sábado, 30 de septiembre de 2023

La Vespa.

 



Cansado ya, de dar mil vueltas para aparcar en la ciudad, a través de un compañero me surgió una oportunidad. Tenía una Vespa moderna de 300cc, bien cuidada, poco kilometraje y a buen precio, así que no me lo pensé dos veces y me la quedé. 

Cuándo la llevé a casa, ella se enamoró de inmediato, pero había un problema necesitaba la licencia A2...ya que era de más de 125cc y no sirve la B. 

- Te he dicho que no...si la quieres coger ya sabes, a la autoescuela y te sacas el carnet. 

- Vaaaaa Santi, si no tiene marchas...

Se la dejé coger un rato por dentro del parking y se acabó 

- Cómo mucho, la cogerás por el parking del campo de fútbol, si no hay coches y si estoy yo, si la quieres coger ya sabes que tienes que hacer y estoy hablando muy en serio.

- Pfffff me da pereza ponerme a estudiar ahora...y por el pueblo no va a pasar nada.

- Nena. Fin de conversación ya sabes que tienes que hacer y si no, pues de paquete y ya ¿Está claro?

- Si...soso...

Me dijo poniendo morritos.

Al día siguiente compré un par de cascos, y la Vespa se convirtió en nuestro método de transporte para distancias cortas. Ideal, esquivabas todo el tráfico, aparcabas cerca d incluso permitía algún pequeño recorrido por carretera abierta. 

Una tarde al llegar a casa, estaba curándose una pequeña rascada en la rodilla. 

- ¿Y eso? ¿ Que te ha pasado?

- Nada, haciendo el tonto el gimnasio...

- Vaya tela, como un niña...

- Jajajjajaa muy gracioso.

- ¿Entonces ya has ido al gimnasio?

- Si, hoy he ido antes.

- ¿Te apetece si nos vamos a cenar una pizza por ahí, por ejemplo? 

- Siiii, podríamos ir a ese nuevo que han abierto en la plaza del ayuntamiento, dicen que está muy bien y tiene terraza.

- Pues no se hable más. Me voy a dar un ducha y me cambio de ropa.

- Ok, yo ya me he duchado, así que es vestirme y ya.

Me di una ducha, me vestí, mientras ella acababa de arreglarse, cogimos los cascos y nos fuimos, pedimos algo de beber, mientras hacíamos tiempo para cenar, se estaba genial al fresco del atardecer, cuándo el camarero nos trajo las cartas, ella se tocó la rodilla.

- ¿ Escuece? 

- Un poco...

- Es lo que tienen las quemaduras de asfalto, que escuecen y más en la rodilla que tiene movimiento 

La miré y su cara había cambiado, de hecho no contestó y bajó la mirada concentrada en la carta, se la quité.

- Nena, tu debes pensar que me chupo el dedo ¿Verdad? ¿O no te acuerdas de que he trabajado?

En ese momento estaba ya roja cómo un tomate.

- Sé que has cogido la moto, es más sé que no es la primera vez

- Pffff Santi... sólo han sido un par de veces, es que es muy práctica....

- ¿Sabes cuál es la sanción por conducir sin tener el carnet? 

- No...

- Pues cómo tienes el carnet de coche, te libras de que sea un delito, pero son 500 euros y 4 puntos, aunque eso no es lo peor, lo peor es que si tienes un accidente y te haces daño o haces daño a terceros el seguro se va a desentender y la responsabilidad va a ser tuya y hoy te has caído ¿O no?

- Ha sido en el parking, no pasa nada...esto es muy tranquilo...

- Me da igual si ha sido en el parking, que la zona sea tranquila, ya te lo dije, si quieres coger la moto, te sacas el carnet, no hay más, pero bueno tengamos la fiesta en paz y ya hablaremos de esto en casa después ¿Has decidido que vas a cenar?

Me miró extrañada, aunque podía imaginar que en su cabeza se anticipaba que le esperaba una buena al llegar a casa. Y eso también le serviría de lección. 

Cenamos tranquilamente, ya no volví a mencionar más el tema, aunque ella estuvo digamos que más callada y pensativa de lo habitual. Aún después de terminar de cenar estuvimos un rato tomando el fresco y charlando, hasta que decimos irnos. Pagué la cuenta, fuimos a por la moto, nos montamos y para casa, al llegar a un cruce me desvié por un camino asfaltado pero sin tráfico a esas horas, que iba a dar a diversas casas aisladas y un depósito de agua. En un determinado lugar paré la moto, apagando motor y luces.

- ¿Dónde vamos?

Me preguntó nada más bajar.

- Por aquí hay muchas luciérnagas, a ver si vemos alguna. 

Se quitó el casco, llevaba un vestido de verano, amplio y fresco por las rodillas. La cogí de la mano.

