jueves, 19 de marzo de 2020

El dolor






“Por insoportable que pueda parecer el dolor. El masoquista permanece siempre unido a alguien. No hay momento de absoluto abandono”. Anita Phillips una defensa del masoquismo.

Creo necesario hacer una pequeña incursión en la seguridad en los juegos. No es intención entrar en obviedades del tipo: este un juego consensuado entre adultos. Esto es una fantasía entre dos personas adultas y conscientes y en ningún momento se pretende el fomento del abuso o maltrato etc, etc…Eso se sobreentiende lo contrario sería un grave delito. Pero si considero que no está de más comentar alguna cosa sobre la seguridad en los juegos.
Cuando se habla de seguridad con respecto a juegos que incluyen una carga de agresividad y donde el dolor físico juega un papel importante, automáticamente nos vamos siempre a aspectos físicos. Es lo lógico a fin de cuentas es lo más visible y tangible. Personalmente creo que o bien uno es una persona carente de la más mínima empatía y compasión o bien es un imprudente que quiere hacer o probar cosas para las que no está capacitado, quintando estas excepciones, en personas estables y normales, el accidente físico en la práctica del spanking es bastante improbable. Aún así no está de más conocer algo de fisiología, para si cabe minimizar aún más el riesgo.

La zona de golpeo en el spanking, aparte de ser una zona erógena, es también una zona naturalmente acolchada. Esta recubierta por una capa de piel, tras la cual hay una capa de tejido graso, que suele ser más densa en las mujeres y debajo de ella dos potentes músculos: los glúteos. Los hueso, vasos y nervios importante en esa zona se sitúan a gran profundidad, por lo tanto, la posibilidad de dañarlos es mínima siguiendo unas normas básicas. En cambio, es una zona que tiene muchas terminaciones nerviosas, por lo tanto muy sensible a estímulos. Golpear las nalgas como castigo, es algo común a todas las culturas universales, en especial en la época de crianza, el motivo: duele, por lo tanto, tiene efector disuasorio, pero no daña, es muy difícil causar heridas graves, aunque sin saberlo hemos creado una asociación entre zona erógena y castigo, que hemos perpetuado culturalmente.

Vamos a intentar crear un mapa de seguridad. Las nalgas vienen naturalmente divididas longitudinalmente, hay dos. Pues bien imaginemos unas nalgas, con su división longitudinal y ahora partiendo de aproximadamente cuatro dedos por debajo de las nalgas, osea los últimos cuatro dedos de muslos y hasta el final de la hendidura de las nalgas justo donde empieza la espalda, hagamos tres partes horizontales. Tenemos tres tercios. Pues bien, la zona de golpeo tiene que ser siempre los dos primeros tercios, evitando golpear el último tercio, el más próximo a la espalda. El motivo es que en ese último tercio, el acolchado natural disminuye y allí ya nos encontramos mucho más superficialmente que la parte final de la columna, los huesos sacro y cóccix. Un golpe en cualquier de ambos huesos es muy doloroso, además de peligroso. Ya que alrededor hay cantidad de nervios, entre ellos el nervió ciático, también justo por encima del sacro protegidas por el hueso, están las arterias aorta y la vena cava, que en ese punto se dividen, formando las arterias y venas ilíacas. Y a penas aproximadamente unos cuatro dedos por encima del final de las nalgas tenemos los riñones. Lo cierto es que la posibilidad de producir algún daño en estos vasos o riñones, solo se me ocurre que pueda ser debido a un accidente y con el uso de un objeto pesado y contundente. Por ejemplo, una vara, que puede ser dolorosísima y tener un efecto muy potente a nivel superficial, es imposible que dañe a ese nivel interno, pero si podría pasar con una paleta de madera pesada, es el típico accidente donde la persona azotada se mueve de forma inesperada y se lleva el impacto donde no toca. Una paleta de 40 cm de largo y 10 ancho de madera maciza, podría provocar una lesión muy grave en un caso así.

Para evitar eso, el primero consejo es ese no golpear nunca la zona más alta de las nalgas y el segundo que la persona que está haciendo azotada si necesita moverse por el motivo que sea, avise de su intención, por ejemplo, levantando una mano. Un juego nunca puede acabar en un box de urgencias.

