domingo, 22 de noviembre de 2020

Válvula de escape.

 




Todo aquello empezaba a hacerse cada vez más largo e insoportable. En vez de ir a mejora, cada día nos despertamos con nuevas restricciones, que parecían no surgir ningún efecto, ya que las cifras tampoco mejoran. La penúltima había sido el toque de queda, la última el confinamiento municipal, que sólo se permitía saltar, por motivo laboral. Con todo cerrado además había poco que hacer y nuestra vida se limitaba a un monótono de casa al trabajo y del trabajo a casa, sin vida social apenas.

Lógicamente aquello nos pasaba factura mental y los ciclos normales de la vida se aceleraban, a momentos de calma y apatía absoluta cualquier chispa provocaba un reacción fuera de lugar, agresiva, insolente, caprichosa...debido a la situación yo, que tiendo a ser menos pasional es ese aspecto, me armaba de paciencia y mano izquierda, aunque siempre con la ventaja de que si las cosas se iban de madre, ejercía y al menos durante unas horas volvía la paz.

La última semana estaba siendo complicada, ella irritable, malhumorada y por momentos con ese sarcasmo que tira a dar y yo también con mucha menos paciencia. El resultado de todo, es que menos el jueves el resto de día de la semana había pasado por mis rodillas, con el culo rojo volvía la paz al menos por un rato y bueno alguna cosa más también. Así que cuando llegué el viernes a casa, para pasar encerrados el fin de semana llevaba ya 48 horas de tregua, entre ella su enfado con el mundo y yo en medio. No poder desconectar, hace que te sientas más cansado y mi idea era esa descansar. Al llegar me encontré al terremoto vistiéndose, con ropa deportiva.

-¿Vas a salir?

-Si, necesito aire, voy a andar un rato con María.

-Muy bien coge paraguas que va a llover.

La tarde amenazaba lluvia encima.

-Si claro para andar paraguas, vamos a ritmo rápido y tampoco voy a tardar mucho sobre una hora.

-Vale, yo aviso

-Que si papá, muchas gracias!!! Hala me voy un besito.

Ya aquello debió ponerme alerta, la ironía punzante, pero tenía más ganas de paz. Mi advertencia no falló y un cuarto de hora después de haber salido, empezó a llover a mares, desde el sofá podía ver si móvil en la mesilla, lo había dejado, así que no podía llamarla y recogerla, pensé entre mi, que era una pequeña venganza del destino y que yo había avisado y me fui a buscar una cervecita merecida.

Un rato después me fui a la cocina a fumar, seguía lloviendo con ganas, cuando escuché girar la cerradura, me asomé por la puerta de la cocina y la vi aparecer empapada como un pollito. Cruzamos las miradas, mientras se quitaba las zapatillas de deporte en la puerta.

-No te rías encima!!!!!!

-No me he reído

-Pero sonríes y no tiene la puñetera gracia.

-No si encima será culpa mía. Yo te he avisado

-Si claro tu siempre lo sabes todo.

Ya descalza empezó a andar por el pasillo, en aquel momento era yo, el que tiraba de ironía aumentando su enfado, mientras se quitaba la ropa mojada en la habitación, cuando salió, yo seguía en la cocina y ella por el pasillo envuelta en  una toalla.

-Joder que frío....

-Eso ahora te resfrías por tu mala cabeza

Este último comentario debió sentirlo como un latigazo en su cabeza,  porqué me lanzó  una mirada con  un puñal y cerró la puerta del baño de un portazo sin contestar. Los portazos sabe perfectamente que es algo que no soporto, cualquier otro día, tal y como lo da, la voy a buscar y le hago entrar en calor rápido pero aquel día, decidí saborear un poco el momento. Reconozco que picarla me divierte. 

