Me levanté del sofá para ir a la cocina a por algo fresco de beber, al pasar por delante de la habitación despacho, me detuve un instante frente a la puerta abierta, allí estaba sentada sobre el duro taburete con el asiento de totora, escribiendo en el cuaderno, con el pantalón corto en los tobillos y las braguitas en las rodillas. Pero antes de seguir rebobinemos.
Aquel verano, no nos coincidían las vacaciones, habíamos hecho un viaje en primavera, con el que habíamos gastado un par de semanas ya y yo me guardaba el resto para navidades a ella le quedaba una semana y se fue a la playa con la familia y amigos, así que me quedé una semanita sólo en pleno agosto. La idea inicial era que el viernes saliendo de trabajar cogería el coche y iría a pasar el fin de semana y volver juntos. Pero el viernes se complicó el día, salí tarde de trabajar, estaba cansado, tenía que conducir 4 horas, con lo que prácticamente sólo podía estar allí 24 horas, ya que el domingo a mediodía había que volver. La llamé y cómo sabía que más gente volvía el domingo, le dije que me quedaría descansando y no debió sentarle muy bien, ya que el resto del fin de semana, apenas me respondió monosílabos y demás, vamos que se puso en plan niña enfurruñada.
Ya de vuelta el domingo siguió en el mismo plan, con la excusa del viaje y el cansancio, tampoco le di mayor importancia, pensé que ya se le pasaría.
El lunes vuelta a la rutina para los dos, al llegar a casa (ella ya estaba) la saludé y fui a ponerme cómodo, aún estaba la maleta dando tumbos en la habitación y aquello fue la gota que colmó el vaso. Me fui para el salón donde estaba estirada viendo la tele, son decir nada le cogí el mando y le apagué.
- ¿Se puede saber que haces?
- Ya puedes levantarte y deshacer la maleta, que estoy harto de tropezarme con ella.
- Ya la recogeré, tengo toda la semana, estoy cansada y si te molesta la metes en el armario.
Cuando se pone en ese plan, sólo funciona una cosa con ella, así que para qué intentarlo de otra manera, no dije nada. La levanté a las fuerza del sofá y sujetándola del brazo de pie empecé a darle una serie de palmadas en el culo que intentaba evitar sin éxito dando vueltas alrededor de mi.
- Vale, vale....ya voy...
- Tarde, se me ha acabado la batería y tengo que cargarla.
Sin soltarla caminamos hasta el despacho, por el camino le fueron cayendo más azotes, al entrar cogí el taburete, me senté y la puse a la fuerza en mis rodillas, sin decir nada de un tirón le bajé el pantalón corto de pijama que llevaba, hasta los tobillos, después las braguitas hasta las rodillas y empecé a calentarle el culo con la mano, al principio se resistió y pataleó un poco, pero sólo consiguió que aún le diera con más ganas, hasta que se relajó y me encargué de ponerle el culo cómo un tomate.
- Levanta
Se levantó y yo detrás, cogí el taburete lo puse frente a la mesa la hice sentarse directamente con el culo ardiendo y desnudo, saque el cuaderno y le dicté la siguiente frase:
"Mi actitud caprichosa e infantil sólo consigue que termine con el culo rojo y dolorido"
Y ahora volvemos al inicio, tras observarla fui a la cocina, cogí un refresco y de vuelta entré al despacho.
- ¿Cuantas líneas llevas?
- No sé
- Pues cuéntalas.
Esperé.
- 72...
- Muy bien, luego ya seguirás. Ahora te vas a levantar, te acabas de quitar el pantalón y las braguitas, lo dejas todo bien doblado encima del taburete y te vas a deshacer la maleta.
- Pffff....
- Vuelve a resoplar , venga, vuelve...
Ya no dijo nada más terminó de quitarse la parte de abajo de la ropa y enfiló para la habitación con el culo rojo.
Yo me apalanque en el sofá a esperar, tomándome tranquilamente el refresco. Un rato después apareció, ya con una actitud diferente, mirada baja y vocecita .
- Ya estoy....
- Muy bien ¿Te das cuenta? ¿Que te ha llevado media hora cómo mucho? Pero bueno hay más cosas que quiero hablar contigo, así que ven aquí.
Se acercó y se quedó de pie frente a mis rodillas con las manos detrás de la espalda. Cogí mi teléfono y le enseñé una foto.
- ¿Que es esto?
- Unos auriculares...
- Ya...unos Samsung bud no se qué, que cuestan 80 pavos...
- 79....
- ¿Y se puede saber porque el miércoles vino un transportista con ellos?
- Los compré yo
- Ya imagino, no creo que los regalen al azar, pero creo que teníamos un trato ¿No?
- Pfffff es mi dinero!!!!
Nada más decirlo le di un cachete en el muslo marcándole los cuatro dedos.
