sábado, 26 de junio de 2021

Blitzkrieg spank

 





No os preocupéis que nada tiene que ver, lo que voy a escribir con la mítica canción de los Ramones...o tal vez sí, bueno ya lo descubriréis si seguís leyendo.


Había tenido que cogerme unas semanas libres y volver a mi lugar de origen, dejándola a ella sóla, era algo que podría haber arreglado antes, pero la limitaciones de la máldita pandemia, en cuanto a la movilidad no me lo permitieron y además se juntaron cosas y eran temas familiares, así que no me quedó más remedio que cogerme unas semanas y ya sabéis como va la burocracia.

El día que me fui le recordé, que aunque fuera a estar unas semanas fuera, eso no significaba libre albedrío y que si cabe por el hecho de no estar aún estaría más atento a su comportamiento, a las tentaciones de procrastinar y demás. Le dio la risa y lo zanjó, con un:

-Anda tira, que son sólo 3 semanas.

Pero, quedaba avisada. Cada día hablamos un rato por teléfono después de cenar y me iba poniendo al día y también esquivando alguna pregunta trampa. Es curioso como la distancia, muchas veces en vez de ser un obstáculo al juego, lo que hace es potenciarlo más y que sea más permanente. La primera semana fue bien, aunque empezó a torcerse un poco el fin de semana, el motivo una salida con las  amigas el sábado y posterior vagancia el domingo, con sentimiento de culpa asociado. Con lo que la segunda semana ya empezó torcida, desde el primer día y con ella las anotaciones en el cuaderno (mi chivato particular) anotaciones, que solían ser dobles, la falta  y la posterior respuesta. Y así fue pasando la semana, entre anotaciones y enfados. El viernes me dijo, que iba a venir a verme, que había encontrado un billete barato de tren y aunque para 24 horas apenas se vendría. Me pareció buena idea, tenía muchas ganas de verla y aún me quedaba una semana por delante.

Dicho y hecho, antes de salir me dijo que tenía una sorpresa para mi, a lo que contesté que yo también tenía  una. Así que imagino el viaje en tren que entre una cosa y la otra eran casi 4 horas, porque tenía que coger un tren de cercanias, con su cabeza pensando en mi sorpresa y la mia en la suya.

Un poco antes de la hora prevista de llegada del tren, ya estaba en la estación, justo enfrente de la salida hay un bar y me senté en la terraza a cubierto a tomarme  una cerveza mientras la esperaba, a cubierto porque pese a ser ya casi verano, el buen tiempo no acababa de llegar y llovía a mares aquella tarde. Desde la terraza vi llegar su tren, detenerse en la estación y ya a lo lejos la vi bajar, me hizo gracia como iba vestida. Mini falda vaquera, camiseta negra de los Ramones , cazadora vaquera y medias de reja. Levanté la mano y me vio en la terraza, cruzó corriendo para no mojarse, me levanté nos dimos un beso y nos sentamos.

-Joder yo que llevo el bikini y que quería playa.

-Bueno, mañana dicen que hará sol

-¿Tu crees?

-Eso dicen

-¿Que tal el viaje?

-Raro

-¿Por qué?

Miro a lado y lado habían más mesas con gente y me contestó.

-Luego te cuento ¿Y tu que tal como lo llevas?

-Con ganas de acabar, igual con suerte vuelvo un poco antes y todo

Seguimos charlando un rato y la terraza se vació algo de gente, entonces cuando se sintió más protegida por la intimidad, volvió a decirme que tenía algo que contarme, pero la corté, le dije que ya tendría tiempo y que mejor que fueramos yendo para el hotel. Había reservado una habitación de Hotel, para tener más intimidad que en casa de mi familia. Así que nos montamos en el coche nos fuimos, de haber hecho otro clima, lo más seguro es que hubieramos ido a dar un paseo , tomar  algo o incluso cenar antes de ir al hotel, pero el tiempo era muy desapacible así que fui directo al hotel. Sólo paré  un momento mal aparcado frente a una tienda, ella se quedó en el coche, fue entrar y salir, con algo que metí en el maletero y ya directos al hotel, ahora ya no sólo llovía, encima había una tormenta eléctrica de las buenas y cada vez llovía más fuerte. 

