sábado, 17 de julio de 2021

La clase de yoga.





Cuando me dijo que se apuntaba a clases de yoga, pensé que aquello no era precisamente lo suyo, eso de estar concentrada y meditando, no iba mucho con ella, que era más de adrenalina y soltar energía. Pero bueno, lo de siempre, una amiga se había apuntado y por hacerle compañía y probar, se compró todo el equipo y se apuntó. Tres días por semana. 

Por eso me extrañó aquel día, que al llegar a casa estaba allí vestida con las mallas moradas y la camiseta de yoga.

-¿Y eso? que haces aquí

-Puffff no veas que vergüenza

-¿Que ha pasado?

-Que la monitora nos ha echado de clase

-¿Por qué? ¿ Qué ha pasado?

-Pues qué me ha sonado el móvil en mitad de la clase y nos dijo que los móviles no podían entrar

-Ya te vale ¿Y cómo has entrado el móvil en la clase?

Entonces se levantó muy chula, cogió el móvil, se lo puso en la cadera de las mallas y me dijo

-Así

-¿Y para que querías el móvil en clase?

-Ya sabes el tema del cumple de María.

-Ya te vale, en fin me voy a poner cómodo

-Vale

Al principio me hizo gracia y todo el tema, pero cuando me cambiaba de ropa, empecé a pensar y me pareció un comportamiento del todo adolescente, además no venía de una hora, estar sin teléfono. Cuando fui de nuevo al salón allí estaba jugueteando con el móvil y le dije.

-Nena, voy al despacho 5 minutos a poner un mail y vengo

-Vale, cuando vuelvas trae algo de beber por favor

-Ok.

No tenía ningún mail que enviar, mis ideas iban por otro lado. Fui a la mesa y saque del cajón un regla de madera de cedro americano, calibrada en pulgadas, 24 en total o lo que lo mismo algo más de 60cm que había comprado por 3 euros en internet, con su inscripción "made in USA" y todo, la puse en la mesa y me fui a la parte delantera de la mesa, me apoyé en ella y la llamé.

-Nena puedes venir  un momento por favor.

-Voy....

Su cara cambió cuando me vio allí apoyado de brazos cruzados y más aún cuando le dije:

-Cierra la puerta por favor y acércate.

-¿Pasa algo?

-¿Tu que crees?

-No sé

Se acercó prudente y cuando estuvo a la distancia ideal , cogí la regla y la usé de separación y le dije poniendo un tono de voz más firme.

-Nena si tengo la autoridad, me gustan que se cumplan las normas y no puedo permitir ciertos comportamiento que parecen del todo inadecuados, si la monitora te dice que la clase es sin móvil, no veo la necesidad de incumplir ea norma y quedar avergonzada delante del resto.

-No te preocupes si seguramente no voy  a volver

-Y tanto que vas a volver, al menos una vez. Pon las manos sobre la cabeza.

-Pufffff

Lo hizo pese a la queja y empecé a pasarle el canto de la regla, por el surco de su sexo que se dibujaba en las mallas como una segunda piel, le di unos golpecitos con la regla en el interior de los muslos haciendo que separara las piernas, mientras seguía regañándola a la vez que pasando la regla por su sexo. Se ruborizó.

-¿Estas avergonzada? te has puesto roja.

-Ha sido una tontería lo sé....

-Ya, pero para eso estoy yo, para recordarte las consecuencias de las cosas. Y tu cuerpo no parece muy avergonzado, no creo que esa mancha más oscura en las mallas moradas sea pis...

Aun se ruborizó más.

-Bájate las mallas

-Puffffffff ¿ por qué?

Hice sonar la regla contra mi mano, varias veces.

-¿Tengo que repetirlo?

Se las bajó hasta las rodillas tal y como sospechaba debajo no llevaba nada.

-Vaya, vaya y encima sin nada debajo

En ese momento volvía a pasar la regla por su sexo pero ahora plana y haciendo cierta presión.

-Vamos a hacer una cosa, ahora saldré del despacho 15 minutos, cuando salgas cogeras la silla de los castigos, te sentaras en ella y escribirás una carta de disculpa a la monitora, por tu comportamiento adolescente. Cuando vuelva además, te quiero encontrar inclinada sobre la mesa, con el culo bien expuesto y el tawse en los riñones. Le di 4 o 5 golpecitos con la regla en la vulva, suaves, pero con singnificado

-¿Está claro?

No contestó, pero bajó las manos y fue a buscar la vieja e incómoda silla de madera con el respaldo recto. La puso frente a la mesa y se sentó. Yo salí cerrando la puerta, se me hizo largo el cuarto de hora, antes de entrar fui a buscar el bote de aceite de masajes de coco y con el entré. Al abrír la puerta estaba todo en orden. La silla en el rincón de nuevo y ella totalmente doblada sobre la mesa, con el culo expuesto, el tawse de dos lenguas encima de los riñones y un sobre a un lado.