Pues bien, una vez delimitada la “zona de juegos”, como ya he dicho su diseño natural la hace muy segura, pero aun así creo que también hay extremos que conviene evitar. Como dije anteriormente se trata de mantener el culo “vivo”, osea que la sensación física este presente, como es una zona con muchas terminaciones nerviosas, el golpeo continuado va a aplastar las terminaciones nerviosas y las va a desconectar, provocando efecto entumecimiento que, al cesar los azotes, se van a despertar de golpe y van a provocar mucho dolor cuando no toca. La forma de prevenir ese efecto, es adaptar la cadencia de los azotes a la potencia del instrumento. En una azotaina con la mano, por ejemplo, podemos azotar de forma continuado largo tiempo, sin que se produzca ese efecto, si usamos otros instrumentos como paleta o vara, dejar pasar unos segundos entre azote y azote, para evitar ese efecto. Un efecto de azotar es que eso va a provocar un aumento del riego sanguíneo ante el estímulo de los azotes, eso provoca aumento de la temperatura y el conocido enrojecimiento. El golpe aplasta los capilares, haciendo que la sangre recule hacia detrás (por eso se puede ver la mano marcada en blanco el instante después del azote), en cuanto los capilares recuperan el tono se llenan de nuevo de sangre y el blanco se convierte en rojo unas décimas de segundo después. Ese efecto se produce sea cual sea el instrumento de azotar, lo que hay que tener en cuenta, es que según la superficie de contacto la energía se reparte de forma más dispersa, afectando a una zona más amplia o de manera más concentrada en unos puntos determinados. Y en los primeros hará que el aplastamiento por el golpe sea más superficial pero extenso y en los segundo más profundo y concentrado. El resultado es que mientras con la mano, por ejemplo, se necesita insistir para provocar rotura de capilares y estos lo harán de fuera hacia dentro. Con la vara, basta un solo azote, para dejar una línea de capilares rotos en la zona de impacto. Capilares rotos igual a hematoma. Estos hematomas (marcas) si son superficiales, carecen de ningún peligro y en la mayoría de ocasiones, horas después del juego, ya apenas son visibles, en cambio cuando se producen a nivel más interno en el tejido entre piel y musculo o directamente en el músculo, tardan mucho más en desaparecer y son mucho más molestos incluso días después de un juego. Otra cosa a tener en cuenta, es que los instrumentos finos y flexibles como las varas, que concentran mucha energía en un determinado punto, pueden llegar a romper la piel, si se golpea con excesiva fuerza o se insiste mucho sobre el mismo punto, provocando una herida y sangrado.

Como vimos en el subcapítulo dedicado a las marcas, parece haber un fetichismo muy común al respecto, pero por desgracia no hay trucos mágicos, solo el conocer y la experiencia nos va a permitir conseguir los efectos deseados sin pasarnos de la raya. Hay pieles que son muy espectaculares y pueden impresionar los resultados, en cambio se recuperan muy bien y en poco tiempo y otras que parecen más inmunes y en cambio los efectos son más a posteriori, eso es algo que solo descubriremos en base a la experimentación, eso sí siempre usando el sentido común, no debemos fiarnos de los que vemos, sino de las sensaciones que nos transmite la otra persona y siempre aplicar la máxima que de ir a más siempre se está a tiempo de volver atrás cuando se ha superado el límite no.

Importante también es saber si la otra persona tiene algún problema de salud, relacionado con la coagulación como la diabetes, en estos casos conviene adaptarse al problema, la seguridad, ante todo. Hay que saber también que hay zonas más sensibles que otras, los anglosajones amantes del spanking llaman “sweet zone” (zona dulce) a la zona que hace de frontera entre las nalgas y los muslos, es una zona especialmente sensible, por lo tanto, más sensible también al dolor y casualmente es también la “seat zone” (La zona donde nos apoyamos al sentarnos), lo cual le da el valor añadido, de jugar con la incomodidad y el recuerdo en las horas o días posteriores. Otra zona especialmente sensible y pudorosa es la cara interna de las nalgas ya que, para azotarlas, hay que separar las nalgas, exponiendo más si cabe genitales y ano. ¿Cómo podemos evitar efecto no deseados y a la vez no desvirtuar la sensación?

-Evitando golpear el tercio superior de las nalgas.
-Adaptar la cadencia de los azotes, al tipo de instrumento, haciendo pausas que permitan recuperar la sensibilidad
-No abusar de instrumentos muy pesado y densos o de aquellos que concentran mucha energía en un punto. Ambos usarlos con mesura y de forma espaciada. El truco de contar los azotes y decir una frase resulta muy eficaz para este tipo de instrumentos.
-Fiarse más de lo que te transmite la otra persona, que de lo que ves.
-Insistir más en esas zonas dulces, pero seguras.
-Sentido común, en caso de duda: stop.

