sábado, 22 de febrero de 2020

Carnaval





No somos muy de salir por la noche, los dos preferimos disfrutar del día, somos más de ir a visitar algún lugar, de pasear, de los vermuts a mediodía o de las cañitas antes de cenar. En resumen vida tranquila de día y la noche para dormir u otras cosas más divertidas. Pero siempre hay alguna excepción, la vida necesita de algún tipo de escape de vez en cuando incluso para aquello que se supone que te es más cómodo. El carnaval brinda  una magnífica oportunidad para hacerlo, por eso cuando me propuso de salir en carnaval acepté y eso que suponía jugar en campo contrario, al fin de cuentas íbamos a ir con sus amigos, que aunque los conocía no tenía el mismo tipo de relación que ella.

Llevábamos tiempo preparando y fue divertido, había que encontrar un disfraz y al final nos decidimos por ir de punks. Lo cierto es que todos los preparativos fueron divertidos y finalmente llegó el día, sábado de carnaval.

Habíamos quedado a las 9 para cenar, en un local más o menos céntrico de fácil aparcar, porque era contiguo a la Universidad donde había el  gran parking del campus. Pero disfrazarnos nos llevaba un rato, así que nos pusimos manos a la obra pronto. El resultado fue espectacular, ella un pantalón de pitillo elástico a cuadros negros y rojos,  una camiseta negra ceñida con un cinturón con tachuelas que le dejaba  un hombro al aire, las obligatorias botas militares, chupa de cuero, el pelo crepado y maquillada con una raya del ojo exagerada. Yo pantalones rojos a cuadros escoceses, una camiseta blanca de The Clash, las obligatorias botas militares, también era verde militar la chaqueta tres cuartos, rematado todo una una cadena y un candado en el cuello y como con mi pelo poco se puede hacer cabeza afeitada. Antes de salir unas risas y unas fotos para inmortalizar el momento tras lo cual nos pusimos en marcha contentos porque solo unos días antes todo había pendido de un hilo a causa de unas inoportunas anginas que la habían tenido unos días pachucha, aunque parecía ya recuperada.

Nos subimos en el coche y nos dirigimos al lugar de encuentro, para hacer unas cañas antes de cenar, fuimos la sensación, nos felicitaron  por el disfraz y tras las cañas nos sentamos a cenar, entre risas y buen ambiente, ella se sentó lejos de mi al lado de sus amigas haciendo la payasa durante toda la cena ya estábamos a final de la cena, cuando me salió sin pensarlo esa parte paternal, estábamos con una ronda de chupitos, cuando le dije.

-Nena...no te voy a decir que no bebas, pero control que estás aun con el antibiótico.

Ella me contestó son su retranca habitual.

-Papá ya soy mayorcita...

Y acto seguido poniendo la mejor de sus sonrisas, extendió el puño y levantó el dedo corazón. Se hizo un instante de silencio y me corté no estaba en mi zona de confort, cuando volvió a reinar el ambiente de fiesta, me levanté y salí fuera con la excusa de fumar. Estaba convencido que saldría consciente que igual se había pasado un poco, pero le di la última calada al "piti" y como no salió me disponía a entrar cuando se abrió la puerta del local, era ella, que me sonrió pasó sus brazos  por mis hombros y me dio un beso.

-¿Te has enfadado?

Si no me hubiera echo esa pregunta seguramente incidente olvidado, pero esa pregunta me indicó conciencia de mal comportamiento y sin pensar me salió todo, la cogí del brazo y tiré de ella en dirección al parking.

-Auuu suelta ¿que haces?

No dije nada, serio caminé hasta el coche sin soltarla ella caminaba con pasos torpes como resistiéndose un poco, yo no dije nada hasta que cruzamos la avenida y pasamos por la puerta que daba acceso al parking, allí en cuanto un par de coches nos tapaban de miradas indiscretas, sin decir nada le di un tirón para hacer que caminara delante de mi y en cuanto estuvo a tiro, le di tres palmadas contundentes en el culo, notando como mi mano se hundía en su carne.

-No estoy dispuesto a que me des la noche y más vale tomar precauciones antes que sea demasiado tarde.

