Cuando llegas a un punto en una relación con alguna persona que no pertenece a todo este mundo, en el que eres capaz de contarle lo que te gusta practicar, la reacción inicial suele ser muy parecida. Caras de asombro, disimulo, un tiempo de asimilación, típica pregunta: ¿te gusta que te peguen?, tiempo en silencio en el que te imaginan n el suelo recibiendo una paliza mientras un tío vestido de cuero de pies a cabeza te da latigazos…y por fin aceptación (también se da la otra cara, en la que no hay aceptación solo escándalo y no vuelves, de manera misteriosa, a ver más a esa persona). Por suerte como elijo bien a quien le cuento mis cosas, aún no me ha pasado eso, como mucho un: no me lo cuentes, prefiero no saberlo, y punto.
Pero creo que esa reacción general suele ser así porque todos llevamos dentro unos adoctrinamientos que vienen desde pequeños, siempre nos han enseñado que la violencia está mal en cualquiera de sus formas, nadie se ha parado a pensar en qué hacer con ella todo el mundo cree que simplemente hay que erradicarla, meditar, ir a yoga, pilates, a control de la ira, cualquier chorrada de esas para que seas una persona sin rastro de ira en el cuerpo. Desde pequeños nos enseñan que pegar está mal, que no chillemos, que no demos patadas, no digamos palabrotas. ¿Cómo se supone que alguien va a aprender a gestionar un sentimiento o una emoción si no puede saber cómo es o cómo se manifiesta? Si no dejamos que se manifieste.
Siempre he pensado que las personas que hemos tenido un gran control de ciertas emociones en nuestra infancia y nos hemos vuelto expertas en la manipulación de estas, cuando llegamos a adultas tienen que salir por alguna parte. Volviendo al tema de la violencia, mi opinión es que habría que dejar que se manifestara, hay que dejar que los niños se peguen (hasta un límite), hay que dejar que griten, que pataleen, que desfoguen su frustración cuando no consiguen hacer algo que quieren para que aprendan qué es la frustración y sepan combatirla. Mi obsesión por el control de algunas emociones me ha llevado directamente hacia este camino, lo sé, es evidente. La dura disciplina impuesta por mi madre en casa, la falta de reconocimiento de los esfuerzos, la presión constante por hacerlo todo bien, por no salirme de la raya, del camino esperado, creó dentro de mí un lado oscuro el cual adoro más que nada en el mundo. Un rincón dentro de mi propia alma que me ayudó a aprender a gestionar toda esa rabia contenida, esos gritos nunca dados, esa niña rebelde que no se atrevería a salir a la luz hasta años más tarde.
A través del spanking, podía descargar esa tensión y rebelarme, ponerme en las manos de alguien a quien podía decir lo que me diera la real gana o devolverle la torta sabiendo que siempre habría una respuesta y un final positivo para mí. Así encontré la libertad que necesitaba y empecé a saborear lo que era el equilibrio mental aunque me llevó años saber que esas broncas no eran reales, que quien estaba delante insultándome no lo decía en serio, que esa humillación no pasaba de esas horas, que todo lo que me decía no me describía realmente. En realidad eso llegó hace poco tiempo, hará un par de años cuando descubrí que lo que tenía hasta ahora no me convencía y decidí empezar a tomar ese camino oscuro y sacarlo a la luz, darlo a conocer. Eso me permitió ampliar mis conocimientos, conocer gente que pensaba y actuaba como yo, saber que no estaba sola en el mundo y lo que es más importante, que no tenía un problema mental, no era una rara por mis gustos.
En este último año haciendo balance, he visto el mayor de los cambios, he sabido lo que es uno de los dolores más intensos que no vienen de las manos de nadie sino de tu propio interior, y me he sentido orgullosa de mi misma por poder sobrevivir a él, hacerme más fuerte, descubrir que el mundo no se acaba y que lo bueno siempre está donde menos te lo esperas. Me he conocido a mí misma de manera más profunda, he ampliado límites y deseos, tengo nuevas metas, nuevos sueños y por fin he aprendido algo que todos deberíamos saber, que nuestra vida es nuestra, no gira alrededor de nada ni de nadie y que nunca debemos callar, posponer, ocultar lo que pensemos por miedo al qué dirán, a la reacción de la persona que tenemos delante porque si de verdad quiere formar parte de tu vida, te escuchará.
Es interesante saber la opinión de los demás
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