De joven, siempre tuve la ilusión de tener un Mazda MX-5, pensado fríamente es un coche que no tiene nada de práctico, tampoco es un supercoche, sencillo, rudo, pequeño pero extremadamente divertido.
Finalmente y ya no tan joven me di el capricho, encontré uno de segunda mano muy bien de precio del año 1995, vamos el auténtico y muy bien conservado, así que no me lo pensé y un día me presenté con él. A ella le gusta conducir y nada más verlo se enamoró también de él, y más aún cuando le di una copia de las llaves. Recuerdo las palabras que le dije.
- Cógelo cuándo quieras, eso sí con cuidado que te conozco, esto no tiene ningún tipo de ayuda electrónica a la conducción, es corto de ejes y tracción trasera, así que el pedal del acelerador con mimo.
Evidentemente me dijo que si a todo. En un meses con el juguete en el garaje, salimos con el varios fines de semana conduciendo los dos indistintamente, aunque también intuía que lo había cogido más de una vez por si cuenta, pero para eso lo había comprado, para disfrutarlo.
Un día ya por la noche, fui a bajar la basura y vi que en el buzón habían varias cartas, lo abrí y las cogí, eran las típicas cartas de banco y demás, pero entre ellas había una notificación amarilla de Correos, era de la DGT a mi nombre y todos sabemos que suelen ser el 99% de estas notificaciones: una multa de tráfico. Me guardé la notificación y al día siguiente me acercaría a la oficina de correos.
Y eso hice, al día siguiente fui a la oficina de Correos y recogí la carta certificada. Evidentemente acerté, era una multa por exceso de velocidad, con su foto incluida por circular a 117 en una zona limitada a 80km/h. O lo que es lo mismo, 300 euros y dos puntos de carnet, la broma.
Empecé a hacer memoria, es cierto que el coche invitaba a veces a divertirse un poco, sobre todo en carreteras de curvas, pero no recordaba haber ido tan pasado. Entonces miré la fecha y hora. Había sido en día laborable a las 5 de la tarde... imposible que hubiera sido yo, ya que el último mes, no había salido ningún día antes de esa hora y si no había sido yo, caso resuelto sólo había una posible responsable, que me iba a tener que explicar muchas cosas.
Me fui para casa, sabía que ella entraba de guardia a las 22:00, así que tenía tiempo de sobra para aclarar aquello.
Cuando llegué ella estaba en casa, en ropa cómoda con un pijama muy veraniego ya de camiseta y pantalón corto.
Hablamos un poco del día y de la pereza que le daba entrar de guardia que además era de 24 horas y yo me fui a dar una ducha. Cuando acabé y ya cómodo le dije que iba un momento al despacho a enviar unos correos de trabajo, ella se quedó estirada en el sofá viendo una serie. Esperé unos 10 minutos y la llamé.
- Celia María, puedes venir un momento por favor...
Decir su nombre completo, significaba problemas y los dos lo sabíamos...
Desde el salón, me contestó
- ¿Tienes que ser ya? Está Interesante la sería.
- Si, ahora. Tengo que enseñarte algo...
- Valeeee...ya voy.
Tardó cómo un minuto en aparecer...
- Dime
Me dijo desde la puerta
- Entra y cierra la puerta.
Entró y cerró la puerta, hasta quedarse de pie frente a la mesa. La miré y le dije dándole la carta, con la foto.
- ¿Me puedes explicar esto?
Cogió la carta y la leyó al terminar puso esa sonrisa nerviosa...
- Si es que se ponen para joder, allí no hay ningún peligro...
- Celia María, pues son 300 euros y dos puntos y vienen a mi nombre.
- Bueno, cuando salga de guardia me acerco a tráfico y les digo que conducía yo, y ya pagaré la multa.
- Eso lo daba por descontado, pero aquí lo importante no es eso.
- ¿Entonces?
