jueves, 8 de mayo de 2025

Buenos modales

 



Desde hacía unos meses, había retomado unas de mis pasiones: el baloncesto. 

A raíz de una conversación con un compañero de trabajo, también aficionado, creamos un grupo, se apuntó gente y empezamos a ir dos días a la semana, a jugar una pachanguita a nuestro ritmo.

Un día organizamos una cena, con las parejas, con la idea de hacer grupo y conocernos más, cuándo se lo propuse a ella me puso mil excusas, pero le recordé que yo me había tragado muchas cenas con sus compañeras y acabó aceptando aunque a regañadientes y en parte la podía entender, yo no soy tampoco mucho de este tipo de eventos, pero a veces hay que hacer el sacrificio, además tampoco iba a ser algo con continuidad.

Llegó el día y ya desde el primer momento, volvió a la excusas, que si estaba cansada, que si se iba a aburrir y le prometí que sería cenar y venirnos a casa, dos o tres horas máximo y aceptó. 

Nos fuimos para el restaurante, todo en plan muy informal, llegamos, hicimos las presentaciones y nos sentamos a tomar algo primero para romper el hielo. Ya desde el principio no me gustó nada su actitud, distante, fría y pendiente del teléfono. Le lancé un par de miradas y en ambas resoplando dejó el teléfono. Pero lejos de cambiar de actitud, a la que me descuidaba volvía a las andadas y empezó a ponerme nervioso y a parecerme una actitud del todo infantil, aunque no le dije nada más, me limité a interactuar con el grupo, aunque sin quitarle el ojo. 

Al terminar la cena, nos propusieron ir a tomar una copa, pero puse una excusa, nos despedimos y nos fuimos.

De camino a casa, no le comenté nada, de hecho ni hablamos, simplemente al subirnos en el coche ella puso la radio y conduje hasta casa.

Nada más entrar, ella hizo el amago de ir hacia la habitación.

- ¿Dónde vas?

- A ponerme cómoda...

- Ven aquí un momento. 

- Pfffff que quieres ahora, me duele la cabeza.

- Para empezar, quiero tu teléfono, ya!!!

- ¿ Por qué?!!!!!

Y ahí ya no pude más, la cogí del brazo con firmeza y al instante descargué media docena de azotes sobre los vaqueros. Sin soltarla, la acompañé hasta donde había dejado el bolso.

- El teléfono, ahora!!!!

Metió la mano libre en el bolso y cogió el teléfono y me lo dió. Lo cogí, me lo metí en el bolsillo y la llevé hasta la pared. Allí le solté el brazo.

- Las manos sobre la cabeza y la nariz pegada a la pared, y ahora ve pensando porque te he confiscado el teléfono, ya que tienes tantas dudas. 

La dejé allí y me senté en el sofá, no podía creerme la actitud absolutamente infantil y maleducada que había tenido en la cena.

Pero aquel tiempo también lo necesitaba yo para enfriarme, así que allí la tuve un buen rato y cómo ella tampoco decía nada al final la llamé. Se acercó y se quedó allí de pie frente a mis rodillas. 

- ¿Sigues sin saber el motivo de confiscarte el teléfono? 

- Estaba cansada...no tenía que haber ido.

- Bueno...parece que ya sabes por dónde voy. De todas formas ¿Te parece medio normal tú actitud? ¿Cuántas veces no te he acompañado a alguna cena con tus compañeras?

La callada por respuesta.

- Te acabo de hacer una pregunta, así que responde.

- Varias...

- ¿Y me has visto en alguna de ellas comportarme cómo tú hoy? ¿No te has preguntado que igual en alguna de ellas también estaba cansado o me apetecía hacer otras cosas? 

Al escuchar eso bajó la mirada.

- Mírame cuando te hablo y responde.

- Es que no tenía que haber ido!!!

- Ya veo que no te vas a bajar del burro, pues tranquila que te voy a enseñar modales.

