domingo, 7 de julio de 2024

Castigame

 




Cuando la vi entrar, supe que algo pasaba, si la cara es el espejo del alma en ella, es un espejo en tres dimensiones. 

- Estás bien?

- Muy cansada, no te preocupes, voy a darme una ducha y ponerme cómoda ha sido un día largo.

Fin de la conversación, ni beso, ni nada, fue a la habitación, cogió ropa y se metió en la ducha, yo estaba practicando con la Telecaster, bueno más bien experimentando, no doy para mucho más pero me relaja. 

Estuvo más de lo habitual en la ducha, escuché que salía y se metía en la habitación y seguí a lo mío. Pero cuando había pasado media hora más o menos y no había salido fui a ver qué pasaba, me sorprendió entrar y encontramela tirada en la cama con la mirada perdida.

- Te encuentras bien?

- No 

- Ya hacías mala cara cuando llegaste. 

- Te duele la cabeza, tienes fiebre?

- No, estoy harta muy harta de todo, he dejado el proyecto, ya no puedo más, todo el mundo pasa de todo y me he cansado de ser la tonta, de trabajar como una burra, para que luego nadie agradezca nada y encima los méritos se repartan se acabó. 

- Bueno si eso te va a hacer sentir mejor, me parece genial. Venga vente y hablamos.

- Paso, si ya se que me vas a decir, que si ya me habías avisado, que si no aprendo y no estoy para broncas. 

- Nena, lo que te tenía que decir te lo dije en su momento, poco me conoces si crees que ahora con el viento a favor te voy a reprochar algo, decidiste tirar adelante, fue tu decisión, ahora has decidido tirar la toalla lo mismo te digo,  en eso lo me voy a meter. Venga va vente.

Al final la convencí, y se vino conmigo al salón, se sentó en el sofá a su manera, que me encanta, yo guardé la guitarra y el amplificador.

- Te apetece algo caliente?

- Si por favor un café con leche 

- Voy 

Dejé mis trastos de aprendiz de Hendrix y me fui a la cocina a hice una cafetera y servi un café con leche y un sólo con bandeja y todo, lo puse sobre la mesilla, me senté ella puso sus pies sobre mi regazo, llevaba aquel pijama de cuadros azules y blancos el pantalón y camiseta azul que tanto me gusta. Empecé a acariciarle los pies, mientras esperaba que me dijera algo, pasó un rato en silencio. 

- Bueno que? Que me quieres contar algo?

- Santi es que es más de lo mismo, y lo peor es que me adviertes y por más rabia que me dé, al final tengo que darte la razón

- Mira nena, no te lo tomes como un regalo porque no lo es, pero si te lo digo es porque te conozco y a veces pretendes que todo el mundo sea como tú. Tienes una gran suerte, que yo no tengo por ejemplo y es que tu vocación es tu trabajo, pero debes entender que hay gente que no y que su máximo interés es que pasen las horas cuanto antes e irse a casa, mucha de esta gente tiene que hacer un papel y hacer creer que tienen interés, porque tienen que comer, entonces gente como tú apasionada, que disfruta de su trabajo es una víctima propiciatoria y se aprovechan de eso. Ni tan siquiera es nada personal contra ti, es su frustración y lo jodido es que en sus frustraciones te arrastren a ti.

- Pues lo están consiguiendo, cada día tengo menos ganas 

- Eres lista, no les des ese triunfo.

Tras decir eso se quedó pensativa y en silencio, yo seguía jugando con sus pies, le dio un último trago y se me quedó mirando.

- Que pasa?

Se puso roja de repente... cogió aire profundamente y me dijo 

- Te puedo pedir algo?

- Si claro 

- Castigame 

Aquella petición, me pilló tan de sorpresa, que el que se quedó sin palabras fui yo. Nunca me lo había pedido, lo había provocado muchas veces, pero así directo y sin matices nunca

- Como?

- Necesito que me castigues, sentirme castigada de verdad

 - Estás segura?

- Nunca te pediría algo así, si no lo estuviera.

Tuve un momento de duda, incluso de reparo.

- Hazlo

- Está bien, pero tengo que decirte algo, y quiero que te lo pienses, si lo hago, dirijo yo y si veo que no resulta paro y si veo que resulta no voy a parar hasta que conseguir lo que quieres.