Al aparcar tocó correr, para ponernos a refugio y no mojarnos, hicimos el check-in, nos dieron habitación y subimos, tuvimos suerte, nos tocó la de final de pasillo, con vistas a un centro comercial. Nada más entrar, ella se descalzó y se tiró en la cama, entonces caí, me había dejado el misterioso objeto que había recogido en la tienda en el coche, se lo dije y bajé a buscarlo. Al entrar de nuevo iba escondido en una bolsa de papel. Desde la cama, me dijo

-Me intriga saber que es eso

-Pues es muy probable que lo descubras

-No me lo vas a enseñar?

-Todo a su debido momento. Ahora trae tu cuaderno.

-Puffffff, así de primeras, no quieres conocer antes mi sorpresa.

-Nena, la obligación antes que el placer, así que mueve el culo.

Rechistando se levantó, abrió su pequeña maleta sacó el cuaderno, que en realidad era una agenda, yo me senté en la cama, ella se quedó de pie frente a mi, eseperando, le pedí que me la diera, lo hizo y la abrí por donde estaba el marca páginas y empecé a leer a la inversa, desde la última fecha hacia atrás. Reconozco que me recreé, que leí muy lento, para tensionar más el momento y la espera, hasta que la cerré de un golpe seco, la dejé en la mesilla de noche y la miré serio.

-¿Que pasa? ¿que no puedo estar unas semanas fuera que te pierdes?

-Hala!!!!!! no seas exagerado, tampoco hay para tanto.

-Pues la última semana está repleta de tinta roja

-Porque eres un quisquilloso

-Será eso, pero ya sabes que la tinta roja de tu agenda acaba siempre plasmada en tu culo, que termina más rojo que la tinta y hoy no va a ser una excepción. Levántate la falda.

Volvió a resoplar, pero una mirada severa, y la falda vaquera empezó a subir y el color de su cara también, cuando la tuvo subida o más o menos, la cogí de la mano y sin darle tiempo a mucha lucha o resistencia, tirón seco y a mis rodillas. Allí terminé de levantarle bien la falda, debajo un tanga de encaje de color fucsia y las medias de reja. Mala elección para enfrentarse a un seguro castigo, ni lo uno, ni lo otro protege nada. La sujete firmemente de la cintura con mi brazo izquierdo y empecé a azotarle el culo en mi regazo. No se porqué pero me excitó mucho ver como su piel iba cambiando de color a traves de los huecos de las rejillas de las medias, pero una azotaina que se precie es siempre con el culo al aire. Me detuve un momento y con parsimonia y ritual, primero le bajé las medias y después también el tanga, empecé a acariciarle el culo desnudo, ya rosado y calentito, con caricias intensas fruto de mi excitación y ahí vi algo que me hizo parar. Había algo de color rosa, como un pequeño tubito flexible, que hacia de puente entre sus dos agujeros íntimos, lo pincé con el pulgar y el indice, no era un tubo, era una unión de silicona rosa.

-¿Y esto?

-Es tu sorpresa, me lo puse al salir y tiene hasta mando a distancia, pero claro has preferido, no saber...

Ahora ya sabia era uno de esos vibradores dobles, vaginal y anal, unidos y había hecho un viaje en tren de cuatro horas, más el rato de antes de ir al hotel con el ocupando sus dos agujeros, sonreí y pensé para mi que era una maravilla, alguien que siguiera mi perversión y además capaz de tomar la iniciativa, pero eso no quitaba que había que corregir su comportamiento y el juguete, la humedad y la excitación hicieron que  enfocara el resto de la azotaina, desde dos puntos de vista. Por una parte, quise que sintiera lo eficaz que puede ser una mano bien aplicada y por otra, jugar con las vibraciones de los azotes con el juguete en sus dos agujeros. Me puse manos a la obra, a colorear bien su culo y además dedicando especial atención a la parte baja del culo e incluso la alta de los muslos, lo más cercano al juguete que la llenaba. Fue una de las azotainas mas largas y constantes que le he dado nunca a mano, incluso creo que aquel día por primera vez, la escuché quejarse de verdad de una azotaina a mano, realmente cuando paré mi mano también estaba dolorida, roja y caliente, así que su culo podéis imaginar, pero también es cierto, que incluso la cara interna de los muslos le brillaba mojada. Ahí metí el dedo por debajo de la especie de hilo grueso redondeado de silicona, que hacia de puente por el perineo entre ambos vibradores y estiré suavemente hasta sacárselo. La parte que estaba en la vagina era bastante más gruesa, que la que profanaba su culo. No lo solté, le di una palmada en el muslo y la hice levantarse y le indiqué el rincón. 