Ella se dejaba llevar, parecía excitada por la situación tanto que no era capaz de reaccionar. Al llegar a la altura del coche saqué la llave, le di al botón de apertura de las puertas, se iluminaron un momento los intermitentes y sin soltarla me fui directo a una de las puertas traseras, la abrí y me metí, ella se quedó fuera.

-Joder Santi, solo ha sido una broma...
-Te estoy viendo venir, te conozco ya y más vale prevenir que curar. Dame la chaqueta y el bolso.
-Puffff nos están esperando...a saber que van a pensar.
-Me da igual la chaqueta y el bolso o nos vamos para casa.
-Pffffffffffffffff

Ahí terminó la disputa, a regañadientes pero me dio la chaqueta y el bolso, y de un tirón la metí en el coche tumbada sobre mi regazo en el asiento de atrás. Cerré la puerta como pude. Cuando estuvo sin pensarlo metí la mano por debajo de la camiseta y tiré del pitillo elástico hacía abajo era tan ceñido que me costó, bajarlo lo justo para dejar su culo al aire en el asiento de atrás del coche en aquel parking. No se resistió nada, al revés parecía estar excitada en aquel momento. La iluminación era mala, pero aun así era un placer visual, solo había desnudado lo imprescindible, desde la cintura hasta cuatro dedos debajo de su culo, suficiente para deleitarme con la visión de aquellas curvas, me encanta esa curvatura hacia fuera de sus caderas ensanchádose para volver a estrecharse en la cintura y la elevación de carne de sus nalgas. Empecé a acariciarle el culo, ella suspiró, me encanta el tacto suave, esponjoso y tibio de su culo y a ella la encanta que la acaricie. Me hubiera recreado un buen rato en las caricias pero nos esperaban y la había llevado ahí para otra cosa.

Enseguida las caricias se volvieron palmadas, constantes y seguidas alternando cachete y cachete, que vibraba con cada palmada, el sonido de las palmadas tenía un acompañamiento muy especial; el de unos pequeños gemidos de excitación que se le escapaban cada cuatro o cinco palmadas. Fueron dos o tres minutos de zurra constante sin pausa y aunque no podía ver mucho los efectos en su piel, el tacto y el calorcito que empezaba a desprender su culo, me dijeron que iba bien, pero yo quería reprimir cualquier tentación y al parar le di el bolso de la bandeja trasera del coche y le dije.

-Dame el cepillo.

Había una norma casi desde el primer día que nos habíamos conocido y era que debía llevar siempre el pequeño cepillo ovalado de madera encima. Era un forma de decirle que tuviera claro que en caso de necesidad iba a aplicarle disciplina en cualquier lugar, de hecho ya lo había utilizado en varias ocasiones: en el parking de un centro comercial, en el area de servicio de un autopista o un descampado cerca de su casa, en todos esos sitios había terminado con el culo ardiendo en el asiento de atrás del coche.

Rechistó un poco, pero buscó el cepillo en el bolso y me lo dio. Lo cogí y le dije.

-Ahora cuando volvamos, no quiero tonterías ¿está claro?

No contestó y entonces empecé a darle jarabe de cepillo en el culo desnudo durante otro par de minutos, no parece mucho, pero dos minutos a cepillo y a conciencia dan mucho de si, bastante como para dejarle el culo caliente y hormigueante un buen rato. Entonces le di el cepillo, lo metió en el bolso y me puse a acariciarle el culo, suave y esponjoso como antes, pero ahora en vez de tibio bien calentito, esas caricias siempre me conducen al mismo lugar, la fruta entre sus piernas, pasando un dedo entre sus labios y aquello era una fuente de agua calentita, hasta hice una pequeña incursión con el dedo dentro de su sexo, ella empezó a mover las caderas y saqué mi mano de tan tentador lugar. Busqué la ropa interior con intención de subírsela pero no encontré nada.

-¿No llevas nada?
-Con esto tan ajustado...
-Mejor.

Le subí el pantalón a cuadros elástico.

-¿Tienes claro que no quiero más salidas de tono y falta de control verdad?
-Pfff si
-Vamos que nos esperan.

