sábado, 9 de julio de 2022

Pintando de rojo.

 



- Hola!!! Ya estoy en casa..

- Menos mal que lo has dicho, por un momento pensaba que eras el vecino.

Me contestó con sorna. Me fui directo al salón, pero estaba ocupado y cuando digo ocupado es que para llegar al sofá había que saber volar. Allí estaba ella sentada en el suelo, rodeada de pinturas con una gran cartulina.

- ¿Que haces? 

- Pffff necesitaba desconectar un poco y cómo quiero hacer un cartel para el trabajo aprovecho y matamos dos pájaros de un tiro, para que luego digas que no aprovecho el tiempo. 

- Que miedo me dan las pinturas en el suelo...

- Y que siempre tengas que poner un pero...

- Sería el vecino, si no fuera así. Aunque también te digo que el despacho está para algo. 

- En el despacho no hay tele.

- ¿Y para que quieres la tele si estás pintando?

- Soy mujer ¿recuerdas? Mi cerebro da para hacer dos cosas a la vez, no cómo otros...

- Pues yo necesito un momento de sofá.

Pasé como pude esquivando pinturas y me dejé caer en el sofá. La verdad es que me encanta verla hacer manualidades, me pasaría las horas, además es de las pocas cosas que consiguen desconectarla y que relaje esa cabeza. 

Estuve cómo un cuarto de hora reposando y mirándola trabajar. Me levanté y sin mirarme me dijo.

- ¿Dónde vas?

- A por una cervecita fresca que me la he ganado.

- Pues tomátela en la cocina.

Otra vez pasé esquivando pinturas y demás. Cogí la cerveza y de vuelta al sofá.

- Pffff al final vas a tirar algo!!! Que te costaba tomártela en la cocina!!!

- Es más cómodo el sofá.

- Si tiras algo, no quiero reproches después.

- Vigila no tires nada tú..

- Jajajaja esa es buena ¿Por quién me tomas? 

Me abrí la cerveza y mientras la saboreaba relajándome, la observaba trabajar, hasta que se levantó y mostrándome la cartulina me dijo.

- ¿ Que te parece?

- Muy bien, me gusta, tienes arte.

- Anda que no eres zalamero...

- Bueno pues nada, es horrible, no me gusta nada.

- Idiota.

- Jajajaa, bueno voy a ponerme cómodo.

- Espera un momento, que recojo.

- Para qué ya tengo el camino claro, hay que esquivar el verde oliva, el rojo y el amarillo...

Me levanté dispuesto a pasar esquivando pinturas.

- Joder que te costará esperarte cinco minutos!!!

En ese momento se giró y escuché el sonido de un bote, al mirar vi cómo mis zapatillas nuevas de una semana empezaban a teñirse de amarillo y verde oliva. La miré, me miró y se empezó a reír. 

- ¿ Te hace gracia? 

- Pues si, lo siento. 

Me quité rápido la zapatilla. Pero la catástrofe era irreversible ya.

- Recoge esto ya. 

Se dejó de reír. Yo fui directamente a tirar las zapatillas y evitar manchar más y me fui a la habitación a ponerme cómodo. Luego me fui a la cocina mientras recogía. Un rato después entró ella y vio las zapatillas en el cubo de basura. 

- ¿Por qué las has tirado?

- ¿ Y que hago?

- Se podrán lavar...

- Me da que no vale la pena...

- Bueno, tampoco te hagas la víctima que te he avisado. 

- ¿Cómo? Has sido tú quien ha tirado la pinturas 

- Joder!!! Es que me pones nerviosa, te he dicho que no te movieras y venga a pasar.

- Nena, el comedor no es sitio para eso, pero no quiero discutir.

- No claro, no quieres discutir, pero si hacerme sentir culpable. 

- Si te sientes culpable es tu problema. 

- Vete a la m....

- ¿Qué has dicho? 

- Nada. 

