sábado, 2 de septiembre de 2023

Calor irritante.

 



El calor me deja ko. Debería hacer cómo los osos pero al revés, en vez de hibernar y buscar refugio para pasar los meses de frío, en mi caso sería con los meses de calor. Además de agotarme mentalmente y físicamente, me pone irritable y no me deja concentrarme.

La semana había sido de un calor sofocante, además parte de ella la había pasado en la calle visitando obras, a pleno sol. El viernes estaba agotado, con ganas de una ducha, un par de cervezas heladas, cenar algo y a la cama. 

El problema es que no era al único al que afectaba el calor, ella también parecía afectada, aunque su forma de gestionarlo era distinta, llevaba toda la semana, en plan contestón, gruñón, quejica...si hubiera sido invierno seguramente ya hubiera cortado esa actitud, pero ni de eso tenía ganas. 

Me fui a la cama pronto, ella vino algo más tarde se quedó viendo una serie. Estaba muerto, pero dormí fatal, ella no paraba de moverse, se levantó un par de veces, finalmente ya casi de madrugada se calmó la cosa y cogí ese sueño bueno y profundo del que desperté mal, sobresaltado por ruidos, ya se había levantado y le debía haber dado por hacer zafarrancho o recolocar la cocina entera, por el continuo movimiento de cacharros. 

Me levanté y en efecto tenía la cocina patas arriba, la miré medio dormido y le dije.

- No hay más horas no...yo que quería dormir un poco más. 

- Son casi las 9 si quieres silencio, te vas a un convento de clausura.

La miré ahora más serio, en plan advertencia.

- Me da que se me va a hacer largo el fin de semana -le dije-

Y fui para el baño, de vuelta a la cocina la vi aporrendo la cafetera. 

- ¿Se puede saber que haces? Ingeniera..

- No tiene ni un año y ya funciona mal.

- Y sin agua peor aún...

Me miró y miró la cafetera, sonrió.

- ¿Se puede saber que te pasa?

- La casa está hecha un desastre y yo no puedo vivir así me pongo nerviosa.

- Pues tranquila, nos tomamos un café y nos ponemos los dos con calma, sin agobios que tampoco nos va a llevar tanto. 

- Bueno, yo quiero hacer cosas, no quiero estarme todo el día encerrada con este calor, quiero ir a la piscina...

-  ¿Y crees que yo no? Pero así a golpes y con nervios no solucionamos nada. Siéntate a desayunar. 

Se sentó pero sin tenerlas todas consigo, pero al menos conseguí tomarme el café en paz. Aunque exprés, enseguida se levantó.

- ¿Dónde vas? 

- A hacer cosas que quiero acabar. Así que sal de la cocina. 

- ¿ Y yo que hago? 

- Pues mira hay que hacer la compra y si vas tú sólo, adelantamos y los dos tranquilos ¿te parece?

- Vale.

- Me fui a vestir, cogí bolsas le eché un vistazo a la nevera.

- ¿Necesitas algo especial?

- Si suavizante para el pelo,del que gasto yo.

- Ok..

Le di un beso y me fui. No eran las 10 de la mañana y el sol apretaba con ganas. Hice la compra y de vuelta a casa, cargado de bolsas buscaba la llave, para abrir y por no soltarlas toqué el timbre. Y escuché tras la puerta.

- ¿Que no tienes llaves o que? 

La escuché acercarse y abrir la puerta con energía.

- Si tengo, pero vengo cargado

Puse las bolsas de la compra sobre la encimera. Y ella se metió para el baño que estaba ordenando. 

- Santi, traeme el suavizante por favor que ya estoy.

Al escucharlo vi el mar embravecido, ríos desbordarse, volcanes en erupción, terremotos y hasta una explosión nuclear. No me había acordado.

- Bua me he olvidado!!! Lo siento luego pasamos.

- ¿Cómo?

Salió del baño, llevaba aquella bata de corte japonés, que más que bata era camisa de lo corta. 

- Una cosa que te pido y te olvidas, porque de la cerveza seguro que no te has olvidado, no

La miré sonriendo y puse un pack de cervezas a refrescar en la nevera.

- Pues no, no me he olvidado.

- A mí no me hace ninguna gracia!!! 

Se giró y empezó a renegar pasillo arriba.

- Pffffff y todo esto lleno de los puñeteros libros, que te costará ponerlos en su sitio.

Entonces escuché un golpe, un grito y otro golpe que sonó a cristales rotos. Me fui para allá y no llegué a entrar al vista del panorama. Se había tumbado la estanteria repleta de libros, sobre una mesita de cristal, todo el suelo era un caos de libros y cristales y mi portátil también estaba en el suelo.

- ¿Que ha pasado aquí?

- Al poner los libros se ha tumbado la estanteria.

- ¿Estás bien?

- Si si

- No te muevas que vas descalza. Voy a por unas zapatillas.

Fui al armario y cogí unas zapatillas, se les di y pido salir con cuidado. Ya en el pasillo, le dije.

- Y en que se haya caído la estantería no ha tenido nada que ver el golpe previo ¿Verdad?

-  ¿Que golpe? Y joder no dejes los libros apilados en cualquier sitio.

- No los dejaría , pero claro aquí hacemos de guarda muebles ¿ cuanto hace que tú amiga tiene que venir a por la mesa? Y no se puede ni pasar!!!

- Pffff y ahora que hacemos con la mesa.

- Tu sabrás

- ¿Cómo que yo sabré? Se la hemos roto!!!!

- Dirás, que las roto tú ¿No?