Uno cuarto de hora más o menos después de haber salido volvíamos a entrar en el restaurante, alguien preguntó donde nos habíamos metido, ella contestó con una excusa aunque ruborizándose un poco y se sentó,  yo sin quitarle ojo de encima, imaginando el picor en su culo y la humedad que debía mojar los pantalones. Durante un rato, estuvo como medio ausente, perturbada y algo avergonzada, pero cuando fuimos a tomar unas copas, ya se le había pasado, solo cuando de vez en cuando ponía la mano en su culo, me miraba con el brillo del deseo en sus ojos. La noche fue avanzando y ella siguió bebiendo y olvidó por completo la zurra en el coche, volvió a las provocaciones, más tímida la principio y más descarada después. En un determinado momento, le dije que igual iba siendo hora de volver a casa, me dijo que vale y yo fui al baño. Al salir no estaba de hecho no estaba ninguna de las chicas, pregunté a los chicos y me dijeron que habían dicho que iban a otro  local cercano y que ta vendrían. Esperé una media hora o así y empecé a impacientarme, hasta que una hora más tarde decidí ir a buscarla, cuando salía por la puerta un grupo de chicas venían hacía el local entre risas y jaleo, enseguida la distinguí en el grupo, eran ellas y con ella de líder, cuando me vio fuera la miré serio y le cambió la cara, le dijo a las chicas.

-Ahora voy

Se acercó a mi y me dijo.

-¿Es tarde ya no?
-Si
-Jooo me lo estoy pasando genial, pero si mejor nos vamos

Entremos nos despedimos y nos fuimos para casa, era muy tarde ya. Durante el camino estuvo juguetona y tuve que quitarle las manos un par de veces, cuando intentaban meterse dentro de mi pantalón, lo cual generó sus protestas. Ya por fin en casa, me quité la ropa y me metí en la cama, entonces ella se puso a desnudarse sensualmente a los pies de la cama hasta quedar completamente desnuda y nada más desnudarse se subió a cuatro patas en la cama y vino hacía mi, me besó, juguetona y provocativa, pero yo entonces no estaba para eso y le dije.

-Nena son casi las 6 de la mañana y vas borracha así que a dormir.
-Joder que cortarrollos aburrido!!!!!!!

Se metió en la cama, se dio media vuelta y apagó la luz.

Al día siguiente yo me levanté mucho antes, andaba por la cocina cuando apareció un zombi en pijama, con el pelo revuelto y el maquillaje aun.

-Buenos días bella durmiente.
-Hola...pfffff ¿que hora es?
-Las 12 y media

Lo primero que hizo fue beberse un vaso de agua.

-Jjajaajaja ¿que resaca?
-Pffff estoy fatal
-¿Sabes que dicen que lo peor de la resaca no es el mal cuerpo?
-Ahhh no? ¿Y que es?
-El remordimiento
-Calla!!!!! ¿hice mucho el idiota?
-¿De verdad quieres saberlo?
-No mejor que no...voy a darme un ducha me cambio de pijama y no me muevo del sofá en todo el día.

No dije nada, de hecho se dio esa ducha y se apalancó en el sofá, no quiso ni comer. Yo comí algo y me apalanqué con ella, que se echó una de esas siestas de dos horas, tras la que despertó ya  recuperada.

Anochecía ya, al día siguiente teníamos fiesta ambos y no recuerdo como surgió la conversación.

-¿Que te pasaba ayer?
-¿A que te refieres?
-No se, me "calientas" y luego no culminas
-¿Tu crees que ayer estabas para "culminar"? ¿Me lo estás diciendo en serio?
-Joder tampoco iba tan mal
-No es cuestión de ir mal "señorita". Es cuestión de tu actitud durante toda la noche, osea por momento parecía que tenías 16 años y estabas de botellón. Caprichosa, borde, irresponsable ¿sigo?

Y ya me fui animando y seguí.

-Quedamos que como estabas con el antibiótico no beberías y conducirías, al final menos mal que te vi venir y podía conducir yo, luego la actitud chula, luego te vas sin decir nada cuando habíamos hablado de venirnos ya,  una hora esperándote ¿y la niña quiere fiesta al llegar? Pórtate como una mujer y no como una adolescente.
-Puffff paso no tengo el cuerpo para sermones.