Estuvo bastante rato en la ducha, imagino que necesitaba entrar en calor, recogí la ropa mojada tirada en la habitación, otra cosa que no soporto, cuando salió se fue directa al comedor, se sentó en su rincón de sofá y puso la tele sin decir nada, la pataleta era campeonato, pero no tenía prisa. Yo también me di una ducha y me puse cómodo, al salir le dije.

-Voy a hacer la cena ¿te apetece algo en especial?

-No, no tengo hambre no voy a cenar.

-Venga va, ya vale, déjalo ya.

No me dirigió la palabra, orgullosa que es una. Preparé algo de cenar, puse la mesa y ella seguía en esa actitud de ignorarme como si no estuviera.

-Venga , vamos a cenar.

-Ya te he dicho que no tengo hambre cena tú.

-Pufff ¿vas a parar ya de comportarte como una niña?

-Que te he dicho que no tengo hambre!!!!!

Ahí levantó la voz, otra cosa que no soporto, pero no dije nada, me puse a cenar, dándole la oportunidad. Siguió igual, cené y al terminar recogí la mesa, su plato lleno incluido, directo a la nevera, lavé los cuatro cacharros y me fui de nuevo al comedor. Pero antes hice una parada en el baño, para coger el cepillo que colgaba tras la puerta, ya me había cansado su actitud, al llegar al comedor, lo dejé sobre la mesa grande, ella ahora jugueteaba con el teléfono.

-Nena, deja el teléfono y levanta

-¿Por qué? 

-Ya está bien.

-No he hecho nada.

Abrí el armario cogí la libreta de los castigos, la puse sobre la mesa.

-No te lo voy a repetir levanta.

No me hizo ni caso, siguió a lo suyo con el móvil, hasta que ya harto me fui para ella y se lo quité.

-¿Que haces? dame mi móvil!!!!!!!!!

-Vuélveme a gritar hoy, ya es la segunda vez, vuélveme a gritar si eres capaz.

Aquello le debió tocar algún resorte,  porqué se ruborizó un poco y bajó la mirada.

-Vaya puñetera tarde llevas, te he aguantado mucho, portazos, malas respuestas, la ropa tirada, la actitud orgullosa de rechazar la cena, pero que me grites dos veces ya si que no. Quítate el pantalón.

-Venga va...-me miró con cara de juguetona-

-Que te lo quites.

Se puso seria, se lo quitó yo sabía que para estar por casa, no solía ponerse nada bajo el pijama, lo recogió de sus pies, lo tiró enfadada en el sofá y se cruzó de brazos.

-Recógelo y dóblalo bien.

No me contestó, se quedó,  quieta sin hacer nada, así que no me dejó más remedio que dejarle las cosas muy claras, la cogí del brazo con fuerza le dí la vuelta  y bastaron un par de azotes que retumbaron por toda la casa, para que entendiera que no estaba de broma, con mis dedos marcados en su piel, cogió el pantalón y lo dobló, al terminar le dije.

-Ahora te sientas en la silla y empiezas a copiar "Voy a intentar aprender a controlar mi orgullo" ¿está claro?

La solté y fue hasta la mesa, antes de sentarse se frotó una nalga, se sentó cogió el bolígrafo, yo me senté sin dejar de mirarla, pasaron unos minutos y no había empezado a escribir así que dije.

-Tu misma, yo no tengo ninguna prisa y hasta que hayas hecho 100 líneas al menos no te vas a dormir. 

Eso tuvo alguna reacción y empezó a escribir, tras  un rato me levanté, me acerqué a la mesa, dejó de copiar, conté la líneas habían unas sesenta y pico. Le cogí el bolígrafo y taché una docena.

-En estas mejora la letra.

Resopló fuerte y no dejé que fuera a más, la levanté cogiéndola del brazo, la puse en el centro del comedor, mi pierna izquierda de barrera, con el brazo izquierdo rodeé su cintura,  haciendo que se inclinara suavemente sobre mi pierna y si más, le di una veintena de azotes rápido y fuerte sobre la piel desnuda.

