Salía de trabajar cuando recibí un mensaje.
- Me voy un rato al gimnasio, necesito desfogar.
No me extrañó, sabía que estaba en un época de mucha presión y cargas, me fui para casa tranquilo, me di una ducha, me puse cómodo y empecé a preparar algo de cenar. Cómo suponía que había tenido un día difícil, preparé algo más elaborado y así poder pasar página al día.
Estaba a medio hacer cuando llegó un aún con la ropa del gimnasio, me saludó sin mucho entusiasmo.
- Me voy a dar una ducha.
- Muy bien, yo voy terminando y pongo la mesa.
No me contestó, estaba en su mundo, yo terminé de hacer la cena, puse la mesa y serví la cena justo cuando ella apareció ya con el pijama y se dejó caer en el sofá suspirando.
- Venga va siéntate en la mesa que se enfría.
- Pffffff no tengo nada de hambre.
- Ya sé que estás agotada, pero no cenar no va a solucionar nada, así que venga va.
- Que no joder!!!! No tengo hambre!!!
- Baja el tono de voz ¿quieres que te prepare otra cosa?
- Pfffff ¿que parte de no tengo hambre no entiendes?
- Llevas todo el día fuera, has ido al gimnasio a la cama no te vas a ir sin cenar.
- Déjame en paz!!!! No soy una niña!!!!
- Nena...relájate, respira y cuenta hasta diez, yo no tengo la culpa, al revés me he puesto a cocinar con la intención de pasar un rato juntos y olvidar todo.
- Yo no te he pedido que lo hicieras, así que no me hagas sentir culpable.
- Estás siendo injusta y te estás comportando cómo una mocosa malcriada.
- Que no voy a cenar nada!!!! Nada es nada ¿Lo entiendes?
- Siéntate en la mesa cómo una persona adulta ahora mismo y no lo voy a repetir.
Me ignoró totalmente, encima con esa actitud altiva y fría.
- ¿ Te has quedado sorda?
Otra vez la callada por respuesta y mi paciencia tiene un límite. Me levanté y me fui para ella, la cogí del brazo e hice que se levantase. Nada más ponerse de pie le di un par de azotes, pero fueron sólo el inicio, a la fuerza me senté en el sofá, la tumbé cruzada sobre mi regazo, mi pierna derecha por encima de la suyas para que no escapase.
- Si buscabas esto enhorabuena y si no, otro día calcularás mejor.
Mi mano empezó a caer rítmicamente en sus nalgas, protegidas por el pantalón del pijama, pero caía con ganas, rápida y constante.
- No te voy a tolerar más esta actitud de niñata caprichosa.
Seguí durante unos cinco minutos sin pausa. Cuando paré ya no había resistencia.
- Levanta!!!
Nada más levantarse la cogí del brazo y la llevé hasta la esquina.
- Ahora voy a cenar tranquilo, cuando termine, te sentarás a cenar y cuando vea el plato limpio recogerás y ya te diré que harás después, pon las manos detrás de la espalda.
Suspiró y lo hizo, nada más hacerlo le bajé de un tirón el pantalón del pijama hasta los tobillos.
- Y no quiero oír ni un soplido, ni una queja ¿Está claro? .
Me senté en la mesa, la cena estaba medio fría ya, pero cené, siempre con la vista puesta en ella, tenía el culo bastante rojo a pesar de que había recibido toda la azotaina sobre el pantalón del pijama. Cuando terminé un cuarto de hora más tarde, le dije que se sentará a cenar.
Para mi sorpresa no contestó, ni se quejó, salió del rincón y se sentó a cenar en silencio. Al terminar me dijo.
- ¿Puedo subirme o quitarme el pantalón del pijama? Es muy incómodo recoger así.
- No, otro día te medirás mejor.
Suspiró y empezó a recoger, y si debía ser incómodo caminar del comedor a la cocina con el pantalón del pijama enrollado en los tobillos. Cuando estuvo se acercó a mí.
- ¿Estás?
- Si
- Pues prepárate para ir a la cama que ahora voy.
Fue al baño y poco después la escuché entrar en la habitación, entonces fui para allí. Estaba sentada en la cama.
- Dame el pantalón del pijama.
Terminó de quitárselo y me lo dio.
- Ahora mientras voy al baño quiero, que pongas las almohadas en el centro de la cama, te tumbes boca abajo y presentes bien el culo. Que te aseguro que hoy vas a dormir muy relajada y sin humos.
Cerré la puerta y me metí en el baño. Al volver a la habitación estaba tumbada boca abajo sobre las almohadas. Puse mi mano izquierda sobre la parte baja de su espalda.
- Levanta bien el culo y separa las piernas.
Le di un par de sonoros cachetes y lo hizo de inmediato, momento en el que empecé a ocuparme metódicamente de sus nalgas desnudas. Alternando mejilla y mejilla.
- Cómo ves lo único que vas a conseguir con esa actitud es irte a la cama "calentita".
Seguí durante unos minutos hasta que su piel empezó a enrojecerse y paré, empecé a acariciariarle las nalgas, calientes y enrojecidas, pero también los muslos y aprovechando que tenía las piernas separadas mis dedos fueron a investigar entre sus piernas....
- ¿Señorita y este charco? Al final voy a pensar que te gusta, pero ya sabes que les pasa a las niñas traviesas que se mojan cuando las castigan ¿Verdad?
Yo sabía que ese comentario la mortificaba y ni aun enterró más su rostro en las sábanas.
Abrí el armario y cogí uno de mis cinturones, lo doble y lo dejé sobre la piel roja y caliente de su culo, un momento. Lo cogí de nuevo.
- Quiere ver ese culo bien levantado.
Esperé un momento, arqueó ligeramente la espalda y elevé el cinturón para dejarlo caer seco cruzando su piel, de inmediato se dibujo una franja roja, que cruzaba ambas nalgas. Dejé pasar unos segundos antes del segundo, y el tercero y el cuarto, así hasta la docena. Dejé el cinturón en la mesita de noche, me senté en la cama y empecé a pasar la yema de los dedos rozando los bordes de las franjas del cinturón, al notarlos se relajó y se dejó caer sobre las almohadas...la piel se le erizó de inmediato.
- ¿Más tranquila? ¿Se te ha pasado la pataleta? .
Suspiró profundamente y seguí un rato con las caricias, que se fueron extendiendo a más zonas, hasta que mis dedos visitaron de nuevo el charco caliente que había entre sus piernas y empezaron a sumergirse en el y ya no salieron hasta hacerla gritar de placer. Después y en la misma posición, me tocó a mi, boca abajo, desde atrás con mi cuerpo pegado al calor de su culo travieso...
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