sábado, 27 de julio de 2024

Auctoritas

 




Habíamos quedado, una tarde veraniega en la terraza de un bar del barrio, ella había ido con una amiga al centro comercial, a hacer unos cambios o no sé qué y decidimos ir a tomar algo e igual hasta cenar, aunque aquella tarde había partido de la selección e igual demasiada gente y jaleo. Llegué yo antes y cogí una mesa fresquita y apartada. Enseguida la vi bajar del bus y algo no me cuadraba, la observé mientras se acercaba y todavía me cuadraba menos todo, salvo que se tratase de una provocación. 

Me saludo, los dos nos quejamos del calor y se pidió un refresco.

- ¿Que tal por el centro comercial?

- Bien, por lo menos dentro hay aire acondicionado.

- Eso sí. 

Entonces decidí abordar el tema de frente, sin darle más vueltas.

- Por cierto ¿Dónde vas así vestida y pintada?

Llevaba un vestido ajustado por encima de las rodillas, y un maquillaje mucho más llamativo de lo habitual, en especial el lápiz de labios de un color rojo oscuro, casi granate. 

- Es que me apetecía arreglarme un poco, subidón de autoestima.

- Ya...pero hay un pequeño problema, lo sabes ¿No? 

- Bueno hoy había quedado...

- ¿Y? 

- Joder Santi...

- Vamos a ver ¿Que te dije el martes?

- Pffff ya lo sé.

- ¿Entonces? Te dije y bien claro, que debido a tu comportamiento infantil, el resto de la semana, irías con una determinada ropa, un determinado peinado y sin maquillaje, más que nada, para que te acordases, que habías tenido una actitud infantil ¿O no?

- Siiii, pero pensaba que te referías sólo a casa.

- ¿Te dije eso en algún momento?

- Pffff no.

- Pues sube a casa, cambiate de ropa, quítate el maquillaje y baja. 

Nuestro edificio estaba a apenas 100 metros del bar. 

- Si subo a casa, no vuelvo a bajar.

- ¿Cómo?

- Ya me has oído, que me pongo el pijama y me tumbo en el sofá. 

La miré serio...

- Tú misma, aquí estaré. 

Se levantó visiblemente enfadada, y se fue apresuradamente sin decir nada. El motivo de todo aquello no era un capricho mío, un día en la piscina le picaron bastante los mosquitos y empezó a rascarse, le dije varias veces que parara, me entretuve a calmarle el picor con compresas frías en las picaduras. Al despertar al día siguiente estaban las sábanas con manchitas de sangre, provocadas por rascarse compulsivamente a pesar que me prometió que no lo haría. Y tomé una decisión de autoridad: Ya que te comportas como una niña, durante unos días, vas a perder los privilegios de adulta, y de ahí la prohibición de usar maquillaje, de ponerse según que ropa, de peinarse según cómo, así como la obligación de llevar otras prendas. Son aquellos otros castigos de reafirmación de la autoridad y su reconocimiento. 

Faltaba media hora más o menos para que empezara el partido y hacia más o menos lo mismo, que se había ido enfurruñada. Me levanté y hablé con el responsable del bar que ya me conocía, pidiéndole si podía guardarme la mesa una hora más o menos. No hubo problema y me fui para casa. 

Al entrar vi que estaba en el salón, la tele puesta, yo fui directo a la habitación, abrí el armario y empecé a buscar lo más parecido a un pijama, con lo que pudiera salir a la calle, al final me decidí por un pantalón de deporte cortito verde, pero holgado, una camiseta de nadadora blanca, unas clásicas havaianas y cogí un de las 6 braguitas que se había comprado en el Zara niñas. Lo dejé todo encima de la cama, menos las chanclas y fui a buscarla.  Al entrar al salón me miró de reojo. Se había quitado el maquillaje y se había recogido el pelo, en una cola.

- ¿Contento? - me dijo con sarcasmo -

- Contento estaría si te hubieras comportado y hubieras bajado, que he tenido que pedir que nos guarden la mesa.

- Pues llama y diles que no, yo no tengo ganas.