- Por tu culpa!!!! Si no hubieras dejados los putos libros!!!!

Lo cogí del brazo con fuerza y energía.

- Quítate la zapatilla...

- Joder Santi...

- No lo voy a repetir. 

Suspiró y quito un pie de la zapatilla, sin soltarla me agaché para cogerla y con ella en la mano, le di un par de zapatillazos que sonaron como dos truenos. 

- Tira, ya me he cansado de esta actitud tan infantil. 

La hice caminar hasta la pared del salón y allí antes de soltarla le di media docena de zapatillazos más fuertes. Tire la zapatilla al suelo y le dije .

- Póntela y a mirar la pared, mientras recojo el desaguisado. Luego ya me encargo de ese carácter. 

Me fui a la habitación, saque la estructura de la mesa con cuidado por los cristales, recogí los libros y la estantería, por suerte el portátil funcionaba. Y por último barrida a fondo para recoger los cristales y aspiradora por si acaso. Al terminar baje la estructura de la mesa al container para tirar. Y volví a subir, directo al salón. Saqué una silla de la mesa y me senté en el centro.

- Ven aquí.

Bajó los brazos y suspiro, acto seguido se dio la vuelta y caminó hacia mi. 

- ¿Estás agobiada verdad? La semana, el calor, no descansar bien....

- Pues si...

- Yo también y tú tienes tu forma de desahogar tensiones, que es siendo insoportable y yo tengo la mía ¿Sabes cuál es?

Me miró extrañada .

- No me mires así, deberías conocerla ya y es que nada me relaja más que ponerle el culo cómo un tomate a las niñas insoportables. Y eso voy a hacer. Quítate las zapatillas y bájate el tanga o lo que lleves.

- Pffffff

- Es para hoy - le dije acompañado de un cachete en el muslo -

Entonces el tanga descendió hasta medio muslo. 

- Pon las manos detrás de la espalda que sujetes la bata levantada.

Otro soplido y otro cachete.

- Vale ya. Tienes una pataleta infantil, pierdes derechos adultos, asi de claro. 

Su rostro estaba rojo, pero si sexo también y algo hinchado. Cogí las zapatillas, las puse al lado de mi pie derecho y ella de un tirón cruzada en mis rodillas. La bata bien levantada y mi pierna encima de las suyas.

- Ahora me toca desfogarme a mi. 

A partir de ahí la que empezó a hablar fue mi mano, sin prisa, cómo quien cocina primero a fuego lento y conforme se va cociendo va subiendo el fuego. Terminando después de uno largos minutos con una ráfaga rápida y fuerte. Entonces empecé a pasar mis dedos rozando la piel cocinada, que tenía ese color rojo brillante, uniforme y que cubría casi la totalidad de sus dos globos carnosos, bien presentados en mis rodillas. Entonces cogí una de las zapatillas y la hice sonar contra mi propia mano.

- Creo que me ayudará mucho a desfogar. Te voy a calentar bien el culo con la zapatilla, como a un niña caprichosa e impertinente.

La zapatilla sonaba aun más que la mano y ya es difícil, era muy ligera, pero hacía pinta de picar y debía hacerlo, ya que al rato de empezar no dejaba de resoplar y moverse.

- ¿Escuece?

- Mucho...

- Eso es bueno, verás que calmada te quedas.

Seguí un rato más, sólo que ahora hice a la inversa bajando velocidad e intensidad. 

-  ¿ Más tranquila? 

Suspiró profundamente...

- Ahora ve al espejo a mirar cómo tienes el culo.

Se levantó y sin mirarme fue a al habitación y volvió. 

- ¿Qué?

- Quema...

- Si, claro si no para qué. Lo que no creo que quieras ir a la piscina con el culo como un tomate ¿Verdad?

Se puso roja otra vez.

- Bueno a unas malas, podemos poner un barreño en la terraza y te refrescas, ya te aviso que esté fin de semana estás castigada sin piscina. Y yo tengo cosas que hacer aún, así que te vas cara a la pared y esperas que acabe. Las manos encima de la cabeza para evitar tentaciones.

Espere a verla colocada tal y como le había dicho y me fui a terminar de colocar la compra, cuando estuve, ya era mediodía así que cogí una lata de cerveza fría de la nevera y me fui para el comedor. Me senté en el sofá y la llamé, la hice ponerse de nuevo en mi regazo y nada más ponerse, empecé a pasarle la lata helada por la piel caliente, al sentirla suspiró y se le puso toda la piel de gallina... pasé la lata varias veces por cada nalga.

- Se me va a calentar.

La abrí y le di un trago, aún estaba fresca.

Dejé la lata en mesita y mis dedos fueron a investigar entre sus piernas...

- No sé yo si he sido demasiado duro, tu "testigo" dice que no, está muy mojado...

Le separé las piernas para tener más acceso y seguí jugando con mis dedos entre sus piernas, llevándola hasta casi y ahí parando un trago y vuelta a empezar, así hasta terminarme la cerveza y entonces si terminé lo que había empezado.

Un rato después, sudorosos los dos aún, le dije que fuera a por un par más de cervezas...pero eso es otra historia.



3 comentarios:

  1. Qué agradable sorpresa poder volver a leer una historia tórrida y caliente en tu blog! Es divertido y divertido. Es una espumante. Muy bonita ilustración también. Muchas gracias 🤩

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  2. Hoy entré al blog como un ritual de los sábados y me llevé esta grata sorpresa, especial.
    Gracias, gracias, gracias totales

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  3. Que fabuloso volver a leer uno de sus relatos, me alegro el finde 😍

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