- Si he tenido el valor de pedírtelo es por algo.

El que cogió aire fui yo, de repente me enfrentaba a algo en lo que tenía experiencia, aunque nunca lo hubiera hecho si hubiera creído que no podía gestionarlo.

- Levántate 

Lo hizo, yo me corrí al centro del sofá. 

- Delante de mi, manos sobre la cabeza

Ni, resoplidos, ni quejas, ni pataditas en el suelo. Ni tan siquiera cuando le bajé el pantalón del pijama, la cogí de la mano y la puse firmemente en mis rodillas. Empecé a acariciarle la piel suave y esponjosa del culo, ahí en mis rodillas con el pijama a medio muslo, su culo, me parece una obra de arte, mientras la acariaba iba dibujando en mi cabeza, cómo conseguir lo que quería. Debía ser algo sensual y la vez firme, largo y duro.

Cuando las caricias se volvieron azotes empecé muy progresivamente, subiendo paulatinamente el ritmo, hasta llegar a un nivel medio, pero constante, las palmadas caían alternando nalga y nalga, mantuve ese ritmo unos minutos, repartiendo bien por toda la zona, hasta conseguir un color rosado uniforme. 

Ahí me detuve, volví a empezar las caricias, el tacto seguía siendo suave, más caliente, pero sin alteraciones en la piel más allá del color, jugué a caricias suaves con la yema de los dedos rozando, luego cambiaba a las uñas, luego más que caricias era una sobada intensa y volvía al roce suave de la yema de mis dedos, así también varios minutos.

De repente empecé de nuevo, una ráfaga de palmadas muy rápidas e intensas pero corta de medio minuto y ralentice al ritmo constante de antes, estuve unos minutos jugando a eso, más rápido e intenso, ratos cortos y luego más lento y suave pero más prolongado, hasta conseguir el rojo intenso.

Hice otra pausa, de caricias y juegos con los dedos y la mano, ahora sí que el tacto ya era distinto, la piel más áspera, normal. Entonces de repente empecé a azotarla de nuevo, con la mano, pero muy intenso, rápido y largo, seguí queriendo llegar al punto de incomodidad, llegado un punto noté cierta tensión, pero seguí hasta que empezó a moverse y a tensar los glúteos, síntoma claro que empiezas a bordear el límite y ahí paré. 

El aspecto que presentaba su culo, era maravilloso, parecía todo el una brasa incandescente. Pero yo sabía que en cuestión de una hora esa brasa estaría casi apagada. 

Durante un momento lo único que hice fue refrescar usando una revista de improvisado abanico, agitandola por encima de su culo en llamas para hacer que al aire se moviera. Luego simplemente puse mis dos manos abiertas, una en cada nalga, sentir el calor que desprendían en mis manos era muy excitante. Así estuve un rato también, sin prisa iba a ser algo largo. Igual pasó un cuarto de hora o más me interesaba que el ardor fuera quedando activo pero residual. Y entonces le dije.

- Ve a buscar el cepillo, el "doloroso" y el aceite de masajes. 

Ella odiaba ese cepillo, lo había bautizado como el "doloroso" o el "odioso" no era un cepillo para el pelo, era de los de ropa, lo que lo hacía temible, era su forma ovalada estrecha y que era algo más largo que los del pelo, su mordida era muy precisa por la poca superficie y al ser más largo llevaba más inercia, aquel cepillo era un aguijón. En cualquier otra situación pedírselo hubiera costado, un montón de quejas, intentos de negociación y demás. Aquel día no dijo nada fue a buscarlo, me lo trajo junto al aceite de coco de los masajes y una toalla que ella misma puso en mi regazo antes de volver a colocarse sin que yo lo dijese nada.

Dejé el cepillo en su espalda, cogí el aceite y estuve un buen rato masajeandole muy suavemente las nalgas, el aceite en su piel aún hacía que el rojo fiera más brillante. Hasta que dejé el aceite y cogí el cepillo. Le di 10 con el cepillo, en el centro de las nalgas cinco en cada cachete y me detuve. Unas gotitas más de aceite y repetí diez más en el mismo lugar, dos pequeños círculos de un rojo más oscuro se dibujaron en su piel, entonces le separé un poco  las piernas, le pasé la madera del cepillo por la zona dulce, justo desde el pliegue del glúteo y empezaron a caer los azotes ahí, esta vez no fueron diez, no los conté seguidos y constantes hasta que volvió a tensarse toda y sobre todo los glúteos y paré, ella estaba jadeante pero al parar volvió a relajarse.

