viernes, 3 de julio de 2020

Desconfinados...





¿Los juegos o el juego? Es un pregunta difícil, nunca sabes realmente cuando empieza y acaba un juego, aunque a simple vista pueda parecer algo muy definido. A veces el final de un juego es el inicio de otro, otras ni eso, solo son tiempos muertos entre juego y juego o incluso un juego ininterrumpido que se alarga en el tiempo, como un viaje por carretera donde tras una monótona y larga recta aparece una ascensión y su descenso, un puente, un cruce, un cambio de sentido. Personalmente creo que el mejor juego es ese que nunca termina, como las brasas de un fuego que siempre se pueden avivar.

La pesadilla parecía haber acabado al menos temporalmente, la vida había vuelto a sus rutinas y rituales de normalidad, aunque aún algo alterada, el bicho seguía rondando, pero también el tiempo y la imposibilidad de estar alerta tanto tiempo, nos había llevado a todos a ciertos relajamientos, así es la vida y así somos las personas. A todo se le puede sacar partido, hasta a aquello que parece una molestia tediosa y cansada. La vuelta al normalidad, llevaba consigo "normas" y todos sabemos que para nosotros hay algunas palabras que tienen un efecto especial: normas, reglas....Si encima nos vienen impuestas blanco y en botella, donde otros pueden ver algo aburrido, nosotros le damos la vuelta y lo convertimos en otra cosa.

La norma de la mascarilla, tuvo su efecto, no por la norma en si, pero si propició una tarde ese tira y afloja tan divertido, que acabó con ella en mis rodillas, la ropa interior en los tobillos y el culo rojo y caliente. Una cosa llevó a la otra, un reproche por la "norma", una mala contestación, una advertencia, otra mala contestación y una acción. Es sencillo de imaginar.

Al día siguiente un viernes caluroso ya, al volver de trabajar, ella estaba con otro ritual, el de arreglarse encerrada en el baño, tenía una cena de amigas tras-pandemía era la primera vez que se reunían, cañas y cena. Yo tenía ganas de tranquilidad, de ponerme cómodo, quitarme la ropa de todo el día y quedarme con una simple camiseta vieja y un  pantalón de deporte, lo hice y lo segundo que hice fue ir a la nevera a por una lata de cerveza helada. Me tiré en el sofá, la abrí le di un trago largo y por un momento dejé la mente en blanco. Me despertó de ese momento de trance un taconeo sobre la tarima del piso, sonido inconfundible. Entró en el salón, se me quedó mirando, sonreí....

-¿Se llevan los vestidos floreados no?
-¿Eso es todo lo que tienes que decir?

Me contestó con sonrisa pícara

-Que ya sabes....
-¿En serio?
- Esa duda no deberías ni planteártela. Estás castigada.

Otra vez las palabras, la fuerza de las palabras, una mujer adulta, independiente, libre, ruborizada por una palabra, el rubor es como un interruptor que comunica la vergüenza, el pudor y la excitación.

-A las dos te quiero de vuelta y sales, porqué estamos en la situación que estamos en otro momento, hubieras estado castigada sin salir.
-Joder a las dos estaremos empezando....te prometo que a las 3 estoy, por favor....

Un castigo que en realidad era otra norma, y como en cada nueva norma había primero un intento de negociación, una puesta prueba de mi firmeza y a la vez una elección, ella decide cumple y no pasa nada o incumple y acepta la consecuencia, ahí soy totalmente pasivo, es ella quien decide.

-A las dos aquí, pero clavadas y no lo voy a repetir.

El gesto de desaprobación esperado, pero que de alguna manera daba por entendido el mensaje.

-Y ahora antes de irte acércate.

El ritual, todo ritual tiene un motivo, se acercó a mi despacio, rendida, de pie parada entre mis piernas, la miré mientras metía las manos por debajo del vestido subiéndola por los muslos sin dejar de mirarla, hasta coger la cintura de su ropa interior, por el tacto encaje negro, la bajé despacio muy despacio y poco lo  justo para descubrir.