- Esa respuesta no me sirve, las promesas en esta casa se cumplen y si no se cumplen ya sabes lo que hay. Los auriculares los tengo yo, y de momento los voy a seguir teniendo yo un tiempo, fuiste tú quien me dijo, que te controlase los caprichos. Así que ahora mismo, vas a ir a por tus tarjetas, me las vas a dar y vas a funcionar con efectivo, cómo una adolescente, tendrás una paga para tus gastos y si necesitas algo más me lo pides y justificas, ya que no sabes administrarte.
Se quedó muda y sin moverse. La miré y fue para el bolso cogió el monedero y me dio las tarjetas...
- Nena...estoy esperando.
Suspiró y se fue para la habitación
- Luego ya hablaremos de cuanto necesitas para la semana y si te portas bien ya te las devolveré más adelante. Y ahora tráeme la zapatilla de los castigos.
Volvió a suspirar y de vuelta a la habitación, de nuevo frente a mí me dio la zapatilla, que usaba para castigarla cuando la quería hacer sentir más niña mala . La cogí y me di un par de golpes en la mano haciéndola sonar, para dejarla en el brazo del sofá. Entonces sin decir nada le pase en un dedo por el sexo, hinchado y mojado, la miré y sonreí...
- Ya puedes ponerte en mis rodillas, no hace falta que te diga que quiero ver ese culo bien presentado y levantado.
Bajó la mirada y despacio se colocó en mi regazo.
- ¿Así que cuestan 79 euros los auriculares no? pues te vas a llevar 80 zapatillazos, el uno de más es la propina al transportista.
Cogí la zapatilla, con mi brazo izquierdo la cogí de la cintura y empecé a darle zapatillazos alternando nalga y nalga....al llegar a los 40 paré.
- Ahora señorita, te quiero ver con la nariz pegada a la pared , te llevas la zapatilla y la sujetas detrás de la espalda hasta que te llame ¿Está claro?
No dijo nada, se levantó le di la zapatilla y se encaminó a la pared. Allí sentado la estuve mirando un rato, me encanta verla allí quiera, inmóvil, obediente, con el culo rojo y ardiendo y a sabiendas que aún no he terminado y en cualquier momento la llamo.
Me levanté un momento y fui a la habitación de vuelta la llamé. Salió del rincón y se acercó, ya no había orgullo, ni desafío, le pedí la zapatilla me la dio y la cogí.
- ¿Para que es esto nena?
Se puso roja al instante, sin contestar.
- Te he hecho una pregunta, responde.
- Para que me castigues...-dijo con voz aniñada-
- ¿ Y por qué te tengo que castigar?
Suspiró....
- ¿
-Por qué no he cumplido mi promesa de ni ser caprichosa ...
- Pues ya sabes dónde quiero que te pongas, ahora.
Volvió a colocarse obediente en mi regazo. Entonces la agarré del muslo y separé sus piernas...podía ver toda su intimidad mojada, a pesar de la zurra. Pero antes de coger la zapatilla y acabar, cogí el plug que había ido a buscar a la habitación, jugué un poco con el en su sexo, pasándolo varias veces entre sus labios, el frio acero la hizo gemir, hasta que lo cogí, lo embadurné bien de lubricante, con mi mano izquierda separé sus nalgas rojas y suave pero firme se lo puse en el culo...
- Me encanta cómo te queda, la piedra hace juego con el color de tu piel....
Ahí sí la cogí de nuevo por la cintura con la mano izquierda, cogí la zapatilla y empecé a darle los 40 azotes que faltaban con el plug puesto, al escozor de los azotes, se le sumaba la vibración que transmitía cada azote el plug. Fueron 40 más....al terminar. La dejé un rato sobre mis rodillas con el culo ardiendo sin acarciarla y acordamos una cantidad fija que le daría cada semana, para sus gastos y que si necesitaba algún extra me lo pediría y los discutiriamos.
Al terminar empecé a jugar un poco con mis dedos en su sexo, me gusta jugar en su sexo mojado cuando aún está en mis rodillas con el culo rojo...pero no terminé de darle placer.
La hice levantarse, la cogí de la mano y la llevé hasta el despacho, allí abrí el cuaderno y le dije que siguiera copiando líneas. Sólo que esta vez en vez de hacerlo sentada la hice inclinarse sobre la mesa, con el culo castigado bien presentado y seguir copiando en ese posición de pie.
Allí la dejé, fui a la habitación y me desnudé del todo, volví a entrar en el despacho, me puse detrás de ella y le dije.
- Tú sigue copiando, que estás castigada.
Entonces la agarré de la cintura con un mano, con la otra guié mi polla hasta encontrar la entrada de sus sexo y la penetré. Me quedé un rato sin moverme con mi polla hasta el fondo de sus sexo y mi piel tocando la piel caliente de su culo, entonces la cogí con ambas manos de la cintura y empecé a follármela allí, contra la mesa mientras intentaba seguir copiando...
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