La casa estaba en absoluto silencio, sólo mis pasos inquietos, que de vez en cuando surcaban el pasillo, para asomarse al despacho. Allí estaba ella, con el pijama sentada en la silla, escribiendo en su cuaderno. Me volví a sentar y miré el reloj, una hora y diez minutos llevaba ya. Cogí aire profundamente y esperé, más o menos 15 minutos más tarde, escuché la silla moverse y sus pasos acercándose. Miré hacia la puerta y entró, tímida, con la mirada baja apretando el cuaderno contra su pecho. Se paró frente a mis rodillas y muy flojito dijo.
- Ya estoy
Me dió el cuaderno y lo dejé en el brazo del sofá, la miré y le dije.
- Ya sabes, cómo tienes que estar frente a mí cuando te metes en líos
Su rostro se sonrojó, pero la norma era clara deshizo el nudo del pantalón del pijama y sólo acabó en sus pies, una pequeña pausa y otra mirada imperativa, entonces sus braguitas empezaron a descender despacio, cuando las tenia a medio muslo...
- Ahí están bien.
Le di el cuaderno.
-Quiero que leas lo que has escrito, alto y claro. Empieza
Cogió aire, aclaró la voz y con voz aniñada empezó a leer
" Siento mucho haber cuestionado el criterio para establecer los parámetros de mi reciente castigo.
Confío en que me guíes y me corrijas, y sé que no me corresponde cuestionar tus métodos. Y menos aún si me están castigando.
Cuando me están castigando, debo ser receptiva, no argumentativa. Debo escuchar lo que dices cuando me regañas. Estás tratando de centrar mi mente en el castigo que se avecina para que pueda ser efectivo. Debería estar pensando en mi mala conducta, no tratando de encontrar fallos o contradicciones en tu sermón. Solo debería hablar cuando me preguntes, y mis respuestas deberían ser concisas, completas y respetuosas.
Durante el castigo no es el momento de intentar seducirte para intentar evitarlo o minimizarlo . Necesito confiar en que tienes en mente lo mejor para mí y que estás tratando de darme una lección de la manera más eficiente posible. Puedes cambiar de opinión después de anunciar un castigo si crees que puede haber una mejor manera de llegar a mí, o incluso, a veces, de mostrar indulgencia.
Necesito aprender a aceptar el castigo tal como se me impone. Me pone en mi lugar, que es algo que te pedí yo que hicieras. Gracias por regañarme por responderte de manera irrespetuosa y por hablarte mal (Definitivamente tienes razón y aproveche el lugar y el contexto para desafiarte y saltarme un castigo). Fui irrespetuosa y desobediente.
Sé que quizás quieras volver a hablar de esto conmigo, especialmente porque seguí respondiéndote mal durante el camino de vuelta a casa y cuestionando tú autoridad Ahora que mientras escribía esto con el culo caliente puedo ver que mi comportamiento no fue justo. Sabía cuál era el castigo y deliberadamente intenté saltármelo, y con ello sólo he conseguido un castigo más severo.
Siento mucho toda mi actitud de esta noche, te prometo que no volverá a suceder y que aceptaré cualquier otro castigo que consideres oportuno."
Nada más terminar de leer, la miré, estaba roja como un tomate...
- ¿Así que pensaste la forma de burlar mi autoridad?
- Buenooo...no fue más que un pequeño juego, que se me fue de las manos.
- A veces creo que peco de permisivo en exceso contigo. Si el día que me vacilaste con el helado, en vez de castigarte sin helado, te hubiera puesto el culo ardiendo, igual hoy no estaríamos aquí ¿No crees?
- Probablemente...Es que me pareció muy infantil el castigo.
- Veo que te acabas de olvidar de lo que has escrito.
- No, lo siento....
- ¿Sabes? Que pidiera helado de postre en la cena de ayer, no me parece tan grave, me parece mucho más grave, la maquinación, el sitio, saber que era una cena grupal y que en ese momento me pases por encima, aprovechado eso, si lo haces en casa a solas incluso depende cómo nos echamos unas risas, pero ayer me pusiste en evidencia a sabiendas y eso no lo voy a permitir. Date la vuelta.
