Siempre accesible.

Viernes estaba solo en casa, ella había salido de cena con las compañeras, de hecho ni la había visto, bueno si me envió una foto para que viera como iba. Yo estaba cansado de la semana, así que me di una ducha relajante, cené algo, vi la tele un poco y cuando me entró la mosca me fui a la cama y todo hubiera quedado así, osea  hasta el día siguiente si no hubiera sido por una inoportuna pesadilla que me desveló a eso de las tres, me levanté y me fui un rato al sofá la idea era irme a la cama, pero cuando vi la hora pensé que estaría al caer y que sería divertido esperarla.

Tampoco tardó mucho, apenas llevaba un rato, cuando escuché unos tacones acercarse a la puerta, como entraba la llave en la cerradura, como rodaba y se abría la puerta, la luz del pasillo, la puerta que se cerraba y los tacones por el parquet del pasillo que venían hacía la luz del salón.

-¿Que haces despierto?
-Esperarte.

Estaba radiante, llevaba  un vestido como de cuadros rojos y negros, ajustado a la cintura por un pequeño cinturón negro, un escote generoso y los tacones de vértigo y aguja.

-Jajajajajaja pareces mi padre ¿me vas a preguntar si he bebido?
-No sería mala idea, porque conduces

Dejó el bolso en la mesa sin contestar, apoyó un momento el cuerpo en la mesa mirándome bajó el vestido por los hombros y muy segura vino hacía para sentarse en mi regazo a horcajadas.

-Mmmmm ¿vienes juguetona?
-¿Tu que crees?
-Que este vestido te sienta genial...

Llevé las dos manos a los pechos por fuera del vestido...

-Tu también pareces juguetón...
-Un poco

Empecé a besarle los hombros desnudos y el cuello y ella a ronronear como una gatita. Entonces llevé las dos manos al culo por debajo del vestido, al principio no me di cuenta preso del momento, pero enseguida noté algo, el tacto del nylon no terminaba hasta la cintura. Paré y la miré.

-¿No vas a seguir?

Volvi a metir las manos debajo del vestido, para estirar las pantys y le dije.

-No teníamos un trato tu y yo?
-Jajajaja con este vestido y en pleno mes de Febrero....imposible, pero vamos espera.

Se levantó sin darme tiempo a reaccionar, fue para la habitación no tardó apenas nada en volver, para sentarse de nuevo a horcajadas sobre mis piernas a la vez que levantaba juguetona el vestido.

-Comprueba ahora...

Le hice caso, metí las manos debajo del vestido y en efecto ahora tocaba piel y encaje.

-¿Mejor así?
-Mmmm si, levanta un momento que me estoy clavando algo.

Se levantó y en cuanto lo hizo, la cogí de la muñeca y de un tirón la puse boca abajo en mis rodillas, nada más hacerlo le levanté el vestido, ella se reía y yo empecé a pasarle un dedo resiguiendo el contorno del triangulito trasero de las mini braguitas, esa mezcla entre el tacto fino de su piel y el más áspero del encaje.

-¿Sabes? me encanta tu culo, es pequeño, respingón, suave, blanquito y suele estar frío, me gusta tanto que a veces me entran  unas ganas irresistibles de decorarlo, y volverlo rojo y caliente, además si encima me desobedeces, más ganas aun.
-Jajajajja era imposible obedecerte hoy.
-Te acabo de ver y podía haber llevado perfectamente las medias accesibles.
-Pero con este frio me hubiera congelado.
-No es que esté muy caliente, hasta ahora.

Empecé a azotarla con la mano, al contrario que otras veces, ni se resistió, ni protestó, al revés su cara parecía de placer, aunque iba aumentando la intensidad de los azotes continuos, en determinado momento incluso empezó a mover suave y sensualmente las caderas. Cuando paré para bajarle las braguitas, se quedó totalmente inmovil y al sentir como las bajaba, suspiro y me dijo.

-Eres un cabrón

Yo le pasé el dorso de la mano por ambos globos carnosos ya sonrosados.

-Creo que aun hay que subirle la temperatura.

