- ¿Aún no te has puesto las zapatillas?
- Pffff es que no me apetece nada y además tiene pinta de llover.
- No vendrá de un día, lleva toda la semana lloviendo Baby, venga va.
- Es que a mí me gusta ir al gimnasio!!!
- Baby...te te dijo el médico.
- Ya lo sabes
- Pues parece que tú no ¿Que te dijo?
- Que tenía que descansar una temporada del gimnasio.
- ¿Y por qué?
- Por qué tengo una fisura en el cartílago de la tibia
- Correcto y que te dijo que debías hacer .
- Caminar sin forzar un rato cada día.
- Pues ya sabes, ponte las zapatillas que nos vamos.
- Pffff es que es muy aburrido!!! Es de viejos!!!
- ¿Quieres ir a caminar con el culo rojo?! Porque si es lo que quieres estás a nada de conseguirlo, ponte las zapatillas es la última vez que lo digo.
A regañadientes se calzó y por fin salimos.
- ¿Dónde vamos?
- Al parque
- Al parque!!! Eso sí es ya de viejos totales, has cogido pan para echarle a los patos, vamos al menos por la calle no?
- Baby, si callejeamos vamos a ver tiendas y como te conozco se que vamos a parar cada tres pasos, así que para el parte y punto.
La cogí de la mano, ya con energía, empezaba a estar cansado de esa actitud infantil y caprichosa.
Entonces me soltó de la mano y entrelazó si brazo con el mío.
- ¿Que haces?
- Ser más realista, así cogiditos cómo dos abuelos.
Me solté y sin pensarlo el solté un par de cachetes en el culo.
- Se acabó la tontería ¿Está claro?
Bajó la mirada y caminó un rato en silencio, mensaje entendido pensé. Bordeamos el estanque del parque un par de veces hasta completar la hora de caminata diaria que le había aconsejado el traumatólogo. E iniciamos la vuelta a casa.
- ¿Sabes? Me ha entrado hambre...
- Y a mí sed Baby, ahora de camino nos paramos a tomar algo.
- Vale!!!
Callejeamos unos metros y me senté en una terraza de un bar del barrio que ya conocía. Enseguida nos atendió un camarero y yo pedí una caña y un pincho de tortilla doble para compartir. Ella pidió un botellín de agua. Nos trajeron la comanda y mientras yo troceaba la tortilla, le pregunté.
- Bueno, tampoco ha sido para tanto ¿No?
- Es aburrido, en cuanto pueda vuelvo al gimnasio.
- Eso lo tendrá que decidir el médico¿No?
- Si ya no me duele...
- De momento dijo 3 semanas así y pase lo que pase así va a ser y como no me fío y a mí también me viene bien lo haremos juntos.
- A veces me tratas cómo a una niña pequeña.
- Pues pregúntate el motivo. O ¿A caso crees que hace un rato actuabas como un adulta? Que bien hace la tortilla aquí, no vas a comer nada? Tanta hambre que tenías.
- Se me ha pasado.
- Vaya que cosas más raras te pasan.
- Es que me apetecía dulce, pero como ni has preguntado.
- Dulce un rato antes de cenar? Ya sabes que no.
- Bueno es igual disfruta la tortilla
Entonces se puso el agua en un vaso y empezó a juguetear con el, en aquel momento vi, que era cuestión de tiempo que la liara y le advertí.
- Para, vas a acabar derramando el vaso, Baby.
- Es que en aburro, tengo hambre, estoy cansada...vámonos a casa va!!
No sé cómo lo hizo pero al retirar la silla como para levantarse vaso de agua sobre la mesa, enseguida apareció el camarero para limpiar y no me dio tiempo a reaccionar. Cuando se fue la miré muy serio e hizo la intención de volver a sentarse.
- Ve tirando para casa, cuando llegues te pones el pijama y me esperar cara a la pared en el salón ¿Serás capaz de hacerlo tú sola o te tengo que llevar de la oreja?
Su rostro se enrojeció, bajo la mirada y sin decir nada cogió la chaqueta y la mochila y empezó a caminar. Yo me pedí otra cerveza para acabar de pasar lo que quedaba de tortilla, no pensaba dejarla allí.