- Tú, tienes exactamente cinco minutos para levantar el culo del sofá e ir a vestirte sobre la cama tienes la ropa preparada.

- Joder Santi!!!! Que no pienso ir

- Se acabó, se acabaron las tonterías y las pataletas por un temporada.

Me fui hacia ella, la levanté del brazo y la llevé hasta la habitación, a base de azotes en el culo por el camino. Antes de soltarla le dije.

- En tres minutos te quiero en el salón, o vendré a buscarte y te llevaré de la oreja ¿Estamos? 

Me fui cerrando la puerta, directo a por una silla y me senté a esperar, poco después escuché abrisrse la puerta y acercarse despacio, ya sabía dónde tenía que situarse en esos casos. Frente a mis rodillas, con las manos en la espalda y las piernas juntas.

-¿Conoces el término en latín Auctoritas?La expresión Auctoritas (de Aug=aumentar) aparece en Roma unificada a la función tutelar. Así, el tutor poseía la auctoritas, que permitía sumar la voluntad del pupilo completando de tal modo su capacidad. De ese término, deriva la palabra actual autoridad, aunque prefiero el romano, ya que está vinculado a la función tutelar y es un contrato moral, entre tutor y pupilo. A diferencia de la Potestas, que es el poder socialmente aceptado. Y nuestra relación se basa en ese concepto tan antiguo de Auctoritas, tú tienes cierta autonomía, pero a cambio ciertas obligaciones y una de ellas es acatar mis normas y decisiones, ya que la última palabra me corresponde porque así tú lo quisiste. Y ya sabes que sucede, cuando no respetas me decisiones y más cuando te doy la oportunidad de enmedarlas, es decir comerte el orgullo y haber subido a casa, haberte cambiado y haber bajado, aquí estamos, obligándome a ejercer esa Auctoritas. Que no te que duda voy a ejercer aunque por momentos pienso que tal vez es lo que buscabas.

La miré en ese momento y estaba roja...

- No hace falta que te diga, que la instancia última del ejerció de la Auctoritas es la disciplina y que tampoco voy a vacilar en aplicarla en momentos como el de ahora, en el que se impone .

Ya no dije nada más, el discurso hizo que des quedará sin lengua, sólo un pequeño soplido cunado le bajé el pantalón de deporte hasta los tobillos, de momento le dejé aquellas braguitas de algodón rosas con corazones rojos, eso sí con firmeza la puse en mis rodillas y mientras le acariciaba el culo, mitad piel, mitad piel cubierta de algodón.

- Tenemos la desobediencia a un castigo y lo peor, que en vez de asumirlo e intentar compensar te ha podido el orgullo, por suerte, calentar bien el culo, es muy efectivo para devolver el orgullo a unos límites tolerables. 

En ese momento a la vez que yo la sujetaba por la cintura, ella se agarraba del travesaño de la silla y los azotes empezaron a caer, alternos y progresivos , impactando la mitad en algodón y la otra en la piel. Así estuve un par de minutos, entonces paré y allí mismo sobre mis rodillas le bajé las braguitas hasta los tobillos, le acaricié un poco el culo ya desnudo y le dije.

- Este gesto, de bajarte las braguitas es también parte de Auctoritas. 

Ahí empezó a hablar mi mano, directa sobre la piel, con más intensidad y velocidad, sin pausa, las nalgas sonrosadas, no tardaron en subir de tono, hasta quedar de un rojo pálido, pero uniforme. Y en se momento me detuve. Le di un cachetito para que se levantará. Lo hizo.

- Ve a por el cepillo, por favor.

Resopló un poco, pero fue sin protestar, lo cual era síntoma ya de cierta rendición. De vuelta me dio el cepillo, como de costumbre lo dejé en el suelo a mí izquierda, para pedírselo y entonces le dije.

- Tráeme también el lápiz de labios, que llevabas antes. 

Fue hasta el bolso que colgaba del respaldo de una silla y me dió el lápiz de labios, lo abrí....

- ¿Es nuevo?

- Si...lo he comprado esta tarde...

- ¿Me enseñas el ticket? 

Su cara cambió de repente...voy . Se puso a remover el bolso...

