sábado, 16 de febrero de 2019

En el despacho.




Me llamó el viernes por la mañana cuando desayunaba.

-Hola
-Hola guapa!!! por  fin es viernes
-Si por fin. Que te iba a decir, llegarás a la hora de siempre ¿no?
-Si, aunque tal vez un poco antes, pero vamos como mucho media hora y si puedo.
-Ok, no te preocupes, no tengas prisa, yo estaré, en el despacho.
-¿En el despacho?
-Si tio, vamos que cuando cierren me quedo un rato
-¿Y eso?
-Paso palabra.
-Jajajajaa déjame adivinar....el carnaval
-Si ya lo sabes para que preguntas. Aquí todo dios tiene excusa en fin, que me quedaré un rato a avanzar.
-Pero te quedas sola?
-Si, si, vamos me quedo las llaves
-Pues si quieres me paso por allí, total si estás sola, puedo ayudarte.
-No se si es muy buena idea, me da cosa que te vea entrar alguien
-Bueno sobre la marcha pues.
-Eso mejor, avísame cuando llegues
-Vale
-Venga me voy a poner que vaya día me espera.

Colgó el teléfono, vamos la misma historia de cada año por estas fechas ya me lo conocía, que era la misma que antes de Navidad o la misma que en el mes de Junio, todo el mundo proponía cosas y al final que pringaba era ella, a lo cual debería estar acostumbrada, pero no, se pillaba unos rebotes tontos consigo misma que al final de alguna manera u otra acababan repercutiendo en mi. Así que ya iba con la idea de habría tormenta, aunque igual lo provocaba yo, así al menos sabría por donde venía.

Al llegar aparqué en su casa y le puse un mensaje, faltaban 15 minutos para las 7 y oscurecía ya, además hacía un anochecer muy desapacible con aquel viento frío y seco que a rachas era huracanado.

-No estás en casa no?
-Que va, vente si quieres no hay nadie y con esta tarde tampoco creo que haya mucha gente por la calle.
-Ok voy para allí.

Me fui, de su casa al centro de trabajo apenas hay 5 minutos en coche, aparqué y en efecto la calle estaba desierta. Cogí la bolsa de forma inconsciente, sin pensar y me apoyé en la baranda que hay a la entrada, con el móvil le escribí:

-Estoy en la puerta.

Me contestó con un escueto "voy", al instante se abría la puerta a oscuras, sin encender la luz y ella me hizo una seña en plan "entra rápido" mientras miraba a uno y otro lado. Me colé y nada más entrar cerró la puerta con llave.

-Estamos a oscuras.
-Ya lo se, pero no quiero que nos vea nadie, que haces con la bolsa
-Hostía ni he pensado.
-Ya te vale

La seguí por un pasillo, prácticamente a oscuras solo iluminado por la luz que salía de una puerta abierta, fuimos directos a la luz y entramos era una especie de sala, en la que solo había una mesa, una silla y un taburete de madera bajo.

-No sabía que tenías despacho
-Es que no tengo, esto es una especie de sala, almacen, no se como llamarlo, pero para trabajar ideal, en la sala de reuniones no hay espacio y lo otro seria el despacho de la directora y paso.

La mesa estaba llena de patrones y material de costura, había hasta por el suelo, eso si ordenados a la perfección. Al ver el lio no pude evitar exclamar:

-Puffff tela ¿no?

Ella se sentó a lo indio en el suelo mientras hacia

-No me hables y tiene que estar todo para el Jueves.
-Y no sería mejor llevártelo a casa.
-No, ya he dicho que pasaba, aquí todo el mundo tiene excusa y la tonta acaba pringando siempre, no me da la gana de llevarme todo esto a casa.
-Y que más te da? quiero decir, estarías más cómoda en casa ¿no?
-Si, pero así al menos mi orgullo cree que ha ganado algo
-Jajajajajjaja, pues no se que decirte, yo no veo la victoria por ninguna parte
-Si vas a empezar así, mejor te vas a casa, te tomas una cerveza y me dejas tranquila que yo ya iré.
-Si no vas a tardar mucho si
-Tardaré lo que me salga del coño.

Aquella respuesta se podía interpretar de muchas maneras, como una salida de tono, como una provocación, como el primer trueno de la prevista tormenta, pero aquel día no me digáis porqué la interpreté como su manera de decirme: castígame o más bien necesito que me castigues.

-Que has dicho?

Ella siguió como si nada.

-Nena, estás sorda?

Entonces me miró y estaba roja como un tomate.

