sábado, 19 de marzo de 2022

La gula (los 7 pecados capitales)

 




No soy muy de dulce, de hecho soy muy poco, tal vez por eso, de vez en cuando el cuerpo me pide azúcar. Un día de esos al volver a casa de trabajar, pasé por el supermercado y compré un par de tabletas de chocolate para calmar el ansía. 

Poco después llegó ella del gimnasio, me saludó y se fue a la ducha, al salir pasó por la cocina y de vuelta venía saboreando un trozo de chocolate.

- Si que has tardado poco en descubrirlo...

- Jajaja, tampoco te has esmerado mucho en esconderlo, que rico!!! Aunque es una tentación.

- Pues ya sabes, la controlas.

- Es fácil decirlo, si no hay tentación, no hay pecado. 

Dos días más tarde, llegué a casa y la encontré en el sofá, con cara de pocos amigos. 

- ¿No has ido la gimnasio hoy?

- No 

- ¿Y eso?

- He tenido un día de mierda en el trabajo. 

- Buenoooo enfadada con el mundo...

- Y contigo especialmente

- ¿Conmigo? 

- Si 

- Pues ya me dirás, que te he hecho. 

- Da igual...

Se levantó y sin dar explicación alguna se metió en la habitación. Al salir se había cambiado, se había puesto unas mallas de deporte, una sudadera y las zapatillas deportivas. 

- No vas a salir ¿Verdad?

- No 

- Entonces no cojo llaves.

- ¿Dónde vas?

- Voy a bajar al parque a correr un rato.

- ¿Sentimiento de culpa?

- No me vengas con tus moralinas, paso.

- Es que no tengo ni idea, de que te pasa, pero bueno sal y desfoga, luego cuando se te haya pasado, ya hablamos.

- No hay nada que hablar, hasta luego.

No quise profundizar más, cuando se pone así he aprendido que lo mejor es dejarla y solita suele entrar en razón, aunque es cierto que ya me picaba la mano derecha y eso significa mucho. 

Cuando ya hacía un cuarto de hora que se había ido, fui a la cocina a buscar una cerveza, cuando fui a tirar algo a la basura allí vi el envoltorio del chocolate y empecé a entender todo. Mal día, enfado con el mundo, atracón de chocolate, sentimiento de culpa, autocastigo y derivar la culpa, todo cuadraba. 

Una hora más tarde entró en casa de nuevo, jadeante y sudorosa. 

- ¿ Más calmada?

- Un poco, me voy a dar una ducha.

- ¿Que te apetece cenar?

- Nada, no tengo hambre.

- No me lo creo, has salido una hora a correr y con la rabieta con el mundo que has tenido, fijo que ni has comido. 

- Te he dicho que no tengo hambre ¿tan difícil es de entender?

- En tu falta de hambre y tu enfado con el mundo ¿ Esto no tendrá nada que ver?

Me saqué del bolsillo el envoltorio del chocolate. 

- Antes te dije que también estaba enfadada contigo y ahí tienes el porque.

- ¿Y yo que tengo que ver con esto?

- Lo compraste tú, si no hubiera habido...

- Para el carro señorita ¿Te he obligado yo a comértelo?

- No, pero si no hay, no como.

- Vaya tendremos que hacer cómo con las niñas y esconder según que. 

- Pffffff paso de tus rollos morales. 

Se dio media vuelta desafiante dándome la espalda.

- ¿ Dónde vas? 

- A la ducha ¿Te lo repito otra vez?

- No me dejes con la palabra en la boca cuando estamos hablando.

- Estás hablando sólo.

Me levanté a toda velocidad, no lo esperaba así que la caché enseguida y tal y como la pillé, la rodeé con el brazo por la cintura le di la vuelta y una rápida ráfaga de azotes bajo mi brazo.

- Se me ha acabado la paciencia por hoy, señorita. Ya está bien de comportarte cómo una borde y caprichosa. 

Durante unos instantes estuvimos jugando al perro y al gato, ella intentaba liberarse y eso hacía que yo aún usase más la fuerza, hasta que se rindió.

- ¿ Te vas a estar quieta? 

No contestó pero al soltarla, no se movió. Me senté en el sofá, mientras ella se quedó frotándose el culo. 

- ¿ Tú crees que este comportamiento es medio normal? Y mírame cuando te hablo.

Levantó un poco la mirada.

- Acércate aquí - le dije señalando mis rodillas- 

Suspiró y se acercó. 

- Pon las manos sobre la cabeza, ahora!!!

Otro soplido, pero nada más hacerlo le bajé de un tirón y seco las mallas y después el tanga. Y así le solté el sermón.

- A mí me da exactamente igual, si te has dado un atracón de chocolate, me es absolutamente indiferente, por lo que no paso, es por aguantarte ni el malhumor, ni la culpa, pero no te proecupes que te voy a quitar las dos cosas. 