- Mira allí hay una.

Señalé un punto verde que brillaba en el margen del camino.

- Y pronto habrá otra, sólo que en vez de verde será roja.

De la mano, la llevé hasta la moto otra vez. 

- Inclínate sobre el asiento.

- ¿Que? !!!!

La cogí del brazo y le di un par de azotes.

- Ya me has oído.

Suspiró...

- ¿No sé va a caer?

- ¿Ahora te preocupa eso? No, no se va a caer.

Me la quedé mirando, la noche era clara, despacio se inclinó sobre el asiento de la Vespa, o más bien se cruzó sobre el. Nada más terminar de hacerlo le levanté el vestido, puse mi mano izquierda sobre su espalda y empecé a acariciarle las nalgas desnudas que no cubría el tanga. 

- Esto es el aperitivo, para que vayas pensando la que te espera en casa. 

Cuando mi mano empezó a calentarle el culo, hasta los grillos dejaron de cantar. No estaba para miramientos, ni progresiones, allí mismo apoyada en la moto, le di una buena azotaina, rápida y seguida durante al menos 5 minutos. Al terminar, le dije.

- Levanta.

Se levantó, me subí en la moto, la arranqué y le dije que se montara. Ya no paramos hasta llegar a casa. Nada más entrar por la puerta y cerrar, le dije.

- Mientras voy a ponerme cómodo, te quiero en tu pared de pensar en el salón, con el vestido levantado, el tanga a mitad de los muslos y las manos sobre la cabeza. 

Esperé a verle encaminarse hasta el salón y me metí en la habitación, me quité la ropa y me quedé solo con los boxers. Entré al salón que estaba a oscuras, encendí la luz, allí estaba con la nariz pegada a la pared, el vestido enrollado, el tanga bajado a medio muslo, mostrando su culo, que aún estaba bastante rojo.

Cogí una silla, la puse en el centro y me senté en ella. 

- Ven aquí.

Se dio la vuelta y bajó las manos.

- ¿Te he dicho que podías bajar las manos? Pues vuélvelas a poner donde estaban.

Lo hizo y caminó hacia mi con las manos sobre la cabeza y el tanga a medio muslo. 

- Cómo entenderás no puedo pasar por alto una irresponsabilidad cómo la de hoy, que tiene que tener una consecuencia. La primera va a ser en tu culo, y la segunda es que parte del castigo va a ser sacarte el carnet, pero de eso ya hablaremos, ahora por favor ve a buscar tu cepillo de corrección y ahora sí puedes bajar las manos. 

Salió, fue hasta el baño y de vuelta me extendió la mano con el cepillo. 

- ¿Para que es esto señorita?

Resopló y mi respuesta fue un azote en el muslo.

- Te he hecho una pregunta ¿Para que me ofreces el cepillo?

Cogió aire antes de decir.

- Para que me castigues...

- ¿Y por qué tengo que castigarte?

Volvió a tragar saliva.

- Por haber cogido la moto sin tener carnet.

- Mucho mejor, ahora ponte en posición.

Despacio se tumbó sobre mis rodillas. Le acaricié suavemente el culo, que ya estaba algo caliente.

- Ya sabes que el castigo, va siempre en consonancia con la falta y la de hoy exige un castigo severo.

Cogí el cepillo y sin más ritual empecé a aplicarle el castigo merecido y justo. Una larga y severa azotaina con el cepillo, hasta asegurarme que al día siguiente tuviera que usar un cojín para sentarse. Cuando dejé de nuevo el cepillo en el suelo, tenía el culo en llamas, había sido muy severo aquel día. 

- Ahora vas a volver a mirar un rato la pared, pero esta vez con las manos detrás de la espalda, inclinada exponiendo bien el culo castigado y con las piernas separadas. 

Se levantó en silencio y obedeció sin protestar. Yo me preparé una copa, me apetecía. Puse la silla en su sitio y me senté en el sofá a saborear el gin-tonic de Puerto de Indias, mientras la observaba, castigada, en aquella posición, expuesta, observada y avergonzada. 

Cuando me había bebido media copa, me levanté, me acerqué por detrás, le acaricié el culo suavemente, estaba muy caliente y rojo, entonces le cogí las dos manos, se las hice poner contra la pared, no me hizo falta comprobar nada, sabía que estaba chorreando, mis bóxer cayeron a mis tobillos y allí contra la pared, con el culo ardiendo busqué con mi polla su sexo inundado y me la follé. 

Un rato después, ella estaba de nuevo tumbada en mis rodillas, en la mesita habían dos copas y una cubitera, de vez en cuando cogía un cubito y jugaba un rato con el, refrescando su culo.

Al día siguiente se apuntó a la autoescuela.




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