domingo, 19 de julio de 2020

Vuelta a la normalidad.






Todo aquello había venido a alterar, por más que quisiéramos hacer ver que no, ese marco que digo yo de comodidad, con sus ritmos, sus tempos y también claro está con sus espacios para la aventura. El encierro en casa, primero, las restricciones y precauciones de después, vinieron a alterar totalmente todo lo que habíamos construido. Poco a poco la vuelta a la "normalidad" digamos que no nos devolvió al punto de inicio, más bien fue algo caótica, improvisada...Es cierto que aquello era algo a todos los niveles de la vida, no sólo en lo personal e íntimo, pero soy un devoto de un cierto orden lógico, sin llegar a extremos obsesivos, pero si una base de común entendimiento, entre otras cosas porqué determinados juegos tienen sus riesgos y una cosa es la incertidumbre que puede ser hasta excitante y otra muy distinta la duda. No se pueden asumir riesgos con dudas, porqué acabas encogido y sin disfrutar.

Ya habían pasado varias semanas del retorno a la "normalidad" solo quedaba algún recuerdo en forma de precaución y al menos de momento aquella pesadilla daba una tregua. Y así como un día sin más se me ocurrió que también había que volver a nuestra "normalidad" y esta pasaba sobre todo, por situarnos de forma clara, que no diera pie a dudas en los roles de autoridad y respeto a la autoridad concedida. Así que una mañana en un rato muerto en el trabajo le escribí  un correo. Este tipo de sorpresas inesperadas siempre me han gustado mucho y más cuando hay un espacio de tiempo, entre la recepción y el reencuentro en persona, espacio de tiempo que mentalmente puede ser muy productivo.

"Hola guapa:

Llevo varios días pensando y ahora que tengo tiempo te escribo. No tengo queja de como hemos llevado este tiempo que nos ha tocado vivir, sé que no ha sido fácil para ninguno de los dos, que lo hemos sobrellevado como hemos podido, que ha habido muy buenos momentos, que incluso hemos aprendido el uno del otro, en definitiva mi resumen es que hemos capeado el temporal, que era lo importante y bastante bien. Pero llevamos ya varias semanas de supuesta "normalidad" y creo que ya ha pasado un tiempo prudencial como para poder retomar la nuestra (normalidad), sabes que soy el primero al que le gusta improvisar, que no soporto la rutina, que considero que la imaginación es algo que hay que trabajar siempre para evitar caer en  lo mecánico. Pero también sabes que entre nosotros existe una peculiaridad que necesita, de respeto, dedicación, consistencia, disciplina y orden. Durante todo este tiempo las circunstancias eran las que eran y nos tocó improvisar sobre la marcha, ahora ya llevamos varias semanas donde esas circunstancias han cambiado sin embargo, tengo la necesidad de renovar los votos y retomar esa idea. He considerado que tras todo esto era necesario un tiempo prudencial de adaptación para volver a lo de antes, pero creo que ese tiempo ya ha pasado y tal vez si no se corta de raíz algunos "vicios" adquiridos se conviertan en norma. Tu comportamiento de lo últimos días me deja esa sensación y prefiero tomar medidas claras y contundentes. No creo que tenga que explicarte a que me refiero con lo de "tu comportamiento". 

Hoy estarás en casa a la tarde cuando llegue, ponte cómoda, si tenías algún plan cancela y espera que llegue que tenemos que hablar.

Un beso".

Aquel mail, era o representaba muchas cosas, en primer lugar, lo recibiría y leería fuera de la intimidad protectora, vamos en el trabajo. Seguro que le provocaba un montón de sensaciones, desde el pudor, la incertidumbre y por supuesto quería pensar que excitación. También contaba con la idea de que al leerlo se pusiera a repasar mentalmente su comportamiento y nuestro tipo de relación peculiar. A mi también me provocaba cierta incertidumbre, no sabía como podía tomárselo o incluso se podía dar la posibilidad que ella estuviera cómoda en la nueva situación y no quisiera volver atrás y eso solo lo sabría en el cara a cara.

Que el tiempo es relativo se demuestra en lo rápido que pasa cuando quieres que vaya lento y lo lento que pasa cuando quieres que vuele. Aquel día se me hizo largo, pero todo llega y por fin abría la cerradura de casa, el primer contacto me sacaría de muchas dudas. Entre cauteloso me dirigí al salón, allí estaba leyendo algo que parecían unos dossieres, me miró

-Hola
-Hola que tal?

Me acerqué y le di un pico.

Me sonrió muchas dudas se disiparon de golpe, llevaba ropa cómoda, una simple camiseta de tirantes corta y una especie de culotte gris de deporte como una segunda piel, olía a recién duchada. En resumen me había hecho caso.

-Me voy a dar un ducha y ponerme cómodo -le dije-
-Valeee, yo acabo con esto y recojo.
-Muy bien

Me fui a la ducha, con el agua cayendo sobre mis hombros empecé  a darle vueltas, quería algo diferente y especial, tenía sobrados motivos acumulados para castigarla, pero aquello iba más allá quería que fuera como una especie de ritual de confirmación, donde de alguna manera ella aceptara o más bien ratificara que me cedía la autoridad y el control sobre algunos aspectos y que estaba dispuesta a asumir las consecuencias derivadas de ello, esa era la idea.

