Feliz año Nuevo a todos, con mi deseo que este nuevo año mejore en todo. Y para celebrarlo, os comparto, un relato diferente escrito por E. Espero que os guste!!!
Daddy me había dicho que una onza y se acabó. Yo quería más.
El problema con esto, y Daddy lo sabe, es que no sé parar. Si me como una luego va otra y así hasta acabar con media tableta.
Así que decidió que una era suficiente para quitarme el antojo de chocolate.
- Daddy...una es muy poco...
- Es más que suficiente a estas horas.
- Daddy...una no sabe a nada... - empezaba a sonar con una mezcla de ruego y enfado.
- Es casi hora de ir a dormir Baby. He dicho que una.
- Eso es como no comer nada!!
- Prefieres quedarte sin ninguna?
Sabía que iba en serio y no quería tentar a la suerte, así que reculé.
- No...
- Pues ve a la cocina, coges una onza y te la comes aquí conmigo.
No tuve más remedio que obedecer. Me fui a la cocina, abrí la nevera y parti el chocolate. Al hacerlo dos onzas se separaron de la tableta y reconozco que me pudo la cabezonería.
Me comí una en la cocina y decidí llevar la otra en la mano para enseñársela.
Puede decirse que casi ni la disfruté. Me la comí tan rápido para no dejar huellas que ni la saboreé.
Al volver al salón iba "enfurruñada". Llevaba la onza en una servilleta en la mano.
- Una onza. Estás contento?
Me senté de nuevo en el sofá a su lado. Me miró y con mucha calma, pero serio me dijo.
- Ni contento ni triste. Sabes que esto es por tu bien, así que baja el tono y vigila esas palabras.
Lo miré sin decir nada y entonces me fijé en que ponía cara rara.
Se me acercó y me giro la cara cogiéndome por la barbilla.
- Qué haces?
- Mírame bien Baby.
Noté su dedo pulgar pasando por la comisura de mis labios.
- Qué es esto?
Me enseñó el dedo y era chocolate... Me había manchado al comerme la otra onza rápido en la cocina y no me había dado cuenta.
Me puse roja de repente y bajé la mirada inmediatamente.
- Has comido chocolate en la cocina?
No era capaz de decir nada. La vergüenza de que me hubiera pillado mintiéndole me impedía hacerlo.
- Baby mírame y contesta a lo que te acabo de preguntar.
Me mordía el labio nerviosa. No tenía ninguna salida, así que lo mejor era ser sincera.
- Sí...
- No me lo puedo creer!
- Daddy...
- Ni Daddy ni nada!
Me quitó la servilleta con la onza de chocolate de la mano y la dejó encima de la mesa.
- Tú ya te has comido lo que te tocaba, si es que solo te has comido una, claro!
- Solo ha sido una Daddy ... Te lo prometo ...- mi voz sonaba con mucho remordimiento.
- Y tengo que creerte?
De nuevo sentí la cara ardiendo. Yo no soy mentirosa y que me pillen en una mentira, por pequeña que sea, me genera mucha vergüenza.
- Solo ha sido una... - apenas me salía la voz.
- Ve a lavarte los dientes y me esperas en la habitación. - sonaba muy serio. Cómo "decepcionado".
Me quedé mirándolo un momento, pero obedecí.
Me senté en la cama y dejé la luz de la mesilla encendida esperándolo. Lo escuché caminar por el salón y luego en el baño y, tras diez minutos que se me hicieron eternos, apareció. Llevaba algo la mano.
- Levanta.
Obedecí y me quedé de pie a un lado de la cama.
Él se sentó en los pies y me llamó. Me cogió de las manos suavemente para centrar mi atención.
- Es tarde y no podemos hacer ruido, pero no puedo pasar esto por alto Baby. Hoy va a ser un avance y mañana con calma hablaremos de las mentiras en casa.
- Daddy ..
- Bájate las braguitas y ponte sobre mis rodillas.
Hice lo que me dijo y me coloqué esperando sentir el primer azote sobre mi culo, pero lo que sentí fue su mano separando mis nalgas y una cánula rozando mi ano.
- No Daddy!!! Esto no...!
Casi de forma instintiva intenté levantarme de sus rodillas, pero con su mano izquierda me empujó de nuevo hacia la cama.
- Estate quieta y obedece!
- Daddy...por favor... - sabía que me daba mucha vergüenza.
Volvió a separame las nalgas con su mano izquierda mientras que con la derecha dirigía de nuevo la cánula hacia la entrada trasera... Era vergonzoso pero no dolía. Me hacía sentir la niña mala que había sido.
Enseguida empecé a notar cómo el enema entraba en mi interior mientras que me quedaba totalmente quieta dejándome hacer.
- Por qué no quiero que comas más chocolate a estas horas?
- Porque luego me duele la tripa y me siento culpable...
- Es un capricho mío Baby?