Además estaba convencidisimo que me haría caso, había estado toda la tarde tirando de la cuerda hasta que la rompió y eso siempre tenía consecuencias. Es más tan seguro estaba de eso, cómo también que al llegar a casa no sólo se cambiaría la ropa de calle por el pijama, también se pondría unas braguitas limpias. Me lo tomé con calma, terminé la tortilla y la cerveza y fui tranquilamente para casa. Al llegar comprobé con cierta satisfacción que estaba con el pijama puesto, mirando la pared, con las manos sobre la cabeza.
Me fui a cambiar de ropa y volví, ya con el pijama yo también. Me senté en el sofá y la llamé, se dio la vuelta y ya de camino empezó a hablar.
- Daddy, he sido un poco cría hoy lo siento, pero es que ya sabes que el gimnasio no es sólo deporte, casi es mejor por lo que dejo allí de carga.
- Baby...me traes un vaso de agua por favor, tengo sed.
No dijo nada vas, aunque la reacción inicial fue como de enfado, en plan: no me escucha.
Volvió y me ofreció el vaso, se lo cogí, le di un trago y lo dejé sobre la mesita.
No sé qué me estabas diciendo antes, cuando no tienes el uso de la palabra no te escucho y las conversaciones cuando estás castigada y ahora lo estás, son de otra manera ¿Ya sabes cómo no?
- Si...
- Cómo
Cogió aire profundamente.
- Con la ropa bajada.
- Exacto y eso es porque cuando te comportas cómo hoy pierdes todos tus privilegios, incluso el de taparte.
Alargué los brazos y deshice el nudo del pantalón del pijama que cayó encima de sus pies , acto seguido metiendo dos dedos por la cinturilla de las braguitas y despacio se las baje hasta por encima de las rodillas.
- Ahora podemos hablar metidos en contexto. Y voy a empezar yo. Ni que decir tiene que ya sólo la actitud general de la tarde, se merecía un ajuste, pero para acabar de rematar el numerito de niña caprichosa en público que no soporto y lo sabes, así que sumando ambas cosas, el pequeño ajuste se convierte en un severo correctivo que es lo que te espera. En cuanto a tus motivaciones las puedo entender, siempre y cuando vengan desde una actitud adulta y constructiva, no desde una pataleta infantil. En el primer caso lo puedo tener en cuenta, en el segundo lo único que puedo hacer es cortar por lo sano la pataleta de la manera más efectiva que conozco en ti ¿Ya sabes cuál es no?
Se hizo el silencio y ni si quiera me miraba.
- Me gusta que respondas a mis preguntas, así que responde.
- Unos azotes...
- Unos? Yo creo que van a ser más, pues a qué esperas a ponerte en posición. Suspiró y despacio se acomodó como pudo en mis rodillas. Bajo mis ojos aquel culo travieso y blanco, que llevaba tiempo sin poner rojo, había llegado el día de volverlo a hacer. Con mi mano izquierda sujeté sus muñecas en la espalda, para tener más control. Entonces cogí el vaso de agua y dejé caer un pequeño chorro en cada cachete al sentir el agua fría, se retorció un poco.
- No te preocupes que enseguida te doy calor.
Dejé el vaso en la mesa y empecé a cumplir mi promesa de darle calor y secarla...a los dos minutos ya estaba completamente seca y más nalgas blancas se habían vuelto rosaditas, pero aún seguí unos minutos más, hasta ponerselaa rojas como un tomate maduro. Después de observar un instante el colorido que tenían ahora sus nalgas, la envié de vuelta a mirar la pared. Mientras hacía una llamada y de paso se enfriaba un poco ese culo tan impertinente a veces.
Terminé la llamada. Me levanté el sofá, saqué una silla y me senté.
- Baby...ve a buscar tu cepillo, ya sabes cuál.
Escuché un resoplido.
- Ahhh y trae también una toalla pequeña.
Esperé a que entrara de nuevo, me dio la toalla, la puse encima de mis piernas, el cepillo en el suelo y le pedí que me acercara el vaso de agua. Lo hizo, lo sujeté en la mano a la vez que le indicaba que se volviera a colocar en posición, está vez en la silla era más incómodo y más de castigo. No tenía que sujetarle las manos, que apoyaba en el suelo. Así que volví a regarle las nalgas, imagino que está vez sintió algo de alivio engañoso, en cuanto cogiera el cepillo, lo único que haría el agua es aumentar el picor de los azotes.
