra sus nalgas marcadas del cinturón, hasta que ella se volvió a correr y yo explote dentro de ella.
Aun permanecí inmóvil, con mi polla dentro, recuperando un rato, entonces salí de ese fantástico refugio de su cuerpo, ella se levantó, nos abrazamos, de inmediato puse mis dos manos en su culo, caliente muy caliente todavía y le dije.
-Y si nos damos una ducha....
Fin.
La cabezonería es algo muy bueno si alguien quiere recibir unos buenos azotes y un buen final feliz. Pero allí está Santi para corregir esas actitudes infantiles
ResponderEliminar