lunes, 22 de enero de 2024

Esa extraña palabra

 



No sé cuándo se puso de moda la palabra en cuestión, sé que proviene de un término usado en psiquiatría y psicología. Ahora la usa todo el mundo, anteriormente se usaban otras, cómo postergar o posponer, pereza, aunque en realidad no son del todo sinónimos. La palabra en cuestión tiene para mí un significado más amplio, es algo en los que todo caemos alguna vez, pero lo cierto es que hay quien la convierte en un arte: el arte de ponerse excusas a uno mismo. Algo que sí bien puede resultar placentero y tranquilizador a la larga siempre acaba en todo lo contrario, malestar y estrés.

Nada más conocerla supe que ella era una artista de procrastinar, más que nada es que fue ella misma quien me lo dijo y es que otra peculiaridad del artista procrastinador, es que tiene conciencia de ello y sus perjudicios. Así que debido a la naturaleza de nuestra relación, ideamos un plan básico para evitarlo, con una serie de normas y unas consecuencias claras y conocidas a su incumplimiento. Obviamente de tanto en tanto ocurría un incumplimiento y era corregido. El problema es cuándo a esta rutina, se le unía un nuevo reto.

Aproximadamente un mes antes de Navidad, me dijo que para la semana después de fiestas, debía presentar un proyecto en el trabajo y me pidió ayuda. Ese pedir ayuda en realidad significa, te cedo el control, hazme un plan de trabajo. Y eso es lo que hice. Cómo había tiempo de sobra, le propuse dedicar una hora al día al proyecto, eso sí siempre en mi presencia, bajo mi supervisión, aceptó agradecida y empezamos.

Todas las tardes me esperaba al llegar de trabajar y mientras yo hacía cualquier cosa ella se sentaba en la mesa con el portátil y los apuntes. Esos inicios fueron cómo la seda, incluso por momentos trabajando en equipo. 

Pero llegó la Navidad y con ella unos días de vacaciones, entonces ella pidió un receso, esos días, la argumentación que me dió, me pareció sensata: si trabajo estando de vacaciones, tengo la sensación que no hago vacaciones. Y acepté que descansara esos días, eso sí,con una condición a la vuelta, había que doblar el tiempo diario dedicado al trabajo, para compensar el perdido. Estuvo de acuerdo y asunto zanjado.

Terminaron las fiestas, volvieron las rutinas y con ellas retomar el trabajo, dedicando el doble de tiempo. Ya el primer día, justo cuando faltaba una semana para la entrega vi que el fantasma de la procrastinación empezaba a planear por si cabeza, aunque estuvo las dos horas sentada, me regaló un concierto de soplidos, reniegos y quejas, llegando a tener que llamarle la atención, un par de veces. La tarde siguiente explotó todo.

Par empezar, llegó más tarde de lo habitual, como una hora.

- Perdona me he entretenido, voy a darme una ducha rápida , me pongo el pijama y voy al lío.

Miré el reloj. Las 7. 

- Nena son las 7 si te das una ducha ahora y demás nos vamos a las 8 casi y no quiero cenar tarde.

- Bueno pues me pongo después de cenar.

- No, ponte ahora, después de cenar,quiero estar tranquilo.

Dio un largo soplido, pero enseguida apareció con el portátil y demás, y se sentó a hacer los deberes cómo una niña aplicada. Yo estaba leyendo el libro que me habían regalado los Reyes o intentando, porque desde el minuto uno, volvieron las quejas y los soplidos y a los 10 minutos de sentarse, se levantó.

- ¿Dónde vas?

- Voy a prepararme un café, lo necesito estoy espesa.

- No empecemos, déjate de excusas, siéntate y trabaja, cuanto antes acabes mejor. 

- Joder Santi, son dos minutos hacerme un café.

- Vale ya!!!! 

Bajó la mirada se sentó y volvió a lo suyo, pero no por mucho rato, enseguida volvió a levantarse otra vez.

- ¿Y ahora que pasa? ¿Te estás haciendo pis?

- No....necesito despejar un poco, voy a bajar la basura y que me el aire, lo necesito no me concentro.

No dije nada, cogió el abrigo la bolsa de basura y salió. Hacía un frío de puro invierno aquel día, así que un cuarto de hora después ya subía. Se fue directa a la habitación, al salir se había puesto el pijama, fue para la mesa y sin sentarse cerró el portátil y empezó a recoger.

- ¿Que haces?

- Lo siento Santi, pero hoy no doy más, lo dejo.

- ¿Cómo que lo dejas?

- Si joder!!!! No me concentro

- Ven aquí un momento.