Al terminar la cogí del antebrazo y con firmeza la puse sobre mi regazo, sin más rodeos la cogí con fuerza de la cintura y una lluvia de palmadas comenzó a caer en su culo desnudo. 

- Ya verás, cuando haya terminado con tu culo, te voy a dejar suave como una gatita de angora. 

Desde el primero, que fui a un ritmo alto, así que en poco rato ya tenía el culo como un tomate y a mi me picaba la mano, por lo que me detuve. 

- Levanta.

En cuanto lo hizo la cogí del brazo, al pasar por la mesa con la otra mano cogí un silla, la puse pegada al rincón con el respaldo hacia la pared y la hice subirse de rodillas en el asiento con las manos en la cabeza y un codo apoyado en cada pared.

- Piensa bien en tu actitud, que yo mientras voy a pensar la forma de quitarte la tontería que tienes encima. 

Salí del comedor, y fui para la cocina, tiempo atrás había comprado espátula tipo lengua de silicona y siempre había pensado que podría tener un uso distinto. Era el momento de probarla. Con ella en la mano, volví al comedor. La fui a buscar, la hice ponerse de pie en el centro del salón, las manos sobre la cabeza y un poco inclinada hacia delante. Pasé mi brazo izquierdo por delante de su cintura y le di unos azotes de "prueba"...aquello hacía mucho ruido, pero me daba la impresión que no era la efectivo que quería.

- No te muevas.

Fui hasta la cocina, llené un cuenco con agua tibia y con el de vuelta, lo dejé en la mesita a mi alcance, volví a sujetarla así de pie y antes de volver a empezar el castigo, mojé la lengua, aún sonaba igual, aunque diferente más pesada y el efecto era el que buscaba, cada media docena de azotes, la volvía a mojar y mojada resultó ser un arma muy efectiva, cuatro docenas de azotes húmedos y su piel, estaba algo más que roja. 

Jugué un poco con la espátula entre sus muslos, entre las nalgas y en el sexo, entonces le dije. 

- Te he prometido quitarte el sentimiento de culpa y lo voy a hacer. Ve al baño y traeme un par de botellas de enemas y el lubricante.

- Pfffff no por favor...

Mojé la espátula otra vez y le di media docena más de azotes.

- ¿Te lo tengo que repetir? Y quítate la parte de abajo de la ropa cuando vengas.

Me senté en el sofá a esperar. Tardó bastante en aparecer, cuando lo hizo su cara estaba casi tan roja cómo su culo. Desnuda de cintura para abajo y con lo necesario para cumplir la parte especial del castigo. Le hice dejar todo en el brazo del sofá y tumbarse en mis rodillas con las piernas separadas. Pasé mi mano izquierda por debajo de su cuerpo para tener acceso a su entrepierna, con la derecha cogí un poco de lubricante, con un dedo lo extendí bien por toda la zona entonces abrí la cánula de una de las botellas, le puse un poco de lubricante y despacio le metí la cánula en el culo. Esperé un momento y empecé a apretar la botella haciendo que el líquido empezase a entrar, al notarlo suspiró profundamente, luego hice una pequeña pausa y repetí con la segunda botella, al terminar los dedos de mi mano izquierda buscaron su coño que goteaba y empecé a usar las dos manos, con los dedos de mi mano izquierda jugaban en su sexo encharcado y los de la derecha le acariciaban suavemente las nalgas castigadas. Hasta que el enema empezó a hacer efecto y ella empezó a inquietarse, entonces la dejé esconderse en el baño. 

Media hora después apareció con el albornoz y aún sonrojada, le dije que se lo quitase y la hice ponerse en mis rodillas otra vez totalmente desnuda. Yo había preparado las cremas y nada más ponerse otra vez en mi regazo, empecé a "mimarle" el culo. Volví a meter mi mano izquierda por debajo de su cuerpo y su coño seguía empapado. Saqué la mano con su cuerpo encima no me permitía hacer según qué, pero seguí con la derecha desde atrás, dos dedos entraron en el coño y empezaron a moverse, a la vez que sus caderas también empezaban a moverse, entonces vi la lengua de pastelería pervertida y pensé en pervertirla más aún, jugué un poco con el mango en su coño, pero más con la intención de lubricarlo que otra cosa, cuando consideré que era suficiente, el mango acabó alojado en su culo, entonces empecé a jugar a la vez con el improvisado juguete en su culo y los dedos de mi mano derecha en su coño y ya no paré hasta que se corrió en mi regazo. 













3 comentarios:

  1. Me encanta y no me lo habías enviado 😭😭

    ResponderEliminar
  2. ¡Esta historia es divina, terrible, punzante y emocionante! ¡Gracias!
    Me encanta.😋😍

    ResponderEliminar

"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...>