Y continúe con la azotaina, ya directamente sobre su piel sin ninguna protección, su actitud durante la azotaina, me animaba a aplicarme con más ganas, ya que en todo momento, me transmita excitación, además a medida que le iban cayendo los azotes, la piel se enrojecía y es algo que me encanta ver el proceso, como un pintor que pinta un cuadro. Cuando paré lo tenía muy muy rojo, de ese rojo intenso y vivo que solo da la mano bien aplicada, no puede evitar acariciarlo todo, durante un buen rato, se hizo el silencio, mis caricias, su respiración, entonces empezó a "ponerse bien" es decir a ofrecerse sibilinamente para que mis caricias salieran de las fronteras del culo y buscarán rincones más oscuros y entonces le di un palmada fuerte.

-Levanta.

Al levantarse llevó su mano a mi entrepierna juguetona, la miré.

-Desnúdate, quédate solo con las medias y los zapatos.

Me sonrió, se quitó el estrecho cinturón, se lo pedí, me lo dio, lo palpé con los dedos mientras miraba como el vestido se deslizaba hasta acabar en el suelo, por último se quitó el sujetador. La miré y le dije.

-Me gusta este cinturón...ponte en el brazo del sofá, que quiero probarlo...

Resopló, primer gesto de desaprobación de todo el rato, pero creo que fue más acto reflejo que otra cosa, porque se colocó a la primera, yo me fui por detrás me puse entre sus piernas, la cogí de la cintura.

-Bien levantadito mico.

Doble el cinturón muy ligero y estrecho, bastante diferente a los anchos y más pesados mios. Y le dije.

-La próxima vez, llevarás las medias accesibles y como penitencia, sin ropa interior, es más mañana nos vamos a ir a comer, solo para que cumplas el castigo.

Levanté el brazo y zassssss el fino cinturón cruzó su piel, emitió un pequeño gemido y dijo.

-Joder...con el p.....cinturón.

Sonreí y continué, era muy ligero, pero parecía muy efectivo, porque cuando llevaba una docena empezó a moverse y apretar los puños. Paré un momento, quería ver de cerca los efectos y decidir si caerían muchos más, la piel suave empezaba a tener un tacto más "granulado" los efectos de la abrasión del cuero,  pero seguí, una docena más le cayeron, dejándole el culo con unos dibujos de unas franjas de un par de centímetros de color rojo oscuro, tirando a granate. Cuando paré, la dejé  un rato, con la sensación de escozor viva, sin tocar, ni acariciar el culo, pero si la cara interna de los muslos, hasta que la ayudé a levantarse, cogí una silla y la coloqué frente al sofá, mirando hacia el frente, yo me senté en el sofá y le dije.

-El tema de las medias, es muy sencillo, te puede parecer un capricho, pero me gusta que estés accesible, al menos cuando esté yo y no es negociable y menos aun por iniciativa propia. Siéntate en la silla.

Lo hizo, ruborizándose un poco cuando la piel castigada tocó la fría y dura madera.

-Echa para delante, quiero que te apoyes en el borde de la silla.

Lo hizo y entonces le dije.

-Abre las piernas.

Lo hizo tímidamente.

-Más abiertas

Las abrió más.

-Así mucho mejor. Un ratito así bien expuesta y accesible, para que la próxima lo tengas claro.

Me apalanqué, ella se la notaba bastante perturbada, en aquella posición, yo podía ver su sexo abierto como una flor, brillante, rojo, palpitante, hasta que  mis dedos no pudieron evitar ir a investigar, primero acariciando por fuera, después haciendo una  incursión por sus pliegues sensibles, mojándolos, ella empezó a suspirar de nuevo, le di unos golpecitos ahí con los cuatro dedos, para estimular que la sangre fluyera y se empezara a hinchar un poco, entonces le metí dos dedos y el pulgar empezó a masajearle el botoncito duro y sensible, cada vez más rápido haciendo que allí sentada en el borde de la silla me regalara un orgasmo que hizo que tuviera que apoyar la espalda en el respaldo.

Cuando pasó todo casi amanecía, la cogí de la mano y nos fuimos a la cama, se durmió con las medias.

La desperté con mi cabeza entre sus piernas, tenía ganas de saborear la fruta allí escondida, despacio sin prisa un despertar muy dulce, sin dejarme nada por saborear, por dentro, por fuera, los muslos, el perineo, esa otra fruta más oculta aun, con ese tacto rugoso y sensible, hasta hacerla gritar de placer.

Después seguimos jugando, hasta acabar en la ducha y vuelta a la habitación, tumbada boca abajo en la cama, mientras yo le daba crema en las marcas de los azotes.

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