-Levanta el vestido

Tono de voz firme, pero calmado, tranquilo, dominando la situación...más rubor, mientras cogía el bajo del corto vestido de verano y lo  levantaba también despacio, la ropa interior enrollada  al principio cuatro dedos debajo del pubis, ahí en el pubis puse el dorso de la mano acariciando, la volví a mirar mientras pasaba el dedo corazón entre sus labios, todo el pequeño surco mojado, sonreí ese era el efecto que esperaba, de todo el ritual...

-Date la vuelta.

Lo hizo, en ese estado de confusión y excitación la cosa tira a modo autómata.

Me dio la espalda sosteniendo el vestido levantado. Esa situación tiene también su efecto mental, yo vestido y ella despojada solo de parte de la ropa, ni eso, la ropa está pero no en su sitio, está donde quiero yo y enseñando lo que quiero ver yo. Le pasé muy suavemente la yema de los dedos por la piel desnuda de las nalgas, me encanta el tacto suave, apenas tenía algún pequeño y casi imperceptible hematoma del día anterior y mientras la acariciaba  le dije.

-Esto está al punto, así que más te vale, no desafiarme.

Le di un sonoro cachetito y yo mismo le subí la ropa interior. Cuando se dio la vuelta estaba tan perturbada, que me dio un beso a modo despedida sin articular palabra y se fue.

Yo sabía que se iba con la cabeza del revés, la elección era suya, pero no tenía control, si volvía a la hora estaría cumpliendo la norma y si no lo hacía habría una consecuencia previsible pero a la vez imprevisble, capacidad de elección, sin control, curiosa paradoja.

Cuando que quedé solo me di una ducha, me preparé algo de cenar, cené y me puse a leer, haciendo tiempo, quería estar despierto a la hora acordada. Pero mucho antes me entró la mosca, así que cerré el libro apagué la luz, pero puse el despertador a las 2 en punto.

Estaba profundamente dormido cuando sonó el despertador, me desperté sobre saltado, encendí la luz y no estaba su bolso colgando de la silla, fui a la habitación por si acaso, la cama vacía. Miré el móvil ningún mensaje. Me fui a la cocina y me encendí un cigarrito, me lo fumé tranquilamente, de vuelta al salón cogí el móvil y le puse un mensaje.

-Cenicienta, llegas tarde, me voy a dormir, no me despiertes, mañana ya hablaremos....

Me fui para la cama no sabía si lo leería al momento o no, pero si el efecto que causaría en ella leerlo, estaba intentando conciliar el sueño otra vez ya en la cama cuando, sonó la alarma un par de veces, pero ni lo miré. Le sentí llegar y meterse en la cama, ni miré la hora, seguí durmiendo.

Me despertó al día siguiente el tacto de su mano jugando con la cintura de mi bóxer, la miré estaba con la cabeza entre mis piernas, cuando abrí los ojos me dio un mordisquito en el muslo, sonrió y me bajó el boxer, para empezar a jugar con mi erección con la  mano y la boca, no dije nada la dejé hacer, y siguió cada vez más con la boca jugando con todo, lamiendo, succionando, hasta que empezó a subir y bajar con la boca, hubo un momento de duda,  por una parte deseaba dejarla acabar, pero por otra aquello no podía quedar así...

-Para un momento.

Paró y me miró con cara de viciosa...entonces me levanté incorporé de golpe, me levanté, ella también, sorprendida.

-En serio pensabas que me iba a dejar comprar por una mamada?
-No es eso....solo me apetecía despertarte....

Cogí el vestido que colgaba de la silla y se lo di.

-Vístete y espérame en el salón.
-Puffffffffff

Una mirada, a veces basta con una mirada, cogió el vestido con algo de desafió y se fue al salón, yo esperé un poco sentado en la cama, me vestí y salí, asomé la cabeza estaba sentada en el sofá.

