jueves, 19 de mayo de 2022

Mi reconciliación conmigo mismo

 



Hacía mucho tiempo, que no escribía sobre mi y mis sensaciones, así que allá voy.

Mis primeros recuerdos relacionados con el deseo, mucho antes de que mi sexualidad general se hubiera formado adecuadamente, se centraban en el castigo. Azotes, cara ala pared, copiar líneas, incluso la vista de un cinturón de cuero desgastado haría volar mi imaginación.

 Cuando llegó la adolescencia, la sexualidad se fusionó con esta extraña obsesión tan excitante cómo extraña e incompresible. Mis primeros recuerdos relacionados con cómo percibí mi fijación fueron sentimientos de vergüenza y culpa. En mi mente joven (mi obsesión comenzó a mediados o finales de la infancia), detestaba la idea de ser cruel; sin embargo, sin entender del todo qué era un fetiche o cómo afectaría mi vida adulta, "cruel" era simplemente cómo me veía a mí mismo. La naturaleza tierna de mi mente joven entró en serio conflicto con mi naturaleza libidinosa: no podía dejar de pensar en el castigo. La idea de castigar con firmeza y autoridad a una chica, ponerla sobre mis  rodillas, levantarle la falda o bajarle los vaqueros y las braguitas era el universo repetitivo de todas mis fantasías.

 Fueron necesarios muchos años, muchas experiencias y muchos fracasos para reconciliar mi fetiche con mi naturaleza real. Para ser honesto; claro y directo: son contados los orgasmos en el que el único pensamiento en mi mente febril no estuviera enredado con una fantasía de spanking, aún teniendo sexo vainilla, en uno u otro momento, mi cabeza se fugaba a la fantasía de los azotes y así culminaba.

No soy un hombre cruel, ni sádico y me ha llevado años de experiencias y serias reflexiones reconciliar mi personalidad con mi fantasía. Y si lo he logrado ha sido gracias a esas maravillosas personas que me cruzado en la vida y que vivían lo mismo que yo desde el otro lado, ellas me hicieron sentir y disfrutar que mi fantasía era todo lo contrario a un acto de crueldad, que en el fondo las estaba complaciendo, dándoles eso que deseaban a la vez que me complacía a mi mismo, que mi fantasía era cualquier cosa menos egoísta. Que entre los dos establecíamos en cada juego una simbiosis perfecta. Ahora de lo único que me arrepiento es de todo ese tiempo perdido en reconciliarme conmigo mismo, pero más vale tarde que nunca. 



1 comentario:

  1. Publicación muy interesante y desarrollo de las dificultades de aceptarte a ti mismo como nosotros con tus deseos/necesidades, incluyendo y especialmente en tu sexualidad y lo que nos hace viajar en el barco del erotismo.
    Para ser totalmente sincero y claro, casi siempre (o casi) asocio las nalgadas con mi universo erótico y así es como lo vivo más intensamente y me estoy cumpliendo.
    Aunque mi viaje también estuvo marcado durante mucho tiempo por la vergüenza, las preguntas, las contradicciones...
    Ya no me parece una pérdida de tiempo, sino un "acabado" conocerme más y estar más en sintonía conmigo mismo porque pasas mucho tiempo contigo mismo, así que si está más equilibrado, mejor. Gracias por compartir su propia ruta en esta vasta zona. ^^

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