Estábamos desayunando, después de dormir a pierna suelta un sábado.
- Vaya día hace. Podríamos aprovechar y salir un poco.
- Pfff que envidia que activo te levantas.
- Que no es de el aire y el sol un poco.
- Hay que recoger la casa y hacer la compra.
- Si nos repartimos es un momento, en un salto hago la compra, tu recoges lo justo y aprovechamos.
- Bueno...vale...
- ¿No te apetece?
- No he dicho eso.
- Pues ya está, me voy a vestir y bajo a hacer la compra.
- Muy bien.
Me fui a vestir y cuando fui a buscar las llaves, estaba en el sofá estirada jugueteando con el móvil.
- Nena, espabila que vamos justos.
- Que si pesado!!! Ahora me pongo.
Le di un beso y me fui, sábado en el supermercado a rebosar, cola en la caja, total que entre una cosa y otra perdí más tiempo del que pensaba. Subí las bolsas y nada más bajar del ascensor y acércame a la puerta escuché la música alta y el aspirador. Cuando entré no se dio ni cuenta y me puse a colocar la compra. Al terminar me fui de dónde venía el ruido.
- ¿Ya estás aquí? Me fui hace hora y media ¿Aún estás así?
Paró la aspiradora.
- Igual te crees que las cosas se hacen solas.
- ¿ Y que has hecho? Ni la cocina has recogido.
- Bueno yo llevo mi orden, ahora recogeré la puta cocina.
- Ya la recojo yo, ve a ducharte y vestirte que es tarde y vigila esa boca.
- Me queda la habitación por pasar el aspirador.
Dicho esto se fue para la habitación y se tiró un buen rato, ya sacando esa vena más provocativa. Finalmente la escuché meterse en la ducha. O lo que es lo mismo entre ducha, elegir ropa, maquillaje y demás otra hora. Me fui a recoger la cocina, para pasar el tiempo y aún tuve que esperar, hasta que apareció la princesa, se había puesto una mini falda vaquera, una camiseta negra y zapatos negros de tacón generoso.
- Venga cuándo quieras, señor prisas.
- Son la dos ya...
- ¿Y?
- Pues que se me han quitado las ganas ya.
- ¿Que? !!!! Me acabo de arreglar.
- Y estás muy guapa.
- ¿Lo dices en serio?
- Muy en serio
- Pffffffff, ya te ha dado el ataque, no viene de una hora joder!!! Que prisa tienes!!!
- Ninguna, lo que me molesta es tu actitud, es que es cómo si lo estuviera viendo. Encantada, tonteando con el teléfono o con lo que sea, hasta que se te ha hecho tarde, si es que no falla.
- La próxima vez me lo dices antes y no pierdo el tiempo arreglándome, me voy a cambiar.
- Estoy hablando contigo, ven aquí.
- No tengo ganas de hablar, verás que divertido los dos enfadados.
- Aburrirte no te vas a aburrir, tengo pensada una tarea para tí.
- ¿Cuál?
- Vas a coger tu cuaderno, te vas a sentar en la mesa y a tu ritmo pero sin para, me vas a copiar 200 veces, "procrastinar es la causa principal de mis problema".
- Muy bien ¿Y por qué 200 y no 202?
Reconozco que un poco más y me da la risa, no esperaba esa respuesta. Pero me aguanté, me levanté y me quité el cinturón, lo doblé, la cogí del brazo, la puse a "tiro" y dimos un par de vueltas a la mesa, ella intentando escapar y yo acertar en el culo. Hasta que finalmente le pasé el brazo izquierdo rodeándola por la cintura, solté el cinturón y le di una buena ráfaga de tortazos en el culo, mientras le iba diciendo.
- Si en vez de quedar conmigo, hubiéramos quedado con otra gente estoy seguro que al llegar a casa ya estabas esperando con todo hecho y vestida. Y encima tengo que aguantarte impertinencias.
Sin soltarla le levanté la falda, lo mío me costó y una vez levantada tirón del tanga.
- Vas a copiar las 200 líneas aunque estés toda la tarde. Y cuando termines ve preparando el culo.
Le di un minuto largo de azotes bajo mi brazo. La suficiente para calentarle el culo y enrojecerselo ligeramente.
- Siéntate!!!
Se sentó, fui a por el cuaderno y bolígrafo, los puse sobre la mesa.
- Empieza, voy a hacer algo de comer y si no has terminado después de comer sigues.
- No me acuerdo de la frase.
Abrí una página en blanco y escribí la frase.
- Sigue y por graciosa 202 veces.