- Recuerdas la discusión que tuvimos sobre este tema, sobre la seguridad, sobre tu seguridad, las consecuencias que esto puede tener además hablamos que la única condición para coger el coche era precisamente está, no correr. Como evidentemente todavía no has comprendido tus errores y, además, intentas restarle importancia como una colegiala que saca una mala nota y pone como excusa que le tienen manía en vez de asumir su responsabilidad, ¿tienes alguna idea de lo que te va a pasar, Celia María?
- Pfffff ya te he dicho que lo siento, que me despisté
- No recuerdo haberte escuchado disculparte, recuerdo haberte escuchado poner una mala excusa eso sí.
- Además en nada entro de guardia y tengo que prepararme.
- Son las 8 aún tenemos hora y media por delante. Y cómo no lo dices tú, lo voy a decir yo ¿De cuanto es la multa?
- 300....
- Pues va a pasar lo siguiente. Vas a recibir antes de irte de guardia 150 azotes. 100 con la mano y 50 con el cepillo. Cuando salgas de guardia y antes de ir a tráfico recibirás del mismo modo los 150 que faltan para los 300. Ve a buscar el cepillo.
Resopló, pero no le quedaba otra, la había cazado pero bien. Mientras iba camino de traerme el cepillo, cogí la silla y la puse delante de la mesa. Me senté y la esperé. Entró con el cepillo de los castigos, en la mano, me lo dio ruborizada, lo dejé en el suelo, busqué la cintura del pantaloncito de pijama, se sujetaba por un cordón anudado, deshice el nudo y el pantalón corto cayó solo hasta sus tobillos. La miré negando con la cabeza, a la vez que metía mis dedos por la cintura de las braguitas y las hacía descender, a pesar de su quejas.
- Ya sabes que aquí, las azotaina son con el culo al aire y más por faltas graves, así que colócate y silencio.
Resignada se colocó sobre mis rodillas, sentado en la silla. Puse mi mano izquierda en su cadera, mientras con la derecha le acarciaba la piel.
- Ya contaré yo mentalmente -le dije-
Y empezaron a resonar las palmadas, rítmicamente y alternando cachete y cachete, 50 en cada lado, mientras le iba recordando los peligros de conducir demasiado rápido y contaba mentalmente. 100 buenos azotes a mano, bastan para dejarle el culo bien rojo, pero lo prometido es deuda y cuando acabé con los 100, le pedí el cepillo que estaba en el suelo. Lo cogió con una mano y me lo dió, se lo cogí y empecé a pasárselo por la piel rojo y caliente, por la parte de las cerdas primero y después por la fría madera.
- Estos 50 los vas a contar tú.
Y así fue, 25 azotes con el cepillo en cada nalga...alternos y bien apuntados a la parte baja del culo, eso añadido a los 100 que ya llevaba, hicieron que aquella guardia la hiciera con el culo bien rojo, caliente y dolorido.
Al terminar la tuve 5 minutos aún sobre mis rodillas acariciandole el culo muy suavemente.
- Ahora te vas a levantar y te vas a ir a mirar la pared del salón, mientras te preparo algo de comer para la guardia. Y ya sabes las manos encima de la cabeza y nada de frotarse o aliviarse.
Se levantó y salió de la habitación patosamente con el pantalón del pijama y las braguitas en los tobillos.
Le preparé algo de comer para la guardia, se lo puse en un tupper y me fui para el salón.
Allí estaba castigada cara a la pared con el culo bien rojo. Me senté y la llamé.
Se acercó, quedándose parada frente a mis rodillas con las manos detrás de la espalda.
- Pasado mañana antes de ir a tráfico ya sabes lo que toca y ahora dame las llaves del coche, que de momento te quedas sin ellas.
Resopló, pero fue a por las llaves y me las dio.
- Te pondría un poco de crema, pero ahora sí deberías ir a prepararte.
Me incliné y empecé a subirle las braguitas, pero antes de subirlas del todo, las dejé un momento a medio muslo y pasé mi dedo entre los labios de su sexo, estaban un poco hinchados y muy mojada... sonreí y terminé de subirle las braguitas y el pantaloncito del pijama.
(habrá segunda parte)
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