Sin decir nada más de un tirón la puse sobre mis rodillas y empecé a zurrarle el culo sobre los vaqueros, sin calentamiento, rápido y fuerte desde el principio. Sin pausa durante un buen rato, hasta que se me cansó la mano. 

- Levanta.

Se levantó de mi regazo.

- Las manos sobre la cabeza. 

Resopló, pero lo hizo y nada más hacerlo, empecé a desabrocharle los vaqueros, eran elásticos y ajustados, así que tuve que bajárselos con firmeza y tras los vaqueros, también le bajé el tanga.

- Ahora, te vas a ir a la habitación, vas a coger el cinturón de los castigos del armario y te vas a sentar en la cama con el cinturón en las manos a esperarme y ni por asomo se te ocurra subirte la ropa.

Suspiró profundamente, bajó las manos y se dio media vuelta, caminó con la ropa por las rodillas, a pesar que hasta el momento había llevado la protección de los vaqueros, tenía el culo bastante rojo ya, lo cual no me extrañaba, porque mi mano también lo estaba.

La hice esperar un cuarto de hora más o menos y me fui para la habitación, al entrar allí estaba, sentada sobre la cama, con el pantalón y el tanga por las rodillas y el cinturón doblado en la mano.

- Dame el cinturón. 

Me lo dio y se lo cogí. Lo puse sobre mi hombro. 

- Levanta

Se levantó y me agaché, para terminar de bajarle la ropa hasta los tobillos. 

- Subete a la cama y ponte a cuatro.

Resopló, entonces la cogí del brazo y le di un par de azotes con la mano.

- Ya me has escuchado, ponte a cuatro patas sobre la cama y sácame bien el culo. 

Lo hizo, en cuanto estuvo en posición, dejé el cinturón un instante sobre su espalda. 

- Cualquiera diría que te estoy castigando, tienes la rajita hinchada y seguro que has mojado la cama, desvergonzada...

En ese momento cogí el cinturón y le dije.

- Serán dos tandas de docena y media, no hace falta que te diga, que quiero ver ese culo impertinente perfectamente presentado o te ganarás una tanda extra ¿Está claro? 

- Si...

- Si ¿Qué?

- Si, está claro.

Los azotes empezaron, espaciados, a cada azote, dejaba pasar unos 10 segundos, para que sintiera bien el escozor de cada uno de los azotes. Así hasta el número 18. 

Entonces dejé de nuevo el cinturón sobre su espalda y por un momento empecé a acariciarle la piel castigada, que se erizó al sentir el roce de la yema de mis dedos, en esa posición y desde atrás, podía ver perfectamente sus labios hinchados y el brillo de la humedad en su raja...y empecé a jugar un poco con mis dedos en ella, goteaba literalmente y el clítoris estaba duro y sensible...

- Es una lástima, pero hoy no va a haber premio...

Dejé el juego, cogí de nuevo el cinturón y le di la segunda tanda de azotes, esta más rápida y seguida. Al terminar tenía el culo en llamas, ya no se distinguían las franjas de los cinturonazos, era todo un cuadrado al rojo vivo que cubría las dos nalgas. Guarde el cinturón en su sitio y seguidamente le terminé de quitar del todo el pantalón y el tanga. 

- Tú actitud en la cena, me ha hecho sentir bastante incómodo, así que ahora te vas a quedar un rato expuesta con el culo rojo. Apoya la cara en el colchón, separa las piernas y quiero ver ese culo castigado bien levantado.

Lo hizo, hundió su cara en las sábanas, separó las piernas y me ofreció toda su intimidad, bien expuesta. 

Durante un momento me limité a observarla desde atrás, castigada, expuesta, pero también evidentemente excitada. Después cogí la crema y le puse crema refrescante en todo el culo, cuando estuve volví a jugar un poco con mis dedos en su sexo...hasta que vi que empezaba a dejarse llevar y paré para repetirle aquella frase.

-  Los comportamientos infantiles , no tienen premios adultos... así que ve al baño, sécate, ponte unas braguitas y a la cama. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario

"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...>