-Siéntate y sigue.

No fueron mucho pero si fuertes y rápidos, así que me hizo caso, se sentó y continúo copiando, se hacía tarde ya, tras unos minutos me levanté otra vez, cerré la libreta y le cogí el boli. 

-Venga a la cama mañana ya continuarás.

Y en efecto nos fuimos a la cama, me la imagino desconcertada, ya que no pasó nada más, yo simplemente me quedé dormido, pero ella debió pensar un rato en mañana y en que pasaría.

Desperté y la dejé durmiendo había llovido toda la noche y seguía durmiendo, puse una cafetera y al poco apareció ella, estornudó, la miré.

-Resfriada no?

-Un poco

-Es lo que tiene mojarse. Por cierto ¿se puede saber porqué llevas el pantalón puesto?

-Pufff tengo frío

-Frío y hambre seguro

Se sentó en la mesa de la cocina y desayunamos, en efecto hambre tenía. Cuando terminamos, mientras yo recogía la cocina me dijo.

-Voy a recoger un poco quiero cambiar la sábanas y así pongo una lavadora.

-Eso ya la harás luego, ahora tú y yo tenemos algo pendiente, vete a la habitación, pon las almohadas en el borde de la cama te tumbas boca abajo sobre las almohadas con los pies en el suelo, te bajas el pantalón y esperas que llegue...no quiero ni una sola queja.

No dijo nada, se fue de la cocina, terminé de recoger, y fui para la habitación, antes con parada en el baño para coger el estuche metálico que guardaba el viejo termómetro de cristal y mercurio. Cuando entré en la habitación, estaba tal y como le había dicho, buena señal. Me senté a su lado en la cama, pero en posición inversa a su cabeza, le froté un poco las nalgas y dije.

-Lo único que te puede salvar de una buena , es que tengas fiebre, así que voy a comprobar.

Abrí el estuche, cogí el termómetro lo agité con fuerza para que el mercurio bajase. Entonces separé sus nalgas, llevé la punta fría del termómetro a su culo, en cuanto sintió el frio su ano se contrajo, esperé a que se volviera a relajar y despacio pero firme se lo metí hasta medio termómetro, entre un largo suspiro. Entonces me levanté, a esperar los dos minutos de rigor. No le podía ver la cara, pero la imaginaba ruborizada, allí expuesta, esperando con el termómetro en un lugar tan íntimo. 

Dos minutos muy largos, hasta que me acerqué para quitarlo, lo miré a la luz y sentencié.

-Pues no tienes fiebre. Así que por desgracia para tu culo no te vas a librar. Levanta

Ocupé su lugar sentado en la cama, estaba totalmente ruborizada, la cogí de la mano y sin estirar me acompaño hasta caer en mis rodillas, se había rendido. Terminé de ponerla en la posición exacta, le acaricié un poco las nalgas, mientras le dije.

-¿Sabes? creo que el sistema ese de "corregir" al momento, en esta  situación no funciona, eres inmune, así que a partir de esta semana vamos a cambiar el sistema, en vez de castigarte al momento, iremos apuntando todas y cada  una de tus faltas y los viernes, haremos recuento y castigo si es necesario.

Las palmadas empezaron a caer sobre su culo desnudo, al principio alguna queja, luego se relajo y me dejó trabajar bien, con la mano puedes cubrir perfectamente toda la piel de las nalgas, sin peligro y ver como del blanco pasa al rosado y poco a poco va cogiendo ese tono rojo brillante uniforme, que solo la mano es capaz de dar. Uno  minutos de zurra continuada y pausa, unos dedos que acarician los muslos, la piel que se eriza, silencio, roto por mi voz un poco después, que cartesiana dice.

-Ahora te levantas y te vuelves a poner en la posición del principio.