- Pues aquí no está, lo he debido tirar sin darme cuenta ...

- Ven..

- Se acercó 

- Mírame y dime la verdad ¿Lo has cogido "prestado"? 


Se puso roja al instante. 

- Contesta

- Si... contestó flojito y con voz aniñada -

- Pues te aseguro que va a ser la última vez.

La tumbé al instante en mis rodillas, cogí el lápiz de labios y pinté dos rayas un dedo por debajo los muslos y otra dos una en cada nalga, cuatro dedos por debajo del inicio de la espalda. Entonces le dije serio y firme.

- Dame el cepillo

Me lo dió, lo cogí y lo empecé a hacer sonar contra mi mano mientras le decía, debería hacerte ir mañana a devolverlo, pero me gusta el color y me va a ser muy útil, ya que me va a servir de guía para ponerte el culo del mismo color a base de cepillo, y si se vuelve a repetir algo así, volveré a usar el lápiz de labios como guía. 

Se acabaron las palabras, el cepillo empezó a hablar, esta vez sin compasión, no es necesario usar mucha fuerza, sólo insistir y en unos pocos minutos, estaba retorciéndose, suplicando y pidiendo perdón. 

Paré uno momento.

- Aún te falta un repaso general, para llegar a ese color.

Y seguí como un par de minutos más hasta que toda la piel entre líneas, presentaba el mismo rojo fuerte del lápiz de labios. 

Dejé el cepillo en la mesa, junto con el lápiz de labios, la hice levantarse y la puse cara a la pared con las manos sobre la cabeza para evitar tentaciones, mientras me fui yo también a poner ropa mas cómoda, un pantalón corto y una camiseta de la selección, cuando estuve me fui hacia ella y allí cara a la pared, le subí las braguitas y el pantalocito, la cogí de la mano y le dije.

- Venga que tenemos mesa guardada.

Antes de salir, cogí el cuaderno y un bolígrafo y nos fuimos al bar. Allí la hice sentarse sobre una de esas sillas de terraza de aluminio, donde precisamente no estaba cómoda, pedimos algo de cenar y cenamos, nos sirvieron la cena justo en el descanso, al terminar empezaba la segunda parte. 

Le pedí el cuaderno lo abrí y le enseñé un texto en mi móvil sobre la Auctoritas y la Potestas. 

- Mientras termino de ver el partido, vas a copiar el texto, como no es muy largo, cuando acabes vuelves a empezar.

Y empezó a hacer. Para el resto del mundo aquella mujer, que escribía inquieta sobre una silla, debía ser alguien a quien no interesaba el fútbol, pero hacia compañía a su pareja y a la vez estudiaba o adelantaba trabajo, si en el lugar hubiera habido algún spanko, enseguida hubiera deducido otra cosa, ese continuó movimiento en la silla, ese copiar sin levantar la mirada del cuaderno, es más igual hubiera visto en algún momento, mi mano entrado por debajo de la.mesa dentro de sus shorts y sonreír.

Finalmente pasamos a la final y nos fuimos para casa, nada más entrar la mandé a lavarse los dientes y que me esperase juntos a la cama de pie. 

Cuando llegué allí, saqué un camisón cortito del armario, me senté en la cama, le quité la camiseta, el sujetador, luego le bajé los shorts y al terminar las braguitas, aunque estás las dejé a medio muslo, para ver cómo estaba la entrepierna de la braguita por dentro. Sonreí y también comprobé como tenía la rajita, que era una fuente. Entonces alargue el brazo, cogí las toallitas húmedas, con delicadeza la intenté secar, después cogí otras de aquellas braguitas limpias y se las subí hasta medio muslo. Le puse el camisón y la hice tumbarse boca abajo en la cama. Mientras termine de recoger y fui a por la crema, antes de empezar a aliviarla un poco, le hice un par de fotos, que el envié a su teléfono para que viera cómo tenía el culo, aquel día y ya entonces si, me dediqué un ratito a darle un masaje con crema hidratante fresquita. Al terminar le di un beso en casa nalga y le subí las braguitas.

Castigada sin premio además y a descansar 

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