Habían unos pasos, hasta el rincón y la rígida y ajustada tela vaquera de la falda, se sostuvo sola levantada, en el rincón le hice poner las manos sobre la cabeza. Toda esa pinta de chica malota, en el look, quedaba por los suelos allí en el rincón con la  falda levantanda, las medias a media pierna y el culo rojo al aire. Le hice unas fotos, para el álbum de los castigos, el color rojo intenso que le había pintado con mi mano, bien lo merecía. Yo me levanté y fui a lavar el juguete al baño. De vuelta, me senté un momento en la cama a mirarla, el placer de mirar contra el placer de ser mirada. Cuando me cansé la fui a buscar, la llevé hasta la cama, allí le hice apoyar las manos sobre el colchón, con la espalda bien inclinada y el culo bien expuesto. Entonces fui a la misteriosa bolsa de papel sobre el escritorio y saqué lo que había dentro, ella no podía verlo, lo dejé  sobre su espalda, notaría cierto peso y algo que le recordaría a buen seguro un cinturón por la forma y el peso, terminé de levantarle bien la falda y cogí el misterioso objeto, lo doble, pero no hubo ruido metálico de hebilla, se lo pasé suavemente por la piel roja y ahí si debió notar algo, era cuero, pero un cuero diferente, más áspero, el cuero de una correa de alfilar. El tacto es diferente, pero la mordida no tanto, no deja de ser un golpe seco, la única diferencia sea tal vez algo más de rigidez y pesadez en el cuero. Le dí 6 azotes en una primera tanda, tras la cual estuve un rato acariciando la piel castigada, pero también la cara interna de los muslos y la humedad chorreante de su coño por fuera. Y luego repetí con media docena más, ahí si noté cierta diferencia, con un cinturón convencional, este era más abrasivo y en la piel se notaba, así que suficiente.

Fui a por las cremas, necesitaba un poco de alivio e hidratación y ahí en la misma posición de castigo, tras un rato de cuidados, cogí el curioso juguete, le lubriqué el bulbo más grueso, el que en teoria es el vaginal, luego le lubriqué el culo y le volví a poner el juguete, sólo que invertido esta vez, la parte más gruesa en el culo y la menos en el coño, entonces le subí el tanga y las medias y le dije.

-Ahora que no llueve vamos a cenar.

Se fue a retocar un poco y bajamos a restaurante del centro comercial. Antes de salir le pedí el mando a distancia que accionaba la vibración y me lo metí en el bolsillo. En el restaurante, fue divertido ver los esfuerzos para mantener la compostura y sentarse, pero no jugué con el mando, aunque el mero hecho de tenerlo en mi poder, creo que fue suficiente estímulo.

De vuelta al hotel, la desnudé, la hice tumbarse boca abajo en la cama, le quité el juguete, le di un largo masaje y acabamos follando un buen rato antes de  irnos a dormir.

Al día siguiente al levantarnos me fui primero a la ducha, al salir la encontré tumbada boca abajo másturbándose desnuda...tenía el culo como un mapa de moratones irregulares y supongo que la visión de las marcas fue lo que provocó esa reacción.

El día había amanecido radicalmente distinto, así mi venganza fue irnos a la playa y mostrar las marcas que no tapaba la braguita del bikini, en ese eterno juego de vergüenza y excitación.

Continuará....



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