-Vete al rincón
-Joder...antes de las 3 ya estaba en casa.
-Que te vayas al rincón o te tengo que llevar yo?

Esperé 10 segundos, hasta que se levantó y se fue a su rincón de pensar, la seguí con la mirada, hasta que estuvo correctamente colocada, entonces me fui a la cocina puse una cafetera, me tomé un café y me fumé un cigarrito....un cuarto de hora o veinte minutos. La espera que importante es la espera y aquel día quería alargarla, quería esa sensación de niña traviesa castigada de verdad en ella.

Me fui al salón con toda la calma del mundo, es más cuando llegué me senté y aun esperé un poco más antes de actuar, que sintiera mi presencia detrás. Hasta que le dije.

-Coge un silla y ponla en el centro.

Suspiro bajó las manos que sostenía sobre su cabeza. Cogió una silla, en concreto la silla, la única diferente de las 5 que había en la mesa. Tenía un motivo para ser diferente, era la silla, la de los castigos.

La dejó en el centro del salón, y se quedó allí parada a la espera, me  levanté, me fui directamente a la silla, me senté en ella, yo sentado ella de pie, todo diseñado para crear una atmósfera, la cogí de la mano y con un tirón firme hice que se pusiera de pie entre mis piernas y repetí la escena de antes de salir. Manos por dentro del vestido, busqué la cintura de la ropa interior, la bajé esta vez un poco más, para verla, puse el pulgar en la parte de tela interna frote despacio...

-Esto es de ahora? te pasaste toda la noche asi?

Hacerle saber que está excitada antes....otra vez la confusión,  excitada a punto de ser castigada. De nuevo movimiento enérgico sujeta de la muñeca la llevo a derecha de mis piernas, y la hago tumbarse boca abajo sobre ellas, solo la punta de los pies tienen contacto con el suelo y las manos con las que se apoya, el pelo cae hacía delante, le levanto el vestido, ya tiene la ropa interior a mitad de los muslos, así tumbada sobre mis rodillas , vestida pero con ninguna prenda en su sitio, el vestido levantado, la ropa interior a mitad de los muslos, las nalgas expuestas, sin privilegios y sin responsabilidades, como una niña traviesa, le acaricio las nalgas separo  un poco sus muslos, empiezo a azotar su piel descubierta  y desprotegida rítmicamente si alterar mucho el ritmo, solo un ligero aumento de intensidad con el tiempo, no busco tanto el dolor en ese momento como el calor, quiero sobre todo que note como su piel se calienta ante las acometidas de mi mano firme, como se va enrojeciendo aunque no pueda verla, hago alguna pausa, corrijo su posición cogiéndola de la cintura cada vez que paro, quiero que se sienta expuesta, indefensa y exhibida para mi. Me lleva varios minutos, con sus descansos conseguir en su piel el rojo uniforme y brillante que busco, rojo cereza, en sus dos cerezas carnosas. Entonces paro, la acaricio yo también quiero sentir el calor en su piel, mi obra, estoy así un rato, la misma mano implacable que pica, ahora solo roza y eriza la piel sensible azotada, es el momento de pasar a la siguiente fase. El castigo de verdad empieza ahora y solo puede empezar a través de la rendición.

-Levántate y traeme el cepillo nuevo.

Hacerle ir a buscar el  propio instrumento de castigo, que lo traiga, que me lo entregue es la prueba de rendición que quiero. El instrumento se convierte en algo mucho más potente que un mero instrumento es una extensión de mi, es nuevo, por lo tanto desconocido, pero previsible ha probado otros cepillos, sabe de los efectos de la madera sobre la piel desnuda, además este tiene algo especial, el mango, esta recubierto de goma y es de forma redondeada. Para que complicarse la vida en sexshops, en juguetes que tienen que estar escondidos a visitas, cuando con imaginación puedes tener algo con doble vida.

