viernes, 22 de marzo de 2024

Penitencia

 



Suspira profundamente en el momento de coger un carro del supermercado, es un día entresemana a primera hora de la tarde. No hay mucha gente, sólo una caja atiende a pocas personas, empieza a conducir por los pasillos, lleva el carro con la mano izquierda mientras lee algo en el teléfono móvil, de vez en cuando para y añade algo al carro. Poco a poco termina el recorrido, espera si turno en caja, paga y llena un par de bolsas pesadas y con ellas recorre la distancia que el separa de casa.

Al llegar deja las bolsas en el suelo con alivio, mientras busca las llaves del bolso, abre la puerta deja las bolsas en la cocina encima de la encimera y cierra. Entonces va un momento hasta la habitación, se quita la ropa de calle y se pone un pijama, pantalón a cuadros blancos y azules , camiseta blanca. Pone la calefacción y vuelve a la cocina, comienza a colocar la compra, todo "perfectamente ordenado y en su sitio" esas palabras resuenan en su cabeza a la vez que mira de reojo el reloj y su pulso se acelera. Cuando por fin termina, se dirige al salón, deja su teléfono encima de la mesa, corre las cortinas de la cristalera y se arrodilla en la esquina "las manos sobre la cabeza y me esperas"...ese fue el último mensaje.

En ese mismo instante, le doy al contacto del coche, pongo la radio, me pongo el cinturón y arranco. Pienso que los días han alargado un poco, aún hay algo de luz cuando salgo, no hay mucho tráfico tengo un cuarto de hora para llegar. De camino, voy pensando en todo lo que ha pasado, se que debo ser recto e intransigente, que es algo que ella me pidió, que hicimos un pacto y que las consecuencias de incumplir ese pacto, las conoce de sobra. 

Absorto en esos pensamientos meto el coche en el garaje, paro el motor y apago las luces, cojo mi carpeta y me monto en el ascensor, se detiene en mi piso, me saco las llaves del bolsillo y abro la puerta. Todo está silencioso al entrar y sólo veo la cálida luz de la lámpara de lectura del sofá, voy hacia la luz cómo una palomilla, dejo la carpeta sobre la mesa y me quito el abrigo, la calefacción está puesta, allí está esperándome de rodillas en el rincón tal y como le dije. Me acerco, me agacho y le doy un beso.

- Ahora me ocuparé de ti, mientras esperas piensa.

Le doy una palmdita cariñosa en el culo y me levanto, voy a la habitación me quito la ropa de trabajo y me pongo cómodo. Voy a la cocina, abro los armarios y reviso, todo parece estar en orden, en la nevera también. Me voy a dirigir hacia el salón de nuevo, algo llama mi atención, en un bote en la encimera hay unos utensilios de cocina de madera (espátulas, cucharas...) Pero hay una cuchara en especial, es de madera de olivo, muy bonita con sus vetas de distintos tonos, esa cuchara nunca se ha usado para cocinar, la cojo y con ella en mano entro en el salón, la dejo sobre la mesa, cojo una de las sillas, la coloco en el centro del salón y me siento. 

- Ven aquí. 

Se levanta, despacio lleva un rato ya allí arrodillada y se nota, se da la vuelta, no me mira pero avanza con la mirada baja hasta pararse de pie frente a mis rodillas. 

- ¿Tienes alguna explicación para lo que pasó esta noche?

- No tenia sueño...

Me responde con voz aniñada. 

- Creo que estaba bastante claro todo ¿No?

- Si....

- ¿Entonces puedo saber por qué me despierto y te pillo con el teléfono en las manos? 

- Es que no podía dormir!!!!

Se queja, levantando la voz y de inmediato atruena un cachete que impacta en su muslo.

- No sigas por ese camino...al único lugar que te conduce es a volver al rincón con el culo en llamas. 

Suspira y gira los ojos. 

- Quedamos en que a partir de las 11 se acaban las pantallas, puedes leer, puedes ponerte algo de música relajante con los cascos, hay mil opciones, pero nada de pantallas, ese fue el trato ¿Verdad?

Baja más la mirada y responde con un casi inaudible "si".

- Ya ¿ y que pasa cuando incumples un trato?

Espero pacientemente unos segundos, hasta escuchar una ruborizada respuesta.

- Que me castigas...

- Eso es, que te castigo, que te castigo cómo a una niña traviesa. Dame tu teléfono.

Da un suspiro de desaprobación, la miro y serio le contesto.

- ¿Te lo tengo que repetir?

No es necesario, casi arrastrando los pies va a buscar su teléfono y me lo entrega. 

- A partir de hoy, cada día en cuanto llegue a casa me lo darás y después de cenar te lo dejaré 20 minutos pasados, mel vuelves a dar y hasta mañana no hay teléfono ¿Entendido?

Vuelve a resoplar, y mi paciencia se agota, le suelto un par de azotes fuertes en el culo.

- ¿Entendido?

- Si...

- Más te vale. Y ahora bájate el pantalón del pijama.

Si rostro se enrojece, mete tímidamente los dedos por la cintura del pantalón, en ese momento clavo mi mirada en ella y veo como desciende lentamente por sus caderas y al pasarlas cae hasta quedar enrollado en sus tobillos. La miro.

- Las manos sobre la cabeza.

Las pone y sentado en mi silla alargó los brazos, meto los dedos por la cinturilla de las braguitas y despacio empiezo a bajárselas, hasta dejarlas justo por encima de sus rodillas. 

- Cuando incumples una norma, pierdes tus derechos adultos, cómo por ejemplo, el de la altura de tus braguitas. 