Me metí en la cocina y preparé algo, cuando estuve la llamé. Comimos en silencio y al terminar le dije que ya podía continuar. Recogí y me fui para el salón con un café.
- Levanta.
- ¿Y ahora que pasa?
Me acerqué y se levantó, sin decirle nada le levanté la falda otra vez y le bajé el tanga.
- Ahora siéntate y sigue.
Pasó un rato, sólo la escuchaba suspirar, resoplar y refunfuñar.
- ¿Te pasa algo?
- Que me aburro...
- ¿Cuántas te faltan?
- 52...
- Pues termina y dejarás de aburrirte.
Se cruzó de brazos, la miré.
- Nena...te la estás jugando.
En ese momento cogió el bolígrafo, pensé que iba a escribir pero lo tiró contra la pared.
Me levanté y me fui para ella, la cogí del brazo, levantándola y la llevé hacia donde había tirado el boli.
- Recógelo.
Lo recogió.
- Ponlo cómo un persona en la mesa.
Cuando lo dejó en la mesa, la arrastré hasta el sofá, me senté y directa a mi regazo o más bien a mi pierna izquierda, la derecha la puse sobre las suyas.
- Se me terminó la paciencia.
Mi mano empezó a sacudir su culo desnudo, nada de progresividad, ritmo constante, rápido y alternando nalga y nalga.
- Las 52 líneas que te faltan igual las tienes que copiar de pie.
Meti mi mano izquierda bajo su cadera, haciendo presión hacia arriba para levantarle el culo y estuve al menos diez minutos de azotaina interminable, hasta que me dolía la mano. Entonces paré y me fijé en los efectos, tenía todo el culo de un color rojo brillante.
- Vete al rincón un rato y hazlo como quieras pero si se cae el tanga, vuelves a mis rodillas.
La única forma que el tanga no bajará hasta sus pies era abrir las piernas. Lo cual era bastante humillante.
La dejé un rato, allí en la esquina. Cuando la llamé tenía el cinturón en la mano, ya doblado.
- Sobre el brazo del sofá.
Suspiró y caminó intentando que el tanga no cayera hasta los tobillos. Así que también se colocó con las piernas abiertas, nada más colocarse dejé el cinturón encima de su culo, rojo cómo dos cerezas maduras.
- Hoy no vas a contar, porque ya veremos cuantos te llevas, pero cada azote vas a decir: Gracias ¿Me puedes dar otro por favor?.
Cogí el cinturón, levanté el brazo y cayó cómo un rayo en su piel. Esperé...y no escuché nada, tres azotes seguidos y fuertes.
- Voy a volver a empezar, cómo si no hubiera pasado nada.
Levanté el brazo de nuevo el cinturón silbó en el aire e impactó en su piel.
- Gracias ¿Me puedes dar otro por favor?
- Con mucho gusto.
El cinturón cruzó el aire otra vez, para aterrizar en su piel, así una y otra vez, durante unas 30 veces. Momento en el que lo dejé un momento sobre su espalda, para pasar mis dedos examinando su piel, por el tacto sabía que lo quedaba de día iba a tener un calorcito y hormigueo en el culo.
Fui al baño, cogí el aceite de los masajes y una toalla. Le eché un chorro en cada nalga y empecé a extenderlo, por las nalgas y muslos. Entonces le quité el tanga que aún resistía en sus rodillas, separé más sus piernas y me puse entre ellas. Dejé caer un chorro de aceite en la grieta entre sus nalgas y empecé a extenderlo también, al llegar a su sexo el aceite se mezcló con su humedad. Estuve un rato jugando con mis dedos en su sexo. Cuando paré, me bajé el pantalón y los bóxer, me eché aceite en las manos y lubriqué mi polla. Volví un momento con mis dedos a su sexo, pero enseguida busqué el culo, entró un dedo, después dos y al sacarlos era mi polla la que empujaba para abrirse paso en el agujero estrecho y apretado. Centímetro a centímetro sin prisa hasta tocar con la piel de mi pubis, la piel caliente de su culo.
- Estira las manos que pueda verlas, esto es parte del castigo, vas a terminar de copiar las líneas que te faltan, con el culo caliente, marcado y follado.
Empecé a moverme despacio, pero enseguida se relajó y pude aumentar el ritmo, hasta correrme. Me quedé un rato con mi polla lo más profunda posible y mi piel pegada a la piel de su culo.
Al terminar me fui a dar una ducha y ella con el culo rojo, marcado y follado a terminar las líneas.
Me senté y me trajo el cuaderno, comprobé y la hice ponerse de nuevo en mis rodillas, más aceite, masaje y todo términó corriendose en mi regazo, mientras la masturbaba.

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