Se levantó toda digna.

-¿Dónde vas?
-A ver la tele a la habitación.
-Ven aquí te estoy hablando.
-Ya está todo dicho
-Que vengas aquí. Hostias!!!!!!

Me incorporé para sentarme en el sofá, ella se quedó quieta a mitad de camino entre el sofá y la puerta.

-Que vengas aquí (le señalé delante de mis piernas)

Tuvo un instante de duda, pero al final se acercó sonriendo...

-Vaaaa no te lo tomes así, hice el tonto lo se, pero un día es un día.

La miré sin decir nada después me fijé en el pantalón del pijama sujeto por una cinta anudada por un lazo hice el gesto de negar con la cabeza y tiré de uno de los extremos del lazo, el nudo se deshizo y solo el pantalón acabó en los tobillos, debajo un pequeño tanga de colores vivos, muy juvenil.

-Hoy te voy a castigar de verdad.

Ya no dije más, puse mi mano en su espalda la empujé despacio pero firme hacia delante hasta que acabó echada sobre mi pierna izquierda, la derecha la pasé por encima de sus piernas desnudas, con la mano izquierda sujeté con fuerza sus muñecas en la espalda y empecé a pasar los dedos  por ambas nalgas despacio como buscando algún resto de la zurra de la noche anterior en el coche. Pero nada, ni resto así que empecé a darle color al culo a base de azotes con la palma de la mano, la intención de aquella azotaina en mi regazo era básicamente una, calentar, así que no aumenté mucho la intensidad sin embargo, si fui muy constante estuve un largo rato dando buena cuenta de su culo, hasta que por el color un rojo cereza uniforme por todo el culo, creí que ya estaba  lo suficientemente caliente como para pasar a la siguiente etapa del castigo.

-Levanta.

Se levantó y de forma instintiva llevo las manos al culo con la intención de frotarse.

-Las manos en la cabeza!!!!!!

Lo hizo, quejándose un poco.

De inmediato metí los dedos en la cintura del tanga y lo bajé a medio muslo, nada más bajarlo pasé mis dedos por el triángulo de algodón que tapa su sexo...la miré.

-¿Mojada?

Se puso roja me esquivó la mirada.

-Quítate el pantalón y el tanga, los doblas y los dejas en le brazo del sofá. Cuando termines te vas a la mesa, te inclinas sobre la mesa, quiero que tu culo bien expuesto que sea lo más alto de tu cuerpo ¿está claro?

Me levanté y salí del comedor. Fui a la habitación al armario donde tras la puerta de unos ganchos colgaban cinturones, una regla y cosas así, pero fui directo a por algo especial. La gran pala de madera de 35 centímetros de larga y 10 de ancha, con ocho agujeros para cortar el aire, con la paleta me fui al baño y cogí el pintalabios granate oscuro del disfraz y de vuelta al comedor.

Al entrar estaba allí tal y como le había dicho, el pecho apoyado en la mesa, el cuerpo doblado 90 grados, totalmente desnuda de cintura para abajo expuesta y vulnerable, me puse detrás observándola un momento, el color de culo había bajado un grado a rosado cerca del rojo, también podía ver desde atrás su coño, cuya hendidura roja brillaba de la humedad, apoyé la pala en sus nalgas mientras le daba unos golpecitos suaves a modo anticipación para que sintiera sobre su piel la fría y sólida madera.

-De puntillas, quiero ese culo travieso más levantado.

Lo hizo.

-Así me gusta bien ofrecido, van a ser doce, ni se te ocurra moverte y cuando termine sin decirte nada te irás al rincón un rato a que se te enfríe el culo, sin tocarte, manos en la cabeza y hasta que te diga.

Separé la pala de su culo y sonó un golpe seco, el de la madera impactando contra su piel, un largo suspiro y casi al instante dos grandes manchas rojas y redondas como una manzana aparecieron en su piel. Aguantó sin moverse hasta el tercero, en ese bajó los pies planos en el suelo, le di un instante.

-Nena, recupera la posición.

