sábado, 14 de marzo de 2020

Cosas de casa.





Una de los aspectos que suele dar más conflictos en una relación es algo tan cotidiano pero tan farragoso y poco agradecido a la vez que necesario y cotidiano como son las tareas del hogar. Seamos sinceros, barrer, fregar, lavar platos, poner lavadoras, hacer la compra, planchar...son cosas que si pudiéramos no haríamos, pero que hay que hacer, en definitiva una obligación que da muy poca satisfacción. Una repartición equitativa de esas tareas, que no deje sensación de injusticia, de que uno hace más que el otro, puede evitar muchos conflictos, aunque todavía hay una opción mejor y más divertida: convertirlo en un juego.

Fue una de las primeras cosas que hicimos cuando nos plantemos vivir juntos, sentarnos y hacer un reparto equitativo de tareas, que además salvo alguna excepción, para no saturarnos íbamos rotando, así al ir variando parece que seas menos tedioso. También es cierto que no era algo estricto e inamovible, dependiendo de las circunstancias se podía variar el planning y la cosa iba sobre ruedas. Ella tenía sus tareas, yo las mías y asunto resuelto.

Lo malo es que el estilo de vida que llevamos, sin tiempo y estresante hace que muchas de esas tareas acaben pospuestas al fin de semana, que no deja de ser cuando tienes tiempo libre y menos apetece perderlo en ello, pero por desgracia es lo que ahí y aunque se puede hacer alguna excepción, tarde o temprano te tienes que poner. Habíamos llevado una semana muy pesada, en la que apenas habíamos hecho nada y el viernes por la noche nos pusimos un plan de ataque al tema, repartimos tareas y el sábado nos pondríamos. A mi me tocó ir a lavar los coches, los dos, como nos habíamos ido a dormir pronto, desperté temprano, preparé el desayuno mientras ella remoloneaba en la cama, cuando apareció por la cocina, yo ya casi había terminado y le dije que me iba a limpiar los dos coches, ella se quedó desayunando y su tarea era hacer la casa, Así que me puse manos a la obra.

Hice un coche, lo dejé y me fui a hacer el otro, total que un par de horas más tarde más o menos aparecí por casa debía rondar ya casi mediodía, mi sorpresa fue encontrarla aun en pijama en el sofá y viendo la tele, yo que venía sucio y sudoroso. Al verme entrar en el salón con cara de: "que está pasando aquí" me puso la mejor de sus sonrisas.

-¿Que bien vivimos no?
-Jooooo es sábado no hay prisa... ven.

Me acerqué algo mosqueado, pero más pronto que tarde se encargó de que se me pasara el enfado, usando todas sus dotes de seducción y haciendo caer en la debilidad de la carne. Vamos, que acabamos dedicados a otras tareas que no eran las previstas y mucho más gratificantes eso si. Ya en la ducha después pensaba en como había picado en su trampa, vamos que no había hecho nada y se había ido de rositas por culpa de debilidad ante la tentación. No se cual es el motivo pero la ducha me da siempre buenas ideas, no saqué el tema más el resto del día, así que su parte se quedó sin hacer, pero aun quedaba el domingo.

Domingo, como de costumbre yo me levanté antes y era mirar la casa y entrarme aquella sensación de desastre que te hace sentir culpable, me fui a la cocina , puse una cafetera y mientras subía me fui a la habitación, me senté a los pies de la cama.

-Buenos días!!!!!
-Ppuffff que hora es tengo sueño.
-Son las 10 ya bella durmiente.
-Es domingo no hay prisa
-Venga va dormilona, arriba que hace un dia precioso.

Tirón de la funda nórdica y totalmente destapada.

-Joder!!!!!!!! a veces me recuerdas a mi padre.
-Hay café recién hecho te espero.

Me fui para la cocina, me serví un café y unos cinco minutos más tarde apareció con la cara larga  y se sentó sin decir nada.

-Buenooooo menudo despertar la señorita.
-Es que tio, sabes que me da mucha rabia que me destapes joder...

La miré serio y le dije....

-No me hagas hablar, por tu bien más que nada.

Hizo un gesto de desaprobación y se sirvió un café en silencio. Tras un rato, la señorita fue reaccionando y comportándose como un adulta, entonces le dije.

-Me voy a dar una ducha , podríamos ir a hacer el vermut a una terracita hace un día genial. ¿Te parece?
-Si genial...
-Pues me ducho.
-Vale luego voy yo.