Cuando se levanta, yo también y me voy al armario abro la puerta y busco mis cinturones, uno en concreto, uno que nunca me pongo, de piel vuelta de búfalo. Cuando cierro la puerta empuñando el cinturón, ella está de nuevo en la posición del inicio, su cuerpo sobre la cama, los pies en el suelo, las piernas estiradas y el culo levantado por las almohadas, dejo el cinturón sobre la piel roja de sus nalgas, le levanto un poco la camiseta, cuatro dedos por encima de la cintura, vuelvo a tomar el cinturón doblado, no digo nada, el cinturón empieza a hablar, el cuero impacta con su piel a buena velocidad, doy un espacio entre azote y azote, para que sienta todos y cada uno de los que va a recibir, no hay número yo decidiré cuando es suficiente, una docena desde un lado y cambio al otro, asegurándome que ambas nalgas reciben por igual, los azotes vuelven a caer a ese ritmo, azote unos 10 segundos de pausa y nuevo azote. Eso me sirve también para observar su lenguaje corporal, en cada azote, se tensan sus músculos se mueve, suspira,  pero si enseguida retoma la  posición ofreciendo de nuevo el culo, es que aún resiste más, cuando ese retomar la  posición se convierta en una lucha, es el momento de parar. Eso y la piel violeta pálida de su culo


Dejo el cinturón sobre la mesilla, me siento en la cama, paso muy suavemente la yema de mis dedos solo rozando su piel castigada y sensible, suspira y se relaja, sigo  un rato las caricias, solo me detengo para alargar la mano y coger el bote de aceite de masaje, le quito la camiseta y echo un chorro en su espalda, empiezo a extender a la vez que amaso todos sus músculos de los hombros a la zona lumbar, luego continuo cogiéndole un brazo, luego el otro, incluso las manos no escapan al masaje. Entonces le pido que se tumbé en la cama boca abajo pero normal. Echo aceite por sus piernas, total hay que cambiar las sábanas, me entretengo un rato en cada pie, luego las piernas, hasta el final de los muslos. Entonces vuelvo a por más aceite, le pido que separe las piernas, lo hace, dejo caer un chorro en cada nalga, que lo agradecen, las masajeo, bien hasta que el aceite se lo traga su piel. Cojo las almohadas, las le pido que levante un poco el vientre, las pongo debajo, el culo levantado, las piernas separadas, dejo caer un buen chorro que resbale entre sus nalgas, con la  mano izquierda separo un poco una y empiezo a extender bien, un buena cantidad, por dentro de sus nalgas, cuando está bien extendida le doy unas palmaditas ahí entre sus nalgas y en su sexo, estimulando que la sangre inunde toda esa zona y aumente la sensibilidad, empiezo a masajear toda el circulo rugoso del ano, con la mano izquierda, mientras la derecha hace pinza en sus labios doblemente lubricados presionando suavemente mientras sube y baja por ellos varias veces, hasta que me detengo y los separo, para ver bien esa hendidura rosada de como carne cruda y caliente, mantengo los labios externos separados mientras acaricio los internos, ella empieza a inquietarse y moverse, jadeando. Mi dedo de la izquierda hace presión en su ano, se contrae y así varias veces hasta que entra despacio, hasta medio dedo, entonces el pulgar de la derecha entra entero en sus sexo,  índice y corazón suben y bajan por entre sus labios, su lubricación se mezcla con el aceite, todo resbala sin la más mínima resistencia haciendo que todo sea sensación, el dedo del culo entra hasta el fondo y el pulgar en su sexo y el índice en el culo, empiezan a entrar y salir al mismo ritmo, por momentos parece que puedan tocarse solo separados por la fina pared, que se separa su culo de su sexo. Hasta que toda ella se tensa y se queda quieta sigo frenéticamente moviendo las manos, aun sintiendo las  contracciones de toda su musculatura pelviana, en un intenso orgasmos, grita pero de placer...no de malhumor.

Tras un intenso castigo, un intenso after care.

Continuará







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