Cogí de nuevo el aceite y cuidé con el en especial las zonas más castigadas, así estuve también mucho rato tal vez media hora. Ya estaba de nuevo relajada del todo cuando de imprevisto cogí otra vez el cepillo y empecé una ráfaga intensa y larga, cuando empezó a moverse la sujeté con el brazo izquierdo d la cintura y seguí, volvió a tensar los glúteos, pero está vez no paré, fui un poco más lejos hasta que empezó a retorcerse. Y ahí sí paré.

Y enseguida volví a echarle aceite y extenderlo cuando empecé aún estaba tensa y sollozando, pero poco después se volvió va calmar, durante un largo rato, estuve masajenadola muy suavemente, hasta que se calmó del todo, dejé de sobarle el culo y la tuve en mis rodillas en silencio aún un rato más. Hasta que ya su piel había absorbido todo el aceite.

- Levanta. 

Se levantó, le miré la cara, los ojos estaban vidriosos, alguna lágrima se había escapado, pero su expresión era de paz. La hice ir a buscar el taburete de madera. Mientras iba yo cogí una libreta un bolígrafo, abrí la libreta y escribí.

"A veces es necesario ir muy lejos, para darte cuenta que elegiste el camino equivocado"

Cuando regresó con el taburete la hice sentarse, al hacerlo suspiró y puso una mueca de dolor.

- Empieza a copiar la frase, hasta que te diga.

La dejé allí sentada en el frío y duro taburete copiando. Aunque cuando habría copiado unas 20 veces la frase la llamé.

Yo estaba sentado en el sofá y había puesto de nuevo la toalla en mi regazo. La cogí de la mano y la hice ponerse de nuevo en mis rodillas. Lo primero que hice fue una revisión visual, el aspecto de su culo, me hacía presagiar unos cuantos días de molestias al sentarse y cuidados diarios también, pero eso puede ser muy divertido los días posteriores.

Empecé a masajearle las nalgas de nuevo con mucho aceite, los muslos, incluida la cara interna y tras un rato cuando ya había absorbido casi todo dejé caer un chorro, por la hendidura entre nalgas y empecé un masaje más íntimo, primero la cara interna de las nalgas, alrededor del ano y el perineo, luego ya pasé a un masaje a dos manos, una seguía entre sus nalgas y la otra en su sexo, dónde aceite y fluidos se mezclaban, los labios estaban hinchados, el clítoris duro y sensible, en el índice de mi mano izquierda empezó a presionarle el culo y entró dentro fácilmente con la ayuda del aceite e índice y corazón entraron en su coño, casi se podían tocar separados por una fina pared los dedos de distinta mano en distinto agujero y yo conocía la efectividad de ese estímulo en ella empecé a sacarlos y meterlos al hacerlo los nudillos de los otros dedos rozaban el clítoris y ya no paré de moverlos hasta notar las contracciones de todos sus músculos en todos sus agujeros, entre gritos y espasmos.

Un rato después ella estaba tumbada boca abajo en el sofá seguía con el pantalón del pijama a medio muslo y yo volvía con una toalla mojada con agua fría que puse en su culo rojo aún, pero ya lleno de cardenales, al notar el frío suspiró, me senté en el suelo junto a su cabeza y nos besamos, al terminar la miré, me sonrió y me dijo:

- Esto no va a pasar más, pero gracias. 












3 comentarios:

  1. Un relato exquisito, donde se demuestra a un verdadero spanker, el que cuida, protege, motiva y sobretodo ama.
    Nunca me cansaré de decir que amo a mi Santy (prestado en mis sueños) y que ojalá y encontrara a mi Santy real

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  2. Yo pienso que eso puede ser lo normal, que los azotes llegan porque ambas partes están dispuestas y disfrutan con ello, no hay que romperse la cabeza para inventar escenarios.

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  3. Pues yo creo que aunque una situación así, pueda estar muy bien en su momento y contexto, a la mayoría nos gusta el tira y afloja y el reto

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