domingo, 9 de febrero de 2020
De uñas.
Había sido un semana larguísima con mucho trabajo y para rematar el viernes no había sido una excepción, salí tarde de trabajar con lo que llegué tarde a pasar el fin de semana, a la hora de cenar. Cuando llegué ya me esperaba y como estaba al caso de la semana, lo hizo muy servicial, ya me encontré la cena a punto para cenar, pero no es que tuviera mucha hambre aunque hice el esfuerzo más que nada por las molestias, no estuve muy hablador imagino porque al terminar me dijo.
-Ya recojo yo...porqué no te das un duchita y luego nos vamos a la cama y te hago un masaje.
Sonreí el plan me gustaba para que negarlo y aunque estaba cansado a quien le amarga un dulce y que cuiden de uno gusta aunque no sea algo a lo que esté acostumbrado ni que suela dejarme todo hay que decirlo. Me metí en la ducha y me estuve un rato en esa postura que cierras los ojos, te cae el agua caliente y no hacer nada, hasta que espabilé. Cuando salí del baño estaba ya todo recogido y las luces apagadas, solo un pequeño resplandor venía de la puerta entre abierta de la habitación, llegué con paso cansado y al abrir la puerta allí estaba ella encima de la cama, con un camisón corto, de tul y encaje negro, debajo del cual se transparentaba un tanguita también negro, le dio una palmada a la cama y me dijo:
-Quítate la ropa y túmbate que te voy a hacer un masaje.
Sonreí y le hice caso, como resistirse a semejante sugerencia, me quité el pijama y me quedé solo con los boxer, me tumbé boca abajo, casi dejándome caer, la comodidad de la cama me relajó, ella pasó sus piernas por encima de mi y se quedó sentada en mi culo.
-Relájate y cierra los ojos.
Le hice caso, hasta que noté algo frío y viscoso por mis espalda y di un respingo.
-Joder!!!!! podías haberlo calentado en las manos un poco.
-Jajajaja...quejica
Enseguida noté sus manos calientes extendiendo el aceite por toda la espalda y me relajé. No me considero empalagoso, peor me gusta el contacto físico y que me soben, en su debido momento. Una vez extendido empezó el masaje, desde el punto de inicio el cuello fue bajando por los hombros y la espalda. A medida que iba haciendo yo me iba relajando cada vez más a pesar de los movimientos sugerentes que hacía con su pelvis sobre mi culo, pero en aquel momento mi cabeza deseaba cama de otra variedad y su masaje no hacía más que darme más ganas...de dormir.
En un determinado momento dejó el masaje y empezó a pasarme muy suavemente la yema de los dedos por la espalda y yo a ronronear como un gato entonces le dije:
-Si sigues así me voy a quedar frito
No contestó entonces cambió y empezó a pasarme las uñas muy suave también y yo encantado claro, pero a poco fue subiendo la intensidad más bien a rascar, hasta que a partir de un momento empezó a ser intensito y le leí las ideas a pesar del cansancio.
-Señorita...
-¿Que?
-Creo que no hace falta que te lo diga ¿verdad?
-Joooo es que no quiero que te duermas, solo quiero jugar un poquito.
-Pues juega pero vigila...
-Eres un aburrido.
Entonces puso los dedos en forma de garra encima de los omoplatos sin hacer nada.
-Ni se te ocurra.
-Mmmmmm ya veremos
-Yo te avis...
No me dio tiempo a terminar la palabra cuando note la punzada de unas uñas clavándose en mi piel y bajando por toda la espalda y al terminar la presión de su peso saltó riendo, se me quitó el sueño de golpe, me levanté de un salto, supongo que no esperaba aquella reacción la cogí del brazo con fuerza, incluso se quejó, pero ya no la solté tiré de ella hasta el baño, me fui frente al espejo y me di la media vuelta, al ver el reflejo de mi espalda, se podían distinguir perfectamente, el camino de sus uñas en mi piel.
-Bueno, bueno la señorita ha tenido que hacer la gracia, muy bien, pues dentro de un rato volveremos a venir a que veas en el espejo como ha quedado tu culo juguetón.
Dijo algo que no recuerdo, tampoco le di mucho tiempo a hablar tiré de ella y de vuelta a la habitación, me senté en la cama y directa a mis rodillas, el camisón era tan cortito que al colocarla en mis rodillas prácticamente dejaba al descubierto las dos hermosas nalgas, pero por si acaso terminé de levántarselo del todo, sujeté con fuerza con la mano izquierda sus dos muñecas en la espalda y con la derecha cogí la cintura del tanga y tiré de el con fuerza hacía abajo.
-Así que ganas de jugar...muy bien vamos a jugar.
En ese momento mi mano se estrellaba contra una de sus nalgas desnudas y con gran estruendo empezaba a alternar cachete y cachete, lo curioso es que a los primeros azotes respondió riendo, lo cual me picó y enseguida aumenté la intensidad.