Me di la ducha y al salir ya estaba ella preparada para meterse. No me vestí, me senté en el sofá y esperé, la escuché salir y al cabo de rato sus pasos ya calzados con unos botines, que me dijo.

-Voy a pintarme un poco, ya puedes vestirte que ya estoy...
-Vale

Un rato después entraba en el comedor, yo seguía en el sofá y me miró.

-Ya estoy, cuando quieras nos vamos.
-Si, si voy, pero ven

Se acercó.

-Me encanta como te quedan esos vaqueros.

Sonrió.

-No eres adulador ni nada, va vístete.
-Es verdad te hacen un culo precioso.
-Va tira!!!!!!!

Entonces mis ojos ya habían fijado su objetivo, el botón de aquellos vaqueros ajustados como una guante a su piel y de un movimiento rápido apresaron la cintura de los vaqueros con fuerza y de un tirón la acerqué a mi.

-¿Donde crees que vas?

Supongo que no esperaba aquella reacción.

-¿Que haces?
-Lo que tenía que haber hecho ayer ¿o crees que me vas a tomar el pelo e irte de rositas?
-No se a que viene esto, suelta!!!!!!
-¿No lo sabes? tranquila que lo vas a saber.

En ese momento desabroché el botón del vaquero, bajé  la cremallera y tiré de el hacía abajo, hubo un momento de cierta confusión cuando intentó zafarse, pero estando de pie le solté un sonoro cachete en el muslo.

-Éstate quieta!!!!! y más te vale que no empeores las cosas.

Debí resultar convincente, porque dejó de pelear, le bajé el vaquero hasta las rodillas, tan ajustados eran que lo acompañó la ropa interior.  La miré estaba ligeramente ruborizada y como sorprendida, antes de decirle nada me dijo.

-Pufff vaaa que estoy maquillada y todo.
-¿Y? ¿Acaso pensabas que te ibas a salir con la tuya? Vas a estar muy mona maquillada y pasando la aspiradora con el culo rojo.

La cogi de ambas muñecas con las dos manos y tirón a mis rodillas, al caer la sujeté con mi brazo izquierdo de la cintura y sin más empecé a darle con ciertas ganas en frío eso hizo que se quejara un poco en los primeros, hasta que  el culo empezó a coger un tono más rosadito, pasado ese momento inicial se relajó, lo que aproveché para ponerle el culo bien rojo a base de una lluvia incesante de palmadas alternas de cachete a cachete de varios minutos ininterrumpidos, hasta que llegado un momento empezó a moverse un poco, como intentando evitar los azotes, mi reacción fue sujetarla con mas fuerza de la cintura recolocarla y decirle.

-Ese culo tan avispado, lo quiero bien levantado ¿estamos?

Y seguí hasta que empezó a dolerme la mano, síntoma que ella el culo debía arderle, en el fondo lo que más me gusta es la mano, es lo más fácil de regular. Pero aun así se llevó una buena tanda, ahí en la frontera con los muslos antes que parara. Ese rojo intenso de mano, me encanta, es inconfudible, homogéneo, los dos globos bien rojos por igual, además el tacto es caliente pero suave y nada más terminar me puse a pasarle los dedos por el culo, calentito, pero suave.

En esa posición boca abajo sobre mis rodillas es inevitable no hacer alguna incursión a zonas más íntimas, cuando mi índice se abrió camino entre sus labios para descubrir un surco empapado, suspiró, pero fue algo fugaz. Terminado en un cachete en el culo y un.

-Levanta!!!

Se levantó y se quedó parada frente a mi, con un toque de rubor en su cara, no se si de vergüenza, de excitación o incluso del calor que debía irradiarle el culo. La miré a los ojos y le dije.

-Tu te crees muy lista ¿verdad?

Al decirle eso se le escapó la risa.

-¿Y te ries aun? bueno a ver si esto te hace tanta gracia. Como con esos pantalones a medio bajar, no vas a poder moverte, quítatelos, dobladitos y los guardas, que no te van a  hacer falta, cuando termines empieza a pasar la aspiradora.
-¿Estás hablando en serio?
-Me ves cara de bromear o necesitas más dosis para entenderlo y te aviso que me duele la mano, así que habrá que usar algo más tu misma.

Soltó una colección de resoplidos e hizo el gesto de subirse los vaqueros.

-No te he dicho que te los subas , te he dicho que los quites.
-Ya pero tendré que ir a la habitación ¿no?
-¿Para que? ¿no te los puedes quitar aquí?