Sin pensármelo dos veces la cogí de la oreja, le di la vuelta dirección a la puerta y en cuanto tuve espacio le solté un par de azotes, que retumbaron. 

- Me lo había tomado cómo un accidente sin más, pero que encima te pongas chula y desafiante si que no.

 Tiré de ella hasta la habitación, abrí el armario, sin soltarla y cogí una zapatilla, más en concreto la zapatilla, la Converse rosa del número 39. 

Nada más cogerla le solté un par de zapatillazos sin soltarla.

- Ahora tengo el antojo de pintar yo, lo que pasa es que yo sólo se usar un color.

La llevé hasta el salón, aún llevaba la ropa de pintar, unos pantalones deportivos míos viejos y una camiseta vieja. Me senté en el sofá y la solté, pero sólo un instante el tiempo de echarla en mi regazo. Mano izquierda en la cintura y los azotes empezaron a caer con ganas.

- Ya verás que bonito cuadro voy a hacer con tu culo. 

Cómo llevaba puesta la ropa, no fui nada progresivo, mi mano caía una y otra vez sin ningún orden sobre tu culo, al principio intentó moverse y protestar, pero a medida que le fui calentando el culo, se rindió, me aseguré que no hubiera ningún último coletazo de orgullo y entonces paré. 

- Levanta.

En cuanto se levantó me senté en el borde del sofá, cogí todos los cojines y los puse en mis piernas. 

- Descúbrete el culo.

- Pfffffff 

Cogí la zapatilla y le di un par de zapatillazos. 

- ¿Tengo que repetirlo?

Hizo un gesto de desaprobación, la miré. Y mi pantalón descendió. 

- Nena se me está acabando la paciencia.

Se puso roja, pero terminó por bajar también la ropa interior. 

- Ya - le dije dándo un palmada en los cojines- 

Un soplido, antes de presentar el culo, en mi regazo, elevado por los cojines, además tal y cómo me había puesto, el cuerpo y la cabeza no descansaban en el sofá, se agarró a mi tobillo. Mientras yo había empezado a frotarle el culo, ya bien rosado. Entonces cogí la zapatilla, que tenía su historia se las había comprado, pero no las había usado nunca, así que las reciclé para darles otro uso. 

- Creo que este pincel, me va a ir muy bien. 

Cogí la zapatilla del talón y empecé a colorear el lienzo de piel, tiene un sonido peculiar, y pica con ganas. Poco a poco fui cambiando el color sin pausas, hasta que llegado un momento empezó a apretar las nalgas a cada azote y paré. 

- Aún no he terminado de pintar, te voy a dar un descansito para que te mentalices. Cómo no vea ese culo relajado y receptivo, te tendré que poner el jengibre. 

Esperé unos minutos acariciando su piel con mis dedos, entonces cogí de nuevo la zapatilla y seguí, cada vez que tensaba los glúteos paraba. 

- Relaja el culo!!! A la próxima voy a por el jengibre. 

No fue necesario, terminé el cuadro, un precioso lienzo de piel con mucho rojo más o menos intenso dependiendo de la zona.

Estuvimos un rato en silencio, ella agarrada a mis tobillos resoplando de vez en cuando y yo acariciando su culo, rojo y caliente. 

Le separé las piernas para tener acceso y pasé mis dedos por el surco de su sexo...

- No sé yo, si las niñas buenas deberían mojarse cuando les ponen el culo rojo, por insolentes. 

Le metí un momento un par de dedos en el coño y jugué un poco a meterlos y sacarlos, entre suspiros, los saqué y le di por sorpresa una última tanda de azotes rápidos con la mano, hasta que empecé a sentir hormigas en la mano. 

- Si te portas bien, igual luego tienes premio, ahora me voy a dar una ducha y tú te vas a ir a la pared a pensar.

Resopló, pero se levantó y se puso mirando a la pared. 

Luego se fue ella a la ducha mientras yo preparaba la cena, aquella noche cenó sentada sobre el culo desnudo. 













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