Cuando salí ya duchado y cómodo me fui de nuevo al salón, ella estaba allí sentada había puesto la tele,  pero parecía estar con la mente en otro lugar, me senté y le solté en frío.

-Supongo que tienes claro que tenemos que hablar ¿no?

Se ruborizó un poco y se acurrucó en una esquina del sofá, como en  una posición más defensiva.

-Si, supongo que si.
-Pues apaga la tele y levántate.

No dijo nada, cogió el mando apagó la tele y se levantó. Esto puede parecer una tontería pero el hecho de hablar estando yo sentado y ella de pie, ya dice muchas cosas, está ahí como una niña traviesa esperando el sermón por haber sido mala.

-¿Tienes algo que decir del mail?

Aún se puso más roja, bajó la mirada....

-No sé, supongo que tienes razón
-¿Nada más? Prefiero que hables a que te quedes con las ganas de decir algo.
-Bueno...es que no hay mucho que decir, tienes razón me está costando volver a la "normalidad"
-Ya, pero la pregunta es muy sencilla y solo tiene dos posibles respuestas ¿quieres recuperar  la normalidad anterior?

Un momento de silencio, nada apenas un par de segundos y terminó por decir un "si" muy suave.

-Vale ¿pero sabes lo que significa eso verdad?
-Lo sé
-Entonces entiendo que tienes muy claro, que ciertos tipos de comportamientos, voy a dejar de pasarlos por alto y ya sabes a que me refiero sobre todo, a esa manía tan tuya de esa lengua tan suelta...
-Pufffff sabes que eso me cuesta y más si me picas
-Bueno aquí jugamos todos y eso deberías saberlo tu también
-Si.
-Pues entonces, no creo que tengas duda, que cuando decido cortar de raíz, es que de alguna manera u otro ya te he dado una oportunidad.

A esas alturas ya estaba completamente rendida, solo con el juego mental, ni tan siquiera preguntó como otras veces "por qué". 

-No quiero que te tomes esto como un castigo, aunque en parte lo sea por acumulación simplemente, tómalo más como un ritual, como algo que marca una línea, un antes y un después o un retorno tras una pausa. Y ahora quiero que prepares tu todo para ello. Vas a ir a la habitación, deja sobre la mesita, el estuche negro y la crema para después, cuando termines coge la regla de madera grande, me la traes y ya te diré. Venga muévete.

Desapareció del salón sin decir nada, al poco entraba con la vieja regla de madera de 60cm de madera de castaño en la mano, me la dió. La dejé sobre el brazo del sofá, le dijé que a  continuación colocase "la silla" en el centro del salón, entre la tele y el sofá y cuando estuvo que se fuera un rato al rincón. Todo lo hizo de forma casi automática, sin quejas, ni reproches, ni suspiros, en el rincón se colocó correctamente, no tuve que decirle nada como otras veces. Esperé un tiempo, el silencio hablaba, podía escuchar su respiración, solo algún golpe de brisa inflaba las cortinas.

Cuando me levanté me directo a la silla me senté y la llamé. Salió del rincón se acercó, ruborizada de nuevo y con la mirada baja, se paró frente a mi, le dije que se pusiera al lado derecho de mis piernas. Lo hizo y entonces le dije algo que sabía que tenía mucha potencia.

-Bájate el culotte.

Sabía que hacérselo hacer a ella tenía mucha potencia en la parte mental, para empezar significaba que el "castigo" sería desde el principio con las nalgas descubiertas, en segundo lugar al hacerlo estando de pie y de frente, descubría ante mi su sexo y en tercer lugar de alguna manera hacerlo ella, significaba la rendición ante la autoridad que representaba yo. Lo hizo sin mirarme roja como un tomate, la miré  un momento, me di un par de palmadas con las manos en mis piernas, era una "orden" no verbal que quería decir "colócate". Lo hizo despacio, en la silla es más infantil y menos cómodo, nada más ponerse , la cogí de la cintura rectificando la posición, empecé a acariciarle las nalgas, el tacto de la piel suave, mis manos rudas y calientes, la piel se le erizó solo con  unas pocas caricias, las caricias también ayudan a que la sangre fluya, todos sabemos que frotar calienta. Eso y que me encanta recrearme, para mi es la parte más erótica del cuerpo femenino, por tacto, por forma...pero no estaba en mis rodillas para eso, estaba para que se lo pusiera rojo como dos cerezas. De repente le di tres azotes con la mano en la nalga izquierda, una pequeña pausa y tres más en la derecha, a partir de ahí empecé una azotaina constante alternando nalga y nalga, sin pausa, continúa y cansina, quiero sentir mi mano de fuego, arder, señal que su culo aún estará más caliente, no se el tiempo que estuve de azotaina seguida, entre 5 y 10 minutos de zurra constante sin una sola pausa, en  un determinado momento su culo era de un color rojo uniforme, pero aún seguí un rato más. Paré cuando sentí mi mano arder, al detenerme respiraba rápido,  pero ni una queja, dejé un instante que sintiera el roce del aire sobre su piel incandescente, que el mismo aire apagase un poco el calor, luego rocé su piel con la yema de los dedos, muy suave dibujando círculos alrededor de su piel al rojo vivo.

