sábado, 28 de septiembre de 2024

El vecino molesto

 



Había tenido que irme todo el fin de semana, por unos asuntos familiares. Salí el viernes por la tarde y volví el lunes sobre mediodía. 

Llegué cansado del viaje y con ganas de descansar. Nada más llegar, me di una ducha y salía cuándo sonó el timbre. Me pareció raro, ya que sólo podía ser alguien de dentro del edificio, me puse algo de ropa y fui a abrir. Al abrir, me llevé una sorpresa, era el vecino del bajo, un tipo extraño, de aquellos de difícil convivencia. 

- Buenas tardes.

 Si darme tiempo a mucho más me soltó una reprimenda que no sabía a qué venía. Que si el sábado habíamos tenido la música muy alta, que si gritos y risas hasta las tantas d ela madrugada y que si volvía a suceder llamaría a la policía y presentaría una queja en la próxima junta de vecinos. Cómo me pilló cansado y sabía del carácter del personaje mi primera intención fue mandarlo de vuelta a su casa, me limité a decirle que no sabía de qué me hablaba y que yo había estado todo el fin de semana fuera. 

Un rato después llegó ella de trabajar.


- Hola!!! ¿ya estás aquí?

- Si hace un par de horas que llegué

- ¿Y qué tal? ¿Lo has podido solucionar todo?

- Si ya está, por fin 

- ¿Estás cansado? Haces mala cara

- Al poco de llegar se ha presentado, el vecino del bajo, de muy malhumor, me han entrado ganas de tirarlo por la escalera, la verdad. 

En ese momento su cara también cambió.

- Ese tío es un amargado ¿Y que quería?

- Me ha dicho que el sábado teníamos la música muy alta y mucho jaleo de risas y gritos.

- Buaaaa que exagerado....

- ¿Que pasó el sábado?

- Nada, que invité a unas amigas a una cena aquí y nos tomamos algo, pero nada del otro mundo.

- Entonces algo de razón tiene ¿No?

- Ya sabes cómo es, un amargado...

- Nena me estas esquivando la mirada y eso me dice, que algo me ocultas...

- Buenooooo, vale igual se nos fue un poco de las manos en algún momento, pero no s dha quejado nadie más, siempre es el mismo. No le des más vueltas, voy a ponerme cómoda.

- Espera, espera... ¿Y por qué no me dijiste nada? 

- Fue espontáneo, no estaba planeado

- Ya pero ayer, tampoco me dijiste nada...

- Bahhh no le  des importancia, parece que te creas más al vecino, sabiendo cómo es, que a mí. 

- El vecino me importa nada, pero que me tomes el pelo, si me importa.

- No te estoy tomando el pelo

- Pues a mí me parece que si. Y de lo que menos ganas tenía hoy, es de tener que aguantar al vecino, echándome la bronca por algo que desconozco nada más llegar del viaje.

- Pues no le des más importancia y ya.

- Muy rápido arreglas tu las cosas.

- Si, sobre todo las cosas sin importancia, venga voy a cambiarme. 

- De eso nada, vete al despacho.

-  ¿ Para qué? !!!!

- Pues para mirar la pared un rato y explicarme después, toda la verdad.

- Santi....estás haciendo una montaña de un grano de arena.

- Se acabó

La cogí de la oreja y la llevé hasta el despacho, por el camino le di un par de azotes en el culo.

- Pareces una adolescente, que no se puede dejar sola en casa sin que la líe y no quiero más excusas, aquí de rodillas, las manos en la cabeza y los codos en la esquina, cuando vuelva quiero saber qué pasó. 

La dejé allí y cerré la puerta. Un rato después regresé y allí estaba, cogí una silla y me senté.

- Ven aquí

Se levantó resoplando y se acercó hasta mis rodillas, la miré y le dije.

- Cuéntame que pasó el sábado.

- Ya te lo he dicho, organicé un cena y luego nos quedamos un rato tomando una copa y escuchando música.

- Lo de la música es nuevo, antes no me dijiste nada...

- Es que se da por hecho...

- Ya ...Lo que te decía antes cómo una adolescente a la que no se puede dejar sola. Pues esta tarde se te ha girado trabajo, ya que no sabes ser responsable al menos tendrás que compensar tu irresponsabilidad.

Sin decir nada más la agarré de la cintura de los vaqueros, me agarró las muñecas.

- Esas manos sobre la cabeza, ahora.

 Resopló y lo hizo, muy lentamente le desabroché los vaqueros y empecé bajárselos hasta medio muslo. 

- Bájate las braguitas.

Volvió a resoplar y se llevó y cachete. 

- Te voy a dejar el culo, que se te van a quitar las ganas de montar fiestas...

Con el rostro rojo, se bajó las braguitas y suspiró.

- Date la vuelta

Se la dio. 

- Las manos sobre la cabeza. 

En cuanto lo hizo me levanté, le rodeé la cintura por delante con mi brazo izquierdo, mientras con la mano derecha, de pie los dos empecé a azotarla con ganas.

- A veces parece que tengas 14 años.

Mi mano seguía a lo suyo, dándole color al culo, mientras la seguía regañando. Y así de pie, estuve castigándola un buen rato, hasta asegurarme que le ponía el culo cómo un tomate. 

- Y ahora señorita te sientas en el escritorio y me vas a escribir una nota de disculpa a los vecinos que luego irás a colgar en el tablón de notas de la comunidad. Dejo la puerta abierta y cuando estés me avisas.

Me fui a sentarme mientras al sofá.

15 minutos más tarde me llamó. Fui para allá, la hice levantarse con los vaqueros y las braguitas bajadas y leerme en voz alta la nota.

" Estimados vecinos:

Siento mucho lo ocurrido el pasado sábado, se nos fue de las manos una cena y quiero pedir mis disculpas por las molestias ocasionadas. No volverá a ocurrir"

- Muy bien, luego irás y lo pondrás en el tablón. Ahora apoya los codos sobre la mesa y presenta bien el culo.

Resopló pero obedeció. Yo fui un cajón del escritorio, en el que guardaba el cinturón de los castigos. Lo cogí y me puse detrás, lo desenrollé y lo doblé. 

- Te voy a dar 30 azotes, que vas a contar y cuando termine, con el culo bien caliente, vas a ir a colgar la nota de disculpa y vas a ir a disculparte personalmente con el vecino ¿Estamos? 

Le di los 30 azotes metódicamente, quería que hiciera todo con el culo bien caliente y palpitante. Cuándo terminé sin más le subí las braguitas.

- Súbete los vaqueros, y ya sabes que tienes que hacer. 

Cogió la nota y salió, me fui hasta la puerta para, escuchar la disculpa de su voz. Subió enseguida roja como una amapola.

- Ahora vete a poner el pijama y te espero en el salón.

Cuando apareció con el pijama puesto, le hice bajarse los pantalones delante mío y darse la vuelta. Le empecé a acariciar el culo bien rojo y caliente. 

- Esto es lo que pasa, cuando se quieren hacer cosas de adultos y no se sabe actuar cómo tal. 

Le pasé fugazmente los dedos por el sexo, empapado...

- Esta noche cuando estés lista para dormir, me vas a pedir una azotaina de recuerdo y por supuesto vas a estar unos días sin placer adulto.

Y aquella noche antes de ir a dormir, ella misma me pidió una zurra,  con el culo al aire, sobre mis rodillas en la cama. 















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