Sin decir nada fui a por el sobre, lo abrí, saqué la carta y la leí, al terminar se lo dí  y le dije.

-Empieza a leer sin moverte

Y con voz entrecortada empezó a leer.

"XYZ, me gustaría pedirte disculpas por incidente de ayer y romper la dinámica de clase...."

Mientras leía cogí el aceite, eché un buen chorro en mis manos y empecé a extenderlo bien por las nalgas, la parte alta de los muslos y la interna, para descubrir que chorreaba a pesar de todo.

"Lo siento mucho te prometo, que no volverá a pasar más". Así terminaba la carta, le hice ponerla de nuevo en el sobre y dejarla a un lado, entonces cogí el tawse, de sus riñones. A fin de cuentas no deja de ser un instrumento de cuero y su mordedura es prácticamente idéntica a la de un cinturón, pero al ser un instrumento de castigo puro y duro, su impacto mental es más  potente, además sin calentamiento previo más allá que el pequeño masaje y con la  piel engrasada, no haría falta insitir mucho para conseguir dejarle el culo en llamas. El primer impacto atronó, el sonido del cuero contra la piel engrasada. Le dí los azotes muy espaciados, dejando pasar  un buen rato entre uno y el siguiente, cuando llevaba media docena, ya se marcaba sobre su piel las franjas rectangulares con puntitos rojos del cuero. Además a medida que iban cayendo parte del aceite de la piel era absorbido por el cuero, lo que hacía que fuera más pesado. 

A la docena, tenía ya el culo bien rojo y seco, así que cogí de nuevo el aceite y volví a "engrasar bien las nalgas, ahora ya calientes y rojas, dejando de nuevo el tawse en sus riñones. Una vez bien engrasado el trasero de nuevo, volví al castigo, ahora sin espaciar tanto los azotes, más seguidos, cada vez el tawse pesaba más y le costaba más mantener la posición, una docena más tarde volvía a tener el culo seco y marcado a franjas rectangulares rojas y violetas en los bordes de las franjas sobre todo. Ahí decidí parar. Me senté en la mesa, ella se agarraba con fuerza al saliente de la mesa, tenía la cara apoyada en la mesa, girada hacia la izquierda y los ojos cerrados, le acaricié el cuello y la nuca, mientras le decía.

-No se cómo te lo haces, pero no hay semana, que por una u otra cosa no acabes algún día con el culo marcado, al final pensaré que te gusta -le dije con ironía-

Me bajé de la mesa cogiendo el aceite y empecé a extender de nuevo meticulosamente aceite por toda la piel castigada, y un poco más allá, por los muslos, incluida la parte interna y hasta el sexo, donde el aceite se mezcló con su lubricación, lo que me provocó una sonrisa y una idea.

Fui a la parte de los cajones de la mesa, abrí el cajón de los juguetes de "castigo" y cogí de su caja un tira de bolas anales de silicona de color morado también, en total la tira tenía 5 bolas de menor a mayor, me fui de nuevo detrás de ella, terminé de bajarle las mallas hasta los tobillos,con mis pies separé más aun las piernas, podía ver el brillo de la hendidura de su vulva medio abierta, roja y los labios hinchados, cogí el aceite lubriqué las bolas, y con un dedo su culo, jugué un poco alrededor de la  rosa rugosa y sensible, le metí el dedo un poco para lubricar también por dentro  y empecé a meterle las bolas una a una, sin prisa recreándome, hasta meter la última y la más gruesa, cogí otra vez aceite y me puse en la mano, y así en la misma  posición de castigo con el culo marcado a franjas y el tawse aún sobre los riñones empecé a jugar con mi mano en su coño, mezclando el aceíte con sus fluidos, haciéndola gemir, pero sin culminar, entonces me desnudé, también lubriqué mi polla erecta, y la apunté a la entrada del coño....entró como aspirada, hasta el fondo, allí me quedé un rato, con mi polla bien profunda y mi piel tocando la piel caliente y sensible de su culo, hasta que cogí la anilla de las bolas, la estiré un poco hacia arriba, pero sin sacar ni una bola y empecé a embestirla, mi pubis empezó a chocar sonoramente contra la piel de su culo azotada y engrasada, mientras sujetaba las bolas, bolas que podía sentir en mi polla, en cada embestida. Se corrió ahí en la misma y posición de castigo y yo también me corrí dentro de ella.

Al día siguiente tenía clase y como una buena niña entregó su carta de disculpa, e imagino que no estuvo muy cómoda, en aquella clase, aunque igual más concentrada si. De vuelta a casa la esperaba, nada más llegar, de pie en el sofá comprobé las marcas y creí conveniente volver a aplicarle aceite en la piel.

Fin.


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