- No ...
- No controlas el dulce a estas horas y luego Daddy tiene que ponerte un enema para aliviarte el empacho, verdad?
Otra vez me ardía la cara.
- Sí Daddy...
- Y por qué te lo estoy poniendo esta noche?
- Porque he sido mala y he intentado engañarte...
- Y eso no me gusta nada Baby. Y Daddy te tiene que castigar y lo sabes. Verdad?
- Sí Daddy... - me sentía como una niña traviesa a la que habían pillado en medio de la fechoría.
- Pues lleva las manos atrás y mantén este culo bien abierto hasta que yo diga.
Obedecí muerta de la vergüenza, pero sabiendo que era merecido.
Poco después me quitó la cánula del enema y me mantuvo en esa posición tan indecorosa sobre sus rodillas.
A pesar de la vergüenza y de la incomodidad notaba mi coñito empapado y seguramente desde su posición era consciente de ello, pero no me dijo nada.
- Cuando necesites ir al baño me avisas.
No había nada en este mundo que me diera más pudor que la escatología, pero en sus manos me sentía "cómoda" hasta con eso. Lo cómoda que una puede estar en esa posición tan humillante.
Me tuvo un par de minutos en silencio. Me sentía observada de cerca e intentaba mantenerme concentrada para controlar bien el enema, pero pronto comenzó a regañarme de nuevo.
- Ves adónde te lleva portarte mal?
- Lo siento Daddy ..
- Y ve pensando en mañana porque no te vas a librar de acabar con el culo rojo, Baby!! - y me soltó un par de azotes fuertes por debajo de donde tenía mis manos haciéndome soltar los cachetes
- Mantén la posición hasta que te diga!
- Sí Daddy....
Y de vuelta a estar abierta y expuesta para él.
Entonces empecé a notar mucho movimiento interno y mucho ruido.
- Daddy...ya... - apenas me oía a mi misma.
- Habla fuerte!
- Que ya...
- Qué necesitas Baby? Dilo bien!!
- Necesito ir al baño Daddy ...
Me hizo levantarme y, cogida de la mano, me llevó al aseo, me sentó en el bañó como si fuera una niña y así sentada en esa posición tan humillante me dijo
- Ahora Daddy va a salir. Acabas con lo que tengas que hacer y te duchas. Luego Daddy revisará que estés bien limpita. Entendido?
- Sí Daddy...
Me alivió verlo salir por la puerta. Al acabar me di una ducha a conciencia y salí con el albornoz puesto.
Se acercó a mi, me quitó el albornoz y me puso sobre las cama a cuatro, con las piernas abiertas, haciendome apoyar la cabeza y los hombros en la cama dejando elevado mi trasero.
Estuvo un rato mirándome en silencio. Yo no lo veía, solo lo intuía. Esa espera me inquietaba.
Un rato después noté algo de lubricante correr entre mis nalgas. Empezó a jugar con su dedo alrededor de mi ano poniéndome nerviosa
- Qué has aprendido Baby?
- Que a Daddy no se le engaña...
- Y qué pasa si lo haces?
- Que Daddy me castiga...
Noté su dedo presionando para entrar. No lo costó mucho esfuerzo.
- La próxima vez que me quieras engañar piensa en que Daddy se entera de todo Baby.
Empecé a notar cómo jugaba con su dedo. Lo movía de dentro a afuera sin sacarlo. Me estaba excitando mucho.
Mi coñito debía de estar empapado. Su comentario me lo confirmó.
- Una pena que tengamos que desaprovechar este coñito tan apetecible, pero está noche te has portado muy mal Baby.
- Daddy...
- No Nena. Con Daddy no se juega. Pero yo no tengo la culpa, así que quietecita y relajada que Daddy va a tener su recompensa por cuidar de ti.
Noté su polla restregándose por mi coño aprovechando mi humedad y poco a poco empezó a penetrarme con mucha delicadeza. Yo estaba tan excitada que no costó mucho relalar el esfínter para dejarlo entrar.
Cuando me sentí llena suspiré de gusto.
- Así Nena, así me gusta. Este culo es mío y debe estar lleno.
Empezó a moverse despacio al principio y con más ritmo después. Deseaba con todas mis ganas tocarme con la mano, pero sabía que estaba castigada. El me conocía bien y me advirtió.
- Ni se te ocurra tocarte Nena. Esta noche no hay premio para ti, está claro?
- Sí Daddy...
Y empezó a follarme más rápido, con más ganas hasta que sentí cómo se corría en mi interior. Se mantuvo dentro unos segundos y enseguida salió.
- No te muevas.
Se fue al baño y vino con unas toallitas. Me limpió y con un cachete me hizo incorporarme.
- Y ahora vamos a dormir que mañana ya ajustaré cuentas contigo...
Me dió un beso y se aseguró de que me durmiera con las manos quietas.
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