La seguridad física no es lo único que debería preocuparnos al encarar un juego. Es lo más llamativo si, pero también lo más evidente, visible y que da más pistas. Hay otro daño más silencioso, pero no por ello más peligroso. Se dice que abuso es todo aquello que atenta contra al integridad, física, psíquica o moral de una persona. Los juegos son algo más que sensaciones físicas, se juega también con las emociones y también se bordean sus límites. En su momento ya tratamos como el pudor y la vergüenza forman parte de los juegos, por ejemplo. Jugar con esas emociones sin que estas lleguen a ser percibidas como una humillación dañina, precisa de cierta sabiduría. Nadie nace enseñado, por lo que muchas veces es simplemente una cuestión de tiempo y mucha comunicación. Por fortuna el juego se presta a ello y antes de dar el paso a la realidad, la mayoría de las veces hay horas de conversación detrás. Pero aun así la realidad es diferente a la fantasía, hay que tenerlo claro. Lo más efectivo para minimizar el riesgo es no ser egoísta, pensar que el juego es una cosa de dos, que deben disfrutar los dos. Todo juego es un intercambio de control basado en la confianza, a medida que se confía más se cede más sobre todo la parte emocional y eso indica también mayor responsabilidad en quien tienen el control. Los juegos no son igualitarios, son compensatorios y ambos jugadores aceptan su rol. Eso hace que la tarea principal del spanker es alterar el equilibrio normal de la parte spankee para que pierda el control de la situación y eso solo pasará si hay confianza, entonces se dejará llevar. Aunque todo no es color de rosa, eso implica una gran carga de responsabilidad, si rompes esa confianza, rompes el juego y puedes dañar, para explicarme lo voy a hacer a través de una situación real que me confesaron.

Una chica conoce a chico, conectan desde el principio charlan, confían y deciden dar el paso. Tienen una primera cita, todo sale a la perfección, juegan, ella cede el control, el acepta las responsabilidades y deciden repetir. Ese segundo juego se presenta mucho más intenso a nivel físico y seguro emocional también, llegado un momento determinado ella siente la necesidad imperiosa de llorar, pero no de dolor, seguramente se ha dado la confluencia de diversas cosas que han generado la tormenta perfecta. Ella se retiene, intenta que él no note que está llorando, pero ya es demasiado tarde, él no se percata y sigue, hasta que se da cuenta, entonces para y la deja sola, se va a otra estancia de la casa…Entonces ella se siente muy sola y vulnerable, se siente indiferente, se ve como un culo al que azotar. Entonces se viste, se va y fin de la relación.

Es el ejemplo ideal para mostrar que se puede hacer más daño con las actitudes que con los azotes. Probablemente ninguno de los dos estaba preparado para aquel juego, pero sucedió son cosas que pasan. Si tu aceptas la responsabilidad del control que otra persona te cede en confianza, tiene que tener la capacidad de improvisar, incluso cuando pasa algo que no has calculado. El fallo de él no fue no percartarse, de hecho, ella luchó para que no se diera cuenta, no fue seguir, probablemente ella tampoco quería que parase en aquel momento, el fallo fue dejarla sola, verse superado por el momento, que es seguro lo que pasó. Simplemente con que se hubiera sentado a su lado si decir nada y le hubiera cogido de la mano o acariciado el pelo, dejándola desahogarse, pero sabiéndose acompañada, hubiera bastado para que la resolución final hubiese sido muy distinta. Pero la dejó sola, se mostró absolutamente indiferente, en un momento donde ella se había roto para mostrarse vulnerable y sin defensas, no tuvo un pilar donde agarrarse. El la llevó hasta el borde del abismo y la soltó, traicionó su confianza, generó la duda y la inseguridad, y eso es imposible de reparar, ya nunca más hubiera habido confianza para volver a jugar.

El aspecto físico en la seguridad de los juegos es muy importante, aunque personalmente creo que es el que menos problemas puede ocasionar. Es relativamente fácil a poco observador que seas y con  un mínimo de empatía reconocer los síntomas que se está llegando al límite en lo físico. Respetando cuatro principios básicos citados anteriormente y teniendo claro que siempre es mejor pecar de menos que de más, es realmente difícil verse en una situación compleja en lo físico, salvo que seas un sádico egoísta incapaz de auto controlarte. En cambio, de algo que no se habla en los manuales, es de la seguridad psíquica, y como es relativamente fácil, no saber ver o reaccionar ante un compromiso en ese campo. En los juegos se juega con las sensaciones físicas, con el dolor concretamente, pero también con las emociones. Un exceso de dolor, pasarse de la raya es un error grave, que no se puede rectificar, pero si se puede hablar e intentar que no se vuelva a repetir. En cambio, el daño emocional si es irreparable, significa la pérdida de confianza, la duda y la inseguridad y sin eso no se puede jugar.




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