Se levanta va al baño, de vuelta lleva el cepillo en la mano, me lo entrega, la miro, suficiente tengo la rendición que quería, ella sola se coloca en mis rodillas, solo se queja algo, cuando le pido que sea ella misma la que se levante el vestido, vuelvo a corregir la postura, quiero el culo bien expuesto. Juego con el tacto del cepillo en su piel, antes de empezar a usarlo, que note la fria suavidad de la madera, y su rigidez. Dejo un momento el cepillo sobre su piel para de un tirón dejar la ropa interior en los tobillos. Cuando lo  vuelvo a coger, empiezo a usarlo, sigo un método muy eficaz, empiezo con una docena de azotes suaves a modo calentamiento, hago un pequeña pausa y cuando retomo son dos docenas seguidos ya intensos, ahora si busco que pique, quiero escucho sus gemidos y suspiros, hago una pausa más larga alterno con alguna caricia con la mano, y la siguiente ronda son tres docenas,  rápidos y estrictos, castigo de verdad...Cuando termino respira agitada, jadeante y vuelvo a las caricias, no quiero llegar a ese punto de sensación anestesia, quiero que sienta el dolor vivo, la piel palpitante, no hay prisa, estoy un rato acariciándole la piel hasta que vuelvo a coger el cepillo, repito en sentido inverso, bajo a dos docenas en la siguiente tanda y a una en la última, pero mantengo la intensidad, azotes secos, de castigo, la ultima docena en la parte baja del culo, justo en el  pliegue, está agotada, suficiente.

La acarició despacio, muy despacio jugando con los dedos en su piel, sobre un fondo rojo intenso dos círculos mucho mas oscuros, incluso amoratados en el centro, su respiración y sus reacciones son mi guía, cuando empieza a relajarse las caricias se van a zonas no enrojecidas, la cara interna de los muslos, subiendo desde la rodilla hasta la ingle, la piel se le eriza,  le separo más las piernas, quiero ver bien su sexo brillante, hinchado y rojo, entonces cojo el cepillo al revés, lo que hace un momento era una picadura insoportable se convierte en  un estímulo diferente cuando empiezo a pasar el mango de goma entre sus labios, varias veces, me detengo justo en la obertura de su coño, hago ligera presión sobre el cepillo y entra el mango entero sin apenas hacer fuerza, el culo le tiene que quemar, pero está mojada como nunca, empiezo a jugar con el cepillo entra y sale, como un improvisado juguete, me gusta esa dualidad de algún instrumento, sigo jugando con el, su respiración vuelve a agitarse, en un determinado momento le pregunto.

-¿Eso hacen las niñas buenas correrse cuando las castigan?

Otra vez las palabras y su fuerza no contesta solo jadea....

Paro bruscamente saco el cepillo y sigo jugando con las palabras.

-Ayer te dije que estabas castigada, y te pasaste el castigo por donde yo sé...si quieres premio, tendrás que ganártelo.

Con la mano izquierda separo sus nalgas castigadas y marcadas, uso mi dedo y su propia lubricación para masajearle y a  la vez lubricarle el culo. De nuevo al juego mental, saltarse  un castigo implica  un castigo mayor y hay que expiar la culpa, cojo de nuevo el cepillo, pero esta vez el mango no va a su coño, apunta al culo y despacio muy despacio va entrando hasta desaparecer. Entonces la ayuda a levantarse, la acompaño al rincón, la dejó ahí con las manos detrás de la espalda sujetando el vestido floreado levantado, el culo marcado y ultrajado, mientras me siento a mirarla. No voy a alargar mucho esta parte, lo justo 5 minutos a penas.

La llamó, le hago quitarse el vestido frente a mi, ahora si totalmente desnuda.

-¿Tienes algo que decir?

Me mira sus ojos verdes brillan....no dice nada, se arrodilla y continúa con aquello que había empezado al despertar.

Continuará.....

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