La miró otra vez, estoy un minuto en silencio mirándolo, frente a mí, de pie, con las manos sobre la cabeza, el pantalón del pijama enrollado en sus tobillos, las braguitas a media asta, su rostro rojo y su sexo hinchado y húmedo, pongo media sonrisa y le digo que baje los brazos, nada más hacerlo la cojo de la muñeca y la guío a mis rodillas, se coloca suavemente, le rodeo la cintura con mi brazo izquierdo y tiro de ella hacia arriba. 

Tumbada en mi regazo, sentado en una simple silla, es una posición muy infantil para una adulta, si a ello le sumamos la verguenza de tener los pantalones en los tobillos y las braguitas por las rodillas, además de vergonzoso tiene el plus de la exposición. Lentamente me subo las mangas y al terminar pongo mi mano derecha encima de su nalga desnuda.

- Debería darte vergüenza, verte así a tu edad, cómo una niña traviesa, pero eso uno que funciona contigo, al menos durante un tiempo, así que lo haré las veces que sea necesario y quiero que te acuerdes. 

Entonces mi mano empieza a golpear abruptamente sus nalgas desnudas, el salón se inunda del sonido rítmico, monótono y constante de las palmadas, es el sonido de la disciplina, que estremece y a la vez excita, con esmero cubro cada centímetro de su piel desde la parte superior de los muslos hasta la curva de las nalgas, y ninguna caricia de momento, vario el ritmo de repente disminuyo para volver a acelerar...el palido blanco de su piel, se vuelve rosado y un rato después de zurra continuada empieza a coger un tono rojo brillante. Entonces paro, le acaricio los muslos, pero siempre sin tocar nada de piel castigada, debe sentir los efectos de su comportamiento en la piel.

- Levanta y tráeme la cuchara de madera que hay en la mesa.

Lentamente se levanta, al ponerse de pie sus braguitas han caído ya también en sus tobillos, ya no hay ningún síntoma de reproche, obediente va a buscar la cuchara con la que va a terminar de recibir su castigo, me la da y cuándo se lo indico se coloca de nuevo en mi regazo. Durante un instante me deleito observando el color de su culo, a la vez que acaricio toda la zona con la áspera y fría cuchara. Hasta que la sujeto bien por la cintura y empiezo a castigarla con ella, la cuchara es muy precisa permite dar exactamente en el punto que quieres y yo insisto especialmente en la zona de asiento, en la parte más baja de las nalgas, hasta que empieza a gemir en cada nuevo azote, paro un instante, la dejo respirar y cae una ráfaga rápida en el mismo lugar y nueva pausa. Entonces dejo el apriete de mi mano en su cintura y uso mi mano izquierda para separar una de las nalgas, y le doy media docena de azotes ahí en esa cara interna de piel fina y sensible generalmente oculta, hago lo mismo con la otra nalga y patalea levemente, entonces dejo la cuchara en el suelo y termino el castigo con mi mano de nuevo, una tanda de azotes rápidos y sonoros, que terminan de la misma forma que empezaron. 

Reina de nuevo el silencio, sólo se escuchan dos respiraciones, el aire le refrigera un poco el culo, que está rojo y ardiendo.

- Ahora cuando te levantes, me darás tus pantalones y tus braguitas, irás a buscar el taburete y la libreta y me copiaras 100 veces: " La prohibición de pantallas antes de dormir, no es una broma, es por tu bienestar" con letra entendible o volverás a copiar con el culo aún más rojo. 

Un instante después de haberlo dicho se levanta, sin decir nada se acaba de quitar el pantalón y las braguitas, me da la ropa y sale del salón, entra un poco después, con el taburete y la libreta y en silencio se sienta con mucho cuidado, al tocar la piel con el duro asiento del taburete suspira y se mueve incómoda, yo la observo ya desde el sofá, abre la libreta y empieza a copiar. 

Un rato después, se levanta y viene hacia mi con la libreta en la mano, me la entrega y reviso las líneas. La cierro y la dejo sobre la mesilla, entonces de pie frente a mí le pongo y le subo las braguitas y el pantalón, al terminar le digo:

- Tienes ropa para planchar ¿Verdad?

Asiente...

- Pues ya sabes, mientras preparo la cena.

Y así es, la dejo planchando y hago la cena, pongo la mesa, cuando estoy la llamo, antes de sentarnos a cenar, le vuelvo a bajar el pantalón y las braguitas, hoy cenará con el culo al aire y rojo. 

Al terminar de cenar, la envío al rincón mientras recojo. Y ya con todo recogido paso a por la crema hidratante, entonces la llamo, sale del rincón y se acerca, la hago colocarse de nuevo en mis rodillas, entonces le doy el móvil y le digo.

- Tienes 20 minutos, luego confiscado hasta mañana.

Estoy los 20 minutos dándole un masaje en el culo, ya no está tan rojo pero en algunas zonas sigue...pasado los 20 minutos le pido el teléfono, me lo da, lo dejó sobre la mesita de noche, y mis dedos se pasean por la rajita, está mojada y sensible, suspira al sentirlos, juego un poco con mis dedos, inspeccionando bien su intimidad, de repente paro, le subo las braguitas y el pantalón, le doy un par de cachetes en el culo y le digo.

- Ahora prepárate para irte a la cama y si te desvelas, te dejo otra opción hoy...



2 comentarios:

  1. Un encanto de lectura!!! Y un buen remedio para el desvelo de esa noche, que seguro que no se va a dormir enseguida.

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