Se acercó cabizbaja y empezó a soltar una retahíla de excusas, que si día duro, que si dolor de cabeza, que si ...

- Vamos a ver Nena, tú y yo tenemos un trato, de hecho me lo pediste tú, es más creo que he sido bastante flexible, cómo cuando me pediste suspender el programa durante las vacaciones ¿Y cuál es el resultado? Dos días de excusas y comportarte cómo una cría, y pon las manos detrás de la espalda o sobre la cabeza, cuando hablo en serio!!!

Lo hizo de inmediato.

- ¿Y ahora dime, que piensas hacer? 

- Ya te lo he dicho, hoy no tengo el día.

- Muy bien, pues ya conoces las consecuencias, de incumplir las normas, lo has elegido tú.

- Date la vuelta.

- ¿Me vas a pegar?

- ¿Pegarte? Pegar implica una falta de respeto hacia el otro, sólo pegan los débiles. Así que te confundas, te voy a castigar que no es lo mismo, un castigo se aplica desde las perspectiva de buscar el bien para quien lo recibe, que sirva de motivación a la mejora, es más no te voy a castigar yo, yo solo voy a ser el brazo ejecutor, realmente te estás castigando a ti misma, date la vuelta por favor.

Lo hizo, con las mejillas rojas y nada más hacerlo, estiré del pantalón del pijama y las braguitas, hasta que cayeron a sus tobillos. 

- Pon las manos sobre la cabeza y ahí quieta, mientras termino de leerme el episodio que tengo a medias, cuando termine me ocuparé de ti. 

Allí la dejé plantada en medio del salón, con el culo al aire, mientras tranquilamente, terminé de leer el episodio, al acabar cerré el libro, lo dejé en el brazo del sofá, me levanté, cogí una silla, la puse en el centro del sofá y me senté.

- Ven aquí.

- Pfffff...en la silla? 

- Si, en la silla, si te portas cómo una niña, es el mejor sitio.

Segundos después la tenía en mi regazo, en una posición bastante vergonzosa para una adulta. 

-El castigo ya puede comenzar. 

Muy rápidamente, empecé a calentarle el culo bajo  repetidas bofetadas. Al estar desde el principio desprotegido y caer las palmadas directas sobre la piel desnuda, no tardaron en colorearse. Sólo hice una pequeña pausa y retomé la azotaina con el mismo vigor para golpear rítmicamente sus expuestas s y vulnerables nalgas. Durante la corrección, no dije nada. Me limité a asegurarme que lo ponía el culo bien rojo. Sólo con ese objetivo cumplido le di una orden clara y concisa. 

- Levántate y tráeme la zapatilla de los castigos.

Yo sabía perfectamente, que en su mente la palabra zapatilla, la hacía sentir especialmente pequeña e infantil, además de asegurarle un buen rato de picor ardiente en el culo. 

Resignada se levantó, caminó torpemente con el pijama y las braguitas en los tobillos, regresó y me dio la zapatilla. Se la cogí y le indiqué de nuevo que su pudiera en mi regazo y antes de empezar le dije.

- A partir de mañana, serán dos horas y media, no quiero tener que tenerte el último día a las 3 de la mañana pegada al portátil porque aún no has terminado y te aseguro que si tengo que ponerte el culo morado a zapatillazos para que te pongas lo haré ¿Está claro? 

 Ya no hubo más sermón, salvo el que le soltó la zapatilla en el culo. Un sermón ardiente e intenso. Cuando terminé, le hice colocar la zapatilla junto a los libros, apuntes y el portátil, que estuviera bien visible, para que supiera que le esperaba si volvía a tener tentaciones de procrastinar los días siguientes. 

Al terminar, la envié el rincón castigada mientras yo preparé la cena. Y otro día cenando con el pijama y las braguitas en los tobillos, algo que ocurría cada x tiempo.

Mientras recogía la mesa, la volví a enviar de nuevo al rincón a esperarme.

Y sólo después , ya en el sofá y en mis rodillas de nuevo, le refresqué el culo, con mucha crema, al terminar le subí las braguitas y el pantalón y me pidió ver una serie, antes de dormir. Le dije que no, que cogiera un cojín y se sentará en el suelo y le puse una película de dibujos animados, acorde con su comportamiento. Mientras yo seguía con el libro. 


1 comentario:

  1. La procrastinación es una palabra más amada!!! Una pena que los spankers no lo aprecien, un trabajo que tanto cuesta encajar en el día a día de las spankees. Aunque debo reconocer que es bonita forma de ayudar, e incentivar a acabar el trabajo a tiempo y bien. Mil gracias por las historias.

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