martes, 6 de octubre de 2020

La excitación de lo repetitivo.

 



Imagino que ha muchos y muchas os ha pasado algo parecido. De repente un día te ves con la posibilidad de hacer tu fantasía real, un poco te ves superado por la novedad. Te encuentras con un montón de estímulos, has estado leyendo, comparando, emocionado por experiencias ajenas y te entra como mucha prisa por probarlo todo. Instrumentos, posiciones, variantes...La ilusión de la novedad, esa prisa hace que muchas veces, más que vivir el momento presente, estemos ya maquinando el próximo encuentro, que novedad introducir, que experiencia o sensación nueva crear, sin disfrutar el momento.

Como todo en la vida, llega un momento en que se estabiliza, descartas cosas, moldeas y creas tu propio ritual de juegos compartido con otra persona. Un ritual es siempre algo comunitario y dos ya son comunidad, ya que hay que ajustar puntos comunes de entendimiento y fronteras de las que no salir.

Nunca he valorado la experiencia como algo determinante en un juego, al final con cada persona que juegas acabas por crear tu propio ritual asociado a ese persona, pero la experiencia si me dice, que lo se disfruta más es la repetición ritual.

Un ritual se distingue de la rutina, por la intensidad y la capacidad de sumergirnos, en el ahora y aquí. La percepción no descansa nunca, el cerebro está constantemente procesando estímulos externos y para vivir la experiencia lo más completa posible, es necesario "apagar" momentáneamente la percepción, para centrarla en el momento preciso. De ahí la importancia de la repetición ritual. Repetir no significa hacer siempre lo mismo, significa que existe una base conocida, reconocida y aceptada. Aunque pueda parecer lo contrario, ese reconocimiento del ritual por repetido es entre otras cosas el causante de la excitación de la espera o la incertidumbre. Es como tener un vestido, que sabes que te siente bien, que te gusta, que te hace sentir bien ponértelo, el vestido o la acción de ponérselo es el ritual, la repetición y ya condiciona el desarrollo del juego, luego están los accesorios y es ahi dónde entran esas pequeñas variaciones sobre la misma base, que pueden hacer sentir cosas totalmente distintas, sin variar la base del ritual.

Al final, la experiencia me dice, que cuando creas esa base con alguien, aunque la innata curiosidad te hace experimentar, llega un momento que se estabiliza y acabas por jugar con más o menos los mismos instrumentos, usando las mismas posiciones, provocando o dejándote provocar de la misma manera y sólo introduces pequeñas variantes, que sin modificar el ritual, le provocan pequeños cambios, que hacen que no se caiga en la rutina.

Ya en próximas entradas entraré más a fondo en el ritual y sus símbolos, pero al final es eso, la repetición ritual como forma de centrar la atención, en el momento y las sensaciones del momento

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