- Entonces no me acompañas?
- Pfff...tengo mucha plancha acumulada y no puede ser... además tú eres rápido, no cómo yo.
- Yo no quiero decir nada, pero si se te acumula es porque quieres...
- No me calientes, la cabeza que lo sé de sobra...
- Bueno tu misma, que te sea leve la diversión.
- Muy gracioso, gracias y tú no te pierdas.
Le di un beso y me fui, quería ir a comprar algo de ropa, tampoco insistí mucho, porque voy mejor a mi rollo y directo al grano. Así que me fui directo al centro comercial, un par de horas y asunto resuelto. De camino pensaba en que sería buena idea, ya que se había quedado autocastigada, salir a cenar fuera. Con esa idea subí con las bolsas.
- Ya estoy aquí!!!
Le dije nada más abrir la puerta.
- Joder que rápido...
Me fui para el salón y allí estaba, noté algo raro, cómo mucho apresuramiento y cierto nerviosismo. Había un montón de ropa en la mesa y la tabla de planchar por el medio. La miré aún sin dejar las bolsas, estaba con pijama y en la tele un episodio de "breaking bad".
- Aún estamos así?
- Tú sabes lo que tenía por planchar? Este montón y ya estoy.
- Eres única, de eso no hay duda
- Anda y eso?
- La única persona del mundo que plancha, con la plancha desenchufada...
- Jajajajajaja, que mal se me da mentir, siempre me pillan, desde niña...
- Te hace gracia?
- No voy a llorar...
- Que ha estado haciendo este rato?
Ahí noté que su cara y sobre todo los orejas empezaban a ponerse rojas...
- Bueno...es que me entró pereza y me puse la serie a ver si me entraban las ganas...
Dejé las bolsas en la mesa, me quité la chaqueta, la colgué en una silla y me crucé de brazos.
- Sabes? Venía con la idea de salir a cenar algo, ya que me sabía mal que te hubieras tenido que quedar.
- No pasa nada, me parece buena idea ya acabo mañana.
- Para acabar, lo primero es empezar.
- Vaaaa no te enfades...
No estaba enfadado, lo cierto es que estaba a punto de reírme, pero la travesura merecía una reacción y antes que me ganara, me fui para ella decidido, la cogí del brazo y le di tres azotes.
- Te crees que soy tan fácil? Que me voy a dejar camelar por unos morritos y un puchero?
- Pfffff si ya no viene de un día, me visto y nos vamos.
- Ya vas tarde, y te aseguro que aunque te estés hasta media noche, vas a terminar hoy.
Sin soltarla, agarré una silla y la puse en el centro del comedor. Me senté y la puse en mis rodillas, entre un mar de quejas y excusas malas. Que callé, con un rápida ráfaga de azotes.
- Si algo no soporto es que intentes tomarme el pelo, si no has hecho nada lo dices y punto. Además te pillo siempre. Pero lo sigues intentando, pues muy bien, cuando acabe vas a poder planchar con el culo de lo caliente que te lo voy a dejar.
En ese momento, agarré con fuerza la cintura del pantalón del pijama y de un tirón firme se lo bajé a medio muslo. En ese momento resopló.
- Encima? Guárdete los soplidos para después que te van a hacer falta.
La acabé de poner bien y empecé a zurrarle el culo desnudo a conciencia. Los primeros 20 o 30 aún movía y protestaba, pero cuando la piel se empezó a calentar, se hizo el silencio y se quedó quieta. Tras un primera ráfaga de un par de minutos paré un momento.
- Y otra cosa ya que tú no eres capaz de llevar una rutina, a partir de ahora, la tendrás...
Y vuelta a ocuparme minuciosamente de calentarle y enrojecerle bien el culo. Ahora un rato más largo y constante, hasta asegurarme de dos cosas. La primera es dejárselo de ese rojo intenso y uniforme. La segunda que el calor y el hormigueo en el culo le durarán bien vivos un buen rato y hasta que no estuve seguro de conseguir ambas cosas no paré.
Por entonces el pantalón del pijama se había escurrido hasta sus tobillos.
- Levanta.
Se levantó y se giró para intentar ver cómo le había quedado.
- Te has pasado...
Eso le costó un par de azotes más.
- Pues aún no he acabado.
Cogí la silla, la puse en su sitio, enchufé la plancha y apagué la tele.
- Hala ya sabes, ahí tienes el montón de ropa.
- Pffffff en serio?
Me desabroché el cinturón.
- Te parece que bromeo?
El mensaje era claro y aunque a regañadientes se puso a planchar con el pantalón en los tobillos y el culo rojo. Yo fui a buscar una cervecita y me senté a mirarla.
Unas prendas después se giró y me dijo.
- Puedo subirme el pantalón?
- Sigue...
- Pffffff.
La visión empezó a excitarme bastante y un rato después me levanté, me acerqué y le pasé la mano por el culo.
-Mmmm aún lo tienes bien calentito
Suspiró y se quedó quieta, mis dedos buscaron entre sus piernas...
- Y parece que no es lo único que tienes caliente... lástima que aún tengas para un rato de plancha.
Entonces volví a mi sitio. Cogí el teléfono y llamé para pedir cena a domicilio. Ya casi había terminado cuando sonó el timbre, me levanté debía ser el repartidor y le dije.
- Sigue...
Me fui abrí la puerta recogí la comanda y pagué, a todo esto ella seguía planchando con el pantalón en los tobillos y el culo rojo.
Dejé la cena en la cocina y fui a ver cómo iba, ya casi estaba. Me senté a esperar que terminara. Y al final el montón de ropa se había convertido en varias pilas de ropa planchada y doblada.
- Mientras lo colocas, preparo la mesa de la cocina. Y si acaso dame el pantalón no te vayas a partir la crisma.
Sólo tuvo que levantar los pies, agacharse a recoger el pantalón y dármelo. Lo dejé sobre una de sillas y me fui para la cocina.
Apareció poco después, ya estaba la mesa puesta, sentó su culo travieso desnudo en la silla y cenamos. Al terminar, le dije que se fuera al rincón y me esperase allí mientras recogía.
Volvió a protestar y yo a desabrocharme el cinturón, gesto muy convincente.
Después de recoger fui para el comedor y allí estaba en el rincón, la fui a buscar, la cogí de un brazo, había pasado tiempo y el color del culo ya había bajado mucho de intensidad, sin soltarla la llevé hasta el extremo del sofá mientras le iba dando algún azote, la puse frente al brazo y antes de soltarla le di una docena de azotes con la mano, sólo para volver a darle un poco de color y calor
- Ponte...
Se colocó tumbada boca abajo por encima de brazo del sofá. Me desabroché el cinturón mientras lo hacía, me lo saqué del pantalón, lo doblé y lo puse sobre su espalda, le separé las piernas con los pies, y antes de coger el cinturón, llevé mi mano por detrás a su sexo, sonreí seguía igual de mojado, le metí un dedo, luego dos, el túnel húmedo y caliente, y le dije:
- Ya mañana con calma, hablamos de una rutina...
Saqué los dedos de dentro de su cuerpo, para desnudarme, receptiva, entregada y rendida, ya no hubieron más azotes, el cinturón se quedó allí sobre su espalda. Y allí tumbada sobre el brazo del sofá, la tomé con toda la fuerza y las ganas del mundo.
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