Se giró, aún tenía la piel bastante roja, de larga azotaina que se había llevado a mano y en mis rodillas , para "motivarla, con la redacción.
- Perfecto, vuela a darte la vuelta.
Lo hizo.
- Muéstrame las braguitas.
Se puso roja, pero obedeció, pasé mi dedos por dentro del triangulo de las braguitas...
- Veo que a pesar de todo, tú cuerpo va por libre.
- Ahora de vas tumbar sobre el brazo del sofá, con el culo bien levantado.
Esperé a que lo hiciera y cuando estuvo en posición le bajé las braguitas hasta los tobillos y le levanté un poco la camiseta.
- Ahora vuelvo.
Fui primero a la cocina y cogí la cuchara de madera más pequeña y ligera, me la puse en el bolsillo de atrás de los vaqueros y fui a la habitación, en el fondo del armario habia de pie un sacudidor de alfombras. Con el en la mano me fui de nuevo al salón. Lo dejé sobre su culo, mientras me subía las mangas .
- Muchas gente dice que esté instrumento es muy suave, eso es porque no saben usarlo, si lo usas directamente es suave. Pero si antes calientas bien y sensibilizas el culo, cómo he hecho antes, puede ser un instrumento muy eficaz, cómo vas a comprobar ahora.
Cogí el sacudidor, levanté el brazo a la altura de mi cabeza y lo dejé caer en golpe seco...de su boca salió un pequeño gemido y un soplido. Dejé pasar unos segundo y el siguiente azote. A medida que se acumulaban los azotes, le costaba más estarse quieta y no gemir...pero aquel castigo iba a ser severo y le di 50 azotes con aquel sacudidor de mimbre.
Al terminar, lo dejé sobre la mesa y empecé a acariciarle muy suavemente ambas nalgas...tenía la piel muy roja y al sentir mis dedos se erizó...entonces le pasé un dedo entre los labios, casi goteaba... sonreí a la vez que dejé de jugar, al contrario cogí la cuchara de madera que llevaba en el bolsillo trasero.
- Antes te dije, que te iba a poner el culo ardiendo y así va a ser, pero todo el culo. Ábrete las nalgas.
Sabía que esa orden la causaría tanta vergüenza cómo excitación. Le tuve que dar un par de toques con la cuchara para acabar de animarla.
Sus manos agarraron esas carnosas y rojas nalgas y las separaron .
- Aguantalas así hasta que te diga.
Entonces empecé a pasar la cuchara por esa cara interna de las nalgas oculta, inaccesible a la vez que sensible y dolorosa, como pudo comprobar cuando le di tres azotes con la cuchara en la izquierda, luego pasé a la derecha y lo mismo un poco de juego y de repente, tres golpes.
-Ufffffff!!!!
- Que pasa ¿Pica?
- Mucho....
- Hacemos una cosa, si aguantas tres más en cada cachete sin moverte, daré por terminado el castigo.
No dijo nada y sostenía aún más nalgas abiertas, así que se los di, está vez seguidos tres en casa y al terminar si que soltó las nalgas y estuvo un rato jadeando y resoplando.
La dejé allí, fue a guardar los instrumentos y al volver seguía en la posición pero ya más tranquila. La ayudé a levantarse y le di un abrazo, así estuvimos un buen rato abrazados , mientras yo le frotaba el culo con las dos manos.
Hasta que le dije, quítate toda la ropa y túmbate boca abajo en el sofá, ahora vengo.
Fui a por una toalla pequeña, la empapé con agua fría y la escurrí bien, al llegar se la puse en el culo, al sentir el frío suspiró aliviada, me hice un hueco y me senté a acarciarle la espalda y las piernas. Un rato después le quité la toalla y fui a buscar la crema. Al llegar le hice levantar el vientre y puse los cojines debajo para que le eleven el culo y empecé a darle un concienzudo masaje en las nalgas, también por esa parte interna que había trabajado con la cuchara, así estuve un buen rato, hasta que le dije que se levantará. Y fuera a buscar un pijama y unas braguitas limpias.
Vino con la ropa en la mano, se la puse, primero las braguitas, después la camiseta y finalmente el pantalón.
Me levanté le di un beso, le hice dejar el teléfono y la envié a la cama.
Maravilloso, simplemente maravilloso.
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