-¿Te hace gracia? ya veremos si dentro de un rato te ríes tanto.
Entonces se hizo el silencio, se cayó de golpe y tras un rato cuando el culo se empezaba a enrojecer, el silencio y la quietud eran absolutos.
-Vaya...parece que ya no te hace tanta gracia.
Ya no detuve la azotaina hasta dejarle el culo como un tomate, hacía ya un rato le había soltado las manos. Cuando me detuve, la hice levantarse, la cogí del brazo otra vez y la llevé al rincón justo debajo de la tele de la habitación. Alli le hice poner las manos detrás de la espalda sujetando el camisón bien levantado.
-Mira como te tienes que ver, en el rincón con el culo al aire y rojo, para variar.
Estuve unos minutos mirándola, me gustaba mucho el color que le había puesto al culo, además era como muy contradictorio todo, ella vestida de mujer seductora, pero había terminado, allí mirando a la pared, con la ropa interior a medio bajar y el culo rojo como una niña traviesa. Pasaron unos minutos y fui al baño de vuelta la llamé. Yo estaba sentado otra vez en la cama, caminó hasta mi y cuando estuve frente a mi, le dije.
-Extiende una mano
Me miró extrañada.
-EXTIENDE!!!
Lo hizo y le sujeté la muñeca con la izquierda la derecha la alargué para coger algo que había en la mesita eran las pequeñas tijeras curvadas.
-¿Que vas a hacer?
-Cortarte las uñas.
-Puffff Santi....de verdad, lo siento no volveré a hacerlo, solo fue una broma que se me fue de las manos.
-Bueno por si acaso te las voy a dejar bien a ras.
-No por favor....me siento ridícula
En ese momento le cogí el índice, llevé las tijeras a el, me miraba con cara de preocupación, entonces la miré, dejé las tijeras encima de la mesita dando un pequeño golpe, quité las almohadas de la cama, las en medio de la cama y le dije.
-Túmbate.
Lo hizo, le levanté el camisón, cogí el aceite le eché un par de chorros en cada nalga, que extendí a conciencia dejándole el culo bien untadito, entonces abrí el armario y cogí uno de mis cinturones, lo doble por la mitad, ella rechistó al oir la hebilla.
-¿Dices algo?
-No
-Mejor
Y empecé aplicarle tratamiento a base de cinturón en el culo. A medida que caían los azotes, el aceite de su piel engrasaba el cinturón haciendo que fuera más denso y pesado por lo que los azotes también eran más dolorosos, cuando estuvo el culo bien seco paré y le dije.
-Las almohadas a partir de ahora van a ser solo un guía quiero que tu cuerpo haga el puente sin tocarlas, quiero ver ese culo bien levantado ¿no querías jugar?.
Rechistó un poco, pero lo hizo, bien expuesta. Una vez en la posición indicada le di una docena de azotes seguidos con el cinturón, sin pausas, al terminar y aun aguantando la posición dejé el cinturón y pasé los dedos por las marcas del cinturón suavemente durante un instante.
-Levanta.
Se levantó la cogí de la mano, y la llevé hasta el baño cuando estuvimos la puse frente al espejo le dí la vuelta y le levanté el camisón.
-Hace un rato te dije que volveríamos a ver tu culo frente al espejo, aquí tienes el resultado.
Miró y se puso roja, aunque no podía dejar de mirar...a pesar que por lo que se podía ver le debía escocer y no poco.
-Espero que la próxima vez te lo pienses, ve para la habitación que ahora voy.
Un momento después que ella entré en la habitación, ella estaba sentada en la cama, ya no llevaba el tanga, tenía las piernas separadas, me acerqué y al llegar a su altura, me cogió de la cintura del bóxer, cuando me di cuenta me lo había bajado y con una mano masajeaba mis testículos mientras con la otra movía su mano arriba y abajo por mi polla...
-Al final siempre te sales con la tuya
Sonrió me miró mientras lleva su boca a la punta de mi polla, ya no pude escapar, no paró hasta hacerme correr, el poder había cambiado de bando. Cuando terminó marchó al baño de vuelta yo me había tumbado en la cama totalmente desnudo, llevaba consigo una toalla pequeña húmeda, me limpió, la miré y le dije.
-Ve a buscar el libro.
No hacía falta decirle cual, lo sabía perfectamente, era un libro que había hecho para ella, con los relatos que le había escrito cada semana. Le dije una página al azar, se sentó con mucho cuidado en la silla donde dejábamos la ropa abrió el libro y empezó a leer, entonces mientras leía le separé las piernas y empecé a jugar con mis dedos en su sexo encharcado, hasta que dejó de leer y a emitir solo gemidos antes de correrse allí sentada en la silla, entonces mientras ella recuperaba el aliento me llevé los dedos a la boca los saboreé y le dije....
-Termina
Volvió a coger el libro que se le había caído, busco la página y le dije.
-Desde el principio por favor.
Y ahí si me quedé dormido.
Continuará.
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