lunes, 5 de febrero de 2024

Ponte el pijama

 




Al llegar de trabajar, me la encontré en el sofá estirada, se había quitado las botas pero aún llevaba el vestido con el que había ido a trabajar. Fui a darle un beso y me hizo la cobra, en plan estoy enfadada. Y me dió por reír.

- Vaya parece que estamos de morros. Muy bien , ya sé te pasará.

- Es que es injusto!!!

- Si, la vida es así, muy injusta a veces.

- Pues a mí no me parece justo que me castigues sin gimnasio.

- Yo no te he castigado sin gimnasio. 

- Y cómo voy, si me has castigado sin salir.

- Tampoco, te has castigado tu solita. Otro día no tendré que repetirte mil veces algo. Y ya te digo , que ni pucheros, ni morritos, te van a servir de nada. 

- Ya, pero que culpa tiene ....

- Nena!!! Vale ya. No tengo ningunas ganas de debatir, así que voy a darme un ducha. Ahhhh y ponte el pijama. 

Ahí se quedó refunfuñando. Yo fui a por ropa cómoda y metí en la ducha. Estuve un buen rato, porque también me arreglé un poco la barba. Al terminar, llevé la ropa sucia al cesto y me fui para el salón, allí seguía igual que la había dejado, jugando con el teléfono. 

- ¿Aún estás así? 

- Pffff estoy bien!!! Y es muy pronto para ponerme el pijama!!!!

- Dame el teléfono.

Extendí la mano, esperando recibir el teléfono, pero sólo recibí indiferencia. Se lo quité.

- Ya está bien, no te lo digo más, ponte el pijama. 

- Dame mi teléfono!!!! Y no quiero ponerme el pijama aún!!!!

El teléfono se fue a mi bolsillo y a ella la levanté del brazo. 

- Ya me he cansado de esta actitud infantil e inmadura ¿Querías que te calentase el culo? Pues enhorabuena, objetivo cumplido. 

Empecé a intentar llevarla a la habitación, pero se resistía un poco, así que se llevó algún que otro cachete en el culo, mientas la sacaba del salón. 

- Vale,vale, que ya me lo pongo!!!!

- Tarde para entrar en razón, me gusta no tener que ir repitiendo las cosas 40 veces. 

Entré en la habitación y cerré la puerta. La solté en lateral de la cama y corrí las cortinas. De vuelta me senté en la cama. Y sin mediar palabra la puse en mi regazo, le levanté el vestido y empecé a darle palmadas rápidas sobre las medias, seguida y constantes un par de minutos. 

- Levanta.

Suspiro y en pie.

- Levántate el vestido...

- Pffff vale, ya me pongo el pijama. 

Palmada en el muslo.

- El vestido...

Terminó levantándoselo, ruborizada. 

- Ya sabes que va a pasar ahora ¿Verdad? 

- Si...

- ¿Que va a pasar?

- Pffffff....

- Dime

- Que me vas a bajar las medias y las braguitas.

- Correcto ¿Para qué?

Aún se puso más roja.

- Para castigarme.

En ese momento las medias descendían despacio. Luego metí los dedos por dentro de la cintura de las braguitas. 

- Debería darte vergüenza, que a tu edad tenga que zurrarte el culo desnudo. 

Las braguitas también descendieron despacio. Entonces la cogí y la puse otra vez en mi regazo, le levanté el vestido y empecé a azotarla con la mano, cómo ya había calentado algo antes, desde el principio, bien  de ritmo e intensidad. Mi mano rebotaba contra sus glúteos alternando cachete y cachete. Estuve un buen rato en ello. Cuando paré, la hice levantarse. 

- No te muevas. 

Alargué el brazo y cogí el pijama, abrí el cajón y busqué unas braguitas, unas blancas con mariposas negras. 

Entonces muy lentamente empecé a quitarle la ropa, primero las medias y las braguitas, después le levanté el vestido, la camiseta y finalmente el sujetador. Dejándola totalmente desnuda y con el culo rojo. La miró.

- A veces, te vuelves cómo una niña insolente, caprichosa y malcriada, pero conmigo cada vez que pase eso, vas a terminar con el culo y la cara rojas

Le hice levantar un pie , después el otro y le subí las braguitas blancas de mariposas negras. Después le puse el jersey del pijama y finalmente el pantalón. Al terminar la cogí del brazo y la llevé a la esquina. Manos sobre la cabeza y nariz pegada a la pared. Así le bajé de nuevo el pantalón y las braguitas justo por debajo del culo. Contemplé mi obra un instante, luego la acaricié suavemente. 

Salí dejando la puerta abierta. Unos diez minutos. Pasados los cuales fui a verla. Con la intención de levantarle el castigo, pero la pillé frotándose el culo, con la mano.

- ¿Se puede saber que haces? 

Al instante volvió a poner las manos sobre la cabeza.

- Te he visto!. Ve a buscar el cepillo de baño inmediatamente.

- Pffffff el cepillo de baño no, por favor, pica mucho....

- Sabes perfectamente que está totalmente prohibido aliviarse cuando estás castigada cara a la pared. Ve a por el cepillo, ahora!

Resopló y salió de la habitación. Mientras yo puse las almohadas en el centro de la cama. Al volver me dió el cepillo y le señalé las almohadas. Resignada se colocó sobre ellas, que elevaban lo justo su culito. Dejé el cepillo sobre sus piernas, me subí las mangas del jersey y al terminar le subí un poco la camiseta y le bajé un poco mas pantalón y braguitas.

Cogí el cepillo de baño, redondo. Le di unos toquecitos en las nalgas, apuntando bien.

- Van a ser 12 en cada cachete, que vas a contar, contando 1 cada dos alternos ¿Está claro?

Suspiró y al terminar de suspirar, se escucharon dos golpes sordos y pesados.

Soplido...

- Uno

- Dos

- Tres..

Tras cada azote doble, jugaba un poco con el cepillo en su piel. Dos círculos muy rojos, se marcaron el su piel, en el momento en que dijo "12". 

Dejé el cepillo en la cama, y revisé cómo tenía el culo, la acaricié un poco, rozando sólo la yema de los dedos, por la piel castigada. 

- Ahora señorita fácilmente irritable, vas a coger el cepillo, te vas a ir al salón y te vas a plantar cara a la pared, sujetando el cepillo por la espalda, que tengo que hacer un par de llamadas y quiero tenerte a la vista

Esperé a que saliera de la habitación, yo fui detrás. Cuando estuvo colocada, me acerqué y terminé de bajarle pantalón y braguitas hasta los tobillos.

- Sabes lo que pasa después de una azotaina. Tu culo rojo se exhibe cara a la pared.

Me senté y cogí el teléfono para hacer esas llamadas, mientras hablaba no le quitaba ojo de encima y además yo sabía que escucharme hablar con total naturalidad la hacía sentir más pequeña y desnuda, como si pudieran verla. 

Cuando terminé las llamadas, fui a por la crema, la llamé y la hice ponerse de nuevo en mis rodillas, un buen rato refrescándole el culo, en esa posición también podia ver que estaba mojadita y con los labios hinchados de excitación. Hasta que despacio le subí las braguitas y el pantalón, antes de cubrirle del todo la piel, le di un beso en cada nalga y le dije

- Que lástima que estés castigada...y mañana cuando llegue pobre de ti, que no tengas puesto el pijama. 









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