El momento posterior a un juego "intensito" es un tiempo, en el que tienes que lidiar, con un montón de sensaciones y emociones, algunas tan opuestas que a veces abruma. Tras un rato, cómo que todo se asienta y en mi caso particular, me queda una sensación extraña, algo que definiría como una mezcla entre relajación placentera y cansancio, muy reactiva eso sí, al estímulo físico, pero a la vez muy pasiva, al menos durante un buen rato. He llegado a quedarme dormida durante el "after care". Aunque os voy a hablar de otra cosa, del día después, en especial cuando he estado sola.
Tras un juego intenso, siempre queda un recuerdo, en forma de dolorcito residual, incomodidad al hacer según qué como sentarse e igual es eso, lo que provoca todo lo de después.
He pasado un día, durante el cuál han habido un montón de momentos que me han hecho recordar, lo que pasó ayer. Llego a casa estoy sola, me pongo cómoda, muchas veces una camiseta y ya está nada debajo.
Me tumbó en la cama o en el sofá, empiezo a recordar, muchas veces acabo tumbada boca abajo al revés, mi cabeza en los pies de la cama y me levanto la camiseta, debajo no llevo nada, siempre me ha parecido un placer tener el culito al aire, en especial cuando aún está bastante dolorido. Cierro los ojos y recuerdo, recuerdo sus dedos acariciando mis nalgas encendidas en sus rodillas, su mirada, su voz y sus gestos severos, ahí ya mis dedos empiezan a vagar por debajo de mi cuerpo y sigo recordando. Recuerdo como sus dedos siguen acariciando mis nalgas y en algún momento también se escurren entre mis piernas, me muero de vergüenza estoy muy mojada y me acaban de castigar. Da mucha vergüenza saberte mojada en esa situación, no importa la de veces que repitas.
En ese momento, ya no puedo para, me doy la vuelta y mis dedos juegan en entre mis piernas. Me pregunto si me notaría tan mojada como estoy ahora, cierro los ojos y escucho su voz regañarme, puedo sentir el calor que desprendía mi culo un día antes, muevo las caderas a la vez que mi mano sigue el ritmo, más que moverlas lo que hago es frotar el culo contra las sábanas, con la esperanza de encontrar alguno de esos puntos doloridos que me ayuden a llegar antes, puedo escuchar el sonido de los azotes, el del cinturón, hasta que me corro, grito y jadeo exhausta, suelen ser muy intensos y en ningún momento en pensado p imaginado sexo.
Me quedo tumbada saboreando el placer y sigo acariciándome pero más lento, sin sentido, ni objetivo.
Hasta que pienso, que debería darme una ducha, me desnudo camino hasta el baño desnuda, abro el grifo y entonces antes de meterme, es inevitable mirarme al espejo, haciendo contorsiones, me veo las marcas, las acarició, a veces aprieto sobre todo en los puntos con las marcas más evidentes, duelenz pero duelen diferente al momento, ya no tengo aquella sensación de calor y dolor que abarca mucha superficie, ahora está localizado, a veces el vapor que empaña en espejo, es lo que me despierta y me devuelve a la realidad, me meto en la ducha, el agua casi hirviendo me moja, cierro los ojos y me apoyo en la pared con al espalda y siempre tengo un segundo orgasmo en la ducha y otra vez no pienso en sexo, pienso en gestos, sonidos, timbres de voz y calor, de alguna manera mi piel roja bajo el agua caliente, también me recuerda muchas cosas.
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