-Lo siento, pero ya ves como estoy.
-Estás como siempre en esta época, osea desde que te conozco, liada hasta arriba, pero yo ya estoy acostumbrado de hecho antes me importaba, ahora ya no, sarna con gusto no pican dicen.
-Pues me pica
-Que te pica?
-No se capaz de decir que no, que al final siempre me queda la sensación que se aprovechan de mi buena fe.
-Eso responde mi pregunta a medias, porque si te picara tanto te plantarías, dirías hasta aquí y no lo haces. Ahora te voy a preguntar yo. ¿Te gusta lo que haces?
-Si, ya lo sabes
-Entonces donde está el problema
-Ya te lo he dicho...en esa sensación
-Vamos en tu orgullo, realmente no te jode trabajar en esto, de hecho te gusta, lo que te pica es el orgullo.
-Puffffff me conoces demasiado
-Ya..me lo pones muy fácil, es como la contestación impertinente y maleducada que me acabas de dar, es tu manera de decir algo que tu orgullo no es capaz, pero tenemos todo el tiempo del mundo, quieres algo nena?

Ahí se se puso roja del todo, incluso no me miraba directamente.

-Solo tienes que decirlo, yo se que quieres, pero quiero escucharlo...
-En casa lo hablamos
-De eso nada, para eso me hubiera quedado en casa. Y te aviso como tenga que decirlo yo será peor.
-Aquí no podemos
-¿Por que? no hay nadie, estamos solos. ¿Lo vas a decir o interpreto yo?

Se hizo el silencio

-Levántante y mírame a los ojos.

Por un momento dudó, pero al final lo hizo, yo me senté en el taburete de madera delante de la mesa, con los brazos cruzados.

-Estoy esperando, voy a contar mentalmente a diez, si no me lo dices, actuaré yo ahora.

Empecé a contar mentalmente y al llegar a 8 dijo.

-Quiero que me castigues
-Bien, no ha sido tan difícil. ¿Por qué tengo que castigarte?
-Pufffff te gusta
-No lo sabes bien, responde
-Por no saber decir que no y enfadarme conmigo misma por ello.
-Mejor aun pensaba que esto iba a ser imposible, así que estoy gratamente sorprendido. Ya que tú misma has sido capaz de pedir el castigo vamos a  hacer una cosa, una parte del castigo, lo vas a decidir tu, pero de momento ponte en mis rodillas
-Aquí no por favor, en casa, te prometo...
-Ponte aquí y ahora

Resopló, pero cedió creo que el morbo también le podia. Se tumbo en mis rodillas sentado en el taburete, la posición era muy infantil, el taburete era bajo y tenía que apoyar las manos en el suelo, además iba con el uniforme de trabajo, osea con unos pantalones negros y un jersey, al estar en esa posición con la cabeza hacía abajo, el pantalón se estiraba mucho en la parte del culo. Me remangué y le dije.

-Nunca imagine azotarte en tu despacho.

Y empecé a azotarla, sobre el pantalón, el sonido de los azotes quedaba amortiguado por el silbido del viento contra las persianas. Le cogí con la mano izquierda la cintura del pantalón estirándolo hacia arriba aun más, los azotes eran continuos y rítmicos. Estuve más rato del normal, vamos del que hubiera estado de estar en casa con el pantalón puesto, entre pausas y demás debieron ser unos 15 o tal vez 20 minutos de azotaina con la mano sobre el pantalón cuando decidí parar. La hice levantarse lo hizo, le dije que despejara la mesa para continuar. Lo hizo obediente, como no podía ser de otra manera si lo había pedido ella, cuando despejó la mesa que le llevó su tiempo. Cogí la regla de madera de patronaje que había visto nada más llegar, de hecho era "nuestra" regla, y con ella di un par de golpecitos en la mesa para indicarle que se apoyara en ella, osea codos en la mesa espalda doblada y culo expuesto. En cuanto lo hizo busqué con mis manos el botón del pantalón, le bajé la cremallera volvió a protestar, pero yo sabía que en realidad había más morbo que realmente apuro. Le bajé el pantalón de un tirón seco, al ser ancho cayó hasta los tobillos, después más lentamente hice lo propio con la ropa interior.

Tenía el culo ya rojo en vez del rosado habitual de calentamiento encima de la ropa, pero es que había sido una azotaina larga.

¿Cuantos disfraces tienes que hacer antes del Jueves?
-35
-Bien 35 azotes con la regla van a ser cuenta.

Me coloqué en posición detrás de ella ligeramente desplazado a mi izquierda. Apunté bien con la regla y empecé a darle los 35 azotes, uno a uno despacio. Azote pausa, que notara el picor subiendo del azote y cuando empieza a bajar el siguiente sin prisa. Así uno a uno le cayeron los 35 prometidos, al terminar dejé la regla en la mesa, le acaricié el culo caliente un poco y le dije.

-Ahora recoge todo, que nos lo llevamos a casa señorita orgullo.
-Puffff puedo vestirme.
-No, primero recoge que aun no hemos terminado.

Recoger aquella cantidad de material, le llevó un rato y más aun con la humillación de tener que hacerlo con los pantalones y la ropa interior en los tobillos, cuando terminó, habían un total de tres bolsas de tamaño importante llena.