Otra vez de puntillas y a esperar el siguiente. No fui rápido, al revés bastante lento, azote a azote sin prisa, con bastante tiempo entre uno y el siguiente, tiempo para que sintiera bien el efecto de cada uno, el quemor punzante que solo da la madera. Yo sabía que el orgullo la haría aguantar el castigo estoicamente y así fue, apenas soltó algún resoplido en cada azote, pero nada más, al terminar, las dos manzanas rojas eran casi moradas. Descanso los pies un instante antes de levantarse sin mirarme y enfilar el camino del rincón, las manos sobre la cabeza, mostrando el culo marcado en todo momento.

- Mientras hago la cena, ve recordando tu comportamiento de ayer y no te muevas para nada hasta que te diga.

Me fui a preparar la cena, de vez en cuando iba a ver como estaba allí seguía inmóvil. Cuando la tuve hecha fue rápido, me senté a cenar de frente a ella que seguía en el rincón, todo el fondo rosado había desparecido, pero los dos grandes circulos, se habían vuelto más oscuros sobre todo en los bordes externos. El culo debía arderle, pero tenía la sensación que su coño también aunque de otra manera. Cené y cuando terminé, le dije que se sentará a cenar, directamente sobre la fría y dura silla, se sentó con esfuerzo y suspirando, cenó rápido, cambiando varias veces el peso de lado, cuando terminó recogió la mesa y la llamé la hice poner frente a mi y que se diera la vuelta, pasé despacio los dedos sobre las marcas del castigo en su culo, si presionaba un poco más fuerte en algún punto suspiraba...

-¿Duele?
-En algún punto me siento el latido y todo.
-Pues haber si sirve de algo

Me levanté la cogí de la mano y nos fuimos a la habitación, le pedí que se tumbara boca abajo en la cama. Las marcas que se ven no me preocupan, pero hay otras invisibles que si. Había sido un castigo en toda regla con todo su ritual: amonestación, corrección, arrepentimiento (a su manera) física y mentalmente exigente, así que tocaba el descenso suave.

Tumbada en la cama, entregada, empecé por un muy suave masajito en el culo con crema refrescante, tomándome mi tiempo, al principio solo centrado en el culo, pero después también ampliando fronteras a los muslos, paro un momento y la miro, su cara ya no es la cara de tensión esperando los azotes, ni la cara de perturbación del rincón, tiene los ojos cerrados y una especie de media sonrisa mientras la acaricio, la primera media hora de caricias en silencio solo la respiración relajada, entonces subo por la cara interna de los muslos y me encuentro una humedad que no es la crema que baja por sus muslos.

-¿Has estado mojada todo el rato?

Sonríe un momento, pero la primera incursión de mis dedos en su coño, le ponen gesto tenso de nuevo,  está tan mojado que puedo frotar con toda la mano y resbala sin decirle nada arquea la espalda ofreciéndose más, separa las piernas y empiezo a darle unas palmaditas suaves desde atrás en el coño, empieza a gemir, las palmaditas hacen que la sangre fluya los labios se hinchan y enrojecen palpitantes.

-Si sigo te vas a correr y tengo pensado algo más intenso...

Paró los golpecitos para meter dos dedos en su coño hasta el fondo, aunque luego los saco a mitad de camino y presiono a la vez que fricciono hacía fuera, entonces llevo a mi boca un dedo de la otra mano lo ensalibo bien y busco entre sus nalgas marcadas ese otro agujero hasta encontrarlo, con la yema del dedo le hago un suave masaje alrededor y muy despacio lo voy metiendo, la acción conjunta desde la vagina y el recto permiten estimular con mucha precisión esa parte de clítoris interno que no se ve, poco a poco el movimiento de ambos dedos se acompasa, aun arquea más la espalda, la respiración se acelera y mis movimiento más los gemidos se transforman en gritos entrecortados y llega ese punto de no retorno, se tensa toda ella como una tabla y explota entre jadeos y contracciones a la vez que inunda mi mano y cae rendida....me tumbo a su lado ya con las manos fuera le acaricio la espalda, mientras se relaja, solo reacciona cuando le doy unos besos en las nalgas y mi barba le rasca la piel sensible aun...

-Creo que un poquito más de crema no te irá mal.

Fin.




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