Y eso me puse a hacer a trabajar con el cepillo baja humos, una docena de azores más o menos y volvía a tenerlo seco, así que otro poquito de agua y vuelta a empezar, en total repetí ritual 4 veces, procurando igualar todo el culo, menos la última que esa fue exclusiva a la parte donde el culo se une con los muslos. Al acabar lo tenía todo de un bonito rojo brillante con algún puntito algo más oscuro.
- Bueno según te portes igual acabamos aquí. Mientras yo hago algo de cenar, tú recoge y pon la mesa. Puedes acabar de quitarte la parte de abajo que hoy ya no la vas a necesitar.
Me fui para la cocina, prepare algo de cenar rápido y ligero y nos sentamos a cenar en completo silencio, suave como el terciopelo.
Al terminar recogí la mesa y dije: el postre en el sofá.
Ya con todo recogido fui para el sofá con un plato cubierto con una servilleta de papel. Cogí una silla y la puse mirando a la pared.
-Daddy quería ver Yellowstone hoy.
- Baby, hoy no hay Yellowstone
- Pfffff
- Siéntate en la silla y prepara tu postre , cuando estés avisa.
A regañadientes se sentó en la silla, allí le di el platito, además de la servilleta contenía un cuchillo y un trozo de jengibre sin pelar.
- Ya sabes como tienes que hacerlo.
Me senté y empecé a hacer zapping, daban un partido de Euroliga de baloncesto y me puse a verlo. De vez en cuando la miraba ocupada en su "postre".
Hasta que escuché un tímido
- Ya estoy
Me levanté y fui hacia ella. Lo primero que hice fue revisar la talla de jengibre.
- Muy bien, creo que a partir d ahora este postre lo vas a hacer tú siempre. Levanta.
Se levantó retiré la silla y el plato.
- Manos sobre la pared, piernas abiertas y el culete bien sacado. Cuando lo hizo puse mi mano izquierda en la parte baja de sus espalda, aún tenía el culo muy rojo, la bajé un poco más para separarle los cachetes, entonces llevé el plug de jengibre que ella misma había preparado a su culo, jugué un poco haciendo círculitos alrededor, hasta que despacio pero firme empecé a meterse lo, hasta llegar donde quería.
Ponte recta brazos pegados al cuerpo. Lo hizo, fui a por un par de libros y los puse sobre su cabeza.
- El efecto ya sabes que dura unos 15/20 minutos. Cada vez que se te caiga un libro, si se caen te daré 12 más con el cepillo y si se cae el jengibre 24 y volveremos a empezar. Le di un beso en el cuello y allí le dejé. Lo primero que hice fue ir al baño a por el cepillo y el paquete de toallitas húmedas y me senté, ni que decir tiene que no presté atención al partido, solo podía mirarla a ella con el culo rojo, castigada y concentrada en evitar que se le cayera nada a pesar del efecto del jengibre.
Un rato después le dije.
- Deja los libros en su sitio y ven.
Lo hizo se acercó hasta quedarse parada frente a mí de nuevo.
- Baby te he tenido unos meses muy descuidada y esto se va d madre, así que a partir de hoy y espero que haya servido para sentar bases, va a volver la disciplina, las rutinas y evidentemente en caso de necesidad los castigos. Así que una hora para dormir, si tienes algún trabajo pendiente no esperes a última hora que luego sufres tú y de rebote me haces sufrir a mi, y todas esas cosas que ya sabes ¿Está claro?
- Si Daddy...
Le di una toallita y el dije que se quitase el jengibre.
-Ahhhh y otra cosa, por cada día como hoy, en qué te comportes como una niña caprichosa, estarás tres días sin placer adulto.
En ese momento cogí otra toallitas y a conciencia le sequé la fiebre que tenía entre las piernas.
- Ahora dame un beso, vete a lavar los dientes y me esperas en la cama.
Me dio el beso y se perdió. Un rato después entré en la habitación, cerré la puerta me desnude y antes de meterme cogí el bote de crema hidratante, le di un largo masaje en el culo por fuera pero también con el dedito un poco por dentro al terminar le di un beso en cada cachete y a dormir.
Siempre grato, emocionante, sensual, excitante, muchos tintes con gran resultado...
ResponderEliminarLlevar a la fantasia de la excitación y la imaginación, incluso llegar a mojar al lector.
Exquisito