domingo, 14 de febrero de 2021

Prepárate cuando lleguemos a casa.

 





Yo siempre digo que los juegos, son como una guitarra eléctrica, la guitarra es sólo el 50% del instrumento, el otro 50% del sonido depende de muchos factores. Eso aplicado a los juegos vendría a ser que la parte física es sólo un 50% del juego y el otro 50% depende de muchas cosas, como por ejemplo esa frase que titula este relato.

Tras semanas encerrados, que sumadas se contaban por meses, por fin algo de libertad y claro nos agarramos a ella con toda la fuerza. Además coincidió con uno de aquellos fines de semana de final de invierno cuando se intuye la primavera y alargan los días. Así que cuando nos propusieron salir un rato a tomar algo ni lo pensamos, seguía habiendo toque de queda, pero nos habían concedido una hora de más, así que quedamos en la ciudad a tomar unas cervezas con unos amigos. La sensación de libertad es algo que sólo valoras cuando te falta y dentro de lo malo siempre hay algo bueno. Tal vez después de aquello aprendiéramos a valorar la libertad.

Y allí estábamos de risas de nuevo, en compañía tras semanas de aislamiento, tal vez por eso ella desde el primer momento, como que tuvo un comportamiento muy desafiante, provocador y travieso. Al principio me lo tomé a broma pero un par de salidas de tono en público, empezaban a cruzar la ralla de lo tolerable. Ella y sus problemas con medir o calcular hasta donde llegar. A la tercera ya no pude más y aprovechando un momento de soledad le dije la frase:

-Prepárate la que te espera cuando lleguemos a casa.

Sé perfectamente la fuerza de algunas frases y aquella fue el primer azote contundente que le dí aquella noche. Es más estoy seguro que su piel sintió un escozor imaginario y que su ropa interior se mojó. Lo que es seguro es que su actitud cambió de repente, dócil, suave y mimosa. Cuando nos despedimos del grupo y nos montamos en el coche camino de casa, sin decir nada puso su mano en mi pierna y empezó a hacer circulitos con ella sobre mis vaqueros. La miré y no dije nada arranqué el coche haciéndome el frío e indiferente, puse música, como forma de establecer un muro y evitar conversación, la intención era seguir aumentando la tensión de la espera. También estaba totalmente seguro que ella se debatía entre empezar una conversación intentando rebajar esa tensión o callar evitando así que cualquier nueva salida de tono empeorara el futuro que le esperaba a su culo. Y optó por callar y tararear a Extremoduro sonando en el coche.

Al llegar todo se ralentizó, metí el coche en el parking, subimos al piso, en el edificio reinaba el silencio, entramos, cerré la puerta con llave y en ese momento tras un tenso silencio dijo algo.

-¿Estas enfadado?

-Ya sabes que nunca me enfado -le dije mientras caminaba hacia el salón-

Al llegar me dejé caer en el sofá, ella venía detrás y siguió.

-Si estás enfadado

-Ya te he dicho que no, ahora eso si hoy vas a a aprender respeto y cómo comportarte. 

-No seas dramático, que sólo estaba de broma, ya me conoces a veces no mido bien

-No, nena. Y si sigues si reconocerlo va a ser peor ¿imagina que yo te contesto así delante de mis amigos? ¿te gustaría?

Al escuchar eso se puso roja, bajó la mirada, aunque imagino que también un rayo atravesó su estómago y entre sus piernas empezó a llover.

-Pffffffff eran muchos días encerrada, sabes que no bebo, me he tomado  un par de cervezas e igual no he calculado bien, pero no era mi intención.

-Tienes una edad ya, aunque a veces no  lo parezca, la excusa es muy mala. Se acabó el debate.

De un tirón seco la puse en mis  rodillas, llevaba unos vaqueros de esos elásticos que son como una segunda piel y le hacían un culo para comérselo, encima al ponerla en mi regazo, agarré con fuerza la cintura de los vaqueros y estiré de ellos hacía arriba, mientras pasaba mi mano derecha por todo su culo suavemente.

-A ver cuanto te dura la chulería y la valentía ahora.

Me volví a callar un par de minutos mientras seguia acariciando su culo, como alargando la agonía, hasta que de repente empecé a azotarla por encima de los vaqueros, una tanda rápida, que resonó tanto, que hizo que me detuviera para encender la televisión y simular algo ante los vecinos. Aproveché la pausa para hacer que se levantara, cuando estuvo de pie frente a mi, mis manos fueron en busca de los botones de los vaqueros, los desabroché uno a uno despacio, era divertido ver a la mujer desafiante de hacía  un rato totalmente rendida, esperando que le desnudara el culo para seguir azotándolo, cuando le bajé los vaqueros hasta los tobillos, descubrí que debajo llevaba  un tanga negro semitransparente, se le marcaban los labios y pase mi dedo entre ellos presionando; suspiró y seguí jugando un poco, hasta que de repente paré y le dije:

-Uyyyy que mal vas, hoy de jugar nada, no te lo has ganado, te has portado como una niña y esto no son juegos de niñas.

