No empezó muy bien aquel viaje inesperado, al segundo día de estar allí, el grupo enfermó de las típicas molestias gástricas, sólo ella y yo nos habíamos librado.
Así que se quedaron todos en el hotel, nosotros decidimos salir a dar una vuelta por el centro histórico de la ciudad, no deja de ser asombroso el parecido con muchos centros históricos de aquí al otro lado del charco y cómo se respira herencia en esas callejuelas, plazas, iglesias...
Estuvimos pateando calles, hasta después de comer, cuando el ambiente se volvió irrespirable con ese calor húmedo tan propio de esas latitudes, el hotel estaba en el mismo centro histórico, así que pusimos rumbo a el para refugiarnos del infierno tropical.
Al llegar se agradecía el frescor del aire acondicionado, ella se descalzó y se estiró en la cama sin quitarse el vestido...
- ¿Me haces compañía?
- Si, pero antes necesito darme una ducha...
Cogí ropa y me metí en el baño, necesitaba esa ducha.
Estuve un largo rato bajo la reparadora ducha, salí vestido sólo con ropa interior, sonaba música en la televisión, cuando me encontré con una escena inesperada.
Ella estaba tumbada en la cama, con las piernas semi dobladas, el vestido levantado por encima de la cintura y la mano metida dentro de las braguitas, los ojos cerrados y jadeando suavemente. Mi voz la despertó del estado casi de éxtasis en el que estaba.
- Se puede saber que estás haciendo!!!!
- Mmmmm haciendo tiempo, tardabas tanto...
Sin decir nada más me fui para ella, la agarré del brazo y la levanté, de pie le di un par de azotes.
- Creo que después del drama de la maleta, había quedado claro, que estabas castigada...
- Jooooo estamos de viaje!!!! Sólo me apetece jugar un rato contigo...
- Para eso te tienes que comportar cómo una adulta y no es el caso, ya te dije que a la vuelta hablaríamos y que ibas a estar castigada todo el viaje, además ya ayer en la cena me estuviste buscando.
En ese momento me senté en la cama, y la puse en mi regazo, le levanté el vestido y empecé a darle una serie de palmadas rápidas sobre las braguitas.
- Si te digo que estás castigada, sin placer adulto, no estoy bromeando, cuando te comportes cómo una adulta, podremos empezar a valorar si te levanto el castigo y no es el caso, cómo me demostraste ayer en la cena comportandote como una adolescente malcriada y caprichosa.
En ese momento detuve la lluvia de azotes.
- Levanta...
Se levantó.
- Apaga la tele
- Santi!!!! Están ena habitación de al lado...
- ¿Y? También lo estaban cuando tenías la mano por dentro de las braguitas y gemias...
- Santi....
- Apaga la tele y no lo voy a repetir.
Resopló y cogiendo el mando apagó la tele.
Yo me levanté también, cogí la silla que había en el escritorio, le di la vuelta y me senté.
- Ven aquí.
Se acercó, ahora ya más dócil y algo ruborizada.
Levántate el vestido.
Suspiró y lo hizo, alargue las dos manos y de un tirón le bajé las braguitas.
- ¿Que les pasa a las niñas sucias que se tocan?
Al escuchar la frase de puso roja como un tomate...
- Responde
- Que las castigas....
- ¿Y que estabas haciendo en la cama?
Más roja aún balbuceó...
- Me estaba tocando....
- Pues entonces ya sabes que tienes que hacer...
Volvió a suspirar, pero resignada se tumbó en mi regazo.
Al colocarse le acaricié las nalgas desnudas un instante, pero las caricias duraron poco y enseguida empezaron a resonar las palmadas piel contra piel.
- Las niñas buenas no sé tocan porque si las pillan terminan con el culo rojo y caliente.
Me aseguré de que así fuera, que la amenaza se plasmara en su piel, durante 10 minutos.
Una vez satisfecho con el resultado la hice levantarse, le terminé de quitar las braguitas y le dije.
- Recuerdas la tienda aquella de artesanía, que hay al final de la calle del Hotel? Pues vas a bajar y vas a comprar una de las cucharas de madera, que tanto miraste antes.
Se volvió a poner roja....
- Señorita es para hoy...
Suspiró...dijo alguna cosa, pero lo único que consiguió, fueron un par de azotes y un "cómo lo tenga que repetir, voy a por el cinturón"
Al final se calzó y salió del hotel. 15 minutos después estaba de vuelta, con una de aquellas cucharas de madera tropical.
Yo la esperaba sentado en la silla, cerró la puerta y se acercó con la mirada baja y me alargó la cuchara, la cogí y la hice sonar contra mi mano...
- Creo que será perfecta, además un bonito recuerdo del viaje... así que vamos a probarla...
Volvió a suspirar, cuando le indique que se colocara de nuevo en mi regazo.
Nada más hacerlo le levanté el vestido, dejando al aire su culito que seguía bien rojo. Sin más cogí la cuchara y empecé a jugar con ella por sus muslos y nalgas.
- Vamos a ver si tú culito entiende mejor las "normas" que tú cabeza.
La sujeté de la cintura y empecé a "trabajar" su piel con la cuchara, primero repartiendo bien y después apuntando a la zona de asiento, para que se acordara al sentarse, que les pasa a las niñas traviesas...minutos después empezaba a quejarse y prometer que se portaría bien, pero más vale asegurarse que no son falsas promesas y aún recibió un par de minutos más, a pesar del aire acondicionado estábamos los dos sudando.
- Levanta...
Se levantó, la cogí del brazo y la llevé hasta la puerta de la habitación. Allí le subí el vestido, le hice pegar la nariz a la puerta con las manos sobre la cabeza y sacar el culo. Cuando lo hizo puse el mango de la cuchara entre sus nalgas y le dije.
- Si se te cae, volverás a mis rodillas.
Fui al mueble bar y me cogí un refresco, sentado en la silla mirando en dirección a la puerta. Así la tuve unos 15 minutos.
Pasados me levanté y le quité la cuchara. Comprobé los efectos del castigo en su piel , hasta que le dije, que apoyará las manos en la puerta y separase las piernas. Lo hizo y comprobé el clima entre sus piernas, era tropical, cálido y húmedo. Entonces le di una docena de palmadas suaves en el sexo desde atrás, mientras le decía.
- Si te vuelvo a pillar haciendo cochinadas estando castigada, además de zurrarte el culo, te zurraré también el coñito...¿Está claro?
No respondió de hecho las palmadita ahí consiguieron que aún se mojase más.
Pero un castigo es un castigo, así que la cogí del brazo, la llevé al baño, y le di una ducha fría, la enjaboné, la enjuagué, la sequé, le puse las cremas, con especial dedicación en el culito y al terminar fui a su maleta, elegí un vestido largo y fresco y las braguitas mas infantiles de la maleta, yo mismo le puse las braguitas y el vestido.
Al terminar y mientras yo me volvía a dar una ducha, la hice ponerse de nuevo castigada cara a la pared, con las manos detrás de la espalda sujetando el vestido levantado y las braguitas a medio muslo, mostrando el culo castigado.
Me di la ducha, me vestí, la fui a buscar le subí las braguitas, le dije que fuera a peinarse, pero sin maquillar y bajamos a cenar con el grupo.
Y aquella noche la cena fue cómo la seda, ni se la escuchó a penas. Cómo los del grupo no estaban muy finos, fue terminar de cenar y volver a la habitación.
Allí volvió a mis rodillas, le puse crema otra vez y al terminar la envié a la cama, sin placer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario