sábado, 27 de septiembre de 2025

La silla y el cinturón

 




La palabra para describir mis sensaciones aquel día, no era enfadado. Podríamos definirlo cómo disgustado y desde luego iba a tener consecuencias. 

Antes de meterme en la ducha coloqué la silla entre el sofá y la tele mirando al balcón y en el respaldo colgué mi cinturón de cuero marrón.

Aquel día había salido de trabajar bastante antes de lo normal y pensé que sería buena idea aprovechando que los días aún son largos salir a tomar algo, tal vez cenar o ir al cine. Le puse un mensaje y su respuesta fue.

- Vaya lo siento, tengo visita en la optometría...

- ¿No tenías la semana pasada? 

- Si, pero se me olvidó y me dieron hoy lo siento.

Al final por algún sitio y otro salía esa manía de procrastinar, y eso siempre lleva a consecuencias indeseadas.

Me duché, me pusé cómodo y esperé a que llegase. Al entrar en el salón y ver la silla, su cara cambió.

- Pfffff ya te he dicho que lo siento, además es una causa justificada ¿No?

Mi respuesta fue seca, fría e imperativa.

- Ve a la ducha, ponte el pijama y ven. 

Debí sonar muy convincente porque obedeció sin rechistar. Esperé pacientemente y en silencio, sin poner la tele hasta que la escuché salir de la habitación y caminar hacia el salón, antes que llegase me levanté y me senté en la silla. Se acercó tímidamente y dijo.

- No entiendo esto...

- ¿No lo entiendes? pues te lo voy a explicar pero vamos a ir por partes. Y para empezar quiero ver las manos detrás de la espalda.

Lo hizo y sin dudar le bajé el pantalón a cuadros de pijama y las braguitas hasta los tobillos.

- Así mucho mejor.

La miré y estaba roja.

- Y ahora dime ¿Por qué no fuiste a la optometría el día que tenías hora?

- Me olvidé...

- Ya....siempre tienes una excusa. Me olvidé, ya lo haré mañana, aún hay tiempo, tengo hambre...siempre hay algo, hasta que te pilla el toro ¿Sabes? A Alejandro Magno se le atribuye una frase: Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos". Eso dijo. Y en este caso, de alguna manera tú conducta y tu manía me acaban afectando a mi. Luego soy yo el que tiene que soportar tú malhumor, porque vas con el tiempo justo, o me toca cambiar de planes...Podría entender perfectamente que hoy me hubieras dicho que no te apetecía salir, nos quedamos y no pasa nada, pero que nos tengamos que quedar porque tenías que hacer algo, que se supone debía estar hecho, me parece una actitud infantil, caprichosa y en cierto modo egoísta y ya sabes que pasa cuándo te comportas así ¿Verdad?

Se hizo el silencio, la miré pero tenía la mirada en el suelo. 

- Te he hecho una pregunta 

- Si

- Si ¿Qué?

- Que sé lo que pasa.

- Pues dilo...

- .....que me castigas.

- Pues ya conoces el siguiente paso. 

- Pfffff te prometo que es la última vez....de verdad.

- Conozco tus promesas, así que pon el culo inmediatamente sobre mis rodillas.

Obedeció y se colocó sobre mi regazo en la silla. Puse mi mano izquierda en su cadera. 

- Espero que aprendas la lección.

Ya no dije nada más mi mano empezó a caer pesada sobre su piel desnuda, ni rápido , ni lento, constante en ritmo y fuerza. El piso estaba en silencio así que el sonido de las palmadas resonaba por todo el piso. Estuve un buen rato "cocinándole" el culo a fuego lento, que tarda más pero quema igual, sin pausas y sin palabras., hasta que empezó a picarme la mano y paré.

- Levanta.

Se levantó y se quedó de pie frente a mí cogí la silla y la puse mirando a la mesa.

- Siéntate.

Se sentó y fui a por el cuaderno, lo abrí y le dije.

- Copia: "Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos".

- ¿Cuantas veces?

- Ya te diré...pero no te duermas a bien ritmo, que si cuando te llame creo que no has copiado las suficientes, tú culo va a tener más problemas aún. 

Me senté en el sofá y puse la tele. La tuve media hora copiando más o menos y la llamé. Le pedí el cuaderno, me lo dió y conté las líneas, cerré el cuaderno y lo dejé en la mesita. Me levanté la cogí del brazo y caminamos hasta la silla. 

- Las manos sobre la cabeza. 

Lo hizo y entonces cogí el cinturón y lo doblé, pero antes lo sujeté entre mis piernas y le levanté la camiseta del pijama por encima del pecho, cuando lo hice le acarcié los pezones.

- Tienes el culo cómo un tomate y los pezones duros...seguro que estás bien jugosa...Mañana tienes cena con las compañeras, pues vas a tener que buscar un asiento cómodo.

Volví a coger el cinturón, con la mano izquierda la agarré del brazo y empecé a azotarla con el cinturón de pie...cuando llevaba un par de docenas de azotes se movió saltando hacia delante. De inmediato la cogí del brazo.


- Las manos encima de la cabeza, separa las piernas y saca bien el culo y como tenga que repetirlo te haré tumbarte sobre la brazo del sofá y te pongo el culo morado ¿Está claro? 

No hizo falta repetirlo, se colocó cómo le dije y le di una docena más de azotes rápidos con el cinturón. Al terminar sin decir nada la lleve el brazo cara a la pared. 

- Aquí castigada, hasta que te llame a cenar y no quiero oír ni una mosca.

Me fui a hacer la cena, puse la mesa y entonces la llamé.

- Siéntate a cenar.

- ¿Puedo subirme el pantalón y las braguitas?

- Sabes que no 

- Es que es muy humillante!!!

Me fui directo a por ella, la cogí del brazo , la llevé hasta el sofá, la tumbé sobre mis rodillas y empecé a azotarla de nuevo con la mano.

- ¿Aún te quedan ganas de contestar? En lo que queda de día vas a estar con el pantalón y las braguitas en los tobillos y no quiero más quejas hoy, limítate a obedecer o mañana te quedas sin cena castigada. 

La estuve zurrando el culo un par de minutos y luego la envié a sentarse a cenar. Está vez lo hizo, caminando con las braguitas y los pantalones en los tobillos y sentándose con el culo bien caliente directamente en la silla. Cenando en silencio. 

Al terminar la hice ir a prepararse para ir a la cama, mientras yo recogía la mesa y aún estaba en el baño, cuando le dije.

- Ven a trae la crema...

Enseguida la tenía allí con la crema hidratante, la hice ponerse en mis rodillas y estuve un buen rato sobándole el culo con mucha crema. Hasta que le quité del todo el pantalón y las braguitas y le hice abrir las piernas.

Imagino que esperaba que jugara un poco con mis dedos en su coñito, pero me limité a separarle los labios y hacer una especie de pequeña y vergonzosa inspección, cuando terminé cogí sus propias braguitas y la sequé. 

- Hoy no hay premio.

Y seguí acariciándole el culo, hasta la hora de dormir.




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