Ya no dije nada más, de nuevo a mis rodillas, nada más ponerse le bajé de un tirón el tanga, aunque no era necesario, si más humillante y retomé la azotaina directamente sobre la piel desnuda, parece mentira como cambia el sonido de las palmadas, es inconfundible cuando es sobre la piel desnuda y seguí y seguí sin detenerme, saboreando con la vista como su piel iba cambiando de color a medida que progresaba. Las palmadas eran incesantes y repartidas por todo el culo con el objetivo de que ambas nalgas quedaran del mismo rojo intenso y picante. No sé el tiempo que estuve,  pero fue una azotaina larga y sin pausas, de castigo. Cuando decidí darle un respiro, la hice levantarse, nada más hacerlo me levanté yo y como a una niña traviesa la cogí de la oreja y la llevé al rincón. Un rato allí que sintiera bien el escozor y a sabiendas que no iba a terminar, le bajaría del todo los humos.

Además me recree cogí ni teléfono y le hice varias fotos, allí en el rincón, maquillada y en tacones, pero con los vaqueros y el tanga en los tobillos, mostrando el culo rojo, durante la semana me iba a divertir mucho enviándole esas fotos al trabajo por ejemplo. Es más me encargué de que fuera consciente.

-¿Has visto como te tienes que ver por bocazas? y espera que aun no hemos terminado.

Salí un momento del salón, para ir a la habitación de vuelta  llevaba conmigo la regla de madera de 60cm de largo por 4 de ancho, me apoyé en la mesa, mientras seguia mirándola en el rincón a la vez que hacía sonar la regla contra mi mano dando pequeños golpecitos.

Hasta que la llamé, bajó las manos resoplando, se dio la vuelta, su cara estaba casi tan roja como su culo.

-Ya conoces la posición, pecho sobre la mesa, bien agarrada del borde y piernas separadas.

Esperé que lo hiciera, no es fácil caminar con tacones y los vaqueros enrollados en los tobillos, cuando se puso con su culo bien ofrecido, empecé a jugar con la regla, acariciando su piel roja con ella, la cara interna de los muslos, incluso con pasando el canto por su sexo y entre las nalgas, le dí un par de golpecitos en la cara interna de los muslos, para hacer que aun separase más las piernas, aparte del rojo de su culo también podía ver el brillo húmedo de su coño, aun estuve jugando con la regla, por toda su intimidad un rato, hasta que le dije.

-Ya conoces el número mágico ¿verdad?

-Si

-¿Cual es?

-Cuarenta

-Pues ya sabes y en cuenta descendiente hoy

Paré el tonteo, me situé bien y empecé a aplicarle metódicamente los 40 azotes con la regla, que fue contando también metódicamente en cuenta descendiente.....40, 39, 38, 37......El contar hace que tras cada azote haya una pequeña pausa, hasta escuchar el número y armar el siguiente, eso hace que se sienta bien todos y cada uno, a parte de eso, cada diez hacía  una pausa más larga y jugueteaba un poco con la regla por todas sus partes. Cuando escuché el uno de su voz ya cansada....dejé la regla, pasé mis dedos por su piel, para comprobar que unos días iba a tener un recuerdo, a lo tonto mis dedos fueron investigando otras  partes y claro acabaron sumergidos entre sus piernas, usando tres dedos, uno entre los labios y los otros dos por fuera empecé a frotar delate y atrás, al principio estaba inmóvil, supongo que el escozor en las nalgas superaba cualquier otro estímulo, pero un rato después empezó a moverse y ofrecerse, entonces paré y desde atrás le di un rápida serie de palmadas en el coño.

-De eso nada señorita, ya te lo he dicho, hoy te quedas sin placer, pero yo no.

Dejé las caricias, me agaché para quitarle los tacones, demasiado alta para mi en aquella posición, me desnudé o más bien liberé mi polla, la froté contra sus nalgas calientes y palpitantes, luego contra su sexo, pero solo eso, mientras con mis dedos y saliva preparaba su culo, un dedo, después dos y cuando creí suficiente apunté mi polla contra su agujero más íntimo, sin prisa, despacio fue entrando toda. La cogí de la cintura entonces y pegué sus nalgas calientes contra mi cuerpo, para sentir el calor del castigo en su piel, sobre la mia, así me quedé un rato, hasta que empecé a moverme y follarme su culo recién castigado, hasta correrme y aun me volví a quedar un rato pegado a ella a su culo marcado.

Cuando volvió la calma, y sali de dentro de ella nos abrazamos, hasta que le dí un palmada y le dije que se fuera a la habitación, que iba a fumar y me iba a la cama con ella.

Cuando volví, ella estaba completamente desnuda, boca abajo y yo llevaba conmigo la crema, estuve un buen rato calmando su culo, pero aquella noche se fue a la cama azotada, follada y sin orgasmo castigada. El despertar ya fue otra historia. 

Continuará....

1 comentario:

  1. El castigo es duro, severo pero también justo
    yo pienso. Espero de todos modos que su despertar se haya proporcionado más en nivel orgasmos y placeres!^^

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