-Muy bien toca la parte final del castigo que es a tu elección, yo no llevo encima ningún instrumento, así que te toca improvisar, seguro algo encuentras.
-Puffff, si pero tengo que salir a mi taquilla, puedo vestirme?
-No.
-Joder tengo que salir al pasillo
-Y? no hay nadie...

Protestando salió abrió otra puerta y volvió en la mano llevaba  un cepillo, que no conocia, me lo dio y ella misma se colocó otra vez en mis rodillas, yo volvía a estar sentado en el taburete. Lo cogí era más ligero que los dos de casa, me di un par de golpes en el antebrazo con el, para comprobar su mordida.

-Y este? no lo conocía.
-Lleva aquí años
-Bueno vamos a comprobar como trabaja.

Empecé a azotarla con el cepillo sin estrenar, otra vez el sonido de los azotes mezclado con el viento que silbaba fuera, no parecía muy efectivo, pero a la que insistía en la parte más sensible del culo, la baja, a los tres o cuatro seguidos en el mismo lado, saltaba. Una racha de viento hizo temblar la puerta de entrada, hasta el punto de hacerme parar, ella también se tensó pero no la dejé pensar mucho.

-Separa las piernas le dije.

Y en cuanto lo hizo continué aplicándole receta de cepillo en el culo. Cuando empezó a quejarse le dije.

-Es lo que buscabas no? ya dirás cuando tengo que parar.

Y seguí, quería ver donde estaba el punto de ruptura del orgullo, los azotes seguían lloviendo se empezaba a retorcer, pero no cedía y entonces fui yo quien paró. La partes más sensibles y finas de la piel de sus nalgas empezaban a estar azuladas, le di la vuelta al cepillo y empecé a acariciarle suavemente las nalgas con la parte de las púas solo rozando, se fue tranquilizando despacio, hasta llegar un momento que solo suspiraba un poco cuando apretaba un poquito más. Fue entonces cuando me di cuenta de la forma redondeada del mango del cepillo, si aristas, lo cogí al revés y empecé a jugar con el mango entre sus piernas separadas, es de las veces que más cachonda la he notado y eso que la azotaina había sido muy dura, lubricaba tanto, que casi sin querer le metí el mango del cepillo en el coño y lo empecé a utilizar de improvisado dildo, entrando y saliendo primero despacio y cada vez más rápido, un par de minutos más tarde se retorcía de nuevo pero esta vez del placer de un intenso orgasmo. Le saqué el mango o más bien lo expulsó ella con sus contracciones de  placer. Lo dejé encima de su espalda, pase mis dedos por su culo mientras le decía.

-Esto va a necesitar mucha crema hoy...

Le separé las nalgas con la mano izquierda, mientras mojaba son su lubricación dos dedos de la derecha y con ella lubriqué el orificio más estrecho, haciendo un pequeño masaje, le metí un dedo, jugué un poco con el, luego volví a coger el cepillo, le volví a meter el mango en el coño y con mucho cuidado como hay que hacerlo cuando usas algo rígido, llevé el redondeado mango a su culo y despacio sin prisa lo fui metiendo abriendo camino, hasta que todo el mango desapareció en su culo. Entonces la hice levantarse, la llevé a un rincón de aquel despacho, al lado de la cortina, que estaba corrida, pero que ella desde allí podía ver la calle, sentir ese riesgo de poder ser vista, aunque fuera imposible que nadie la viese. Manos encima de la cabeza, pantalones y ropa interior en los tobillos y el mango del cepillo metido en el culo marcado de los azotes. Había que inmortalizar aquella escena en una foto y así lo hice.

Pero en realidad esperaba otra cosa, no tenía prisa, pero no tardó en llegar ni 5 minutos después de ponerla en el rincón cedió y me dijo.

-Por favor, quítame eso y vámonos a casa.

Me levanté, me fui hacía ella, la cogí de la cintura, le besé el cuello, antes de agacharme, con el mismo cuidado que lo había metido le quité el cepillo del culo, le di un beso en cada nalga mientras con mi mano derecha por delante comprobaba que aun seguía más mojada si cabe, entonces le subí la ropa interior primero, los pantalones después se los abroché y finalmente le bajé las manos de la cabeza y le dí la vuelta. Me besó su manera de darme las gracias, recogimos dejamos todo en la puerta, ella abrió miró y me hizó salir primero, esperó un minuto y salió ella cerrando. Se montó en mi coche, dejamos el suyo allí ya lo recogeriamos al día siguiente y nos fuimos para casa, eran ya las 9 pasadas.

Continuará.....




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2 comentarios:

  1. uffff qué difícil resulta decir lo que quieres. Aunque luego... Merece la pena. Por lo que se recibe y sobre todo por la conexión con la otra persona.

    ¿la segunda parte?

    Un saludo.

    ResponderEliminar

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