jueves, 12 de mayo de 2022

El dilema del instrumento.

 



Algo muy habitual en nuestros juegos, es en un momento determinado, hacer ir a buscar a la "infractora" el instrumento que va a sentir en su piel. La "orden" puede darse de dos maneras.

- Ve a buscar "el instrumento" precisando cuál es.

- Ve a buscar un instrumento, dejando la difícil elección de elegir, a quien lo va a sufrir.

Cuenta la cantante de country Dolly Parton, lo siguiente en sus memorias. 

"Cuando mamá nos castigaba por alguna travesura, nos mandaba a cortar una ramita que serviría de instrumento de castigo. Yo elegía siempre una con muy mal aspecto, con la esperanza que a mamá se le ablandar el corazón. Pero el resultado solía ser peor, mamá se enojaba más e iba ella misma a buscar una fina ramita de nogal que picaba realmente..."

Esto es muy aplicable a la segunda opción, cuando no se específica el instrumento, se suele producir una extraña contradicción, entre elegir el más inofensivo o soportable, con el riesgo de que se considere una tomadura de pelo o en cambio el más temido, con la esperanza que eso provoque un castigo más corto o menos severo.

Esto me recuerda mucho a aquella fábula de los erizos del filósofo Schopenhauer. Un día de frío un grupo de erizos se agrupa para no congelarse, cuanto más se agrupan menos frío tienen pero se clavan sus propias púas y tienen que establecer un equilibrio entre el frío y el dolor que pueden tolerar, hasta encontrar un punto confortable. 

Sin saberlo cuando decimos a la "spankee" ve a buscar un instrumento, la ponemos en ese dilema y la mayoría de las veces también se resuelve el dilema, escogiendo un instrumento intermedio, ni en la gama baja, ni en la alta de sensación.

Cuando la instrucción si específica un instrumento, esa parte de dilema no está, se sabe cuál es el instrumento y sus "efectos". Pero es la única diferencia. Ya que ir a buscar el instrumento, implica aceptación, entrega y también es una forma de reafirmar el consenso. Por otra parte hay en ello también una gran carga de anticipación y aunque pueda parecer que no, de misterio, se conoce el instrumento y sus efectos, pero no la duración o intensidad del castigo. Y por supuesto también entra la vergüenza en juego, no es fácil entregar a quien sabes que va a utilizar, lo que tu piel va a sufrir. 

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