Más o menos dediqué el mismo tiempo que había dedicado a los azotes a las caricias, quería que bajara la temperatura antes de seguir. Cuando creí que era el momento la hice levantar, yo también, la hice colocar la silla en su sitio, cuando estuvo la hice traerme la regla, que estaba en el brazo del sofá, me la dio, entonces le dije que se diera la vuelta, que se pusiera mirando a las cortinas, las manos sobre la cabeza, las piernas ligeramente separadas y que inclinase un poco el cuerpo hacía delante, pero muy poco. Nunca había usado esa posición con ella, es un posición complicada, está de pie, no tiene más apoyo con los pies en el suelo, necesita mucho autocontrol, no moverse. Empecé a pasar la regla sobre la piel desnuda y roja de su culo, el tacto del instrumento, en la piel anuncia mucho, pasaba suavemente la dura regla, de vez en cuando alternaba con algún golpecito, hasta que le dije.

-Serán 15, cuéntalos.

Seguí con el juego de pasar la regla por la piel, hasta que en  un momento inesperado la regla cayó como un rayo en su piel desnuda, el impacto sonó fuerte, un "plaf"!!!!, tragó saliva, esperé y escuché casi con voz temblorosa.

-Uno.....

Conté mentalmente hasta 20 y otro golpe seco de madera contra piel desnuda retumbó por toda la casa, seguido de un dos. Los 5 primeros entre azote y azote conté hasta 20, lo siguiente 5 hasta 25. Los últimos, los últimos fueron seguidos, sin pausa alguna 5 azotes a modo ráfága. Al terminar esperé un momento, que recuperase el aliento, miré el estado de su culo, la mitad inferior de sus nalgas eran de color púrpura. Entonces le dije que se pusiera con la espalda recta, brazos extendidos hacía delante, palmas hacía arriba y le hice sujetar así la regla con la que acaba de azotarla. Me senté cogí el su móvil, y le hice un par de fotos, desde atrás y de perfil. Esperé unos 10 minutos que sintiera bien el quemor del castigo en su piel.

Me levanté y me acerqué, mis dedos se fueron directos a su sexo desde atrás, abriéndose espacio entre sus labios, sonriendo al notar como se humedecían y le dije.

-Ve a guardar la regla y me esperas tumbada boca abajo en la cama.

Me fui a la cocina, me encendí un "piti", me lo fumé y fui a la habitación, allí estaba tumbada boca abajo en la cama, me senté en la cama junto a ella, hice una primera inspección ocular del estado de su culo, volví a las caricias un momento, para terminar de quitarle del todo el culotte y separarle las piernas. Cogí la crema refrescante, eché un par de chorros, uno en cada nalga, los extendí bien por todas las nalgas muy suavemente hasta la mitad de los muslos. Se las dejé así pringosas pero húmedas, frescas, entonces abrí el estuche de terciopelo negro, que le había pedido que dejase junto a la crema, dentro de el habían tres plugs de acero, uno tenía como tres bolas unidas, el otros era alargado de unos diez centímetros, pero estrecho y el último era el típico corto con forma de pica con terminación de joya, cogí ese último y el lubricante, dejé caer un chorro de lubricante entre sus nalgas, con la mano izquierda las separé y con el dedo corazón haciendo un masaje alrededor unté bien de lubricante el anillo rugoso de su ano, entonces cogí el plug, lo lubriqué también, lo pasé por esa zona tan sensible, el frio acero provocó una reacción defensiva de contracción, hasta que empecé a jugar con el moviendo a un lado y al otro mientras hacía presión hacía dentro, despacio sin prisa, poco a poco se fue relajando y dejando de resistir, hasta que el plug desapareció dentro de su culo, me aseguré que estuviera bien dentro, jugando un poco con la imitación de piedra preciosa que hacía de tope. Con el plug ya dentro empecé a acariciarle de nuevo las nalgas y le dije.

-Ya sabes, que en esto no todo son castigos  y que cuando te portes bien también habrá premios.

La cogí de la mano, hice que se levantara de la cama, yo me senté, de un tirón la puse de nuevo en mi regazo, pero esta vez, no con la intención de azotarla, le separé las piernas y empecé a masturbarla en la misma posición donde tantas veces la había castigado, además me encanta hacerlo en esa posición, en mis rodillas, donde estar puede ser un tormento o un paraíso. La masturbé varias veces así en mis rodillas con el plug dentro y el culo marcado.

Aquel día hablamos después ya en la cama antes de dormir, le dije que al día siguiente al salir de trabajar cogiera el teléfono y fuera a uno de esos sitios de revelado de fotos a papel y que revelase las que le había hecho, yo sabía que la posibilidad de que alguien pudiera ver esas fotos la perturbaría mucho y que al llegar a casa, las colgase con un imán en la nevera, que allí estarían de recuerdo, hasta el próximo castigo.

Continuará....





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