A mi me gusta referirme a todo esto, cómo juegos, creo que es lo que son, juegos entre adultos. A veces creo que de malinterpreta está definición, hablar de juegos no implica restarles ni un ápice de seriedad, al revés todo juego tiene su reglamento, lo más elaborados incluso formalizado, los menos un pacto verbal. Y el objetivo principal de un juego es la diversión, que no resta al hecho que aún siendo una simulación, las emociones vividas son reales.
En este juego hay tres ingredientes básicos, que para mí son indispensables, para sentir el juego, estos tres ingredientes se pueden combinar en distintas proporciones o con otros ingredientes, lo que no pueden es faltar.
- Dolor
- Vergüenza
- Perturbación
Cada uno de estos ingredientes tiene su función pero se necesita de los tres para obtener el resultado, voy a desgranar los uno a uno.
El dolor físico, es el más ambiguo, como dice una amiga "el dolor, duele". A día de hoy no he conocido spankee que disfrute del dolor o sienta placer con él, pero tampoco he conocido que lo evite o trate de minimizarlo. Estamos programados para evitarlo si es conocido o para huir o buscar solución si es desconocido. El dolor es básico para la supervivencia, lo que sucede es que es interpretable y en unas circunstancias concretas, el dolor puede anticipar algo o puede ser interpretado cómo necesario, para un fin. En otras circunstancias también puede ser una forma de estímulo. El dolor físico fija la atención mental y sobre todo anula otro dolor, el emocional, cuando duele la carne, no estamos para prestar atención al castigo de nuestro ego. Pero además el dolor actúa también cómo nudo, hace real la fantasía en forma de sensación tangible, está pasando, es real y lo estoy sintiendo.
La vergüenza es una emoción que nos protege del juicio de los demás, una especie de dique de contención a nuestros deseos. En teoría es anti erotismo e inhibitoria del mismo. Pervertirla, darle la vuelta como a un calcetín y volverla erótica y sexualmente desinhibidora, es cuanto menos curioso, pero es así. No sé si es una venganza hacia las convenciones y estereotipos de los buenos modales impuestos, pero la realidad es que funciona y suele ir bastante unido, a más vergüenza, más excitación. Puede que algo tenga que ver en la búsqueda de la pérdida de control "no lo hago yo, me obligan", es la forma más fácil de rendirse, cuando no tienes más opción, pero toda rendición necesita del testigo del escarnio.
Por perturbación entiendo esa emoción, que es tan ambigua y contradictoria que llega a paralizar, sobre todo cuando hay conciencia clara que algo que se supone desagradable y a evitar, provoca una reacciones físicas totalmente opuestas, que a la mente le cuesta asumir y racionalizar. Perturbar es indispensable en el juego, jugar a confundir, a poner en situaciones que generan un cruce de emociones es algo totalmente buscado en el juego.
Estos tres ingredientes, combinados en distintas medidas y proporciones según el momento, son la base de nuestro plato favorito. Además después de saborearlos se impone una larga digestión, que los alarga en el tiempo. El dolor no desaparece, al terminar el juego, ni la vergüenza, ni la perturbación, aún tienen camino por recorrer después del último azote.

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