Se los hice quitar frente a mi, cuando estuvo también doblarlos y entonces si la dejé ir a la habitación a guardarlo todo, un momento después escuché el aspirador, me fui a vestir que aun andaba en pijama, mientras ella hacía la casa, que es lo que debía hacer el sábado. Ya vestido me senté en el sofá y la miré mientras aspiraba el comedor, desnuda de cintura hacia abajo y con el culo como un tomate, cuando terminó decidí no alargar más la situación ya había sido suficiente castigo pensé y le dije.

-Va recoge el baño y la semana que viene ya nos pondremos a fondo.

No dijo nada y se fue para el baño, enseguida fui tras de ella, estaba cachondo de toda la escena, la puerta estaba entreabierta iba a entrar y vi algo que me hizo pararme. Estaba frente al espejo, de espaldas pero volviendo la cabeza se acariciaba una nalga roja muy suavemente a la vez que se miraba al espejo, luego hizo lo mismo con la otra y en un momento determinado, su mano se fue hacía delante cerró los ojos y su dedos empezaron a juguetear en su coño. Abrí la puerta de golpe

-¿Se puede saber que haces?

Se puso roja al instante.

-Creo que no has entendido nada.

Me quité el cinturón que me acababa de poner, lo doble, la cogí del brazo derecho justo de debajo de la axila.

-Tira para fuera que te vas a enterar.

Ya de camino al comedor le cayó algún que otro correazo en el culo, hasta que llegamos al sofá, frente al brazo la solté.

-Ponte y quiero ver ese culo bien arriba.

Resopló otra vez al ponerse, como no me gustaba la posición le dije.

-¿Tengo que ponerte cojines?

No hizo falta, lo entendió, le dejé un momento el cinturón en el culo desnudo y rojo, para remangarme mientras le decía.

-Ya sabes, que si te castigo hay tres cosas que no puedes hacer hasta que te diga, que son taparte el culo, frotarlo y darte placer y a la que me despisto un momento, te pillo, pues bien será cuestión que pique más para que te quede claro.

Cogí el cinturón, lo empuñé y el impacto retumbó en toda la casa. Esperé un instante, me gusta que sienta bien la sensación, antes de aplicar más, un pequeño intervalo de tiempo entre azote y azote para que todos se sientan, sin que el siguiente tape al anterior. Y con esa cadencia fueron cayendo un par de docenas antes de hacer una pausa para pasar la yema de mis dedos por su piel marcada  y decirle mientras.

-Aun te va a caer una docena más, cuando termine al rincón manos en la cabeza para evitar tentaciones y que sientas un buen rato, el calorcito de portarse mal en el culo. Y cuéntalos, doce.

Nuevamente empuñé el cinturón marrón de piel de búfalo y empecé, esta vez dejando aun más espacio entre azote y azote, para escucharla contar y gemir con la caricia del cuero en su piel desnuda, al terminar la docena, me coloqué el cinturón mientras ella cogía aire se levantaba y se iba resignada al rincón, mientras yo tomaba asiento. La tuve allí algo más de lo habitual quería que sintiera el quemor y el escozor del castigo un buen rato, pasado el cual la dejé salir para ir a buscar la crema hidratante al baño. Con ella de vuelta me la dio, le indiqué mis rodillas, se tumbó, le separé las piernas y empecé a acariciarla en seco, osea sin crema, entonces le dije.

-¿Quieres crema?
-Puffff ¿tu que crees?
-Pues si quieres vas a tener que terminar lo que empezaste en el baño.

Aquello podía ser un premio, pero a sabiendas de lo que la perturbaba, era parte del castigo, tener que tocarse allí en mis rodillas con el culo marcado...durante un momento dudó, hasta que tímidamente noté su mano por debajo de mis piernas y empezó a tocarse, ahí dejé caer un chorro de crema fresquita en cada nalga, suspiró y empecé a extenderla, hasta que clavó las rodillas en el sofá para tener más espacio y ya totalmente fuera de prejuicios, empezó a masturbarse con ganas, mientras yo seguía con el masaje en el culo, hasta que entre gemidos escuché algo así.

-Joder no se como te lo haces....

A partir de ahí siguieron una colección de gemidos, jadeos y espasmos a la vez que sus dedos juguetones bajaban el ritmo, hasta salir del todo y caer de nuevo sobre mi regazo, donde seguí con el masaje y las caricias...



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