martes, 27 de abril de 2021

Vergúenza, seducción y provocación.

 



Los tres términos que dan título a esta entrada, son propensos a la confusión, guardan similitudes aunque no son exactamente lo mismo, es más muchas veces se solapan entre si lo cual no hace sino que aumentar esa confusión. Todos ellos están presentes en los juegos y creo que distinguirlos, es un ejercicio muy interesante.


Hay un película del 2011, que se titula Shame, que narra la historia de un hombre solitario adicto al sexo. Aunque para mi gusto es un pelicula lenta y demasiados gris, contiene una escena que me parece brutal y que me va a servir para explicarme. Os comparto el enlace para quien no la haya visto dura apenas un par de minutos.


En ella él protagonista de la película, tiene un encuentro casual con una mujer atractiva durante un trayecto en metro. Y empieza a establecer un juego de miradas con la chica, la cual se siente deseada y por lo tanto poderosa. Ella tiene el poder y es consciente por lo que empieza a hacer uso de el,  entrando en un juego de provocación. Pero ese poder es efímero y condicionado al control y en este caso el control lo tiene el, desde el momento que deje de mirarla y no siga su juego el hechizo del poder se termina. El juego se calienta más cuando ella se levanta y se apoya en una de las barras del vagón y acto seguido el se pone detrás pegado a ella. Entonces se detiene el convoy y ella sale, el la sigue, pero acaba perdiéndose entre la multitud. La escena representa a la perfección dos desconocidos follándose mentalmente, en la que uno de ellos tiene el poder y el otro el control. Pero termina siendo un coitus interruptus, porque ninguno de los dos ha sido capaz de dominar la situación.


Esa escena me recuerda a alguna otra. Una pareja entra en un bar es domingo a mediodía hora del vermut, el bar está bastante repleto de gente. Se sientan en la barra, ella lleva una mini falda, se miran, ella sonríe con picardía a la vez que separa las piernas, el mira hacia abajo y ve el final de sus medias como tras de el hay unos centímetros de piel desnuda que terminan en el triangulo de su ropa interior, el aparta la mirada y suspira, después vuelve a mirarla fijamente y pone una de sus manos por debajo de su falda, en las medias, ella reacciona separando aun mas las piernas se sabe con el poder y se cree protegida en su juego por el lugar, entonces el  mete la mano mas, separa el triángulo de su ropa interior y empieza a masturbarla con un dedo, en la barra de un bar un domingo al mediodía. Ese gesto invierte de golpe los términos, ella sigue teniendo el poder, pero quien domina la situación es el, la perturbadora ha pasado a ser la perturbada, tiene un poder incomodo, porque no hay ningún control sobre el.


En este tiempo algo me ha llamado mucho la atención y es como sin preguntarlo tan siquiera, algunas personas me han afirmado con una seguridad y rotundidad alucinante: “Yo soy spankee, no sumisa”. Y cuando les he preguntado que me explicaran el porque de esa seguridad, me han hablado siempre de un sentimiento y los sentimientos no precisan de explicación. En cambio si lo pensamos fríamente, vemos que en ambos casos, hay un cesión del control y dominación. ¿Por que esa seguridad, ese tenerlo tan claro?.


Yo creo que unas cuantas pistas de eso han salido ya. En los juegos sadomasoquistas, el poder siempre recae en la parte “bottom”, que es la que tiene el poder de terminar un juego unilateralmente, pero ahí terminan las similitudes. En la spankee ese poder va mas allá, ya que es siempre la que va a tirar primero los dados para empezar el juego. No importa el tipo de juego si es de disciplina, si es de reto mental….la salida ya sea por acción o por reacción es de la spankee, como la chica de la escena tiene el poder. Sin embargo, desde ese momento está cediendo el control es de la parte spanker, qué puede entrar al trapo, alargar la agonía siguiendo el juego sin arrancarse o incluso ignorar en busca de una mayor provocación. Pero como decía la mítica publicidad de un marca de neumáticos: “potencia sin control no sirve nada”, en este caso diría que “control sin dominación no sirve de nada”. Ahí está la gran diferencia. En el spanking la dominación no es el objetivo del juego, de hecho la inmensa mayoría de spanker no somos dominantes, no anhelamos, la obediencia y la entrega como piedra angular del juego. Lo que buscamos, lo que nos excita, es sin tener el poder, tener el control para en un momento muy determinado, dominar la situación. La dominación de la persona, de la spankee no es mas que una consecuencia del verdadero objetivo, dominar la situación en base el control aun cuando la otra persona tiene todo el poder.


Ese juego en aquel bar un domingo al mediodía, terminó con ella pidiendo que el chico parara. A lo que el chico respondió afirmativamente, aunque le susurró al oído.


-Cuando lleguemos a casa, me voy a encargar que la próxima vez te lo pienses antes de empezar a jugar, para después pedirme que pare.


¿Captáis la diferencia,entre poder, control y dominar la situación?.


Os dejo la escena de "The Shame", muy interesante.





4 comentarios:

  1. Excelente reflexión.
    Mientras te leía no podía dejar de establecer puentes con la teorización del poder suave de las mujeres, si bien es interesante ver cómo lo diseccionas.
    Es curioso que el ejercer este tipo de poder, que históricamente ha funcionado bien, (de hecho todas las conquistas femeninas se han logrado con él), es deliberadamente confundido con victimismo por alguna gente.
    A mi, y a muchas, nos gusta PODER ceder el CONTROL a quien deseemos, que forma de mezclar...
    Lo dicho, gran aporte.

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    Respuestas
    1. Pues usando la palabra de moda "empoderar" que puede empoderar más que hacer lo que deseas con quien quieres? Quizás uno de los problemas del "nuevo" femenismo sea que niega muchas veces los deseos de la mujer, por lo que ellas creen que deberían ser los deseos correctos.

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    2. Simone de Beavouir: ninguna mujer debería estar autorizada a quedarse en casa a cuidar a sus hijos, La sociedad debería ser totalmente diferente. Las mujeres no deberían tener esa opción, precisamente porque si la tuvieran, demasiadas mujeres la elegirían.
      Ya sabes que determinadas opciones son alérgicas a la libertad, por que, igual, si nos preguntan a muchas mujeres el "heteropatriarcado" (¿sociedad occidental?) no está tan mal...
      No obstante hay cosas perfectibles.
      Y si, yo soy libre, tan libre, que hasta lo soy de entregarme a quien quiera.

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    3. Exacto la libertad si un orden, una jerarquia y una estructura es anarquía y en una hipotética sociedad "igualitaria" ganarían los más fuertes. Por eso existen unas "normas" leyes que castigan los excesos en la libertad. Aquello de la mia acaba dónde empieza la tuya.

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